lovers
Metí la ropa que me quedaba por guardar en la maleta que llevaría conmigo, vi alrededor del cuarto tratando de recordar si me faltaba algo.
Ya tenía todo empacado.
Cerré la maleta y fui a la sala, me despedí de Carlos y Sebastián, seguían nadando en su pecera como si nada, un amigo vendría para alimentarlos y también para regar las plantas.
Me subí al coche y lo prendí, salí a la calle, rebase a toda la gente que caminaba con la ropa húmeda, unos se sacudían el cabello y otros sus paraguas.
20 minutos después, estaba enfrente de su puerta, era la única de un rojo brillante entre las demás verdes y azules.
Dudé en tocar pero habíamos acordado hacer esto, Rose respondió a la tercera.
Tenía puesto un vestido corto de color negro, encima tenía una chaqueta de mezclilla con varios parches que le gustaba coleccionar, y su cabello le caía por los hombros.
Nos saludamos y pude notar que con una mano sujetaba su maleta café.
—¿Lista?
—Sí.
Agarré su maleta y ella dudo en dejarme llevarla hasta la cajuela, la soltó y apenas pude escucharla agradecerme por hacerlo.
Estaba nervioso, siempre provocaba ese efecto en mí.
Subimos y nos quedamos ahí sentados en silencio.
—¿Qué quieres escuchar? —la miré para encontrarla jugando con uno de sus cabellos y con la vista en la ardilla que pasaba corriendo por su entrada.
—No sé, ¿tú qué quieres escuchar?
Antes haríamos lo mismo pero seriamos más intensos y reiríamos al discutirlo.
—Para mí está bien lo que tú pongas —le pase el cable para que conectará su teléfono y la música reemplazará el sonido del motor.
Me hizo caso y acabó con la discusión que nunca empezó.
En lo que ella decidía que poner, yo ahora conducía el coche y la miraba de reojo, esperaba pacientemente que algo se escuchara por las bocinas.
Segundos después, por fin se decidió y ya no había silencio.
—Por un momento pensé que no escucharíamos nada.
—Sabes que es de ley que pongamos música en nuestros viajes en carro —me sonrió tímidamente, la podría ver por más tiempo pero tenía que conducir así que volví mi vista al frente.
íbamos a media playlist y salimos hacia las afueras de la cuidad.
Su gusto musical no había cambiado nada.
De vez en cuando platicábamos pero no por tanto tiempo porque nos concentrábamos en la música.
Siempre sería algo que nos conectaría.
Rose tenía una banda que tocaba shoegaze y dream pop, ella era la bajista, una noche un amigo me había invitado a salir y acabamos yendo a un bar donde ellos se presentarían.
Ya como llegamos algo tarde, nos perdimos a las dos bandas que habían tocado antes.
Recuerdo cuando salió al escenario y sonreía nerviosa a la audiencia, en un momento hicimos contacto visual y por una razón desvíe la mirada.
Durante todo el show me era imposible no verla, tenía una voz hermosa y sus movimientos eran muy sueltos y naturales al tocar, aunque al principio apenas se movía por los nervios.
Fue un reto sostenerle la mirada cuando ella veía hacia nuestro lugar, trataba de acomodarme en mi asiento y darle un trago a mi bebida, no es que me sintiera incómodo, simplemente me inquietaba.
La noche pasaba y disfrutaba mucho de su música, también pensaba que ella era muy guapa.
Tenía ojos claros y su estilo me hacía recordar a los 70's, me encantaba.
Media hora después, ella y su banda tocaron su última canción y se despidieron.
Yo me sentía complacido porque había conocido a una nueva banda que me gustaba, también me inquietaba pensar que tal vez se quedarían para tomar algo.
Y acerté, los escuchaba celebrar en una esquina del lugar, cerca de la barra en donde estábamos.
Rose reía y chocaba su vaso con su banda, se divertían y yo trataba de mirarlos disimuladamente, no quería que pensaran que era un tipo raro y chismoso, pero tal vez fallé porque ella ahora se acercaba a la barra.
Will había ido al baño porque al parecer, el almuerzo que tuvo horas antes no le había caído bien.
—Otra Stella, por favor —le pidió al chico del bar y ella dejó su cerveza vacía en la barra.
Creía que el lugar se encogía y también mi interior, la presión de no hacer algo tonto delante de ella empezaba a llegar, me puse tenso y Rose se dio cuenta.
—¿Mi banda es tan mala? — se acercaba más a mi y yo como veía al frente, ella se inclinó en la barra para que pudiera ver su cara—. Se supone que te tiene que relajar.
Si ella cantaba bien, y ahora que la escuchaba usar su voz normal, me daba un sensación diferente, aunque aún pensaba que sonaba igual de hermosa de las dos maneras.
Podía decir que mis oídos habían escuchado lo mejor de dos mundos.
—No, en realidad, me gustaron mucho —trate de responderle rápido y mirarla para que me creyera y mostrarle que estaba interesado en mantener una conversación—. Tienen canciones muy buenas, ¿tú las escribiste?
—Sí, sabes, escribía todos los días y en uno de esos, me di cuenta que tenía tantas canciones que necesitaban ser escuchadas y pues empecé este proyecto hace poco —desvío la mirada hacia el escenario donde ahora subía la próxima banda—. Y me sorprendió ver que a la gente le gustaba y lo apoyaba, así que empezamos a hacer más presentaciones.
—Es una casualidad que yo viniera aquí sin saber que vería a una banda como la de ustedes, seguramente volaron las cabezas de los demás al igual que la mía al verlos tocar en vivo —me acomode en el banco, y ahora en vez de girar la cabeza para verla, estaba sentado viéndola de frente.
Ya que la tenía cerca, me fijé en sus pecas y en sus ojos, parecían ser verdes pero no estaba seguro, era uno de esos colores que podrías decir que es uno pero al siguiente minuto pensarías que es otro.
—¡Vaya! Me da mucho gusto saber que pienses así de nuestra música —lo dijo antes de agarrar la nueva cerveza que le ofrecía el chico y le agradeció—. Por eso lo seguiremos haciendo.
Rose me contó más de ella y su banda, había aprendido a tocar el bajo desde que era una niña y conforme crecía, experimentaba con su instrumento y trataba de escuchar de todo, aunque la música rock era su preferida, salía y entraba de bandas cuando era adolescente hasta que se sintió cómoda con una y se quedó en esa por un tiempo.
Habían hecho giras y presentaciones exitosas en varios festivales, les fue bien pero después de tanto, decidieron tomar un descanso y no porque ya no tenían química y ya no se entendían bien musicalmente, solamente empezaron a tener diferentes intereses y proyectos.
Rose viajaba con otras bandas como manager y a veces, tocaba con ellos si lo necesitaban, iba a diferentes lugares y ella claramente se inspiraba, al acabarse las giras y el trabajo de planificar, regresó a casa y tenía miles de canciones escritas.
Y aunque estaba sola en su sala y sin nada que hacer más que ver hacia la ventana, eso igual le servía para seguir escribiendo.
Tenía que hacer música, por eso, empezó a componer y salieron varias canciones que le gustaban, las tenía que grabar, tenían que cobrar vida.
Y así nació su proyecto que tuve la suerte de escuchar esa noche.
—Por cierto, no te he dicho mi nombre —se llevó la mano a la boca para demostrar lo avergonzada que se sentía y tapar sus mejillas con un tono rosado—. Me llamo Rose Wells.
—Adam Johnson —una sonrisa apareció en mi rostro, quizás fue porque hicimos contacto cuando nos saludamos y nuestras manos se juntaron y sentí lo suaves que eran.
—Un gusto en conocerte, Adam.
—Yo digo lo mismo.
Se me revolvió el estómago, sí, ya sé que no se oye bien pero era una sensación que no sabia describir y no había tenido en mucho tiempo.
Solamente sabía que significaba algo bueno y que no debía de pensarlo tanto.
Nos sujetamos las manos por no sé cuantos minutos hasta que la banda empezó a tocar y nos dimos cuenta que nuestro saludo ya había tomado mucho tiempo.
Rose reía y tomaba de su cerveza y yo la miraba hacerlo hasta que dirigió la vista al escenario y yo hice lo mismo.
Recuerdo que platicamos hasta muy tarde en ese bar y después fuimos a su casa, pasamos toda la noche juntos.
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