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XIX. La ultima rosa


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LYDIA SE ENCONTRABA EN SU  pequeño cuarto especial para sus pinturas, Merope estaba a un lado de ella en su cuna profundamente dormido luego de haber comido y jugado casi una hora con su madre.

Ese día la platinada había optado por esa vez pintar una tormenta, en los últimos días sus emociones habían estado demasiado desordenadas por lo que dibujar lluvia y rayos había sido algo que le llegó de inmediato a la mente en cuanto tomo asiento frente a su caballete. 

Siempre había oído historias sobre que tanto los pintores como los escritores  expresaban sus emociones y sentimientos a través de sus obras, y Lydia no podía estar más de acuerdo. 

En ese momento su esposo Regulus entró por la puerta dedicándole una pequeña sonrisa que ella se vio algo forzada a corresponder, aun seguía un poco molesta debido a la actitud que su esposo había estado tomando las ultimas semanas, sin embargo, luego de la discusión que habían tenido hace dos días este había organizado más sus tiempos para así pasar mas tiempo que su esposa igual que antes.

—¿Ya te vas?—le pregunto al ver como su esposo sujetaba una pequeña mochila en su mano derecha.

—Si...—murmuró Regulus acercándose a su esposa y arrodillándose frente a ella para quedar a la misma altura debido a que ella se encontraba sentada.

—¿Cuándo regresas?

—No lo se—el azabache suspiró—Espero no tardar tanto, yo creo que en unas dos horas.

Lydia asintió levemente: —Cuídate, por favor. 

El hombre Black abrió su mochila y de esta saco una bella rosa roja, y con una pequeña sonrisa se la entrego hacia su esposa, quién la tomo y la llevo hacia sus fosas nasales para olerla. 

—Todo estará bien, no te preocupes...—tomo el rostro de su amada esposa entre sus manos para luego juntar sus labios—Volveré pronto.

Al separarse del beso Regulus se puso de pie y acercó hacia la cuna de su hija, le dedicó una dulce sonrisa y se acercó para dejar un tierno beso en su frente, luego de ello, salió del cuarto de arte. 

La rubia platinada un suspiro al ver a su esposo salir del lugar, ignorando la presión que sentía en su pecho, siguió pintando las nubes de cuadro, revolviendo los colores en su paleta.

Lydia no fue consciente de cuanto tiempo había pasado, pero su pintura ya estaba terminada, la miro con una amplia sonrisa orgullosa de su trabajo, a pesar de nunca haber pintado una lluvia antes le había quedado demasiado bien para ser su primera vez.

Un chasquito al lado de ella fue lo que hizo que despegará la vista de su pintura para mirar la puerta del cuarto, encontrándose con Kreacher, el cual tenía la mirada perdida y estaba en un especie de shock.

—¿Kreacher? ¿todo bien?—pregunto Lydia para luego mirar hacia el reloj muggle que se encontraba arriba de la puerta—Ya pasaron casi dos horas, ¿Dónde Regulus?

—E-El a-amo R-r-regulus m-me pidió v-volver...

Lydia frunció el ceño confundida; —¿Disculpa? no te estoy entendiendo Kreacher, ¿puedes ser más claro?

En eso, Kreacher no pudo soportarlo mas y se tiro en llanto al mismo tiempo que se lanzaba sobre la platinada y se aferraba a sus piernas.

—¡E-el amo Regulus me pidió volver! ¡y-yo no q-quería, pero e-el lo ordeno! ¡v-vi como esas coas l-lo llevaban al f-fondo del río! ¡y no p-pude hacer nada! ¡por favor perdóneme m-mi s-señora! 

La rubia platinada comenzó a jadear debido a que comenzó a sentir como le hacía falta el aire, con demasiado esfuerzo pudo pronunciar la siguiente oración: —Llévate Kreacher. 

El elfo no dijo nada, en ningún momento dejó de llorar mientras se separaba de su ama e iba hacia la cuna de la pequeña Merope, con algo de esfuerzo la tomo entre sus brazos, le dio una ultima mirada a su ama y al notó como estaba en un especie de shock mirando fijamente el suelo, no dijo nada y se retiro de la habitación.

En cuanto la puerta de la habitación se cerró de golpe, indicándole a Lydia que ya se encontraba, sin poder evitarlo soltó un grito desgarrador mientras se tiraba al suelo y miles de lagrimas se resbalaban por sus mejillas.

—¡REGULUS!—grito tan fuerte hasta que sus cuerdas bucales se cansaran, aún en el piso y recargada en la pared, se llevó las manos hacia sus cabellos rubios y comenzó a jalarlos al mismo tiempo que se pegaba fuertemente su cabeza contra la pared.

Se puso de pie y comenzó a destruir todo su cuarto, pateo su caballete provocando que este se partieran en dos, todos los botes de pintura se derramaron en el suelo e incluso lograron a salpicarla, algo que no le importó en su absoluto. 

Tomo la copa de vino que anteriormente estaba tomando mientras realizaba su pintura y la arrojó contra la pared, los vidrios rotos rebotaron y uno de ellos se incrusto en su mejilla mientras que el otro en su hombro, pero no le importó, ningún dolor físico se comparaba con el dolor emocional que estaba sintiendo al haber perdido a su esposo y amor de vida. 

Con el sangre escurriendo por su mejilla y hombro se acercó hasta unas tijeras que se encontraban en uno de los estantes y sin dejar de llorar comenzó a cortar todo su vestido, desde las mangas, el corset y la falda, dejándolo completamente destrozado. 

—S-señora...—murmuró Kreacher abriendo la puerta.

—¡LARGATE!

Lydia corrió hacia una esquina del cuarto y se sentó en esta mientras doblaba sus rodillas a la altura de sus senos y abrazaba sus piernas con ambos brazos, comenzó a tambalearse como un bebé con la mirada perdida. 

—¡QUE TE LARGUES KREACKER!—volvió a gritar al ver como el elfo se acercaba lentamente hacia ella esquivando la pintura derramada y todo lo que había destrozando, aunque después lo miro con una pequeña sonrisa—¿Ya esta lista la comida?, Reg llegará en cualquier momento de su misión, y quiero recibirlo con la cena. 

Kreacher sintió como se le partía el corazón en dos, jamás había a su ama de esa forma.

—M-mi señora, e-el a-amo Regulus ya no v-volverá.

—¡MIENTES!—le grito Lydia—E-el me lo prometió, prometió volver, tiene que ver la pintura que hice—apunto hacia la pintura de lluvia y truenos, la cual estaba completamente destrozada del otro lado del cuarto. 

—Lo siento mi señora.

Para la rubia fue demasiado rápido, Kreacher se acercó rápidamente y de su pantalón roto sacó una pequeña jeringa, la cual enterró en el cuello de su señora, Lydia lo miro confundida por unos segundos, pero luego sintió como su cuerpo se relajaba hasta quedarse profundamente dormida.











Nota de la autora:


Holi!!!

Ultimo capitulo de esta historia..., la meta del inicio es para el epilogo

Varitas arriba por reggie /*

Realmente me dolió escribir este capitulo, casi me pongo a llorar junto a Lydia

¿Han visto alguna vez la novela mexicana Teresa? ¿ubican la escena de como Aida reaccionó luego de la muerte de Paulo (creo que así se llama)?, pues algo así fue la reacción de Ly :(

Lo que Kreacher le inyecto a Lydia fue un calmante, el que le administran a las personas cuando tienen ataques de esquizofrenia, etc.

Opiniones y teorias aqui...

kisses <3

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