Enero
Desorientación

2 días antes de la segunda huída

—¡Isaac! —habló la chica de cabellera dorada mientras lo abrazaba—, te echaba tanto de menos.

—Y yo —omitió sin separarse de ella.

—Ahora me debes muchas explicaciones —se sentó en el banco—, ¿dónde has estado? ¿Con quién? ¿Por qué te fuiste? ¿Y por qué razón no contestabas a ninguna de mis llamadas? Y...

—No necesito que me hagas ningún interrogatorio, Amy —interrumpió—, ¿ahora estoy aquí, verdad?

—Si, pero estaba realmente preocupada por ti. Me gustaría saber porqué te marchaste...

—Verás chica —encendió un cigarro y lo llevó rápidamente a sus labios—, no somos nada. Se que en tu minúsculo cerebro crees que si, mas no. En ningún momento te dije que éramos parejas o algo semejante, ¿verdad? —aspiró el humo contenido en su boca—. Deja de actuar como si fueras mi novia, cuando simplemente eres una conocida con la cual me acuesto.

—Un tiro en el pecho dolía menos.

El muchacho siguió fumando tranquilamente sin ni siquiera mirar a la chica, que estaba desesperada por obtener respuestas y en lugar de estas, obtuvo un golpe con la más cruda realidad.

—Se que no somos nada —admitió—, ¿pero desde cuando hace falta ser algo para preocuparse por alguien? —suspiró—. ¿Ves ese anciano de allí? —él asintió—, si ahora mismo se cayera, desmayara o le robaran la bolsa de las compras me preocuparía muchísimo por él, y ni siquiera sé su nombre. ¿Tú no te preocuparías? —volvió a asentir—. Eso me sucede contigo, aunque de ti se tú nombre y la grosor de tu pene —río.

—¿Es grande, verdad? Mi polla, digo —carcajeó.

—Hay mejores —escupió.

—No lo creo —sonrió—. Se que te preocupas por mí, mas no quiero que lo hagas. Soy tan efímero como el cigarro que me acabo de fumar. Preocúpate por ti, Amy. Por tus amigos, tus familiares y tus sueños. No te preocupes por el chico que te brinda orgasmos magníficos —sonrió triunfalmente—, no soy nada en tu mundo, igual que tú no eres nada en el mío.

—Me ha quedado claro eso; que no somos nada. No hace falta que lo repitas —resopló—, solo quiero que estes bien.

—Es más fácil que me caiga un rayo ahora mismo, a qué esté bien.

Amy, sin entender la referencia de las últimas palabras que salieron por la boca de su amado, se limitó a asentir y cambiar de asunto, ya que se percató de la realidad; no obtendría ninguna respuesta por más que lo intentara.

En ese instante, sintió que el chico por el cual empezaba a enamorarse era todo un enigma.

Un enigma qué quizás jamás tenga solución, si no encuentra a la persona correcta que logre descifrarlo.

Curiosamente, después de charlar durante horas en un banco tirado en el parque, el moreno la invitó a cenar sushi y seguidamente la llevó a casa, donde curiosamente estaba vacía y decidieron hacer lo mejor que saben hacer estando juntos.

Follar.

Actualidad

Las vacaciones de navidad ya habían terminado, y con ello llegaba también al fin la visita del moreno.

Durante las dos ultimas semanas pensó y repensó si irse o no otra vez de Pulana. Tenía una razón para quedarse, y curiosamente ese motivo era el mismo para marcharse; el beso con su hermanastra.

Debido a esa tentación, los dos adolescentes no intercambiaban ningún tipo de mirada y evitaban cualquier conversación que surgiera a la hora de comer con sus progenitores. Los mismos, intuían que nada raro sucedía, ya que, siempre se habían llevado curiosamente mal. Por lo tanto, no les mostraron importancia en sus actitudes.

Es por eso que, el moreno mientras se brindaba una ducha de agua tan fría como la nieve que dejaba de cuajar por el pueblo, intuyó que la única solución era marcharse otra vez.

Después de congelarse, se vistió rápidamente y cogió las maletas que ya estaban empaquetadas, y siguió camino a su automóvil.

Esta vez, decidió avisar a la única persona que merecía saber dónde se iría.

» Me voy. Si, otra vez. Sabes el motivo, así que en esta ocasión no tendrás que preocuparte por mi.

Hasta pronto, Jade. «

Dejó la nota en la cama de la pequeña de la familia y prosiguió camino rumbo a la nada.

Es curioso como, en ambas veces se marchaba por una chica.

Él, que nunca pensó hacer nada de inusual por nadie excepto por el mismo, allí estaba, huyendo para poder entender que le sucedía con la chica de ojos esmeralda.

¿Curioso, verdad? Las prioridades.

Antes la prioridad primordial de Isaac era tan solo llegar puntual al instituto, entrenar y hacer los partidos de fútbol. Y obviamente, brindarse el máximo de placer posible con innumerables chicas. Ahora, todo ha dado un giro de trescientos sesenta grados. Le interesa el bienestar de una persona, la felicidad de ella y inclusive se preocupa por ella a niveles inimaginables.

Ella, la misma que le sacaba de quicio. La misma que odiaba por no ser capaz de llegar puntual al coche. La que no le hacía caso en sus inimaginables recomendaciones. Y la misma que... estaba siendo capaz de descongelar su corazón sin ni siquiera saberlo.

Se iba, pero no por querer hacerlo. Sino, por miedo a que podría hacer delante del deseo.

Sentía que estaba atrapado en el infierno, donde la tentación eran los labios de ella.

Era horrible despertarse todas las mañanas, verla y no poder hacer lo que más deseaba. Odiaba no dirigirle la palabra. Le causaba dolor, no poder disfrutar de una mirada tan única, porque solo le despertaba más sus ansias y deseos más profundos. Hasta echaba de menos el discutir con ella, porque al menos se importaban el uno con el otro.

Era por eso todo y más, que tenía que irse y volver cuando realmente fuera el momento indicado.

Cuando pudiera sincerarse del todo con ella, sin la necesidad de demostrarle mediante besos sus sentimientos. Deseaba mostrarlo con palabras y con hechos, no con acciones físicas. Y yéndose, sabia que lograría encontrarse con esa manera tan única y especial que haría; que Jade cayera rendida a sus pies.

Porqué el beso que ocurrió durante unos segundos tan efímeros como pasa una estrella fugaz por el cielo, fue un suceso que curiosamente pareció eterno.

La lentitud y intensidad de ambos labios mostrándose placer, las caricias erizando la piel y las mariposas en el estómago, demostraban todo lo que las palabras no eran capaces de hacer.

Isaac quería eso.

Demostrar los sentimientos del beso a través de palabras, porque la atracción física es fugaz, mientras que la conexión mental es sempiterna.