Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

46 (96)

Los mensajes de su madre y la aceptación un tanto rara de su abuela sobre su relación le daba miedo. ¿Qué podría pasar ahora? 

Entre gruñidos y resoplidos, terminó de hacer los rollitos de sushi. Realmente la confusión la invadía y, al no saber cómo podría terminar ésta cena con Chae-Young incluida, le invadía una enorme ansiedad.

— ¿Necesitas ayuda? — Se oyó una voz masculina por detrás. — Sabes que soy el mejor haciendo la comida... Luego del abuelo.

— También eres el mejor en querer arruinar mi noviazgo y llamar a tus amigos para que estén detrás de mí. — Espetó, con la bandeja en brazos y dándole la espalda.

— Creo que nunca me vas a perdonar por ello. — Largó una carcajada luego de esas palabras. Sabía cómo era su hermana, y le iba a costar demasiado para que lo perdonase. — ¿A que hora viene Chaeng?

— Chae-Young, para ti. Y mi novia viene a las ocho.

— Es mi cuñada, creo que puedo ponerle un apodo un tanto cariñoso, ¿O acaso te molesta? — Dijo, en tono juguetón.

— No es qué me moleste, pero mi novia ya no te tiene confianza. 

— Entonces ¿Le has contado?

— Sí. Ella no me oculta nada, y yo tampoco.

— Eres una gran novia, Sharon Mina. Estoy orgulloso de ti. — El muchacho dejó por terminar la conversación y salió de la cocina. Mina podía sentir como los pasos de su hermano mayor se iban alejando, haciendo que su respiración vuelva a la normalidad.

— Idiota. — Musitó entre dientes. 

Le echó una mirada rápida al reloj de la cocina, notando que eran las siete y cuarenta. Un sexto resoplido salió de sus labios al pensar que faltaba tan poco para la dichosa cena.

"Dulce Minari, ¿Donde te encuentras?" Escuchó de lejos. Sonrió y al saber que iba a tener una charla con él, sus nervios bajaron un 70 %. 

— En la cocina, abuelo. 

— ¡Tú siempre estás en la cocina! — Le dijo el hombre mientras se iba acercando. — ¿Por qué no me pediste ayuda? Que esté jubilado no significa que haya dejado de ser un gran chef.

— Lo sé abuelo, pero creí que era mejor hacerlo yo y darte un descanso.

— ¿Estás tensa?, ¿Por qué?

— ¿Por qué lo estaría? — Carcajeó, tratando de disimular su estado.

— ¡No soy tonto!, ¡Yo sé todo! ¡Todo de todo! — El señor le sacó la bandeja de las manos a la joven y lo colocó en la mesa. — Dime, ¿Es por tu chica?

— No sé cómo saldrá esto. 

— ¡Bien! Tu abuela dijo que se iba a comportar.

— ¿Y tu hija?

— ¡Ah! — Gruñó. — No le des importancia. Siempre prefirió su bien antes que el de sus hijos, ¡Y eso no es correcto! Yo no le enseñé esos modales.

—  No es tu culpa. 

El móvil de Mina que estaba dentro de su bolsillo del pantalón empezó a vibrar. Antes de decirle algo al hombre, éste le hizo una seña con la mano de que atendiera. 

Al mirar la pantalla, era una llamada de Chae-Young. Sin pensarlo, atendió.

— ¿Sí?

"Amor, estoy a unas cuadras" 

— ¿Tan pronto? Era a las ocho.

— ¡No seas así! — Se metió el señor para retarla.

— L-lo siento. Amor, quise decir qué está bien, sólo que pensé que ibas a venir más tarde.

Chae empezó a reírse, quizá escuchó al abuelo y al regaño. 

"Bien amor, espérame. ~" 

La llamada fue finalizada, dejando a Mina sin poder decirle lo mucho que la quería, como siempre hacían cuando se despedían por teléfono. 

— Y dime, ¿Es guapa? — El hombre dijo, mientras trataba de arreglar algunas imperfecciones en esos rollitos de sushi. 

— Sí... C-creo. Para mí es muy guapa. 

"¡Pondré la mesa!, ¡Hija, Kun, Mina! ¡Ya va a ser la hora de la cena!" 

— ¿La abuela no sabe que yo hice la comida? — Soltó sonriente, al escuchar cómo la señora la llamaba para la comida.

— De hecho, le había dicho que yo iba a cocinar.

— ¡Abuelo!, ¡Me sacas el crédito! 

— Lo siento, lo siento. En la mesa diré que fuiste tú.

Mina se cruzó de brazos y trató de hacerse la ofendida, pero vamos ¿Quién le creería? 

Por curiosa, miró la pantalla del móvil nuevamente, viendo que al segundo le entró un mensaje.

"Novia ❤️: Estoy en la puerta."

Su corazón empezaba a acelerarse poco a poco. Tragó en seco y a pasitos de pingüino encaminaba hacia la puerta de la casa.

«Que sea lo que Dios quiera» Pensó al ya tener el picaporte aferrado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro