Enero☃️
Enero
El invierno y sus problemas
Jade Sallow
Las mañanas de invierno seguían tan frías como los meses que cuajaba nieve por las calles de Pulana, pero no era por ello que dejaría de ponerme dos sudaderas, unos guantes y un abrigo donde parezco más esquimal que persona. Con los auriculares colocados y Spotify reproduciendo músicas en bucle, iniciaba mi camino de vuelta a la rutina fundamental en un adolescente.
La vida es tan curiosa... parece que ya esta todo predeterminado, ¿verdad?
En el momento que nacemos no hacemos nada más que dormir, comer y vomitar. Pasado un tiempo. Empezamos a reconocer a nuestros padres, seguir comiendo pero incluyendo nuevos nutrientes y damos nuestros primeros pasos. Tras unos años, jugamos sin parar y nuestra única preocupación es no rajarse en ningún momento las rodillas. Avanzamos días y meses, y con ello evolutivos nuestra inteligencia a nivel académico. Hasta que llegamos al instituto y toda nuestra vida da un giro de trescientos sesenta grados. El miedo es real; miedo al rechazó o la humillación. Pocos lo sabrán, pero el segundo hogar de la mayoría de la gente de mi edad, es un infierno personal. Por suerte, ese miedo fue disminuyendo gracias a mis amigos. No obstante, el hecho de que Samantha y Julia se estén constantemente metiendo conmigo, influye en mi baja autoestima, sinceramente. Cuando finalmente logré terminar estos miserablemente años, la idea de todos los adultos es que ingresemos en una universidad y sintamos aún más terror por ser nueva en un lugar desconocido, nueva casa y sin conocer a absolutamente nadie. Después, dependerá de ti o no encajar. Y al finalizar la carrera, temeremos al fracaso en un trabajo que quizás no obtendremos el reconocimiento que deberíamos recibir. Claro, todo esto hipotéticamente hablando. Añadiendo a todo esto, un amor, o corazones destrozados... y hijos, o al menos eso espera mi madre.
¿Lo ven? Nacemos en un sistema que ya esta organizado de manera que ningún ser humano pueda cambiar al cien por cien su vida. Todos los niños son obligados a ir a un colegio; tengan dinero o no. Todo el mundo tiene que tener un trabajo para poder sobrevivir... y para tus padres es un orgullo que te cases con una pareja y tengas unos pequeños correteando por la casa.
Sinceramente... no quiero tener hijos. No mientras nuestra vida ya este planeada desde el momento que somos un miserablemente feto. Es frustrante. A mi nunca me gustó estudiar, pero mi entorno me influye a querer hacerlo, ¿frustrante, no?
De todos modos... estamos condenados. Si hay algo más seguro que la muerte, es nuestro sistema de supervivencia.
Al llegar a la entrada del instituto estaban mis amigos esperándome, tan humanos como siempre.
—Hola —saludé mientras guardaba el móvil.
—¿En qué venías pensando? —preguntó Teresa.
—En lo jodido que es vivir, la verdad —sonreí irónicamente—, ¿entramos?
—De vuelta al infierno —rio Kai.
—Aún nos quedan unos años para deshacernos de el —espeté.
Las primeras clases del día siempre son las más insoportables. Digo, por el hecho de tener que escuchar un señor de cuarenta y tantos años hablando de asuntos que no me importan un carajo, pero tengo que hacer como si lo hiciera. Otras veces, aún tenía la fuerza sobrehumana de prestar atención y coger unos que otros apuntes o palabras claves que dijera el curioso hombre, mas hoy es uno de aquellos días qué tu mente está en todos lados excepto en la aula. En realidad, el asunto que ronda por mi estupida cabeza es nada más y nada menos que el beso entre Isaac y yo.
He intentado de todas las formas deshacerme de ese pensamiento... pero soy incapaz. Se ha clavado en mis neuronas como si de un estimulo se tratase. Y en realidad... la sensación fue tan indescriptible y única, que podría crear un nuevo significado a la palabra placer. No obstante, fantasear con dicho beso; es erróneo. ¿No lo ven? ¡Es mi maldito hermano! Soy consciente de qué no compartimos ningún lazo familiar y mucho menos de sangre, vaya que él es tipo B y yo A+, pero eso no rehusa el asunto de la ética. No es usual que te beses con el hijo del marido de tu madre. Al menos, en ninguna película que mis pupilas han tenido la oportunidad de ver sucedía. Por lo tanto, es inimaginable. ¿Se imaginan diciéndolo a nuestros padres? ¡Seríamos huérfanos al instante!
Lo más frustrante de todo esto, es que no paro de desear tocar sus carnosos y húmedos labios nuevamente o simplemente, verle.
Me tendré que acostumbrar al Isaac efímero. Al que hoy esta, y mañana no. Como la luna y el sol; están visibles tan solo unas horas, pero sabes que están siempre allí.
Con el toque del timbre, llegó a mi presencia Dylan.
¿Con qué cara le miró yo ahora?
Intenté durante todas las vacaciones idealizar una manera de transmitirle mi deslice... pero nada me parecía adecuado. Es decir, en ningún momento debería ni de perdonarme. Mas, necesito que me entienda. Capaz es de hacerlo, ¿no?
—Jade —llamó mi atención—, ¿has escuchado algo de lo que te he dicho?
—La verdad es que no —me apoyé contra las taquillas—, repítemelo.
—Que la semana próxima cumplimos dos meses —acarició mi cabello—, quiero celebrarlo de la mejor forma posible, preciosa.
Y en ese momento sentí una culpa a flor de piel. Sin pensarlo dos veces y rehusando todo tipo de consecuencias, lo sujeté del antebrazo con el objetivo de trasladarnos al césped de la entrada de Marshall.
—Debo contestarte una cosa...
—Dime, cariño —sonrió como si realmente estuviera enamorado.
—Lo que te quiero contar no es fácil, es más me quema tanto por dentro que necesito decírtelo —sollocé—, encima hace unos segundos has mencionado lo de nuestro aniversario y... —me mordí inconscientemente los labios mientras miraba al césped.
—Mírame —acarició mi barbilla con la intención de levantar mi rostro—. No me tengas miedo, si ha pasado algo quiero que me lo digas. No pasará nada, cariño.
—¿Me lo prometes? —dije mientras me mordía el interior de mi mejilla.
Asintió.
—Bien..., yo..., yo... —empezaron a recorrer lágrimas por mi rostro inconscientemente—. Dylan..., te he sido infiel —susurré.
—¿Cómo? Cariño, tendrás que hablar más alto, por favor —acaricio mi rostro secando algunas lágrimas.
—Te he sido infiel —repetí mientras un desgarrador sollozo acompaño la evidencia.
—¿Perdón? —retiró su mano de mi rostro.
—Si... yo... lo siento, Dylan —lagrimas corrían sin rumbo.
—¿Cómo qué lo sientes? ¿Ahora lo sientes? —gritó—, mientras estabas con él no te arrepentiste, ¿verdad?
—Pues de hecho...
—Quiero saber quién es —interrumpió— dímelo, Jade.
—N-no, no, tienes porque saberlo..., no lo conoces —miré nuevamente al césped.
—Si realmente me quieres me lo dirás, aún sin saber la existencia de dicho individuo —su mandíbula se tenso de tal manera, que me obligó a admitir la verdad.
—De verdad perdóname —supliqué—, te lo diré, pero debes prometerme que no se lo dirás a nadie.
—Te lo juro, yo solo quiero saber quien ha tenido la capacidad de besarte sabiendo que tienes novio.
—Isaac —admití—, te he sido infiel con Isaac.
—¡Zorra de mierda! —me abofeteó la cara sin piedad una chica con el pelo tan reluciente como el color dorado.
—Te lo mereces, Jade —escupió sin ninguna piedad mi novio.
—¿¡Amy!? ¿Qué haces tú aquí?
—Pues digamos qué sabía de la sorpresa de Dylan para vuestro aniversario y quería ver tú reacción al enterarte, pero escuché cosas muy distintas a las mencionadas... —habló enfurecida, sus mejillas estaban más rojas que mi propia cara.
Horas antes
Amy Jara
—¡Amy, ven!
—Dime mamá —hablé exhalando aire a todo pulmón.
—Está tarde quiero que vayas a ver a la hija de Lila, está haciendo primero de carrera y creo que podríais congeniar. Ya sabes, aprender algunas cosas de una tercera persona.
—Mamá yo...
—Antes de que justifiques nada o busques cualquier motivo para no asistir, lo harás —comió un poco de su tostada—. No te permitiré ningún reproche. Y ahora, siéntate, come y lávate para ir al instituto.
Y mientras desayunaba, solo podía pensar en porque Isaac esta vez no me llevó con él.
(...)
—¡Amy! —habló una voz curiosamente reconocible.
—¿Si? —dije mientras me giraba para verle de frente—, no es usual que requieras de mi presencia —reí.
—Si, bueno —tocó sutilmente su cabello—, pero necesito tu ayuda.
—Por ayudarte una vez en la vida no cambiará nada —reí—, dispara.
—Verás... —se mordió el labio inferior mientras se acariciaba el brazo derecho—, la semana que viene Jade y yo hacemos dos meses. Necesito que me ayudes en idealizar una cita romántica para la ocasión. Le pediría a algún amigo mío, pero son tan paletós como yo —carcajeó—, encima quiero que sea especial, se lo merece, ¿no? y como tú eres su mejor amiga he pensado...
—Te ayudaré, no digas más. Déjame solo hasta después de clase para pensarlo.
—¡Te debo una de las grandes! —me abrazó—, eres la mejor Jara.
—¡Es Amy! —dije mientras Dylan se iba corriendo.
Fue entonces cuando encontré un motivo para dejar de pensar en Isaac, y centrarme en un festejo que dejaría a mi mejor amiga sin palabras.
(...)
Al tocar el timbre para finalizar el aula, corrí rápidamente por los pasillos del instituto hasta llegar al exterior de la terraza de la cafetería, donde usualmente se sientan los jugadores del equipo. Al llegar, Dylan se percató de mi cara de entusiasmo y no dudó ningún segundo en levantarse de su aposento.
—¿Tienes una idea, verdad? —se mordió las uñas curioso—, vaya, lo digo por tu rostro de campanilla.
—¡Si! —salté de la emoción por mi plan—. Resulta que tú novia, más conocida como mi mejor amiga —sonreí ante la mención—, fantasea desde que somos niñas con los lagos de los cisnes. No por la historia, sino por el lugar tan maravilloso donde se desarrolla la película. Le encanta todo lo relacionado con el agua, los paisajes bonitos y sosegados. Y si encima está presente la existencia de dicho animal, sería inolvidable. Sé que en Pulana no hay ningún paradero con las características que te acabo de mencionar, pero podrías...
—En Roland si —interrumpió mi discurso—. Jara —hice una mueca—, Amy —asentí—, te debo una muy grande. ¡Has salvado mi día, vida y año!
Y sin más que añadir, lo último que vi fue como se iba trotando por los pasillos de Marshall como si le fuera la vida en ello.
Podría haberme quedado estática en medio de la cafetería, ¿pero de qué serviría? Tenía un cosquilleo de curiosidad, y necesitaba saciarlo. Por lo que seguí al Romeo para poder asistir a la reacción de Julieta.
Horas después
Jade Sallow
—No era supuesto que estuvieras aquí —sollocé.
—Ah, ¿qué pretendías que no supiera de nada? ¿Qué clase de amiga eres, Jade? ¿Qué cojones te pasa en tu cabeza!
—¡Fue un estupido error! ¿Nunca has cometido uno? —grité enfurecida mientras le miraba a los ojos con todo el descaro del mundo—, además, quien tendría que contártelo a ti es Isaac, no yo.
—Claro, pero uno no hace lo que dos no quieren, ¿cierto? Los dos quisieron, y ninguno tuvo la decencia de hacerme saber —empezaron a caer lágrimas por su rostro rosado—. Él se fue... y tú, solo fuiste capaz de decírselo a tu novio, cuando el asunto también me concierne.
—Amy, yo de verdad que no quería pero sucedió sin planearlo y...
—¡Basta Jade! ¡No te intentes disculpar porque no tienes perdón, ninguno de los dos lo tiene!
—¡Yo tampoco me perdonaría, está bien? —noté como mi voz temblaba y las palabras se quedaban arqueadas—. ¡Él es el imbecil por estar contigo, yo sabia que te iba ha hacer daño!
—¡Serás put...! —y antes de que acabara el indulto su mano estaba nuevamente en mi rostro!
—¡Chicas! —corrió Teresa y los demás en nuestra dirección.
—¿Se puede saber qué diablos les pasa? —añadió Félix.
—Nunca antes les había visto pelear —argumentó el castaño curiosamente divertido— ah si las vi, en... —miró las miradas de desacuerdo provenientes de todos y se guardó para el mismo el recuerdo grabado en su mente.
—¿Por qué la abofeteaste de semejante manera, Amy? —cuestionó nuevamente el cuatro ojo.
—¿Lo dirás tú o también se tendrán qué descubrirlo sin previo aviso?
Me quedé bloqueada.
En mi mente tenía la intención de decirlo, para suavizar de algún modo el asunto —cómo si fuera posible—, mas, por algún motivo las palabras se me quedaron atoradas en la garganta, obligando a Amy ha explicarlo.
—Vaya... no se ni porque me esperaba otra cosa de ti —giro los ojos y se dirigió a nuestros amigos—. Nuestra querida amiga, le ha sido infiel a su novio de en sueño, ¿os lo creéis? —río irónicamente—, lo más feo del asunto, es qué yo también terminé siendo una cueruda. Jade, se besó con Isaac. Si, con su hermanastro. ¿Acaso soy la única qué no piensa en la ética?
Como si la ética fuera una persona para nombrarla, y no una filosofía idealizada por Aristóteles.
—¡Jade! —gritó Kai—, tiene que ser una coña.
—No serías capaz de hacer eso, ¿cierto? No después de haberlo criticado tantas veces y del daño que me ocasiono. No solo a mi, sino a ti. nunca se llevaron bien, ¿porque razón se besarían?
—¡Sucedió sin esperarlo! Se que no tengo ninguna manera de disculparme, pero yo no puedo retroceder en el tiempo y deshacer los daños causados. Amy, sabes que eres mi mejor amiga desde que tengo memoria, y solo por eso, no quería decírtelo. Nunca nos enfadamos, y sabía que esto podría generar nuestra primera pelea. Es más; podría ser desgraciadamente el fin de nuestra amistad —respire hondo mientras la miraba a los ojos—. Y en relación a ti Dylan —le miré cabizbaja—, solo puedo decirte que lo siento mucho y me atrevería a decir que soy un monstruo, una escoria. No me merezco lo que tengo, y soy consciente de ello. Se que, seguramente no me querrán dirigir la palabra nunca más, pero, deben saber lo mucho que los quiero a cada uno. Soy humana, y cometemos errores. No tengo la menor idea de porqué sucedió el beso con mi hermanastro, pero pasó. Y ahora, solo puedo disculparme. Con vosotros, y conmigo.
—¿Dónde quedó la amistad mientras estabas besando a mi novio?
—No son novios...
Amy levantó la mano con la intención de abofetearme nuevamente, mas los demás la detuvieron.
—Tienes razón; eres escoria y no mereces qué gaste más tiempo contigo. Que te vaya mal, Jade —cogió la mochila del césped y se marchó corriendo.
—No te perdono, Jade. Besaste a mi mejor amigo, tú hermanastro, el novio de tú amiga. Eres demente —recogió sus cosas igual que Amy—, se acabó.
Y lo inesperado, sucedió. La persona que me juraba amor y una sorpresa por nuestro aniversario, había roto todo nuestra relación. En ese instante, me percaté de que todas las acciones, tienen una consecuencia.
Quizás, en el instante no te des cuenta, porque lo estas disfrutando o te provoca una especie de adrenalina de la cual no puedes escapar, mas, cuando al final te chocas con la realidad de tus actos, sufres.
Sufres por perder a la gente que más te importa en la vida, sufres por no ser capaz de evitar desear otro beso más de esa persona, y sufres por no sentir lo que se debería sentir en estas ocasiones. Y en este momento, sentía paz. Paz conmigo, por ser capaz de sincerarme de la peor manera, mas haciéndolo. Paz, por estar soltera y poder hacer lo que quiera. Y paz, por saber que mis sentimientos son los incorrectos, pero parecen completamente perfectos.
—No se como has sido capaz —escupió Kai haciéndome volver a la realidad del presente—, no solo has roto dos corazones, sino que has separado al grupo.
—¿Por qué crees que solo tengo la culpa yo? Hemos sido dos en hacerlo, no una.
—¡Porqué se supone que tú eres amiga de tus amigos! Hay veces que no tienes que pensar solo en tú ombligo, ¿sabes? Me esperaba más de ti, Jade. Creo que jamás te entenderemos, pero no dejaremos de ser tus amigos por esto. Mas, tampoco esperes que te brindemos la razón, cuando evidentemente no la posees.
—¡Losé! —y entonces lloré, como si nunca lo hubiera hecho en la vida.
Era desgarrador, me ahogaba con mis propios sollozos y cuantas más lagrimas paseaban por mi rostro, más creaban mis lagrimales.
Dicen que llorar libera adrenalina. Y curiosamente, yo tenía demasiada acumulada desde lo ocurrido con mi hermanastro. Además, comentan por las calles jque soltar lágrimas desahoga y te hace sentir mejor. Es como, si de cierta manera; volviéramos a empezar. Del mismo modo que se reinicia un móvil, nosotros lo hacemos liberando dicha adrenalina acumulada.
Teresa viendo como me estaba afectando lo sucedido, decidió abrazarme durante largos minutos. Hasta que al fin; deje de sollozar.
Mientras tanto, los amigos se habían marchado dejándome a solas con la pelirroja.
—Ya sabes qué lo sucedido ha estado mal, pero nadie puede juzgar tus acciones sin estar en tu propia piel. Por lo tanto, estaré contigo siempre y enfrentaremos juntas lo que se nos venga por encima, ¿vale? —asentí—. Lo creas o no, lo que sientes ahora mismo, mucha gente de la sociedad LGTB+ lo vive a flor de piel. Ambos amores son prohibidos visto bajo el punto de los demás, ¿pero si es amor, que mas dará? —sonrió—. Y, por si no eres consciente y necesitas a alguien que te lo recuerde; Isaac y tú no son hermanos ni comparten ningún tipo de lazos familiares.
Le sonreí.
Sinceramente sabía que yo y Isaac no compartimos ningún lazo que prohiba nuestro amor, sin embargo, ¿se imaginan decírselo a nuestros progenitores, familiares y al mundo?
Sería la mayor aberración de la historia de Pulana.
Hay religiones que permiten el matrimonio entre primos o similares, pero lo nuestro no se compara ni lo más mínimo.
¿Quién se casaría con su hermanastro sin lazos de sangre, pero sabiendo que todo el mundo los visualiza como hermanos?
El mundo está hecho de injusticias.
Y que injusticia, sentir lo que no debo sentir por la única persona que ha sido capaz de despertar sentimientos que creía inexistentes.
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