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Noviembre🎞

Noviembre
Conociendo a Dylan Zas

Dylan Zas nació en agosto del mil novecientos noventa y nueve en el pueblo denominando Pulana. Toda su infancia fue una maravilla ya que era el único hijo de sus progenitores. Era mimado y egoísta, además no tenía  ningún tipo de regla en casa por lo que al ingresar en la preescolar causó algún que otro problema a los profesores para manejar al muchacho. Sin embargo, Dylan a los siete años de edad pidió a sus padres una hermana. Quería que fuera una chica, no se imaginaba compartiendo habitación con su hermano o sus reliquias como los juegues o sus incontables libros. Lo cierto es que, los adultos de la familia ya estaban embarazados.

Pasado siete meses de la petición de Dylan nació en diciembre del dos mil y seis su primera y única hermana. Dylan al ver a la pequeñita por primera vez activó su instinto de hermano mayor al instante. Con tan solo siete años, el niño quiso que la chica durmiera con él, deseaba cuidar de ella y aportarle todas las necesidades básicas de la vida. Era increíble como; él chico que deseo que su hermana fuera una chica para que no tuviera que compartir nada con él, en esos entonces estaba haciendo de todo para que sus pertenencias fueran también de Lili.

El muchacho es cierto que no podía hacer mucho, pero hacía lo imaginable para que Lili creciera con amor y cuidados especiales. Cuidado especiales porque, a la pequeña con tan solo dos años de edad le diagnosticaron autismo.

Dylan a esa edad no entendía apenas del trastorno de espectro autista, pero sabía que no era como él y por lo tanto debía ser aún más protector con ella.

Cuando el chico cumplió sus quince años y Lili tan solo ocho, entendió que tan grave podría ser ese problema psicológico. Entendió que su hermana estaba tan concentrada en su propio mundo y realidad, que se olvidaba completamente de lo que realmente era real. Por suerte, la chica hablaba, caminaba y comía independientemente. Sin embargo, a la hora de aprender y realizar tareas comunes como cualquier niño se le hacía imposible. Tuvo diversos problemas en el colegio por no lograr seguir el ritmo de sus compañeros de clases. A la pequeña, le causaba tanta ansiedad esos momentos en el colegio que tan solo chillaba en su asiento causando el caos en el aula.  Sus padres, al ver que la niña tan solo era eso; una niña, decidieron cambiarla de colegio a uno especifico para cuidados especiales. No porque fuera menos que los niños sin dicho trastorno, si no que en el otro habían más niños como ella y allí si que se podría sentir como en casa. Su hermano no se quedó para atrás y se marchó también de ese colegio incompetente. Fue así como, acabaron ambos en Marshall.

Los meses siguientes al cambio todo mejorar de forma exponencial. Lili encontró una amiga y un amigo que hacían de su vida más feliz y fácil, sus profesores ya no les causaba tormento y encontró una pasión por los números. Pero no una pasión cualquiera, era capaz de resolver problemas matemáticos de alumnos de la universidad, era simplemente un genio numérico. Se dice que cuando una persona tiene este tipo de trastornos, tiene una habilidad especifica como los números, arte, idiomas...o en el caso de Sam los animales de Antártida. En general, era increíblemente alucinante ver disfrutar la pequeña con los números y siendo plenamente feliz.

En cambio, Dylan sufrió en ese instituto lo que su hermana por suerte no tuvo que sufrir. Como era le nuevo, era víctima de burlas por el trastorno que padecía su hermana o por no tener tanto dinero como el resto de los alumnos del instituto. Al moreno no le molestaba nada de lo que hacían sus colegas porque estaba feliz por Lili. El autismo le abrió la mente al chico de una manera inimaginable. Quizás, antes se preocuparía por comer hasta llenar su barriga y ahora su única preocupación era que su hermana no sufriera ningún tipo de ataque y que sonriera todo los momentos del día. Por lo tanto, cuando el muchacho pasaba por el aula de la niña de ojos grises y la observaba riéndose se le pasaban todos los daños físicos que sentía por culpa de los demás.

Los niños son así de malos, ¿o en realidad lo son los padres? Es decir, un niño no sabe todo los problemas de este mundo y los progenitores son los encargados de hacer sabes a sus hijos lo difícil que es vivir un día normal y corriente en nuestro planeta. Si los padres explicarán a sus pequeños qué es un trastorno como el que padece Lili, porqué hay gente que tiene que vivir toda la vida con una silla de ruedas o simplemente que exista gente que no tiene dinero ni para alimentar su tripa, las cosas cambiarían de forma radical.

Por lo tanto, no son los infantes los malos, sino sus padres por querer ocultarles los peligros de la vida y permitir que causen daño psicológicamente o físicamente como a Dylan en este caso. Cuando lo único que busca el moren en realidad, es la risa permanente en el rostro de su pequeña chica de ojos grises.

Así mismo, el acoso duro un año hasta que Dylan tuvo el coraje de explicarles lo sucedido a sus padres. Estos, al saber el infierno que sufría su pequeño de dieciséis años hace nada más y nada menos que doce meses decidieron colocar una denuncia al centro por mala praxis. Los progenitores eran conscientes de su negligencia personal también por no haberse dado cuenta jamas de los moretones en el cuerpo del moreno, sin embargo, el colegio era el principal responsable por saberlo y no hacer nada al respeto. Así es, como han leído. Los profesores y el propio director lo sabían y no decidieron hacer nada.

No obstante, la familia Zas salió victoriosa ya que pasado tan solo tres meses de la denuncia, despidieron al director y los profesores qué impartían clases a Dylan. Además, los adolescentes abusones fueron castigados todo un año con servicios a la comunidad como limpiar el recreo después de clases y retirar los chicles de debajo los aposentos de los alumnos. Un mal, que al final resultó ser un bien, ya que, el muchacho no era el único que padecía ese acoso escolar y gracias a su progenitores Marshall se deshizo de adultos incompetentes y acosadores en tamaño minúsculo.

Los siguientes tres años fueron curiosamente tranquilos. El muchacho logró hacer nuevos amigos y ingresar en el equipo de fútbol americano de Marshall y su pequeña hermana iba subiendo poco a poco su inteligencia matemática teniendo ya una beca en el grado de matemáticas en la universidad de Pulana con tan solo doce años de edad. Roi el padre de los muchachos encontró trabajo en una inmobiliaria y cada vez era todo mejor económicamente para la familia. Viv, ya se había acostumbrado a ser ama de casa y cuidar de sus pequeños en sus horas libres. En general, después de unos largos años sufriendo por parte de gente secundaria en sus vidas, consiguieron encontrar la paz y estabilidad buscada en su vida. Y no podría estar más feliz por ellos.

El día que apareció Isaac por primera vez en el instituto causo una buena impresión a todos los alumnos. Era atractivo y muy sociable, lo que hizo que encajara al instante. Dylan se acercó por primera vez al moreno en el comedor para saber en que año estaba y resultó que estaba en el mismo que él y coincidían en todas las asignaturas. Los chicos a las pocas empanas de conocerse se hicieron inseparables y grandes amigos, curiosamente. Era curioso, porque sus personalidades eran tan distintas que podrían chocar mil veces durante el día, si bien que, por alguna razón nunca ocurrió.

Tras un año de conocerse, nunca se enfadaron por nada hasta la jornada de hoy, la tarde siguiente al primer partido del año.

(...)

—Tienes que dejar d verte con Jade —dijo el ojiazul.

—Oblígame —incitó el moreno—, no puedes prohibirme nada ni mucho menos a ella, ¿sabes? No eres ningún político que puede controlarnos a su antojo.

—Lo haré si así puedo protegerla de ti.

—¿Protegerla de mi? ¿Qué mierdas dices? Si bajo mi cuidado esta mil veces mejor que al tuyo ya que lo único que sabes hacer por las tardes es follarte a su mejor amiga —afirmó Dylan.

De una zancada el ojiazul se tiro encima del moreno y le partió toda la cara, no era ningún tipo de advertencia como las usuales en Isaac, el muchacho iba tan enserio que estaba dispuesto a perder la amistad de su mejor amiga si eso permitía que Jade se dejará de encontrar con él.

—Me seguirá viendo atractivo aún sin dientes —provocó—, eres un idiota si piensas que dejaré de hablarme con ella por ti Isaac. Eres un puto caprichoso.

Y su mejor amigo al oír la última palabra que le salió de la boca al chico de ojos castaños golpeó una ultima vez su rostro y lo abandonó en el campo, sin saber si seguía vivo o tenía tantas hemorragias internas que le habrían provocado la muerte.

Una cosa era cierta, aquella pelea no era tan solo un capricho.

El hermanastro de Jade nunca había hablado tan enserio con su mejor amigo hasta entonces. Y lo peor de todo no era haber roto la amistad con su amigo, era sentirse más solo que nunca.

No te preocupes por la oleada de Isaac, se lo merece ¿no?

En cambio, a Dylan lo socorrieron las auxiliares de enfermería del instituto y lo trasladaron al hospital donde le hicieron varios exámenes y ninguno diagnostico nadan grave, tan solo le recomendaron el doble de reposo que ya necesitaba debido a su rodilla.

El muchacho en el instante que despertó solo fue capaz de pensar en los años donde sufrió acoso escolar. Pensaba que nunca más sufriría nada parecido y estaba a salvo de su propia mente...pero no fue así.

Allí, con el sonido de las pulsaciones de su corazón y con el silencio de us habitación, lloró horas y horas hasta sus lagrimales se desgastaron. No por la paliza sin motivo de su mejor amigo, sino por ser tan inocente al pensar que jamás  volvería a sufrir daño disco por parte de personas secundarias en su vida.

Al menos, en el instante que llegó a casa con la compañía de sus padres y reparó en el rostro de su hermana feliz resolviendo innumerables cálculos matemáticos, todo el dolor de los moretones se esfumo. La pequeña al ver a su hermano en el sofá le abrazo sin fijarse en los bultos de su cara y le dedico un pue que nos beso en su mejilla, y posteriormente siguió con su hobbie favorito.

Ya podría haber sido puñalada, atropellado o que le extirparan un órgano vital de su vida, nada de eso era importante si al final de la jornada podía volver a su humilde casa y sentir el aroma que transmitía su hermanita de felicidad.

El aroma de inocencia que deseaba que ella jamás dejará de desprender.

Así era Dylan, un amor de chico tanto por dentro como por fuera.

Porque sí, si su mejor amigo se dignará a aparecer por la puerta y le pidiera una disculpas por muy poco sinceras que estas fueran, el castaño las aceptaría sin dudarlo.

Lo que todos sabemos es que, Isaac jamás lo haría. Porque, él creía que su comportamiento estaba correcto. Lo sentía en su interior.

Cuando una persona en una amistad es un peón se nota. Y Isaac era el peón de su propia mente que no le dejaba actuar de buena forma.

En cambio, Dylan era el peón de su propia vida porque tenía un motivo para sonreír, el que su hermana se despertará día tras día y le brindará cálidos besos en sus mejillas.

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