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13 y 15 años.

Sentado ocultando su rostro entre sus piernas llorando en silencio en el suelo de aquella calle vacía se encontraba el omega. Su lobo aullaba en tristeza, llamando a su alfa.

Hoy, luego del colegio, tendrían una cita y como siempre se verían en el callejón detrás de la casa de la señora Kang. Pero, tras pasar tres horas, nadie más que el omega Park se había presentado.

—Estúpido, estúpido, eres un estúpido —. Murmuraba con impotencia entre el llanto.

El ruido de pisadas rápidas hace que levante la cabeza, ve al alfa Min con un ramo de rosas en su mano izquierda y una mirada arrepentida.

Vuelve a esconder su rostro y llora aun más; su lobo estaba ofendido y triste, a pesar de que pedía el consuelo del alfa.

—Jiminnie... yo, lo siento. Perdóname, por favor —pidió arrodillandose frente al menor, dejando el ramo en el suelo—. Por favor, mírame...

—¡Vete! Ya es tarde, vete. ¡No te quiero ver, mentiroso!

Aquel grito les dolió a ambos, el llanto no cesaba. Sus latidos se encontraba sincronizados, ambos con el corazón al borde del colapso.

—¿Acaso te resultó gracioso? ¿Es por qué era una broma? ¡vete! ¡vete y no vuelvas, no me busques! Solo vete...

Había dicho aquellas palabras tomando el ramo y golpeando al alfa con este, aunque ante lo último ya se había detenido y lo dijo con la voz entrecortada.

Era un iluso al pensar que por fin tendría el amor de un alfa, su prima se lo había advertido... fue su culpa en no creerle.

—Por favor, Jiminnie... escúchame, ella me retuvo, hice lo que pude para sacarla de encima —habló agitado, desesperado por que el omega lo viera. Él lo ama, desde que se vieron por primera vez a los seis y cuatro año de edad—. No estoy bromeando, ni me parece gracioso. No estoy jugando con el omega que amo...

[...]

16 y 18 años.

—Hay que casarnos... —murmuró el omega acomodándose en el pecho de su alfa.

Recibió una pequeña risa del alfa, pero éste enseguida soltó un pequeño jadeo por el dolor al golpe que Jimin le había dado a juego.

—No te rías, bobo, lo digo enserio...

—Lo sé, Minnie... ¿qué dices si lo hacemos en una semana?

—¡Sí! Estoy seguro que el padre Jung nos dará su bendición y Irene noona junto con Seulgi irán como las invitadas especial.

Luego, comenzaron un dulce y corto beso con cariño, haciendo que aquel sentimiento cálido en sus pechos se haga más intenso.

—Te encantarán los anillos, mi omega~

—No importa si solo es un hilo, estaré orgulloso y feliz de mostrarle y llevarla a todos lados, alfa

Realmente ese amor que se tenían era uno verdadero, a pesar de no tener la aprobación de sus padres, ellos estaban demasiado felices con tenerse el uno al otro.

Ya casi eran adultos, por lo que conseguir más dinero se les facilitaría. Claro, esa felicidad solo les duraría dos años...

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