C7: Cuadros de vagabundos y bailarinas.
Existe la posibilidad de que el arte sea una ciencia o que la ciencia sea arte, sea cual sea el caso, ser artista seguramente te cuesta vender hasta el alma
—Alexis De Las Rosas
ALEXIS:
Veo los boletos sobre el tablero, no me he atrevido a verlos otra vez. No desde que llegó el segundo hace dos semanas a mi puerta en un sobre, solo con un nombre escrito con una letra que se me hizo conocida, al principio pensé que me estaban siguiendo o que ya estaba teniendo delirios causados por algún tipo de demencia.
No obstante, tuvo sentido luego de que su nombre apareció en mi buzón del correo.
Los revisé una y otra vez, los comparé, solo por si era un chiste con el que querían dejarme un mal sabor de boca. Aunque eran idénticos y muy reales, me quedé con el mal sabor de boca. Me quedé con una imagen de ella muy similar a la de las publicidades repartidas por toda la ciudad y el internet.
Me quedé con una imagen que desearía enmarcar en mi pared.
En ese momento, solo los guarde aquí, los guarde para olvidarme de que ya había comprado uno, de que tal vez ella espera que vaya o que tal vez, todo esto, solo sea por cortesía.
Los guardé, porque por un momento estuve seguro de lo que iba a decir y luego todo se desvaneció lo suficientemente rápido, como para dejarme en blanco.
Ahora no estoy seguro de que deba decir, si es que llegó a verla.
SEIS AÑOS ANTES...
Las paredes son de color blanco, un blanco tan blanco que en vez de ser blanco parece ser del color de la luz si tal cosa es posible, un blanco lo suficientemente blanco cuando le pega la luz tiende a reflejarlo y encandila los ojos, un blanco tan blanco que es cortado por una línea de color verde por el centro, que así vez es cortado todo por el metal de las ventanas de las puertas.
No sé si existen un blanco tan blanco que no se distinga entre las paredes y el techo, uno que sea tan blanco que logra hacer el aire más frío, lo suficiente como para lograr sentir el aire entrando a los pulmones.
Un blanco que en ni siquiera en las noches pasa a ser negro a veces por las noches, solo con la intención de asustar los trabajadores nuevos, es cortado por gritos y alaridos.
El color blanco de unas paredes que suena hasta poético, pero solo serviría si me hubiera tocado el tema que Franklin le dio a Kathia.
¿Cuál es la diferencia de describir el blanco de las paredes de un hospital psiquiátrico y las paredes de este lugar?
Se supone que debería ser más sencillo de lo que está siendo describir las paredes de mármol, sin que suene vago y con gran carencia de emociones. Ni siquiera se ve involucrada la intención de que roce mínimamente lo poético y mucho menos que la descripción de unas paredes se vuelva la próxima obra maestra literaria.
La música llena el ambiente y las notas altas de los violines rebotan con fuerza en las paredes, casi con la misma fuerza con la que se escuchan los pasos y las caídas de los saltos de los bailarines. La mayoría, si no es que todos, los bailarines parecen mirar a la nada, no miran el espejo que tienen en frente y mucho menos miran a las paredes.
Tal vez esa sea una buena descripción para este lugar: la nada, repleto de oro, mármol y excentricidades lo suficientemente caras como para vivir una buena vida sin mover un solo dedo.
El profesor dirige y dice palabras en francés, o lo que creo que es francés, como disco rayado; pero cada orden parece ser y funcionar de manera distinta.
«Debí tomar las clases de francés que mamá me ofreció, hubiera sido buena inversión a este punto. »
El hombre me mira, me observa y me analiza, a tal punto que creo que quiere tragarse mi alma, y que creo que está elaborando alguna clase conjuro sobre mi persona; aprecio mucho mi alma por lo que aparto la vista con rapidez y me vuelva enfocar en el papel.
Hostil y roba alma.
Esa sería una buena descripción general para el lugar.
La música se detiene siendo remplazada por el sonido de las respiraciones agitadas en conjunto, junto a los conjuros en lenguas extranjeras no muertas que pasan a ser murmullos de lo que les falta por hacer, de dónde se van a ver o si van a comer algo.
El hombre se despide con un "buenas tardes" luego de recoger sus cosas y yo corro por alcanzarlo, porque después de casi robarse mi alma, creo tener derecho a hacer una pregunta.
—Disculpe, ¿puedo hacerle una pregunta? —indago de antemano, para no verme entrometido e inoportuno, a pesar de que en realidad es más una petición que a una pregunta. No parece agradarle mi petición, y aunque el cabello no habla, las canas y su expresión lo dicen todo por él, pero me niego a perder esta oportunidad—. Prometo que será rápido.
—Adelante —contesta finalmente.
—¿Cómo describiría usted este lugar?
Parece pensar la pregunta un segundo, solo un segundo en el que no parece querer tragarse mi espíritu, segundo en el cual comienzo a preparar mis plegarias por mi alma.
—Auténtico —responde y se va dejándome sin una respuesta que tenga un sentido completo.
¿Cómo se describe este lugar como auténtico?
Auténticamente sofocante, auténtica tensión, auténtico excentricismo y malgasto de dinero con cosas poco prácticas. Esas podrían ser opciones
¿Pero auténtico? Solo auténtico, quizás sea demasiado vaga.
«¿Por qué no me pudo tocar las enfermedades mentales? Ir a un psiquiátrico, a pesar de no fuera un hospital para personas con problemas severos, sería mucho más entretenido»
—¿Te vas a quedar allí?—la voz de Candance me recuerda que estoy en la mitad de la puerta y que por más que quisiera quedarme pensando lo maravilloso y fascinante que sería estudiar cualquier otro tema, tengo que volver.
Solo queda Candance en el lugar, acompañada por el eco de mis pasos; sin embargo, es sorpresa porque cualquier cosa hace eco en el edificio, incluso el silencio. Ella se pasa la mano por el cabello antes de sentarse en la banca, y yo la acompaño porque seguir mirando el espacio me marea.
—¿Cómo describirías este lugar?
—¿Qué lugar?—inquiere antes de tomar u. trago de agua y tragar—. Creo que habras notado que el edificio es inmenso.
—En general, ¿cómo describiría el edificio?—reformulo, mirando mis notas, en donde las palabras que adornan el papel son "hostil" y "roba almas"— Le pregunté a tu profesor, pero únicamente me contestó con auténtico—le comento, y ella me escucha con atención—; no obstante, esto es lo menos auténtico que existe, puedo apostar que a más de uno lo han empujado por las escaleras "accidentalmente" en una "pequeña" discusión.
Todo queda en silencio, o lo que intenta serlo, no me mira solo mira el espejo en frente de nosotros y quisiera saber en qué está pensando, si está pensando la pregunta o si ni siquiera planea contestarla.
—Podría describirlo como arte —Su voz es suave, sin embargo no titubea al contestar.
—¡Eso es aún peor Candance! — le contento volteando a verla, pero su mirada sigue en el espejo, parece divertirle que yo esté a punto de arrancarme el cabello por no saber describir un lugar. ¿Cómo no voy a poner describir un lugar?—por menos con auténtico puedo decir que te siente la tensión y las ganas de empujar a la gente por las escaleras o cortarle los cables a un ascensor.
—¿Qué es para ti el arte? —me pregunta, y no tengo una respuesta clara para eso—. Ese quizás, sea un bien punto de partida.
«¿Qué es el arte?»
Conociendo a Candance podrían ser muchas cosas, como podría ser una sola.
—Las pinturas, el baile, la música, tal vez... —especulo dejando las hojas de lado.
—Esas son manifestaciones artísticas—aclara, tirando mis ideas por un ducto—. Ve un poco más allá de lo obvio.
—Entonces, ¿qué es el arte, Candance?
—Es mucho más que sus materiales, más que un paso o un ritmo...— No sé qué tiene que ver el espejo con las respuestas que pueda llegarme a dar; mas, su mirada sigue en el espejo, atenta a cualquier movimiento. No obstante, si el espejo es el que le da las respuestas, quiero dos en tamaño de viajero —. Es más que la suma de piezas, es más que cualquier definición que pueda llegar a darte...
—Con eso no puedo describir...—le recuerdo lo obvio. Tal vez en el intento milésimo de decirme que esto no es absurdo.
—Jamás te he dicho lo que es, si no lo que puede llegar a ser Alexis —su voz sigue suave y roza con querer hacerse más pequeña y desaparecer en un susurro, como si lo que me estuviera diciendo fuese un secreto federal—. Además, tu trabajo describirlo, no el mío.
No tengo la intención de hacer más preguntas al respecto, porque probablemente, si es que me contesta, será un acertijo y no tengo las ganas de descifrar algo de lo que no tengo la menor idea. El silencio me abruma, y la pregunta junto con su respuesta se repite una y otra vez. Tal vez es el intento de decir que una buena definición sería "lleno de arte" o quizás algo como "lleno de influencias artísticas que recuerden lo hostil que es el mundo".
Candance armaría seguramente una opción muchísimo más refinada rozando, a lo mejor, lo poético.
Yo me iría más por la segunda opción.
—Creo que debimos comenzar mejor por lo que es el arte en sí mismo—comenta, rompiendo una vez más el silencio, aunque no sé si estoy de acuerdo con su idea—, así, después irnos al ballet, y no ponerte a bailar de una sola vez.
—¿Hasta ahora lo notas?
—No estoy diciendo que lo que hizo la señorita Laponite estuvo mal —aclara, pero no me explica por qué le causa gracia—. El único error fue el orden.
—No me estás queriendo decir que tengo que volver a bailar ¿verdad?, porque yo quiero conservar mi dignidad Candance —le pregunto, casi a punto de agarrarme de la banca, no estoy dispuesto a tener que volver a bailar.
«O bueno, lo que me queda de ella»
—Tal vez, es una posibilidad que veremos a futuro—contesta, encogiéndose de hombros sin darle mucha importancia a lo que potencialmente, podría causar mi deceso de este mundo—; porque supongo que en tu informe tienes de mostrar pruebas.
—Para eso es la entrevista.
—Yo estoy sugiriendo evidencia fotográfica de forma que...
—De forma que nada —la interrumpo antes de que tenga que oportunidad de terminar la obscenidad que intenta decir—. Te agradeceré eternamente que no vuelvas a repetir eso, por favor, que al diablo se le llama con las palabras. Y Franklin lo ve y lo oye todo, así que abstente de decir barbaridades.
—Como quieras, pero ya lo dije.
—Para seguir completando lo desgracia por su puesto.
La veo hurgar en su bolso, en donde seguramente tiene un cuchillo que usará para amenazarme y arrastrarme hasta el sótano del edificio o para bailar, en ambos casos sería una condena de muerte una más dolorosa que la otra. Pero, sorprendentemente, lo único con filo que saca son hojas impresas y libros.
—¿Para qué son?
—Supuse que necesitas información, y allí está —justifica mientras cierra su bolso—, yo te daré un resumen de la historia del ballet, lo más importante; empero, te sugiero que leas los libros.
—Prefiero que me arrastres hasta el sótano y me cortes con un cuchillo de mesa, si no es mucho pedir.
Mi mirada se muerde en el espejo, que puede que tenga más respuestas de las que en realidad yo tengo, aunque a lo mejor deba vender mi alma, para poder atravesarlo y obtener las respuestas, por qué no entiendo por qué me prestaría sus libros.
«No existe ni una sola razón para que me preste sus libros»
—Puedo darte una pequeña introducción al arte, pero no voy que contarte la historia completa, para eso debiste prestar atención las clases de arte o historia —comenta, pero no me interesa eso— ¿Estás escuchando lo que te digo?
«¿Por qué me prestas tus libros?»
Seguro es una broma.
—Déjame ver si entendí ¿me estás prestando tus libros? —pregunto, antes de siquiera pensar en tocar alguno de los libros que reposan acomodados en medio de los dos.
—Te agradezco cuides mis libros con tu vida y que me los devuelvas en perfectas condiciones—contesta, tomando las hojas para darles un vistazo rápido—, lo más pronto posible, por favor.
—Es decir que me los estás prestando ¿de verdad me estás prestando tus libros? ¿No los llenaste de veneno antes? —pregunto una vez más buscando ratificación de lo que me está diciendo, porque la muerte de en una mazmorra suena aparentemente mejor que morir intoxicado.
—Tómalo o déjalo —sentencia estirando las hojas.
—Gracias Candance.
La veo tomar su bolo y levantarse, y sé que tengo que seguirla. Me limito al silencio mientras intento guardar sus libros con cuidado de que no se doblen las esquinas dentro de mi bolso; y para cuando levanto la vista las pinturas en las paredes se hacen más frecuentes, aunque aún no tengo idea de a dónde vamos, para variar.
—El arte es definido como es la capacidad que tenemos los seres humanos de representar, en forma general, nuestra visión del mundo. Es decir, nuestra percepción, sentimientos y emociones acerca de algo—explana cuando me camino a su lado—. Por ejemplo, en la edad de piedra lo más común eran formas simples con líneas simples que representaban su estilo de vida nómada, en donde lo más importante era la supervivencia.
—Entonces Rembrandt veía a la gente como indigentes, porque la mitad de sus pinturas son de gente que parece vagabundo —acoto sin mucha importancia.
Candance se detiene en el acto.
Yo me detengo un poco más adelante, dándome cuenta de lo que acabo de decir.
«¿Tanto me cuesta quedarme callado?»
Se acerca y puedo sentir sus ojos en mi cara esperando a que diga algo más, lo único que puedo hacer es tragar, quedarme callado y mirarla esperando a que diga algo. No parece sorprendida, luce más bien intrigada; sin embargo, el que levante una de sus cejas y la picardía que adorna sus ojos, es divina, pero me asusta.
—Es solo un tal vez—me excuso, tratando de enmendar mi error.
—Es, quizá, una posibilidad—dice antes de darse la vuelta y continuar su caminando—Aunque creo que ya es muy tarde para preguntarle a Rembrandt.
En silencio caminamos por los pasillos, pasando son tras salón, cuadro tras cuadro, dejando estatuas de gente que quizás vaya a mencionar. No sé si planea llevarme los comienzos del tiempo o si quiere llevarme al futuro del arte, no obstante quizás la respuesta a mi pregunta tenga nombre y Apellido.
Quizás esa sea la diferencia entre el psiquiátrico y la academia: Un nombre.
Porque es un lugar que de seguro, de no estar muero, le encantaría pintar a Edgar Degas. Tal vez sería su paraíso en la tierra.
...
Respiro profundo y buscando más aire de donde no hay tomo una de las entradas.
No sé qué es lo que tengan planeado hacer después de que termine el espectáculo, pero yo podría jurar que son coleccionables.
De lo que puedo estar seguro es que si Edgar Degas, estuviese vivo, estaría encantado de pintar a Candance y yo estaría encantado de tener ese cuadro en mi pared.
Candance pudo haber sido parte de una pintura de Edgar Degas sin problemas.
Definitivamente, hubiera sido una pintura excelente.
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