Los origenes. Parte 3
Había dos personas durmiendo en la sucia habitación; una de ellas respiraba con dificultad y de vez en cuando se quejaba entre sueños, la otra era una niña rubia con un poco de sobrepeso.
Pero cuando una pequeña figura salió por el hoyo de una de las paredes, solo la rubia se despertó.
—¿Qué has conseguido Perla?— Dijo Rose frotándose los ojos aún adormilada.
—¡Manzanas!— Gritó con alegría la menor mientras levantaba en sus manitas las frutas.
—Bien— Dijo Rose a la vez que revolvía el cabello de la menor.
Con una sonrisa de suficiencia la infante le dio una de las manzanas y se fue a sentar junto al hombre dormido.
Con su dedo índice tocó varias veces la mejilla del señor, hasta que los cansados ojos se abrieron.
—La comida está lista— Dijo Perla sonriendo mientras le ofrecía la manzana más grande que había robado.
El señor se incorporó hasta una posición semi-sentada con un gruñido de dolor, y después de recuperar el aliento aceptó la manzana de Perla, que aún lo estaba mirando.
Todos en la "habitación", que apenas se podía considera una, ya que le faltaba una gran parte del techo y no tenia puertas o ventanas; empezaron a comer al mismo tiempo.
El hombre, que ya había recuperado vida y fuerza, fue le primero en terminar.
—Niñas... llevan más de cuatro días aquí ¿no se preocuparan sus padres?—Dijo muy suavemente.
—No tenemos padres— Contesto con la mirada gacha Rose, Perla solo asintió a tiempo que comía su manzana sin darle importancia al asunto.
—¿Y tíos o abuelos?—Preguntó algo sorprendido el hombre.
—Nop— Respondió alegre Perla.
—¿Entonces donde viven?— Preguntó alterado.
—Yo antes vivía con muchos niños— Contesto Perla mientras lanzaba los restos de su manzana— Pero luego llegó Rose y nos fuimos de ahí.
—Iban a hacernos algo malo— Siguió la niña más grande con tono sombrío a la vez que se acercaba a Perla y la abrazaba.
La otra niña continuaba ajena a la seriedad en la voz de su amiga.
El hombre en su cabeza continuo uniendo puntos; las niñas claramente pertenecían a algún orfanato, se habían escapado por lo menos hace cuatro días tal vez el día que fue herido.
— ¿Y quien estaba a cargo ahí?
— Madam Latrice— Respondieron al mismo tiempo Rose y Perla.
Una alarma se encendió el la cabeza del señor, Madam Latrice era una de las principales exponentes en el tráfico infantil y si lo que las niñas decían era cierto, habían huido del peligro justo a tiempo.
El señor se pasó una mano por su cabello negro y luego de pensarlo por un momento habló.
—Rose, Perla, les debo la vida, ustedes me salvaron— Dijo sonriendo a las niñas— Y para agradecerles... quiero que vivan conmigo, yo las cuidaré.
Amabas pequeñas corrieron y abrazaron al hombre, hasta que él se quejó de dolor y de mala gana se separaron.
—¡Muchas gracias!— Lloró Rose.
—¡Ahora serás mi papá!— Brinco de felicidad Perla.
—Oh no— Se apresuró a decir el hombre — Yo seré tu... John— Agregó rápidamente al ver la cara de tristeza de peli-naranja.
—¿Mi John?— Preguntó pensativa Perla.
—¡Si! ¡Es mejor que un papá!— Dijo Rose tomando las manos de su amiga con tono feliz, para volver a animarla.
Y la más pequeña al ver la emoción de Rose, volvió a estar muy feliz y a brincar de ahí para allá.
De repente Perla paró con sus movimientos y con un grito corrió a una de las esquinas.
—Yo quiero está— Gritó mientras trataba de abrazar el espacio.
—¿Para qué?—Preguntó Rose, pero al mismo tiempo corrió a otra esquina y imito a su amiga— No se para que, ¡pero yo quiero está!— Gritó divertida la rubia.
Perla sin dejar de "abrazar" su esquina soltó un para de risitas antes de hablar.
—Está esquina será mi cuarto, y cada uno tendrá su esquina... y la otra será la cocina o el baño— Dijo alegre.
John al escuchar ese comentario soltó una carcajada.
—No, mis niñas. Vivirán en mi casa y cada una tendrá su propio cuarto.
Ambas niñas al escuchar la oración se quedaron sorprendidas, un cuarto era mucho más de lo que habían tenido nunca.
Esa tarde la conversación paseaba entre deseos de cuartos llenos de flores o juguetes, a preguntas que cada tanto hacia John a las niñas.
Pasaron 2 días más antes de que John tuviera fuerzas suficientes como para pasar por el agujero en la pared y recorrer todo el camino a su casa.
El hombre tomo la mano de ambas niñas y recorrieron la ciudad. Pasaron por grandes edificios, parques, casas sofisticadas, almacena y bares; hasta llegar a un edificio de departamentos a las afueras de la ciudad.
Con más de diez pisos, ventanas oxidadas y pintura cayéndose de las paredes, su nuevo hogar saludó a la Rose y a Perla.
Ambas niñas siguieron a su protector al interior del edificio.
A siempre vista el lobby, no era más que unos cuantos sillones desgastados puestos sin ningún orden. Cruzaron la estancia hasta el elaborador y una vez adentro,para sorpresa de Rose, que miraba todos los movimientos de John, el hombre presionó el botón hacia el sótano.
Después de salir del elevador y pasar por el cuarto de las calderas, se encontraron a un hombre muy grande y de aspecto intimidate cuidando otro elevador.
Al principio, cuando vio a las tres figuras acercarse, el guardián se interpuso en su camino a la puerta. Pero apenas miro a John, su actitud intimidate se esfumó.
—¡Sigues vivo!—Dijo con voz muy profunda.
—Claro que si ¿acaso crees que te ibas a quedar sin jefe tan fácil?
—No... Claro que no... Pero Mike e-estaba diciendo que una bala te alcanzo— Se apresuró a contestar el guardia.
—¿Dónde está Mike?— Preguntó sombrío el hombre que sostenía a las niñas.
—E-e-en el piso 5, tiene una reunió para proclamarse el nuevo jefe.
—Gracias Tom, sigue con tu trabajo— Dijo John mientras pasaba a su lado y le deba unas palmaditas en el hombro.
—¿Puedo apretar el botón?— Habló por primera vez en un largo tiempo Perla.
—Claro que si, preciosa.
Perla soltó la mano del hombre y sin dudarlo le dio al número cinco.
—Te sorprendería todas las cosas que puede hacer— Dijo Rose al notar la cara del John.
—Tu también me sorprendes— Respondió John desordenando el cabello de Rose.
—Niñas, cuando lleguemos quiero que se mantengan al lado de las puertas del elevador... les prometo que será una pequeña parada antes de ir a casa.
Tanto Rose como Perla acataron la orden del inmediato.
Apenas las puertas se abrieron, John pasó antes que ellas y como si no le doliera nada entró.
—¿Así que reemplazándome?
🌹🌹🌹
Alguien lo leyó 😭
Gracias 💕
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