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— Mi-Mina, no f-frenes... ~

Ante no ver la presencia de Chae-Young en la cama, Mina al despertarse se levantó de una manera brusca. Como si fuera algo útil, la joven empezó a revolver las sabanas, pensando que quizás estaba debajo de ellas; algo así como un niño buscando algo perdido en lugares absurdos.  —: ¡¿Chae-Young?! — Se retiró de la cama y fue directo hacia su living-comedor, y encontró a su querida chica sentada en la mesa mirándola sorprendida.

— ¿Qué pasa?  Preguntó con unas carcajadas en el medio ante el grito que pegó. ¿Acaso habrá pensado que se habría ido?

— N-nada... — Observó la mesa, donde habría unas tostadas con mermeladas en un plato y dos tazas de café. — ¿P-para mí?

La contraria viró los ojos. — No... para el vecino. — Soltó un tanto sarcástica mientras le daba un sorbo a su café. —: ¡Ya! ~ Siéntate, unnie.

La japonesa se sentó sin quitarle la vista a las tostadas. Le haría recordar años atrás; en su época de infancia y adolescencia, cuando su amada madre la despertaba para que coma un rico desayuno 'Yankee'.

Si bien Mina siempre dijo que es japonesa, en realidad ella nació en Texas, Estados Unidos. No estuvo mucho tiempo allí, ni siquiera recordaría como era vivir en aquél país, aun así, su familia al volver a Japón se quedaron con algunas costumbres de U.S.A. Como por ejemplo: Los desayunos. A veces eran hot-cakes; algunas otras huevos fritos; quizás se despertaba con un rico aroma a tocino; o con unas deseables tostadas bien calentitas con algún jarabe arriba.

Hace mucho no le pasaba eso de despertarse y "mágicamente" tener todo listo en la mesa para ser devorado. Sin dudas, una gran nostalgia le vino. Antes su querida madre se lo hacía; y ahora se lo hizo su querida Chaeyoungie.

— ¿Te encuentras mejor? — Le preguntó Chae-Young al notar a Mina tan silenciosa.

— S-sí, ya no me duele la cabeza. Gracias por atenderme tan... bien. — Empezó a comer esas deliciosas tostadas y tomar de pequeños sorbos el café. Sin dudas, Chae-Young era buena haciendo un rico desayuno. — Veo que te hiciste amiga de Neo. — Le comentó al verlo echado muy panchamente al costado de la silla donde estaba sentada Chae.

— Sí. Es tan feo como en fotos. — Le dedicó una sonrisa al perruno, y miró a la contraria. —: Te levantas muy tarde, ¿No crees?

— ¡Tienes razón en eso! — Comentó con felicidad, como si fuera un orgullo para ella. —... Es domingo. Mi día de descanso.

Al haber unos minutos de puro silencio, Chae-Young decidió romper el hielo. —: ¿Sabes?... No es justo. — Myoui la miró un tanto desentendida. —... Te he hecho el desayuno; alimenté a tu mascota; te lavé lo que ensucié; y todavía no me has dado un beso. 

Mina sonrió ante aquellas palabras. Se levantó y fue directo a Chae-Young. Le agarró del mentón y junto sus labios con los de ella. Sus frentes ahora estaban chocando y unas sonrisitas torpes se formaban en sus rostros.

Myoui agarró con suavidad las manos de Chaeng para hacerla levantar. — Eres hermosa, ¿Te lo han dicho alguna vez? — Le dijo, luego empezó a darle algunos "piquitos" mientras la dirigía hacia su habitación.

— ¿Que estás tratando de hacer? — Soltó a las carcajadas. Claramente, Chae sabía que es lo que estaba tratando de hacer, y por obvias razones, no se iba a oponer. Solo le daba una pizca de gracia que sea tan directa para éstas cosas. —: Mina, ¿Te has levantado caliente?

— Todo puede ser.

Al hacer que Chaeng esté al borde de la cama, Myoui le dio un leve empujón; haciéndola sentar en aquellas cobijas acolchonadas.

La dueña de la casa se sentó en los muslos de la coreana y acomodó sus piernas al rededor de la cintura de ésta; aferrándola bien, para que no trate de escapar.

— No estoy ebria. — Dijo picara, mientras veía como Chaeng seguía riéndose con, quizás, un poco de nervios encima.

— Me estoy dando cuenta. — La miró fijamente y de nuevo, las miradas fueron la culpa de que empezasen los besos. Primero eran piquitos con ternura, y luego, las lenguas se colaban; haciéndolo más intensos.

Chae-Young empezó a pasear sus manos por sobre la tela que cubría el torso de la japonesa, al principio solo la levantaba para sentir la piel desnuda y suave mientras sus labios eran devorados, pero después sintió esa necesidad de tener que sacarle la blusa cuanto antes. 

Luego de pasar algunos minutos, las prendas fueron desapareciendo de los cuerpos y quedando tiradas por la habitación. Ambas estaban complemente desnudas siguiendo con la guerra de besos.

Al separarse para tomar un poco de aire, Mina acostó a la contraria y empezó a hacer un recorrido de besitos poco a poco. Primero en los labios; luego en el cuello; para después pasar por el vientre; y por último hasta llegar a la intimidad de ésta. Al llegar ahí, enterró su rostro en la entrepierna de la menor. Empezó a mover y jugar con su lengua de arriba hacia abajo, haciendo que la zona se empape de una manera rápida.

— Mi-Mina, no f-frenes... ~ — Gimió mientras sentía que estaba en el mismísimo paraíso. Mina al escuchar con la dulzura que la nombró, empezó a hacer más movimientos con su lengua; fue una completa perdida de control. Le abrió un poco más las piernas y comenzó a pasar la punta de sus dedos en su entrada mientras seguía lamiendo. — J-joder Mina...

Con sus dedos separó los labios de la intimidad y comenzó a penetrarla con delicadeza, pero luego de algunos gemidos más, Mina se volvía a descontrolar y sus movimientos iban aumentando la velocidad mientras que habría más gemidos y arqueadas de espalda de por medio.

Los dedos húmedos de Myoui entraban y salían hasta que por fin, Chae-Young hizo un último gemido; habría llegado al orgasmo. 

Mina se recostó en el pecho de Chae-Young y sonrió satisfecha al ver que hizo disfrutar a su chica. Ésta otra empezó a acariciarle sus cabellos mientras trataba de recuperar el aire, y luego de unos minutos, se dio cuenta de algo bastante importante a la hora de tener sexo.

— Minari, y-yo... No te he toc-...

— No es necesario. — Le interrumpió seca, sabiendo perfectamente que es lo que querría decir Chae-Young. — Disfruto a mi manera...

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