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Se sentó en aquella zona desocupada. Estiró bien sus piernas, y con toda la fatiga del mundo apoyó su espalda en el frío cemento de unas de las rampa de skate.
Estaba esperando a su novia. Si bien Chae-Young le habría dejado en claro que no podría seguir así, la japonesa le pidió que se juntaran en el parque que se encontraba a diez calles de su hogar, para dialogar.
Chae a esas charlas "duras" las denominaba cómo aburridas. Le aburre que haya pretextos y promesas falsas en el medio, y si bien todavía no estaba Mina con ella, sabría perfectamente que no sería la excepción de aburrirla en el momento.
Había muchas cosas que a Chae-Young no le agradaban, aun así siempre trataba de poner la mejor voluntad posible. Una de esas cosillas que le disgustaba era los problemas familiares, y más sabiendo que se ha generado una "gracias" a ella. Aunque era una familia ajena, se sentía culpable de que Mina se llevase mal con su propia madre.
La mayor no le habría dado tanto detalle, simplemente un mensaje de texto que decía: "Ya solucioné todo", sencillo y corto. Luego la habría llamado para que se vieran lo más pronto posible.
Y si bien ya había pasado más de quince minutos de espera, podía ver a lo lejos como la japonesa se iba acercando con una sonrisa de oreja a oreja. Al ser invierno, las manos de ésta se cubrían con unos guantes y su cuello y parte del rostro con una bufanda ancha de color beige. Sin dudas llevaba la moda a todo lugar; una chica glamurosa, que claro, hipnotizaba a Chae-Young. Si bien la menor trataba de hacer su mayor esfuerzo de no caer babeando y mantener su postura seria, no podía con semejante belleza que se le acercaba.
— Hola, eonnie. — Pronunció la coreana al ver que la contraria se estacionó a centímetros de ella.
Myoui acomodó su bufanda, para que su boca sea descubierta. — Hola, Chae. — La nombrada vio cómo Mina se le escapaba una sonrisa traviesa. ¿Acaso tramaba algo?, ¿Pensaba que todo le iría bien?
— Bien, ve al grano. ¿Por qué me citaste aquí?
— ¿Estás enojada conmigo? — Preguntó con un mohín en sus labios al ver la postura de la contraria. —: ¿No quieres verme más?
— No es eso, simplemente te dije que no podría seguir así... ¿No fui clara?
— Mi madre no vive más conmigo. — Confesó. — ¿Ese era el obstáculo? Pues, ya lo solucioné.
Chae abrió bien los ojos ante la respuesta sorpresiva que habría oído. —: ¿Dónde vive?
— En un hotel, cerca del centro.
— ¿Se ha ido ella?, ¿Fue por mi culpa?
— No. Le he dicho yo que se vaya para poder vivir contigo. — Sonrió. — ¿Ya puedes volver?
— Estás loca... — Soltó perpleja. — ¡Es tu madre!
— No está siendo un buen rol de madre en estos instantes.
Suspiró pesadamente. — Después de todo, es tu madre... Tú sabrás cómo controlar todo.
— Prometo que no pasarás más la vergüenza que pasaste en mi hogar a la hora de la cena. — Y ahí está lo que le aburría a Chae-Young; Promesas falsas. — Mi madre es una mujer un tanto grande y no se acostumbró, pronto lo hará. — Y ahí estaba el pretexto.
"Mujer un tanto grande", ¡¿Qué demonios?! Sus tíos también eran grandes, ni hablar de su abuelo ¿Y? La aceptaban tal cómo era. E inclusive los señores Myoui son muy mayores, pero entendieron que si su nieta era lesbiana tendrían que aceptarlo, ¡¿Qué demonios le costaba a esa señora aceptar también?!
— Bien. — Fue la única respuesta que le dio. No tenía ganas de discutir, menos con ella.
— ¿Sabes? Neo te extraña... Pero yo te extraño más.
«No quieras enamorarme con tus palabras» — ¿Cuál es tu punto?
— Vuelve a casa.
Esas palabras resonaban en la mente de Chaeng. Tragó en seco y suspiró, dando una pausa antes de la respuesta. Sinceramente tendría que pensarlo demasiado, no querría ver a esa mujer nunca más aunque sea su "querida" suegra. Pero claro, si vivía con Mina, incluso sí seguía con la relación, alguna vez tendrían que cruzarse.
— ¿Y? — Trató de apurarla, sin poder aguantar tanto suspenso a causa de sus nervios. — ¿Volverás a casa?
— Se me hace complicado... Siéndote sincera, no tengo ganas de ver a tu madre y... si me mudo contigo corro el riesgo de hacerlo.
— Chae, cuando uno está seguro de tener pareja se tiene que amoldar a ciertas cosas. Así funciona la relación, que ambos se amolden y aporten.
Viró los ojos. — No entiendo.
— Sé que estás dolida porque pasaste muchas vergüenza a causa de mi madre, pero tienes que amoldarte a mi familia. ¿La verás? Claro. Quizás un día se le rompa la cañería donde vive y tenga que mudarse unos días con nosotros, y si bien no quieres verle el rostro, mientras no te moleste, no tienes el por qué sentirte incomoda.
— Ese es el problema. No veo que tu madre quiera solucionar las cosas. Solo la conocí por unas horas y pude sentir que tiene ganas de molestarme toda la vida.
Le agarró las manos, para luego mirarla a los ojos fijamente. — Te prometo que no te molestará nunca más, amor.
Amor
Sin dudas esa palabra era mágica. Con tan solo oírla se ablandaba.
La menor copió la acción de la vista. Al conectar miradas, ambas sonrieron cómo dos tortolitas enamoradas. — Bien. Iré mañana a primera hora, cariño.
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