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Lo primero que hizo JiHoon al escuchar la explicación de su padre omega ante la visita de aquel hombre, fue correr a su habitación asustando a los mayores.

—Yo... —balbuceo el alfa sin saber que decir ante aquello—. ¿Él se lo tomó mal?

Jimin sonríe enternecido ante el desconcierto de su alfa y se acerca a él dándole un abrazo.

—No lo creo, él ansiaba conocerte. Hay que darle tiempo, cariño.

Soltando un suspiro, el alfa se deja envolver en los cálidos brazos de su pareja. Había extrañado demasiado estar de esa forma, pero lo que más ansiaba era sentir el aroma a Jazmín de Jimin.

Estaban tan sumidos en aquel afecto que cuando unos brazos pequeños envuelven sus piernas, se asustan de sobremanera. Pero, al escuchar la risa del pequeño, no se preocuparon de que fuera algo extraño.

—¿Papá? —llamó el pequeño al mayor de los dos adultos. En sus manos llevaba dos sobres, aquellos que eran destinados a su padre alfa— Son para ti.

Yoongi, sin decir nada, toma los sobres y piensa en abrirlos, pero es detenido por las manos de su hijo.

—No, ahora no.

Y haciendo caso, guarda los papeles en el bolsillo de su traje y, poniéndose a la altura de JiHoon, le sonríe y lo abraza como tanto había deseado desde que tuve que irse.

[...]

Pasaron unos meses y adaptarse a aquel cambio les fue un poco difícil; Jimin con su pequeño, acostumbrados a la soledad de ser dos personas, les resultaba un poco complicado y tedioso sentir el aroma a alfa, al igual que para el omega, comenzar a soltar de su aroma.

Pero, luego de hablarlo, en una pequeña salida en familia, decidieron que por el momento sus aromas no estarían tan presentes. Además de que intentarían forjar un lazo de familia, pero más entre Yoongi y JiHoon, quienes eran los que en sí, no tuvieron mucha relación entre padre e hijo.

Ahora, estando en aquel descampado, pasando la tarde entre pareja (JiHoon estaba en clases), alfa y omega se ponían al día con todo lo ocurrido en esos años que estuvieron alejados.

—Era todo muy irreal, JiMinnie, gracias a el general Kim pude librarme de muchas injusticias.

El susodicho, recostado en el pecho de su alfa, deja pequeñas caricias por el torso de éste.

—No sabes lo mucho que te extrañé, omega —murmuró con la voz ahogada, abrazando más a su pareja. Soltando de su aroma para marcarlo, como cuando lo hacía cuando tenía problemas con su lobo—. Te amo mucho, cariño.

—También te amo, alfa —. Decir aquello sin sentir su voz romperse, fue un gran avance para él. Siempre que se lo decía al aire con esperanzas de que su voz llegara a los oídos de Yoongi, ésta solía fallarle.

—¿Cuando dio sus primeros pasos?

Sonriendo por lo lindo que sentía al ver la curiosidad de Yoongi por querer saber sobre su pequeño, sabía que a muchos alfas no les importaba aquello y ver que al suyo si, hacía que aquellos sentimiento reprimidos quisieran salir.

—A los once meses comenzó a querer ponerse de pie, pero lo logró al cumplir año y medio.

Contestó sonriendo por el recuerdo, escondiendo su rostro en el pecho del mayor; aquel día, había sido uno muy horrible y ver a su pequeño querer llegar a él, le había mejorado tanto el día como su humor.

El pasar de las horas se hizo presente a medida que aquella conversación avanzaba, logrando que aquella unión que había forjado durante toda su vida, comenzara a fortalecerse.

Y con ello, siendo por fin una familia como tanto habían ansiado, los años pasaban, logrando que alfa y omega junto a su cachorro, crearan recuerdos y momentos preciosos.

Al fin y al cabo, haber esperado en aquel descampado con esperanzas, le había servido para traer a su alfa; sin importar las lágrimas que derramó, las veces que intentó rendirse y las disputas que tuvo con su omega. Park Jimin no se arrepentía de nada, su vida ya estaba completa. No necesitaba más.

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Fin.