Octubre💘
Octubre
El primer partido
Jade Sallow
Hoy era el gran día, la primera jornada de los partidos de fútbol americano. Es curioso como viviendo en Europa en el instituto Marshall tenemos más de una tradición de América, sin embargo, no soy nadie para cuestionar dichas costumbres.
Una vez en el coche en dirección del campo me percate de lo aburrido que sería ver al grupo de las porristas actuar sin mí. Es obvio que, prefiero estar viva y poder presenciarlo, pero...quería inaugurar oficialmente el campo en este primer partido; como sea, no sucederá de ningún modo y tan solo estaré en las gradas apoyando a Marshall.
Realmente estos eventos eran importantes porque los integrantes del grupo podrían causar muy buena impresión a los caza talentos deportivos, estos generalmente trabajan para una universidad de élite donde el principal requerimiento para acceder a ella es ser recomendado por la detección, es por este motivo que los jugadores normalmente se dejan su alma en los partido, pues gracias a ellos conseguirían un futuro asegurado.
Una vez llegamos al campo, Isaac me acompaño a mi aposento y se marchó a calentar con su equipo. Mientras esperaba a Kai y Félix que me acompañarían durante los sesenta minutos, miraba fijamente al amor de mi vida. Por alguna razón aquellos pantalones blancos resaltaban su esbelto trasero y la camiseta negra era tan solo inimaginable; vaya que trataba evidentemente de un orgasmo visual.
—¿Se puede saber por qué estás babeando? —preguntó Félix.
—¿Qué? —sentí como se me humedecía la barbilla—, no es saliva es agua, por los tanto no babeo —me limpié rápidamente la parte de la boca con la camiseta.
—Ya, seguro —río Kai—, ¿crees que ganarán?
—Menos mal que me lo preguntas a mí y no a Isaac —volteé para mirarlo mejor—, ganaremos. No tengo dudas de ello.
—Al menos Teresa y Amy se estrenarán hoy —afirmó el cuatro ojos pero al percatarse de lo que había dicho su rostro cambió—. Jade, no sabes cuanto lo siento, no lo había pensado. Sería increíble que estuvieras allí con ellas dos —me brindo una sonrisa sincera.
—En el siguiente lo estaré —miré en frente donde ya se encontraban las porristas— van a empezar.
—Bienvenidos al primer partido de fútbol americano —informó el rector— como saben, antes de empezar un partido siempre actúan nuestras porristas y en la pausa actuarán las del instituto Pillow. Quería agradecerles a todos por estar aquí presentes y brindando apoyo a nuestros jugadores que se dejan literalmente el alma en estos juegos. ¡Sin más demoras, mucha suerte a los jugadores y que ganen los mejores!
Las porristas comenzaron a actuar en cuanto el director se marchó del centro del campo. La coreografía era tal y como habíamos ensayado las ultimas dos semanas y eso causaba que no dejara de moverme durante la actuación. La chica que me sustituyó fue Lola ya que era la siguiente más baja en la lista. En el momento que se formaron las torres y pude observar a la pelirroja y la ojiverde en el aire sentí un orgullo inmenso por ellas. Lo estaban logrando sin ningún temor o miedo —aunque en su interior lo más probable es que estuvieran temblando— allí en el aire, no se notaba nada de esos reflejos involuntarios producidos por nuestro cuerpo. Y eso, provocó que sonriera y me levantará a aplaudirlas. Quizás, si estuviera con mis mejores amigas en el campo no sería consciente de este gran acontecimiento. Fue la primera vez en estos dos días que no sentí tristeza por estar escayolada.
Una vez terminaron el árbitro dio inicio al partido.
(...)
Todo estaba ocurriendo genialmente bien hasta que placaron al receptor [1], sin él el partido podría venir a pique en cuestión de minutos y lo que más fastidiaba a todos era que tan solo quedaban veinte minutos para finalizar.
Trajeron al lesionado cerca de nuestros aposentos y lo miré tan preocupada como en su día el me miró a mí.
—¿Estás bien Dylan? —pregunté—, digo, ¿te duele mucho?
—Si, ¡es evidente que me duele! —me miró fijamente—. Yo...lo siento, estoy muy nervioso. Si tan solo hubiera placado yo primero nada de esto habrí...
—No ha pasado, ¿verdad? —interrumpí—. Entonces, no te lamentes —sonreí.
—Ahora estamos los dos iguales—río.
—Con la diferencia de que tú al menos si has jugado —bajé la mirada.
—Tendrás tu momento de brillar Jade —colocó bien mi mechón—, al menos he jugado bien, ¿no?
—Desde aquí no lo hemos visto de ese modo, de hecho el receptor del equipo contrario era mucho mejor —afirmé.
—¡Pues con razón me lesioné! —río—, maldita sea ahora nunca seré elegido para una universidad.
—No digas eso, estaba de broma —toqué sutilmente su rodilla—, harás lo que te proponga en la vida, no dejes que nadie te arrebate tu propio futuro.
Sonrío sutilmente y continuamos mirando el partido.
—¡Hemos ganado! —gritó a todo pulmón mi chico.
—Y sin ti —reí—, ¡lo han conseguido!
La alegría en aquel momento era tanta que Dylan tuvo un subidón de adrenalina que sumió su dolor de cadera y me acogió en un caluroso abrazo elevándome al aire.
No sabría como definir lo que sentí al estar tan cerca de la persona que estoy enamorada literalmente hace meses, pero aunque quisiera no podría hacerlo. No existen palabras para describir este tipo de acontecimientos, solo puedes pellizcarte incontables veces para verificar que no etas soñando y disfrutar del momento como si en realidad estuvieras en uno, porque estos instantes tienden a ser efímeros.
—¡Jade, Dylan —gritó una voz que nos era familiar a ambos y provocó que distanciáramos nuestros cuerpos.
—Isaac —dijo mi amado entusiasmado—, ¡han ganado!
—Si, y sin tú ayuda —contestó grosero—. Jade, ¿acaso ya no te duele el tobillo?
—¿Por qué no te metes en tus asuntos y hablas bien a tu mejor amigo?
—No te preocupes —sonrío—, estará molesto con alguna cosa como siempre.
—Así es, por lo tanto marchémonos —me miro Isaac.
—No me iré a ninguna parte contigo —rehusé su petición y me senté esperando a que se marchara.
—Venga ya —se acercó rápidamente a mi y me cogió bruscamente de la muñeca—, harás lo que te diga.
—¡Suéltame! —contesté mientras intentaba deshacerme de su agarré—. Me lastimas, Isaac.
—Es suficiente —Dylan logro soltarme de mi hermanastro—, te vienes conmigo Jade.
—Que te lo has creído —río el ojiazul— no se irá a ningún lugar contigo.
—De hecho, si lo haré —cogí mis muletas del suelo mientras Dylan sujetaba mi mochila y nos marchamos del campo.
Lo último que presencié antes de irme fue el odio que transmitía Isaac en su mirada mientras caminaba junto a mi amado y las carcajadas ocultas en las bocas de mis mejores amigos.
(...)
—No debes dejar que te trate de esa manera Jade —dijo Dylan una vez sentados en la cafetería.
—¿De qué me estás hablando? —bebí un sorbo de mi café esperando su respuesta.
—Te trata como si fueras una más, cuando en realidad no eres ni una más ni una menos — suspiró —, quizás no sientan que son hermanastros, pero delante del mundo si lo son. Y seguramente, ambos tengan un cariño especial derivado a sus vivencias en este ultimo año. Por lo tanto, no. No debe humillarte en publico, darte ordenes o herirte físicamente y psicológicamente.
—Yo... — baje la mirada sin saber que decir —, tan solo es así porque quiere tener el control de mi vida, nada más. En el fondo se que es un buen chico, además no seríamos realmente hermanos sin discusiones, ¿verdad? —sonreí sutilmente.
—No dejes que lo tenga Jade — tocó firmemente mi mano —, solo tú misma debes controlar tus decisiones.
—¡¿Crees que no lo intento?! — saqué su mano de mi piel y elevé el tono —. ¡Es imposible contradecirle! Se lo he dicho de mil maneras y sigue así. Si bien que, poco a poco lo está entendiendo — sonreí al recordar como sigo en las porristas aún cuando Isaac me lo prohibió—, de todos modos el mes que viene es mi cumpleaños y cuando eres mayor de edad ya no necesitas un guardián para nada.
—Conozco a Isaac hace tanto tiempo que me había acostumbrado a la manera en la cual trata a las chicas. Pero, no quiero que contigo sea un completo idiota — afirmó —. Y en lo que concierne a tu mayoría de edad, te equivocas. Cuando llegues a la edad adulta tendrás preocupaciones mayores que un hermanastro controlador.
—Estoy preparada para la adultez porque eso va ligado del libramiento de mi hermanastro.
—Entonces, por un mundo sin controladores llamados Isaac —alzó su vaso lleno de café para hacer un brindis.
—Por un mundo sin controladores, sean cuales sean sus nombres —alcé mi vaso y brindamos.
(...)
He de confesar que me he pellizcado innumerables veces durante toda la tarde.
Al menos, al estar en casa podría dejar finalmente de querer despertar de un sueño que era nada más y nada menos que la maravillosa realidad. Si bien que, la realidad al relajarme en el sofá y escuchar ruidos y gritos placenteros provenientes del piso de arriba no eran tan agradables.
Maldita sea, ni con audífonos lograba encontrar el silencio del circo en directo.
El moreno al ver que los mejores amigos de su hermanastra se estaban aguantando la risa decidió hablarles en un tono agresivo, porque realmente, estaba cabreado con él, con Dylan por supuesto con la medio metro.
—Si tenéis algo que decirme, decirlo — incitó —, pero debéis estar preparados para lo que os contesté a continuación.
Félix recordó el momento donde le soltó todas las verdades de su físico abstracto en público y su rostro dejo de querer soltar unas carcajadas a comida del mediodía. El debilucho del grupo no sabía la razón por la cual temía tanto al hermanastro de su mejor amiga, pero lo cierto es que el hecho de tan sólo prensar en su nombre le provocaba temblores incontrolables por todo el cuerpo. Entonces, se abstuvo de mirar al suelo sin decir tan solo una palabra.
En cambio el chico de rizos castaños al no tener ningún tipo de inseguridad física y poseer una gran autoestima consigo mismo, decidió encarar al moreno.
—¿Sabes? Conocemos a Jade desde que éramos unos renacuajos y no merece que la humilles o hables así en ningún lado de Pulana, ¿Pulana he dicho? Perdón, quería decir mundo — río sarcásticamente —. Y antes de que me contestes, no hace falta que te metas con mi físico porque yo se lo que soy, igual que todos los demás. Algún día alguien te devolverá el daño que causas a los demás Isaac. La verdadera cuestión es si tú serás lo suficientemente fuerte como para soportarlo, crack.[1]
El ojiazul al escuchar la contestación de Kai se dio por rendido. No sabría decirte el verdadero motivo de ello; quizás fuera por la inyección de realidad que le brindó el castaño o por no querer seguiré la corriente, quizás ambas o ninguna de ellas. Lo único que se con certezas es que miró con despareció a ambos muchachos y salió de aquel lugar sin más preámbulos.
Se cambió de atuendo y se fue directamente al coche, donde por alguna razón le esperaba Amy. El no la quería y tampoco le gustaba. Es decir, ¿cómo sabes realmente cuando te gusta una persona? Bien, según mis experiencias lo sabes porque solo tienes ojos para esa persona, estas constantemente pensando en ella...oh, no. Eso es lo que cree Isaac.
Sabes que te gusta una persona porque en el momento que eso sucede tan solo lo sabías. Es decir, no es por hablar en exceso con una persona, tener mil citas o infinidad de regalos que lograrás encontrar ese sentimiento. El corazón es tan incomprensible como la vida misma. Quizás; te gustará una persona cuando la beses por primera vez, o tan solo...cuando sea la última vez que te despidas de ella. Lo que quiero decir con esto es que; no lo puedes pensar o imaginar demasiado. Tan solo ocurre cuando menos lo deseas o te lo esperas. Por si fuera poco, nuestro órgano encargado del amor tiene tendencia de amar a aquellas personas que no deberían merecer nuestro amor o donde no debería nacer ese amor.
Entonces, Amy tiene todas las cosas que Isaac considera necesarias para gustarle; su compañía es agradable, le distrae de sus demonios mentales y resulta ser muy buena compañera en el sexo. ¿Entonces, por qué no le gusta la muchacha de cabellera dorada?
Es una pregunta que quizás se logré responder en unos cuantos capítulos más adelante o quizás nunca se descifre esa incógnita. No obstante, te puedo asegurar que la mente tiene un papel muy importante en el juego del amor. Lo que al corazón le parece bien, a la mente no y viceversa.
Quien sabemos que esta realmente enamorada es Amy, vaya que si lo está. Nadie es consciente de lo mucho que ama la chica al ojiazul. Hace más de un año que le va detrás como si de una perrita se tratará, cuando se despierta piensa en su amado y busca por todo su armario el atuendo ideal para que este se fije en ella, en el instituto le sonríe y le busca con la mirada a todas horas, si esta bajo su posibilidad intenta forzar una cita como estaba ocurriendo en ese mismo instante — ya que ella se había presentado en el coche del moreno sin previo aviso —, y antes de dormirse besa el póster del muchacho que tiene al lado de la mesilla de noche y también... esperen, ¿esto no es obsesión?
Simplemente esto aún no esta en mi lista de mis capacidades de narrador.
—¿Qué haces aquí? — cuestionó el moreno.
—Esperarte, ¿no es obvio? —abrazo la chica al ojiazul.
—Si, si... — se despego de la cabellera dorada —, pero me refiero a qué quieres realmente.
—Nada, realmente. Solo quería estar contigo.
—Necesito estaré solo hoy y...
Notó como la chica realizó un puchero que le provocaba una cierta incomodidad, y acabo accediendo a su pedido solo por ¿pena? Nunca lo impredecible que es el ojiazul.
—Vamos, entra —ordenó rendido.
Y como de costumbre, acabaron en la casa del moreno mirando una película y haciendo actos que no me apetecen describir en este precio momento.
Lo que puedo decirte con total firmeza, es que Isaac no lo demostrará jamas, pero tan solo necesitaba un abrazo. No una mamada.
[1] Crack: persona excepcional en lo suyo (en el caso de Isaac, de fastidiar a los demás).
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