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Septiembre🦔

Septiembre
El día de las audiciones

Jade Sallow

Pasado dos semanas de ensayos intensos con el grupo, hoy sería el gran día. En este preciso momento estábamos las tres entrando por las puertas del gimnasio para realizar nuestra audición al grupo de las porristas del instituto Marshall.

Nos dispusimos en las butacas para ver a las demás chicas que estaban en frente a nosotras. Unas hacían unos saltos increíbles, otras eran tan delgadas y altas que podrían hacer lo que se propusieran y las penúltimas antes de nosotras estaban tan ordenadas y coordinadas que nos dejaron a todos boquiabiertos. No fue hasta que la juez nos llamó, que nos percatamos de lo que en realidad íbamos a hacer. Podría ser el cambio que deseábamos en nuestra vida social, o nos la podría fastidiar en dos segundos si resultábamos ser tan patosas como nos imaginábamos. Sin embargo, Amy nos brindó una mirada que transmitía todos los sentimientos necesarios para afrontar nuestra audición de la mejor manera posible, que en realidad era solo eso, una audición.

Teresa colocó la música que íbamos a bailar y nos ordenamos en fila. Mientras se reproducía sin parar another love, nuestros nervios se hacían notar ante la espera de nuestros movimientos. De repente, sucedió.

Estábamos realizando los movimientos acordados en los ensayos y incluso mejor que en ellos. Íbamos al ritmo de la canción, sabíamos que tendría que ser lenta porque no éramos ningunas expertas. Amy contaba con algunas cualidades de baile, por lo tanto nos enseñó pasos en relación a ballet y al mismo tiempo de las porristas, era un mixto que devolvía un nuevo significado a la palabra único; en el último segundo de la coreografía, justo antes de terminar realizamos todas un herkie [1] tan coordinado y limpio que hizo que todo el pequeño público nos aplaudieran al terminar de esa manera tan simple, pero exquisita.

Una vez todos las candidatas pasaron por los ojos del juez y estos deliberaran; nos reunieron a todas en el centro del gimnasio y fueron llamando una por una. Algunas estaban logrando sus metas, otras no. En el instante que nos mencionaron a nosotras tres, mi cuerpo se tensó y los nervios recorrían cada parte de mi minúsculo cuerpo. Los nervios del primer día de instituto no eran para nada comparados con estos, ahora entendía porque Isaac antes de cada partido vomitaba sin parar.

—Amy, Teresa y Jade — mencionó la jueza —, un paso en frente.

—Bienvenidas al grupo de las porristas del instituto Marshall — continuó otra jueza —. Vuestra coreografía nos a brindado la esperanza de ganar este año en los campeonatos, enhorabuena chicas. Sois muy talentosas.

Todas saltamos de la alegria y les agradecimos por la oportunidad. Seguidamente, proseguimos a cambiarnos para poder explicar nuestros grandes logros al grupo.

(...)

—¡Saludad a las nuevas integrantes de las porristas de Marshall! —gritó Amy emocionada por nuestro gran conquista personal.

—¡No puede ser, lo habéis conseguido! —corrió Félix a abrazarnos.

—Ahora espero que no os suba la fama a la cabeza — río Kai —. Es broma bobas, nadie se merece más esos puestos que vosotras tres.

—¡Lo hemos logrado! — elevé un tanto el tono —. ¡Somos oficialmente porristas!

Todos saltábamos aleatoriamente sin importar la gente que había esparcida por el comedor.

—¿He escuchado bien? —preguntó una voz gruñona que provocó que todos detuviéramos nuestra celebración.

—Así es —contesté indiferente.

—No puedes ser porrista Jade, te lo prohíbo—insistió Isaac.

—Pues mira por donde seré porrista — reí —, no eres mi madre para decidir mi vida, ni ella la decide por mi. Por lo tanto, si nos disculpas seguiremos celebr...

—No hace falta ser tu madre para prohibirte lo que sea — interrumpió —, no lo harás sin el consentimiento de un adulto, ¿acaso recuerdas que tan solo tienes diecisiete? Y visto que tú madre no está en Pulana, yo decidiré qué podrás o no hacer.

—Tu no eres nadie para controlar mi vida — me acerqué a su cuerpo —, ¿entiendes? ¡No somos ni familia!

—Escúchame bien pequeño Smurf [2]...

—¿Quién te crees que eres para insultar de este modo a mi mejor amiga? — interrumpió Félix a Isaac para defenderme —. Ella hará lo que quiera porque puede y la han seleccionado entre cincuenta inscritas, por lo tanto, si nos permites seguir con nuestra celebración te lo agradeceríamos de antemano.

—¿Acaso sabes quién soy saco andante de granos? A mi no me dirijas la palabra con tu cuerpo corpulento y es muy incómodo que me mires con tus cuatro ojos, así que la próxima vez que decidas hablarme piensa dos veces quien eres tú y quiénes somos nosotros, ¿si?

—¡Ya basta, es suficiente! — separé a ambos —. Al menos a nosotros no nos hace falta humillar a nadie para ganar una batalla que no tiene ni una pizca de sentido — miré a Isaac —. Marchémonos, esto es entre tú y yo.

Antes de salir del comedor miré sutilmente intentando transmitir a través de mis ojos un inmenso pedido de disculpas y entre por primera vez puntual en el coche del idiota de mi hermanastro.

(...)

—No serás porrista, Jade — bebió un sorbo de agua —, no quieras tenerme como un enemigo.

—El caso es que, no te quiero ni como amigo — cogí el mando de la televisión para terminar así la discusión —, eres simplemente el hijo del marido de mi madre, no eres ni digno del puesto de hermanastro.

—Te guste o no es lo qué somos, así que harás lo que te mandé y sin rechistar — me quito el mando de las manos —. Llamaré a Larissa para que te castigue como es debido.

—¡Te odio! — me levanté del sofá y una vez en las escaleras terminé la discusión —, llamaré yo antes a Mike para que sepa cómo es realmente su hijo sin la presencia de su progenitor—cerré la puerta de la habitación de un golpe.


—¿Félix, estás bien?—preguntó la nueva integrante del grupo de las porristas.

—Sabes que con nosotros no tienes porqué oprimirte — la muchacha pelirroja se acercó a su amigo — Isaac es un desgraciado.

—¡Eh! Se perfectamente que lo que le hizo a Félix no está bien pero es el amor de mi vida y...

—Amy, Teresa...estoy bien, no os preocupéis.

Y de ese modo el muchacho con anomalías físicas debido a la adolescencia y la pubertad salía del recinto donde se encontraban sus amigos y se fue en dirección de su humilde hogar, donde lloraría sin parar. No antes de; explicarle a su madre que tal fue el día y mentirle sobre lo magnífica que era su vida.

Félix era el eslabón más débil del grupo de amigos. Sus inseguridades físicas le hacían pasar un mal trago, pues era obvio que a él tampoco le gustaba lo que veía en el espejo todos los días.

Resulta que, en el instante en el cual el cuatro ojos se fue a bañar, se percató de las verdades que había soltado el hermanastro de su mejor amiga. Era cierto que era un saco de granos, inclusive algunos dolían tanto que sentía que en algún momento su cara iba a estallar, no mintió tampoco en los cuatro ojos ya que padecía de miopía y...desgraciadamente estaba más gordo que los demás chicos populares de Marshall. Sin embargo, algo sucedió en ese momento que Félix no se había dado cuenta antes. Eran todos rasgos físicos que se podrían cambiar con el tiempo; en cambio que Isaac fuera un completo idiota no tendría solución ni en décadas.

El chico tras darse una ducha larga y meditar, bajo al comedor donde estaba su madre cenando y le explico acerca de sus inseguridades. Su progenitora, que no tenía ni la menor idea de cómo se veía el muchacho a través de un simple espejo estalló a llorar por el sufrimiento que cargaba todos los días su niño. Por lo tanto, la misma le dijo que irían a un dermatólogo y una nutricionista para que así su chico vuelva a ser él de siempre, y lo más importante que fuera feliz otra vez.

Félix al ver que su madre quería ayudarle se alegró tanto que no pegó ojo esa noche. En ella se preguntó cómo se vería dentro de unas semanas, meses o en un año. No se imaginaba atractivo como cualquier chico ni mucho menos con una cara libre de bultos. No obstante, era lo que más deseaba en la vida. Por otro lado, maldijo a los abusones que hay en el instituto Marshall y como pueden arruinar la vida de una persona por tan solo un comentario. Pensó que, si no poseía un canon de belleza aceptado por la sociedad, entonces sería un marginado social por siempre. Entonces, solo por un instante, se imagino siendo aceptado por un mundo donde no aceptan a los de belleza menos agradable a simple vista.

[1]: salto de porristas en el aire.
[2]: Pitufos...los dibujos animados azules y pequeñitos.

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