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Febrero💘

Febrero
Explosión de amor

Jade Shallow

San Valentín, el día de las parejas y los enamorados.

Parece injusto que los enamorados tengan veinticuatro horas para ellos, mas los solteros no. En realidad, ¿quién define qué una pareja esté realmente enamorada?

Por ejemplo, yo no estoy enamorada de Dylan pero hoy sin embargo resulta que es nuestro festejo y iremos a hacer un plan que debería de ser inolvidable, mas a mi no me provoca ni una pizca de entusiasmo. Cuando no estás enamorada sucede esto, que no tienes interés y estás con la persona porque necesitar cubrir el vacío que hay en tu corazón.

Y en mi situación habrán millones de personas más, que fingen estar enamoradas hasta las trincas de su pareja, pero en realidad tan solo fingen para poder sentirse queridas u amadas. Porque, en realidad sentirse amado es de los sentimientos más gratificantes del mundo. Sientes que sucede a lo que suceda esa persona estará ahí al final del día para reconfortarte, que si te caes te levanta y si necesitas un abrazo ella estará siempre disponible para dártelo, por mucho que no le apetezca. Lo hará, porque te quiere. Sin una razón ni un motivo aparente, simplemente ha caído por ti y estará dispuesto a hacer lo que sea por verte sonreír unos instantes al día.

Ese es Dylan. El que me apoya en todo por mucho que no me lo merezca, me ha dado otra oportunidad sin yo buscarla y hace de todo para verme mínimamente bien, aún sabiéndo que odio todo mi entorno en estos instantes. Eso es amor..., no nos engañemos.

Para ser sincera, no se si el es consciente de mis sentimientos. Mas, viendo el poco interés que le pongan a las cosas últimamente se lo puede imaginar perfectamente. Ojalá, ojalá pudiéramos enamorarnos de las personas que debemos y no de las que no aportan nada en nuestras vidas. Tampoco diría que estoy enamorada de otra persona que no sea mi novio, pero en mi mente solo ronda una persona que resulta no ser él.

¿Y cómo obligo a mi mente a dejar de pensar en él?

Se que no es correcto, qué el tiene novia y está feliz, o al menos aparenta perfectamente bien. Entonces, ¿por qué mi mente es tan masoquista hasta el punto de auto dañarse?

He intentado hacer de todo. Dormir en cada de Teresa, quedar todos los días con Dylan y inclusive comer afuera del comedor para no tener que encontrármelo. Pero, que más da. Es inevitable. Cuanto más lo evitas, más te persigues. Tan solo estoy obligada a competir con mi mente diariamente para convencerme de que lo nuestro nunca ocurrirá, por mucho que ambos quisiéramos. Es simplemente prohibido... porque somos hermanos.

Cogí del armario un vestido ajustado de color grisáceo, donde el mismo poseía unas mangas largas que se ajustaban a la perfecciona a mis brazos delgados. Para completar el atuendo escogí unas botas con un pequeño tacón de color negro y para no pasar frio una chaqueta de cuero del mismo color de las botas. Alisé mi melena y me coloque un collar plateado para terminar así el outfit de San Valentín.

Justo al salir de mi habitación tocaron al timbre.


El muchacho se encontraba del otro lado de la puerta esperando a su amada con un ramo de rosas en las manos. Iba vestido con una camisa más blanca que las nubes sostenidas en el cielo y con unos pantalones negros ajustados qué marcaban a la perfección sus piernas tonificadas.

—Estás —balbuceó— preciosa.

La muchacha sonrió tímidamente antes de prepararse para hablar.

—Lo estamos ambos.

Cuidadosamente Dylan se acercó a su novia, agachó sutilmente su cuello y posó cariñosamente sus labios sobre los de ella. Entre el roce, las flores acabaron en el suelo permitiendo a ambos profundizar el beso que tanto ansiaban —o no—.

—Vamos, lo tengo todo planeado.

Y sin dudarlo la chica subió al coche. El mismo se trataba de un Ford de los típicos que se suelen ver cuando vas por la calle, ¿sabes? Pero a ella no parecía importarle. Solo necesitaba una distracción, y resulta que el muchacho poseía el don de hacerle olvidar del mundo por unas horas. Mientras miraba el maravilloso paisaje de Pulana, decidió oler las rosas regaladas por su chico.

Y entonces... volvió Isaac a su mente.

Recordó como su coche huele siempre a rosas por mucho que no haya ningún aroma similar alrededor, se percato de como su ropa el día que se besaron olía a ese mismo olor que su automóvil y..., por mucho que no lo parezca sus labios tenían ese maravilloso gusto primaveral. Se preguntó porque ese olfato es tan característico en su hermano, y odió el hecho de tener unas meras rosas en la mano.

Dylan paró el coche en la costa, habían llegado justo donde Jade jamás se esperaría; la playa.

Abrió la puerta del coche a la damisela, recogió un mantel y una cesta de picnic y caminaron juntos en dirección de la orilla. Una vez allí, instaló el mantel y la comida.

Ambos se sentaron, y Jade no podía estar más agradecida por el plan del chico que la acompañaba. Sin saberlo, la había traído al lugar que más ansiaba desde hace meses, ya que el océano, le transmitía una paz abrumadora.

—¿Todo bien? —se percató de como la muchacha empezaba a llorar.

—Oh —se limpió las mejillas—, si. Tan solo necesitaba venir aquí hace tiempo, y resulta que has dado justo en el clavo.

—Jade... —se acercó a ella y la abrazó entre su pecho—, me puedes pedir para venir aquí cuando tú lo necesites, a mi no me supone ningún problema, ¿sabes? Lo único que quiero es ver tu sonrisa, y si venir a la playa te provoca tanta felicidad lo haremos todos los días si así lo deseas.

—No se que he hecho para merecerte...

—Existir.

Y nuevamente, entre lágrimas húmedas en las mejillas y sonrisas enamoradas, se adentraron en un profundo beso donde no importaba el entorno, únicamente eran ellos dos con el sonido de las olas romper cerca de la orilla.

Él, quitó de la cesta una tortilla de patatas, patatas fritas, alitas de pollo, croquetas, aceitunas,.... y mil alimentos más. Vaya, que era un picnic como los que se suelen ver en cines. Mientras degustaban el manjar, carcajeaban por las muecas que hacían entre ellos, las charlas y las caricias.

Para ser sincera, hablaron y mucho. Pero no hace falta transmitir todo lo que una pareja habla, deberíamos dejarles intimidad.

Tan solo ellos sabrán que ocurrió en esa mitad de la cita. Pero, os puedo decir que están ambos muy felices. Por muy huracán que el mundo de Jade esté en estos instantes, él es su tranquilidad. Y, todo el mundo necesita ser el océano para alguien; y resulta que el de nuestra chica es Dylan.

Tras acabar de charlar y comerse todo lo que contenía la cesta, procedieron a bañarse en la playa. Para ser sincera, esto no estaba en sus planes, pero... dejémosles hacer.

Ambos retiraron sus respectivos atuendos quedándose en ropa anterior y corrieron como si no hubiera un mañana al mar; aún siendo conscientes de que estaría congelado. Se tiraron y...

—¡Joder —gritó Jade—, está helada!

—No me digas —carcajeó—, sería raro que en febrero estuviera el agua caliente, idiota —y sin dudarlo hundió a su novia bajo el agua.

—¡Estás demente!

—Por ti, siempre —volvió a reírse sin parar—. Si pudieras verte la cara y el cabello en estos momentos estarías alucinando.

—Encima te burlas de mi, ¿acaso me merezco yo esto?

—¿Y qué te merecerías sino, Jade? —sonrió—. Mereces a alguien que te quiera sin importar las circunstancias, que te apoye cuando tu mundo se desmorone, que te haga reír como una niña pequeña porque al fin y al cabo es lo que eres, deberías permitir que esa persona te ayude, porque solo quiere que estés feliz. Mereces que te hagan bien, no deberías  permitirte menos. Eres la única persona que conozco en Pulana que necesito. Eres mi luz, Jade. Me haces estar  constantemente pensando en ti de la. Buena manera, me haces sonreír como un bobo cuando tengo la imagen que tengo ahora mismo de ti y... te quiero, solo se que cada día te quiero un poco más y me abruma no tener limites en relación a lo nuestro —suspiró mientras seguía sonriendo—. Joder, he caído por ti mi niña. Me he enamorado hasta las trincas.

Y nuestra protagonista, sin saber qué decirle delante de dicha confesión amorosa, se limito a imitar la sonrisa, acercarse al cuerpo mojado de su novio y besarle. Como si no hubiera un mañana, porque lo que importaba era el presente. Y el presente resulta que eran ellos dos, ni Sam ni Isaac, tan solo nuestros tórtolos.

Antes de que la cosa fuera a más, una ola los hundió a ambos arrebatándolos el poder de perder la virginidad en el océano. Por lo que, salieron finalmente del mar, se vistieron aún estando húmedos y Dylan condujo al segundo lugar esperado.

En un visto y no visto, ambos se encontraban en un salón de videojuegos.

Para los dos era un paraíso, por lo que ver a la chica con una sonrisa en el rostro, resultó ser un triunfo para Dylan.

—Te ganaré en todo, espero que seas consciente —lo reto.

—¿Apostamos?

—Venga —carcajeó—, si gano me preparas la cena, y si ganas tú...

—Mejor cocino yo gane o pierda —se burló de su novia mientras hacía cara de inocente—. Vamos, acabaríamos ambos con una intoxicación alimentar y no me apetece estar meses comiendo puré y sopa.

—Está bien... pero yo compro el helado en caso de que me ganes —sacó adorablemente la lengua haciendo una mueca.

Entraron rápidamente para experimentar uno por uno los juegos. Empezaron por un juego de tiroteos, posteriormente juguetón al baloncesto, al brillar, al come cocos... a todo y cada una de las video consolas que estaban en el recinto. Entre carcajadas y gritos de emoción caía un que otro beso que cualquiera que los viera de fuera diría que estaban enamorados, pero quizás la cosa es bastante diferente.

Todo iba maravillosamente bien hasta que llegaron a un juego de baile. Curiosamente eligieron una música al azar que cada uno tenia que bailar en su respectiva casilla sin ningún tipo de contacto físico, no obstante..., la coreografía cambio radicalmente provocando que ambos se rozaran cada una de las extremidades sin desearlo. Entre el movimiento de caderas, el toque suave de piel con piel y las hormonas adolescentes rodeándolos... tan solo pudieron correr al coche para terminar lo más rápido que pudieran en casa.

(...)

Jade abrió la puerta de su casa con una rapidez inigualable, retiro la chaqueta de su novio y él realizo el mismo movimiento. Dylan la recogió en sus brazos, mientras la misma le besaba todo el rostro amorosamente. Subió a su habitación, tiro de un sopetón a su novia en la cama y cerro la puerta.

Se coloco delicadamente encima de la chica, mientras que ella se mordía el labio al ver una imagen tan atractiva delante de ella. Le retiró cuidadosamente la camiseta, dejando al descubierto sus abdominales marcados. Él, retiró el vestido de la muchacha delicadamente dejándola en ropa interior y mostrando sus inseguridades a alguien que le hacía aceptarse tal y como es. Empezó a acariciarla cuidadosamente mientras viajaba con sus húmedos labios de la boca al cuello, haciéndola gemir de placer. Sin esperarlo, el mismo empezó a bajar del cuello al abdomen, mientras ella arqueaba la espalda involuntariamente delante del placer recibido. Colocó las manos en el cabello de su novio debido a los besos encima de su vagina.

—¿Estás segura? —sonrió pícaro.

—Sí... —gimió levemente—, ya deberías de haberlo hecho.

Él sonrió virtuoso y cuando estaba prosiguiendo a retirarle las bragas a su novia los interrumpieron sin ningún cuidado.

—¿Qué carajos es esto? —habló una voz conocida.

—¡Isaac —escupió la hermana—, sal de aquí!

—Oh, por supuesto que no —espetó—, quien se irá de aquí es él. Yo estoy en mi propia casa.

—Resulta que este es mi cuarto y no tienes el poder de entrar sin tocar antes a la puerta, tarado —bufó—. ¡Largo!

Y él muchacho de ojos verdes se quedó estático ante la imagen de su hermanastra con su mejor amigo.

—Tranquila, mi niña —recogió la ropa vistiéndolos a ambos—. Nos podemos ir a mi casa —sonrío.

—De eso nada, ella se tiene que quedar en casa —carcajeó—. No mandas en ella.

—Si yo no mando en ella tú menos, que no le eres nada. Al menos yo puedo decir que soy su novio, idiota.

—Soy su hermanastro, así que...

—Ni eso, es que no te enteras —río burlonamente—. No te importa, si le hablas es solo para hacerle llorar y no le aportas nada bueno en la vida, dime, ¿de verdad eres su hermanastro? Tan solo eres el chaval con el cual tiene que vivir por culpa de su madre, pero a ella no la pongas al barullo cuando no tendría ni porque ser mencionada. Date cuenta.

—Bueno, al menos me beso sin tener la presión de nadie, crack —sonrió victorioso por lo escupido—. Tú tan solo eres un cuernudo que se iba a acostar con una virgen.

—¿Tú que sabrás si es virgen o no?

Y sin más que decir, en menos de dos Segundo el puño de Isaac ya estaba en la cara de su mejor amigo. Iniciando asi una pelea que solo pararía si Jade se pùsiera entre medio.

Mas, la misma estaba bloqueada en sus pensamientos. Nada de lo mencionado entre ellos era lógico, se estaban atacando como si ella fuera un premio o un trofeo por el cual se tiene que luchar. No, basta. Lo único que ella m,erice es tranquilidad, como la que sin Tio unas horas atrás.- no puede soportar las presiones de dos chavales que no saben perdonarse entre ellos por problemas ajenos. Son demasiado orgullosos como para hablarlo, entonces prefieren estarse destruyendo la cara en lugar de ser personas civilizadas.

La protagonista de esta historia sin esperarlo ya estaba brotando lagrimas de rabia y sin esperarlo soltó un abrumador;

—¡Suficiente! —gritó—. Parecéis dos niños, ¿no veis todo lo que estáis arruinando a vuestro alrededor? No hablo solo de su amistad, sino del equipo de fútbol, de sus amigos y de mi misma. No puedo seguir adelante sabiendo que he destruido su amistad por culpa de un error. Ya les pedí disculpas a ambos, tan solo quiero que sean capaces de perdonarse entre vosotros porque valéis más que yo. Lo sucedido en el pasado ya no lo podemos remediar, pero si que podemos seguir en frente. Pero, hasta que no solucionéis lo que necesitáis deciros entre puños, podéis iros olvidando ambos de mi. Más Dylan que tú, pero que os sirva de sermón para los dos —se colocó las zapatillas—, y me voy. No me esperéis ninguno, ni para cenar, ni para dormir. Y mucho menos me busquéis, porque cuando una persona no quiere ser encontrada, sabe esconderse muy bien —miró de reojo a su hermanastro mientras decía lo último—. Superad vuestras diferencias, se que podéis.

Y mientras se alejaba...

El ojiazul solo podía repetirse a si mismo ¨ha dicho error¨.

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