
Capitulo seis: los cambios y celos
El bullicio del comedor resonaba en el aire, pero para Jeongin y Hyunjin, todo parecía desvanecerse en un silencio incómodo. Ambos estaban sentados uno frente al otro, sus bandejas de comida casi intactas, mientras sus pensamientos se entrelazaban en una maraña de confusión y anhelo. Jeongin no podía evitar mirar de reojo a Hyunjin, su corazón latiendo con fuerza. Siempre había considerado a Hyunjin su mejor amigo, pero algo había cambiado la noche anterior. La risa compartida, las miradas que duraron un segundo más de lo habitual; todo eso había encendido una chispa que no sabía cómo manejar.
Por otro lado, Hyunjin luchaba con sus propios demonios. La confesión que había hecho la noche anterior lo atormentaba. Había disfrutado del momento, sí, pero ahora se preguntaba si había cruzado una línea que no debería haber tocado. Su mente estaba llena de imágenes de Jeongin: su risa, su forma de mirar al mundo, y cómo su corazón se aceleraba cada vez que pensaba en él. Sin embargo, el rubor en sus mejillas lo delataba; cada vez que sus ojos se encontraban, era como si una corriente eléctrica recorriera su cuerpo.
Fue entonces cuando Félix llegó, interrumpiendo la atmósfera tensa. Se sentó con una sonrisa amplia
—¿qué les pasaba? —Investigó el cenizo
Jeongin y Hyunjin respondieron al unísono, casi gritando —¡NADA!
Dejando a Felix aún más confundido. Sin embargo, el chico de cabello cenizo continuó hablando:
—Ookk, innie, estamos en la penúltima semana del Rose garden, lo que significa que se vienen las cartas florales —. Jeongin asintió con la cabeza, sintiendo un nudo en el estómago al pensar en la rosa blanca que no podría recibir.
La hora del almuerzo terminó y cada uno se dispersó por los pasillos. Jeongin decidió buscar a Hyunjin en el salón de arte, donde lo encontró concentrado en su pintura. Se sentó en una mesa cercana, observando cómo el mayor daba vida a su lienzo con cada pincelada. Después de unos momentos de silencio, Jeongin se acercó y posó su cabeza en el hombro de Hyunjin.
—Sabes —comenzó—, solía pensar que la rosa blanca vendría acompañada de mi alma gemela.
Hyunjin sonrió, sintiendo el calor del contacto. Era un gesto simple, pero para ambos significaba tanto. Jeongin continuó hablando, su voz suave y melancólica.
—Si debo olvidar el asunto de la confesión solo para no perderte como amigo... lo haré.
Hyunjin sintió un escalofrío recorrer su espalda. Las palabras del menor resonaban en su mente como un eco constante. Sin poder evitarlo, respondió:
—A este punto ya es complicado.
El silencio se instaló nuevamente entre ellos, cargado de significado. Hyunjin soltó a Jeongin y miró su pintura, pero su mente estaba lejos de los colores y las formas. El corazón le latía con fuerza al recordar las miradas que habían compartido.
Finalmente, fue Hyunjin quien rompió el hechizo. Se levantó abruptamente —Ya debo irme, he quedado con Jisung para salir — Jeongin no supo cómo reaccionar; simplemente asintió con la cabeza mientras observaba cómo Hyunjin se alejaba del salón. Su corazón se hundió un poco más con cada paso que daba el mayor, dejando a Jeongin solo con sus pensamientos.
Mientras el eco de los pasos de Hyunjin se desvanecía, Jeongin sintió que las palabras que nunca dijo se quedaban atrapadas en su garganta. La rosa blanca seguía siendo un símbolo de lo que deseaba, pero ahora también era un recordatorio de lo complicado que podía ser el amor entre amigos.
Con un suspiro profundo, Jeongin decidió que tenía que encontrar el valor para enfrentar sus sentimientos.
(...)
—Aver si entendí, básicamente casi follan y tu te andas quejando. Enserio no te entiendo.
—No es tan fácil Ji, es Jeong...
—Claro cuando se trata de jeongin todo cambia, siempre fuiste así... En fin si queremos que vea lo que se está perdiendo —Habló —Ahora haremos unas mejoras por acá, ¿Alguna vez haz teñido tu cabello?
—no, ¿Cual es la necesidad?. Jisung si quiero que jeongin se fije en mi es por quién soy y no por como me...
—¡AY YA CÁLLATE! ERES INSOPORTABLE... ¿VES?, por estas cosas no tienes novio.
—Oye eso fue...
—lo se, lo se, la verdad duele, en fin empecemos por la peluquería, enserio te hace falta un corte nuevo.
(...)
El sol ya estaba alto cuando Jeongin finalmente despertó, sobresaltado por la luz que entraba a raudales por la ventana. Miró la hora y sintió que el estómago se le encogía; llegaba tarde al instituto. Se levantó de un salto, se vistió rápidamente y, sin pensarlo dos veces, tomó un pequeño ramo de girasoles que había preparado la noche anterior junto con una carta que había escrito con tanto esmero. Mientras corría hacia la puerta, una mezcla de emoción y nerviosismo lo invadió.
Al llegar al instituto, su primer destino fue el aula de arte. Sabía que nadie entraría allí durante el receso, así que dejó los girasoles en la mesa del rincón. La habitación tenía un aire tranquilo, con el olor a pintura fresca y el eco de risas lejanas. Sin embargo, antes de entrar al salón de Hyunjin, escuchó un bullicio proveniente de la clase.
Jeongin se acercó a la puerta y asomó la cabeza, deseando con todas sus fuerzas que Hyunjin no estuviera allí. Pero al mirar dentro, su corazón se detuvo por un instante. Allí estaba Hyunjin, y no era el mismo de siempre. Ahora era rubio y llevaba una media coleta que acentuaba su rostro. Su uniforme estaba algo desarreglado, lo que le daba un aire atrevido y despreocupado. Además, una pequeña perforación en su oreja brillaba a la luz.
—Pero mira nada más, ahora sí que llamas bastante la atención —bromeó Jeongin, sentándose en el escritorio con una sonrisa.
Hyunjin rodó los ojos, pero una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Pero si yo quiero, es solo llamar tu atención —respondió con picardía.
Las mejillas de Jeongin se ruborizaron al instante. Intentó cambiar de tema, murmurando algo sobre ser un tonto, pero no pudo evitar observar cómo varios compañeros le entregaban cartas con flores a Hyunjin. Una punzada de celos se instaló en su pecho cada vez que veía a alguien acercarse.
Finalmente, Hyunjin se dirigió al aula de arte y se detuvo frente al ramo de girasoles. Una sonrisa iluminó su rostro al abrir la carta. Jeongin entró justo en ese momento, fingiendo sorpresa.
—¿Otra declaración? —preguntó con sarcasmo.
Hyunjin asintió, tratando de contener la risa.
—Creo que ha sido Minho —dijo.
—¿JA? —exclamó Jeongin, soltando una risa burlona—. La cabeza de Minho no da para esas cosas.
Hyunjin quería reírse, pero se quedó escuchando al menor, disfrutando del momento. Sin embargo, Jeongin no podía evitar sentirse frustrado.
—Entonces, ¿por qué no las bota? Nunca te gustó nada de esto... ¿Por qué ahora es diferente? ¿Es porque crees que es de Minho? Dime la verdad, no te juzgo...
Hyunjin lo miró fijamente y asintió lentamente.
—¿Te molestaría? —preguntó.
Jeongin dudó, su mente enredada en emociones contradictorias.
—No... o quizás... no lo sé... Minho no me agrada y...
Sin poder evitarlo, Hyunjin lo tomó de la cintura y lo acercó a él. Plantó un suave beso en los labios del menor. Jeongin sintió como si el mundo se detuviera; sus mejillas ardían mientras correspondía al beso, una mezcla de sorpresa y felicidad envolviéndolo.
Al separarse, ambos sonrieron cómplices. Jeongin, aún aturdido, rompió el silencio.
—Deberíamos salir —dijo rápidamente.
Hyunjin asintió lentamente, pero luego Jeongin se dio cuenta de lo que había dicho.
—No como un "salir" salir de cita... sino como antes, ya sabes. Podemos ir por helado y luego ver una película en mi casa. Ya sabes, lo normal...
Hyunjin sonrió con malicia.
—Entonces acepto tu cita —dijo con tono juguetón.
Jeongin bufó, sonrojándose aún más.
—No es una cita —se alejó un poco, tropezando con sus propias palabras—. No es una cita...
Hyunjin lo observaba divertido; era la primera vez que veía a su amigo tan nervioso. La tensión en el aire era palpable, pero también había una nueva chispa entre ellos. Jeongin se sentía confundido pero emocionado a la vez.
—Entonces... ¿Creo que me gusta hyunjin? —Susurro sintiendo su corazón latir con fuerza.
Holii, adelante el capítulo porque estamos de celebración que tenemos portada nuevas 😭 re lindaaaaa
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