El Gran Jardín
Todo comienza en la ciudad de Inglaterra, con la Princesa y el Mago más poderoso de toda la historia, aquella princesa que se encontraba bajo la tutoría del Mago para que ella se volviera en no un lejano futuro, la Maga más fuerte de todas las Princesas conocidas.
Pero algo ocurre, algo que arruina los planes del Rey y la Reina, ninguno de los dos tenía en sus planes que el Mago se enamorará de la pequeña Princesa, o que el corazón de está lo aceptara. El Rey sabía que no podía enfrentar a un Mago tan temido, así que, contrata al hermano del Mago, para que le ejecute. Al ser el menor, sabían que se podía hacer mucho más fuerte, por lo que le piden a él que lo entrene junto a la Princesa, la cual se termina fijando en él el cual por igual no ignora su evidente belleza.
Pasado un largo tiempo, mandan al Mago a una misión, lo que a su favor le tomaría mucho tiempo y una distancia prudente de la Princesa.
A su hermano menor lo mandan a donde él ya pasado un largo tiempo más. Pasado tal plazo, no reconocería la falsa identidad del Mago ni recordaría a dónde fue. Para ellos todo estaba muy bien calculado, pero, no sale como desean al menor terminar asesinado y, el Mago queda muy enojado con el descubrir que era su hermano. Estando ambos enmascarados no se podían dar cuenta de a quién se enfrentaban, contando la poca iluminación. Cerca del final puede escuchar lo que le dice su menor, descubriendo que es mandado por la realeza.
Muy enojado el Mago, se dirige al castillo con la cabeza de su menor en mano. Justo llegando se da cuenta que su Princesa estaba siendo casada con un desconocido Príncipe, su enojo aumenta más y la maldice. Antes dirigiendo a ella unas cuantas palabras en la que incluía que, por su culpa asesino a su único pariente, porque su familia era un linaje de Magos, al nacer muchos intentaron asesinarlo.
No le permite a la Princesa contestarle.
La razón se debió por contener una rara pero grandiosa capacidad para retener una majestuosa cantidad de poder, y una rapidez para captar, memorizar y soltar hechizos. Aparte de que creaba muchos encantamientos muy difíciles de realizar, desde una corta edad, superaba a Magos de muy alta capacidad. Por eso y más se fue destacando al punto de que Reyes, y otros linajes poderosos lo querían y al oponerse tanto su familia como él, lo quisieron muerto.
El Señor Mago lanza la cabeza de su hermano al regazo de la Reina, para luego pronunciar la maldición de la Princesa llamada... La Rosa Negra... Y les dice:
—Cuando el último pétalo de la flor se convierta en negro y caiga, ella morirá —concluye tirando una rosa a las manos de la Princesa.
Ya habiendo pasado unos días, se dirige en una noche lluviosa la Reina a la vivienda del Mago que se encontraba por un bosque, para rogarle, que le dijera cómo podía salvar a su hija que se encontraba en cama. Pero él le contesta:
—Reina, a venido hasta aquí en vano, porque sabe que no se lo diré.
Ella le confiesa que la Princesa estaba siendo casada a la fuerza que aún le amaba.
Su corazón se retuerce con eso cantado, pero se mantiene firme para comentar:
—Es imposible que, aunque sea ahora me ame, yo le he lastimado, así que, para poder salvar a mi Princesa, debe encontrar al caballero que consiga llamar su atención.
La Reina muy preocupada le pregunta: —¿Pero Sr. Mago, qué pasa si no lo consigo?
Él le contesta: —Tiene hasta que todas las rosas de su jardín se vuelvan Negra, y sus pétalos caigan, si eso pasa... Mi Princesa, morirá.
La Princesa se lo pasó viendo a Príncipes hermosos, Caballeros formidables, incluso a Brujos conocidos entre la realeza, pero lastimosamente ninguno captaba la atención de la triste Princesa. Excluyendo a uno, uno que era Criado, que con algo de humor malo le saco varias sonrisas. Igual, no fue suficiente, muchas de las rosas del jardín se pusieron Negras, el Rey estaba tenso, la preocupación invadió a todos los del castillo; incluyendo a las Criadas y a los Guardias.
Desde lo lejos, el Mago observaba la situación de la Princesa, pues no comprendía su situación.
El Rey no aguanta más, a pesar de ser consciente de no poder contra el legendario Mago, tampoco planeaba quedarse a ver cómo su querida Princesa moría. Se fue colocando su armadura, ordeno que llamen a sus mejores hombres de combate, planeaba ir por la cabeza del aquel Mago que llego a ser de su máxima confianza y pasa tristemente, a su traidor.
La Reina supo gracias a las criadas lo que pensaba hacer su Rey, por lo que fue y puso frente en suelo y le dice: —Mi Rey, por favor... No lo haga, no haga nada imprudente, se lo suplico.
Esté la mira y contesta —Lo siento mi Reina, sé que nunca e ignorado ninguna de tus advertencias, pero no puedo permitir que nuestra hija continúe así.
—¡Aguanta un poco más!... Por favor —en lágrimas le ruega su amada mujer.
Se arrodilla el hombre y le abraza, derramaran lágrimas juntos, pero igual no cambia de parecer. Ella toma su capa en llanto y sigue rogándole, pero no le escucha.
Justo en la salida del castillo, ahí saliendo, le llega el aviso de que la rosa de los aposentos de aquella Princesa, le quedaba un solo pétalo.
El Rey cae al suelo llorando, su Princesa iba a morir, tan solo podía pasar por su mente el "por qué" una y otra vez. Queda perplejo cuando su mirada se encuentra con la del Mago, que llevaba pura seriedad en su rostro.
—La salvaré... Pero, se tendrá que venir conmigo —son esas sus firmes palabras, su mirada estaba justo con la del Rey.
Que sin titubear le contesta —¡Nunca!
La voz de la Reina se interpone diciendo— ¡Mi hija! —llorando desde a un lado de la cama.
Ambos hombres corren a donde se encuentra y la ven rodillas en suelo abrazando a la joven, gritaba con todas sus fuerzas mientras le tomaba una mano, se veía un corazón destrozado. El Mago ni lo piensa tan solo formula el encantamiento a la flor:
—Renace a como un fénix, surge como una bella rosa, una rosa tan roja como la sangre que recorre el cuerpo lleno de vida y salud...
Esta rosa toma un bello rojo, pero la Princesa no se mueve ni un poco, lo que llena de preocupación a todos. Él se acerca a ella, la Reina se echa a un lado para así él poder tomar la mano de la Princesa y está despertar. Los dos se ven, sus labios se tocan, su alrededor cambia por un jardín lleno de rosas, rojas, tan rojas como la melena de ese Mago fornido y la vida de aquella Princesa que consigo yacía en el jardín con ya no unas rosas tenebrosas.
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