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Capítulo 2

Al llegar a la secundaria Valeria ya está esperándome en la entrada, sentada en la banca junto a Esteban nuestro amigo.

—Buenos días friends —saludo sonriendo y sentándome a su lado, mi mochila la coloco en mis piernas.

—Hola Nel, pensamos que ibas a llegar tarde —me dice Esteban mirando su reloj.

¡Ay que exagerados! faltan 5 minutos para que suene el timbre, si hubiera llegado tarde sería por culpa del tráfico del D.F no mía.

—Llegue justo a tiempo, ya saben cómo es mi hermano no sale de su cuarto hasta que está bien arreglado y perfumado para ir a la prepa —respondo.

 Suspiro al pensar que Lalo estará con Damián en la preparatoria. Que envidia.

—Que suspiro Nel ¿En quién estarás pensando? —se burla Valeria.

Justo cuando estoy por contarles mi sueño romántico me interrumpe el timbre, renegando vamos hacia nuestro salón. Después de lo que parecen ser mil horas haciendo el examen de matemáticas por fin termino de responder los ejercicios tan difíciles, te odio álgebra. Espero sacar por lo menos un 8 de calificación para que mi mamá no me castigue.

En el receso estoy con Valeria, Raquel y Esteban en la banca platicando sobre que respondimos en las preguntas y comiendo galletas de chispas de chocolate.

—Cuéntales que te enamoraste ayer Nel —dice Valeria riéndose, veo como Esteban abre los ojos sorprendido.

Se supone que era un secreto pero Valeria ya abrió su bocota.

 —Creo que estás exagerando un poco Vale, sólo me gusta, ustedes no lo conocen, no es de aquí de la secundaria; es amigo de mi hermano y es guapísimo.

—¿Entonces ya no te gusta Fernando? —pregunta Raquel con leve entusiasmo.

Fernando es el típico niño el cual le gusta a todas, sus ojos azules y su cabello rubio siempre llama la atención.

—No, si te gusta puedes quedártelo —contesto viendo al rubio a lo lejos rodeado de sus amigos.

Pasan las horas aquí en la secundaria y por fin nos vamos a nuestra casa, la mamá de Valeria me da un raite a mi casa, ya que Lalo no iba a poder pasar por mí.

Han pasado varios días y no he vuelto a mirar a Damián, he estado a punto de preguntarle a Lalo por él, pero no tengo alguna razón para hacerlo, así que me aguanto las ganas.

Hoy es viernes por la tarde y Valeria vino a mi casa después de la secundaria a estudiar para el examen de historia, bajamos de mi habitación para ir a la cocina por un vaso con jugo de manzana, cuando escucho a Lalo hablando con alguien en la sala mientras se escucha el sonido de un videojuego.

Lalo se encuentra acompañado de Damián, siento mi corazón latir fuertemente, pero ellos están tan concentrados jugando que no se dan cuenta de nuestra presencia, así que decido hablar para llamar su atención.

—¿Podemos jugar? —pregunto sonriendo, cuando escuchan mi voz ambos dejan de jugar y voltean a vernos.

Damián sonríe, ay como me gusta su sonrisa, en cambio Lalo se molesta, él nunca nos deja jugar a pesar de que mamá nos compro a ambos ese videojuego.

—No seas grosero, tenemos derecho de estar aquí si se nos da la gana y también de jugar, porque te recuerdo que mi mamá compro los juegos para los dos.—le doy una mirada molesta — en cuanto llegue mi mamá del trabajo le diré lo que sucedió.

—Pero Damián y yo lo estamos ocupando así que si quieres jugar te esperas, enana— no le quita la vista al tonto videojuego.

No sé porque me dice así frente a Damián, o sea si soy chaparrita, pero él tampoco es muy alto que digamos, no debería de juzgarme.

—Oye tranquilo Lalo —Damián le da una palmada en la espalda para que se tranquilice.

—Que suerte la tuya el no tener hermanitas que molestan —murmura.

Mientras ellos discuten cosas que no entiendo relacionadas al juego le pido a Valeria que estudiemos aquí en la sala, ella acepta y nos sentamos en el sillón, yo casualmente quedo a un lado de Damián.

Comienzo a leer en voz alta un párrafo de la lección sobre la revolución mexicana del libro de historia, sé que eso molestara al enojon de mi hermano.

—Cállate —me dice enojado, logre lo que quería.

—Pues si no te gusta te puedes ir, lo digo por él no por ti —le digo sonriendo a Damián, él me sonríe también, tiene una hermosa sonrisa, en cambio yo uso brackets.

—No peleen, te enseñaré a jugar para que patees su trasero apestoso —me dice.

—¡Sí! —entusiasmada respondo.

Él es tan lindo, se acerca a mí y toma mi mano para darme el control del videojuego, cuando siento su mano tocar la mía comienzo a sudar, su otro brazo pasa por mi cuello, para tomar el control con su otra mano, al hacer eso parece que me está abrazando y yo me siento en las nubes.

—Ay que pena yo juego muy mal —cuando hablo él se gira y su rostro queda muy cerca al mío.

Se encuentra a unos centímetros de mi cara, al tenerlo así de cerquita puedo apreciar sus largas pestañas y a mi nariz llega el olor de su loción de afeitar.

—Ahora presiona aquí —da instrucciones y me explica para que sirve cada botón.

Realmente no estoy poniendo atención a sus palabras, pues, tenerlo tan pegadito a mí me desconcentra.

—¡Gané! —Lalo como siempre es el triunfador.

Me duele la cara de tanto sonreír, no quiero que este hermoso momento termine. Si me estiro un poco podría besarlo, lo haré, comienzo a acercarme, el voltea a verme y no me quita la mirada, sin pensarlo pego mis labios a los suyos.

Justo en ese preciso momento escucho a alguien toser.

 ¡Oh decepción! Nunca lo bese, me doy cuenta que lo imagine besándome y me enamore.

—La próxima vez yo te ganaré.

Damián suelta mi mano y de inmediato siento el vacío en la palma de mi mano.

—Ya tengo que irme, te veo mañana carnal —se pone de pie y lo imito.

Agarra su mochila que está en el piso alfombrado.

—Fue un gusto saludarlas chicas, nos vemos —se despide de ambas con un beso en la mejilla.

—Bye.

**

Ya salí de la secu y voy rumbo a mi casa en compañía de Valeria ya que tenemos que hacer una tarea en equipo, vamos caminando por la calle, estoy recordando la tarde de ayer cuando me senté a un lado de Damián y me sonrió como si yo le gustará.

—¿Te diste cuenta cómo me miro y me sonrió? Yo creo que le caigo muy bien o tal vez le gusto Vale —suspiro con gran emoción.

—¿Qué respondiste en la pregunta 10 del cuestionario de química? —me pregunta mientras patea una piedra.

—¿Crees que tenga novia? —me detengo en la banqueta.

Ojalá que no.

—Ya cambia el tema Nel, mejor contéstame que respondiste, yo puse que era el oxigeno.

Sé que ya la tengo enfadada con eso, pero no puedo dejar de pensar en él.

Cuando llegamos a mi casa, me doy cuenta que Damián se encuentra aquí de nuevo, está sentado en el sillón y tiene en sus manos la película "viernes de locos", la cual es mi favorita.

—¿La viste? —le pregunto sonriente, si es así me daría mucho gusto porque mi hermano la odia.

—Sí, a mí me gustan mucho las películas de Lindsay Lohan, ésta la he visto varias veces con mi mamá —sonriendo y mirándome fijamente me responde.

Eso lo hace más perfecto para mí, ya siento que me enamoré mucho más de lo que estaba, el tener cosas en común según mi mamá era algo bueno. Él podría ser mi Edward Lewis.

—Que coincidencia, a mí también me gustan mucho —le digo emocionada.

Lalo al escucharme hace una mueca de desagrado y le entrega a Damián un CD de una banda de rock en español.

De repente a mi mente llega la idea de prestarle la película para que la vuelva a mirar y se lo digo, en su cara se puede ver la sorpresa que ésto le provoca.

 —¿Enserió? Que chido, muchas gracias Nel —al sonreír se le hace un hoyuelo en su mejilla izquierda. — Oye Lalo mejor me llevo el disco, es que se me hace tarde para irme a la pista.

¿De que pista habla, será piloto de avión?  

Se levanta rápido del sillón agarrando el DVD de la peli y el CD, sin pensarlo yo también me levanto y lo toco en el brazo para que me preste atención.

—¿De qué pista hablas? —pregunto ganándome una mirada matadora de mi amiga.

—A la pista de patinaje, soy instructor. Doy clases los jueves y no cobro mucho, pensé que Lalo ya les había contado. ¿Y ustedes patinan? —volteo a ver a mi hermano que se levanta del sofá y se va al baño.

En mi vida había patinado, por lo que recuerdo Valeria si iba a patinar algunos fines de semana con su familia cuando era pequeña .

—Yo no y ella tampoco, ¿tú nos enseñarías? Le pediré a mi mamá que me inscriba —con la mirada le digo a Valeria que se calle y no descubra mi pequeña mentira.

—¿Yo? Si quieren luego hablamos de eso, me tengo que ir, bye niñas —Damián corre hacia la puerta de mi casa.

¿Niña? Yo no soy ninguna niña.

Al escuchar el sonido de la puerta cerrarse comienzo a brincar de la felicidad que siento al pensar que tengo la oportunidad de convivir con él y lograr que se fije en mí como algo más que la hermanita de su amigo.

Subimos a mi habitación y en cuanto enciendo la computadora Valeria me reclama por haber dicho que ella no sabe patinar, pero ni modo tiene que ir conmigo, el estar sola con Damián me pondría muy nerviosa.

—Nel ¿Y qué tal si Isa no te da permiso de ir a las clases de patinaje? Recuerda el año pasado que le pediste que te llevará a clases de ballet sacaste un 6 en matemáticas y no te dejó.

Tenía que recordarme eso, estuve enojada con mi mamá por casi una semana y para hacerla sentir mal por negarse yo me negaba a cenar, hasta que una tarde me desmaye por la falta de alimento.

—Será diferente esta vez Vale, tienes que pedirle permiso a tus papás.

En la tarde al llegar mi mamá del trabajo, ella es la contadora de una empresa. Veo que está en la sala mirando una telenovela y comiendo un pan dulce con café.

—¿Qué novela es esa mami? —le pregunto mientras me siento a su lado, obvio sé de que telenovela se trata pero estoy preparando el terreno para decirle lo del patinaje.

Dejando su taza de café en la mesita voltea a verme con cara de confusión.

—La fea más bella, te conozco Nel, así que dime ¿qué pasa? Sabes que puedes confiar en mí hija.

Trago saliva antes de decirle sobre las clases de patinaje que imparte Damián.

—Hoy que estuvo aquí el amigo de Lalo nos contó a Valeria y a mí que es instructor de patinaje y quiero pedirte permiso para inscribirme.

Mi madre niega con la cabeza.

 —Va a pasar lo mismo que con las clases de pintura Nel, te vas arrepentir a los pocos días de comenzar y ya no perderé dinero, ni tú el tiempo que puedes invertir estudiando.

Me inscribí a esas clases porque el maestro me gustaba, pero, a los dos días me enteré que estaba por casarse, así que dejé de ir.

—Pero mamá esta vez no será así, te lo prometo. Por favor dame permiso, te juro que no te pediré nada más —ruego.

—No vas a ir, ya lo decidí. Ahora vete a dormir —dice.

Por el tono de voz que utiliza termino por hacerle caso, renegando me levanto del sillón y me voy a mi habitación.

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Hola chic@s ¿Cómo están? ¿Creen que Isa dejará que Nel se inscriba en las clases de patinaje?


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