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Capítulo 57

Capítulo 57:

Diciendo verdades

14 de agosto

10:11 pm

La casa de su hermano era preciosa. De cuartos amplios, dos pisos y un lindo patio. Él y Lilian se habían encargado de darle su propio toque desde que se mudaron, colocando estrellas fluorescente en cada techo y decorando con dibujos algunas paredes. Su habitación, por ser la de huéspedes, tenía un cielo estrellado decorando la pared frontal. Era precioso, parecía más una galaxia que una simple noche. 

Era la vista que Silene había tenido por días y, la verdad, le daba calma.

Se puso de pie, sintiéndose débil y cansada aún cuando no había dejado la cama en mucho tiempo. Por alguna razón, decidió acercarse al ventanal del cuarto para sentarse en el mismo. Observó el patio, el árbol que reposaba a la mitad de este. Sonrió con nostalgia al recordar que justo ahí se encontraba cierta cápsula del tiempo que hizo tiempo atrás con una persona que no se cansaba de extrañar en la actualidad.

Adam fue el de la idea. De hecho, tuvo que convencerla para hacerlo porque aquella fue la semana en la que su madre se casó con su padrastro. Ella le gritó a su mejor amigo que no tenía ánimos de nada, que no la molestara. Aún así, él la arrastró hasta ese lugar y le tuvo la suficiente paciencia para animarla.

"Vamos, princesa", le dijo esa vez, "Sé que el presente se ve duro, pero el futuro será mucho mejor. Hagamos esto para celebrar en unos años, cuando todo lo malo se sienta lejano."

Adam siempre supo qué decir para hacerla sentir mejor, incluso en sus momentos más tristes. Le dijo que abrirían esa cápsula cuando crecieran y celebrarían el haber superado todo lo malo. Silene se abrazó a sí misma. De alguna forma, sus planes se desviaron y todo terminó peor que antes. Ahora, ni siquiera estaban juntos...

Todo se desmoronó y, aunque la torre de la princesa se hizo pedazos, ella solo podía pensar en que alejó a su dragón. Ella lo espantó, no un príncipe, ni un caballero. Fue ella...y ahora extrañaba con locura su calor.

Apoyó la frente a la ventana, lamentándose por no haber valorado antes a la persona que tuvo frente a ella por tantos años. Suspiró con pesar, con dolor.

—Apuesto a que ese suspiro debe llevar el nombre de alguien especial —escuchó la voz de Lilian desde la entrada —. Los suspiros así de profundos surgen desde el fondo de nosotros y les pertenecen a quien está incrustado en nuestro corazón.

Volteó para encontrarla, pero quedó ligeramente sorprendida al ver que no estaba sola. Derek estaba junto a ella, ambos apoyados en el marco de la puerta mientras la observaban con cierta tristeza. No los escuchó entrar, pero ahí estaban. Ya no podía fingir estar dormida para alejarlos.

Y tenía el presentimiento de que tampoco podría callarse, ya no le quedaban las fuerzas para contenerse.

—Y ese fue uno de los pocos, pero épicos momentos cursis de mi esposa —señaló Derek, adentrándose en la habitación —. Linda reflexión sobre suspiros, bonita.

—Tengo mis momentos, Osbone —soltó ella, siguiéndolo hasta que ambos se sentaron lado a lado de Silene. Ella le sonrió de lado —. ¿Y qué nombre tienen tus suspiros, princesa?

Silene se abrazó un poco más y mordió su labio inferior cuando este comenzó a temblrar. Ese suspiro en particular tenía el nombre de Adam, pero había soltado muchos otros con el nombre de Cristal, con el de su hermano e incluso con el de su cuñada. El corazón de Silene jamás había estado tan sensible, parecía que cada palpitar provocaba un nuevo suspiro.

Y con cada suspiro, más difícil se le hacía respirar.

Sintió el brazo de su hermano rodearla por los hombros, hasta que este la atrajo en un abrazo que la llevó a acurrucarse en su pecho. Gracias a Dann, Derek dejó la vergüenza a un lado y volvió a hablarles a Eve y Calvin. Así, sus tres mejores amigos le dieron el consejo más necesario en ese momento: debía hacer que Silene no se sintiera abandonada...

Debía dejar de permitirle que se encerrara en sí misma y así hacerle saber que estaba a su lado en todo momento.

—Tenemos que hablar, princesa —habló él, acariciando su espalda —. Y no me sirve una negación, o un "estoy cansada". Hablarémos porque nos preocupas, porque estamos aquí para escucharte y apoyarte. No nos apartes, hermanita.

—Es que siento que si hablo, lastimaré de nuevo —confesó, con tristeza —. Es todo lo que he hecho, todos tienen heridas por mi culpa.

—La princesita que vi crecer ayudaba a otros a sanar sus heridas, ¿recuerdas? Curabas a tus muñecas, me ayudabas cuando debía limpiar mis raspones o moretones, fingías curar las heridas de papá...

—No lo olvido.

—Bueno, esa princesita sigue ahí. Lo sé...pero acostada en una cama no podrá ayudar a curar todas esas heridas que, sin querer, provocó.

—Tu hermano tiene razón, Sile —concordó Lilian —. Te sientes culpable, pero no estás haciendo algo para deshacerte de esa culpa. Encerrarte no es la solución.

—¿Esto tiene solución? —preguntó ella, con un hilo de voz.

—Todo tiene solución, princesa.

Pero, tras haber roto tantos corazones, le costaba creer que había una solución para lo que había hecho. Observó los ojos pálidos de su cuñada, no entendía como podía haber cariño en ellos tras todo lo que le había hecho. Sintió un nudo en la garganta al pensar en lo mucho que la odió, en todo la envidia que expresó hacia ella. Aún era extraño verla y no pensar que ella le había quitado a su hermano, pero sabía que ese era un pensamiento absurdo.

Lilian no le robó a Derek, esos celos solo eran producto de unas inseguridades que ella poco a poco comenzaba a ver en sí misma.

Causó una herida en ellos dos ¿Qué tan cicatrizada estaba? No lo sabía, pero la culpa era latente en ella. Quizá Derek tenía razón y la pequeña Sile que intentó sanar a quienes lo necesitaban seguía muy dentro de ella. En ese momento, quiso curar el enorme raspón que había dejado en el matrimonio de su hermano.

Soltó a Derek y se enderezó. Buscó las fuerzas para hablar, pero no las encontró. En su lugar, se apoyó de toda su debilidad...eso fue lo que le permitió pronunciar palabras que venían desde el fondo de su corazón.

—Lilian te pidió el divorcio por mi culpa —soltó ella, viendo a su hermano —. Cada pelea que los llevó a ese momento, la ocasioné yo al decirles cosas que no eran ciertas. Te hice creer que Lili estaba harta de ti y yo le hice creer lo mismo a ella. Hasta que un día...un día le grité que tú te querías divorciar, pero no lo hacías por los niños.

》Le dije cosas horribles. La llamé egoísta, mala madre y un montón de cosas más. En medio de nuestra pelea, apareció Drew...Hice llorar a tu hijo de la forma más desgarradora posible, una que todavía me duele.

Sabía que Drew no olvidaba aquella vez en la que la escuchó gritarle a Lilian todos aquellos insultos que no se merecía. Del mismo modo, ella no olvidaba el modo en el que su cuñada estuvo a punto de propiciarle una merecida cachetada, pero se detuvo en el instante en el que sus ojos se encontraron con los de su hijo. La forma en la que la rudeza de Lili flaqueó en ese instante aún estaba clara en la mente de Silene. 

El ver afectado a su hijo la destruyó y fue el detonante que la llevó a pedir un divorcio que no quería. Silene volteó a ver a su cuñada, ella era una madre grandiosa. Tanto así que, cuando Drew las vio pelear, Lili detuvo todo para correr a abrazarlo en el segundo en el que empezó a llorar. No merecía ni una de las cosas que Silene le hizo, ahora la rubia lo sabía.

Las heridas que le había causado fue por culpa de unas espinas que debió haberse guardado para sí misma.

—Tienes que saber que no fue culpa de Lilian, Derek —continuó Silene —. La verdad es que fue mía, mi culpa. Ella tuvo que aguantarme, tuvo que soportar mis insultos y mentiras ¡Ni siquiera me delató frente a ti! Pudo haberte dicho que yo hice todo eso, pero no lo hizo. Ella es la buena del cuento, yo soy la bruja.

—Sile, yo ya sé sobre esa pelea —habló Derek, suspirando —. Y sí, me dolió mucho saber que tú estuviste involucrada en nuestro intento de divorcio, pero no es todo tu culpa.

—Ese año, Derek y yo tuvimos cientos de problemas —continuó Lilian —. Las peleas entre tú y yo solo fueron la gota que derramó el vaso, pero habían muchas gotas más acumulándose desde hacía tiempo. Sentí que el divorcio era la solución, sobre todo después de lo que me dijiste. Creí que esa era la manera en la que nuestros hijos no se verían afectados por los problemas que nos rodeaban, pero me equivoqué. Solo teníamos que hablar.

—Aún así, no te mereces nada de lo que te dije, Lilian —dijo Silene, empezando a derramar lágrimas —. Tú siempre has estado ahí para mi, como una segunda hermana. Haces feliz a mi hermano, no me cabe duda de que eres la mujer que él merece tener a su lado. Supongo que yo quería convencerme de lo contrario porque...tenía celos; unos celos que venía cultivando desde hacía mucho tiempo.

Ella jugaba con sus manos por el nerviosismo. Admitir que había hecho daño se sentía terrible, pero admitir porqué había hecho daño se sentía peor. Se escuchaba a sí misma y solo podía pensar "vaya bruja que soy". Todas sus razones sonaban insignificantes cuando las decía en voz alta, aún cuando se sintieron demasiado importantes en el momento.

Empezaba a notar los peores errores en ella y, aunque se sentía mal, sabía que parar se sentiría mil veces peor.

—Cuando te mudaste a L.A con Lilian para ayudarla a curarse de su bulimia, fue cuando todo se derrumbó —le confesó a su hermano —. Te fuiste y solo éramos mamá y yo. Ya no estabas, ya no estaba papá y yo...yo sentí que todo lo que tuvimos en el pasado se había ido para siempre ¿Recuerdas lo felices que éramos cuando papá venía de alguna misión y nos sentábamos los cuatro a comer? Las risas de mamá, las bromas hacia ti, la forma en la que me llamaba princesa y me abrazaba...todo era perfecto. De repente, dejó de serlo.

》Y yo no tenía a nadie para decirle lo mucho que extrañaba eso que ya no tenía. Tú estabas ayudando a Lilian y estudiando, mamá estaba lidiando con su duelo al no querer hablar del tema. El tiempo pasó y fue como si ustedes hubiesen olvidado lo perfecto que fue el pasado, se sentía como si solo yo extrañara esos tiempos.

—Extrañaré a papá toda mi vida, Sile —dijo Derek —. Solo que avancé...

—Lo sé. Tú te casaste, tuviste a Lid, luego a Drew y después mamá se casó. Ustedes avanzaron, ¿y yo? Yo todavía quería la perfección que tuvimos, la quería de vuelta. Quería que me prestaran atención, que me vieran de la forma en la que papá lo hacía: como su princesita perfecta. No solo ustedes, todos. Quería que todos me vieran así.

》Me empeñé en tener lo que tuvimos de nuevo. Creí que si me volvía perfecta, no volvería a sufrir y no me lastimarían más. Moldeé a Caleb para que fuera mi novio ideal, ajusté mi vida para que encajara con mis ideas sobre el futuro y creí que estaría bien. Pensé que así llegaría el momento en el que recuperaría todo el amor que perdí.

—Oh, Sile...

Él la abrazó con fuerza, no tuvo idea de que Silene sentía todo eso hasta ese momento. Todo lo que creyó haber perdido, lo que modificó para encontrar lo que en un pasado le arrebataron, la llevó a ser una mujer más insegura de lo que mostró. Tuvo un plan por años, cuando este comenzó a fallar aparecieron todos sus miedos de golpe y la atacaron.

Cuando comenzó a usar sus espinas en sí misma, sus pétalos dejaron de verse brillantes a verse marchitos.

—El divorcio de Eve y Calvin me afectó porque yo veía en ellos lo que había entre mamá y papá. Escuchar que se separaban fue como si me echaran un balde de agua fría; como si me dijeran: "oye, Silene, eso que tanto querías no existe así que perdiste tu tiempo" —continuó ella, su voz aún temblando ante el llanto —. Por eso terminé con Caleb, porque perdí la esperanza de obtener esas cenas con risas y amor que tuvimos con papá. Supongo que eso estuvo bien. Descubrí que el Caleb real me agrada, pero aún quería mi perfección. Perdí el rumbo y ya no sabía de qué forma obtenerla.

》Alejé a Adam porque él es impredecible, impulsivo, imposible de definir...¿Es muy irónico pensar que me recuerda a quien fue papá? Supongo que siempre he querido recuperar el pasado, pero no con alguien como nuestro padre porque fue su impulsivo corazón de oro lo que lo apartó de mi en primer lugar. Creí que no querría a alguien como Adam, que me lastimaría verlo con otros ojos a parte de amistad, pero cuando lo rechacé...le rompí el corazón y rompí el mío también.

Intentó limpiar sus propias lágrimas, pero estas caían a tanta velocidad que se le hizo imposible limpiarlas del todo. No era que Adam fuese idéntico a su padre, porque no era así. Era ese diminuto e imperfecto detalle en el que encontraba cierta similitud.

Y ahora extrañaba tanto esa impulsividad y espontaneidad que ni siquiera sabía porqué creyó que no le gustaría vivir con algo así en primer lugar. 

—Le hice mucho daño, ¡y no fue al único que dañé! Los consejos que le di a Cristal, no fueron para verla caer...Yo se los di por miedo a que alguien le arrebatara la perfecta vida que tenía. Quería que fuera fuerte, que aguantara cada golpe que le diera el mundo. Resultó ser que quien le arrebató su perfección fui yo. Ahora me siento fatal, me siento como la peor persona del mundo ¿Y saben qué es lo peor?

—¿Qué? —preguntó Lilian, conmovida ante todo eso.

—Que incluso después de ver lo dañina que es, aún quiero perfección —sollozó —. Aún quiero lo que perdí, ¿es mucho pedir?

Lilian y Derek comenzaban a entender todas las acciones de Silene. No dejaban de ser alarmantes, pero al menos ya tenían una explicación. Silene pasó toda su vida intentando acercarse a su pasado a través de un ideal de perfección que no existía. Creía que su pasado fue perfecto, por ende intentaba recuperar todo aquello que perdió.

Por eso una relación tan "segura" como la de Caleb, por eso la constante necesidad de lucir ideal e impenetrable. Buscó todo lo que la acercara a lucir perfecta y se aferró a ello. Se moldeó para ser la princesa que vio su papá, pero se desvió en el camino.

Derek soltó un suspiro en su nombre y volvió a atraerla a su pecho. Besó su frente con cariño, sintiéndose mal por no haber visto los miedos de su hermana antes. No era perfección lo que Sile anhelaba, era algo más. Algo que él pudo haberle dado; que quizá intentó darle, pero no en la medida que ella quería.

—Sile, nuestra familia nunca fue perfecta —le dijo, sabiendo que eso era algo que ella necesitaba entender —. ¿O acaso olvidas todas las veces que lloramos por papá? ¿Todas las veces que mamá me regañó por ser un desastre, o todas las veces que yo te regañé a ti por malcriada? No éramos perfectos, éramos normales. Aún así, no nos habría cambiado por nada del mundo.

》Esa perfección que buscas, princesa, jamás existió. Lamento de corazón no haber estado ahí para demostrártelo, debí ser el hombro en el que lloraras y te desahogaras. Quizá así habrías cerrado un ciclo y no te hubieses cegado ante recuerdos que no fueron tan buenos como piensas. Amo a nuestra familia, amo lo que fuimos, pero no éramos perfectos. No lo éramos.

—Yo siento que sí —habló ella, sorbiendo su nariz —. Siento que desde que papá murió y tú te fuiste, todo se derrumbó. Desde entonces, he estado luchando por conseguir eso...eso que antes tenía tan claro, pero ahora se ve tan abstracto y lejano que ya no sé qué es. No sé que estoy buscando.

》No sé donde está mi perfección y duele saber que si sigo buscando, causaré más daño.

—Sile, tampoco sé lo que buscas —habló Lilian —. Pero, viniendo de alguien que ha visto a los Osbone toda su vida, te digo que la clase de amor que tenías en el pasado jamás te faltará. Tienes a una familia aquí, Silene. No es la que solía sentarse a tu lado a comer allá en Detroit, pero quiere de la misma forma. Ellos aman como solo los Osbone lo hacen.

—Mis sobrinos me odian —suspiró ella, entendiendo lo que decía Lilian —. No los culpo, la verdad.

—Claro que no te odian. Ellos te quieren, se preocupan por ti.

—No mientas, Lilian. Lid no me aguanta.

—A ver, no es que Lid no te aguante, es solo que a ella le gusta que la reconozcan por quien es y no por como los otros quieren que sea. No le gustaba que le dijeras qué hacer y qué no hacer, sentía que intentabas borrar su identidad. Pero si te quiere, sé que lo hace.

—¿Y Drew? Él ni me habla.

—Drew mide mucho sus palabras porque sabe que no a todos les gusta escuchar sus opiniones —explicó Derek —. A veces parece que es muy directo, o grosero, pero es solo él diciendo lo que piensa. Si no te habla mucho, es porque no quiere ofenderte.

—Pero si te quieren. Es más, ahora están escuchando tras la puerta porque se preocupan, quieren saber qué tienes.

Silene frunció su entrecejo, sin saber si lo que Lilian decía era verdad. No creía que sus sobrinos estuvieran escondidos, los habría escuchado de ser así...¿no?

Pero, bastaron cinco segundos para que se escuchara un pequeño estornudo tras la puerta. Luego, esta se abrió y rebeló a sus tres sobrinos portando unas caras de culpabilidad evidentes.

—Mami, D no me dejaba hacer achis —lo acusó Lavanda, quien había estornudado —. Estábamos escondidos.

—Ya veo —sonrió Lilian —. Aún cuando les dije que no escucharan, que es una charla entre adultos...

—Ah, pero resultó conveniente que te desobedeciéramos porque ahora nosotros podemos decir esto —soltó Lid, aclarando su garganta antes de hablar —: Tía Silene, mamá tiene razón. Tenemos diferencias, pero nos importas muchísimo. Si lo que necesitas es una familia, aquí nos tienes.

—Nos has tenido siempre, pero ahora nos necesitas más. No te dejaremos sola —aseguró Drew, con una pequeña sonrisa en sus labios —. Aunque, si quieres abrazos y muestras de afecto, primero date un baño. Llevas días en esa cama, apestas y te ves realmente mal.

—¡Drew! —reclamaron sus padres.

—¡¿Qué?! Es la verdad. Además, ella quería que le hablara más, ¿no? Bueno, esto fue como romper el hielo para mi.

Silene soltó una carcajada y observó a sus sobrinos con diversión. Eran tan distintos a lo que fue su familia en el pasado...eran más explosivos, de carácter marcado y peculiares a su manera. No eran lo que perdió, pero al menos eran algo que tenía y recién en ese instante se daba cuenta de que era agradable tenerlos.

Derek acarició su espalda una vez más, consiguiendo que ella volteara a verlo de nuevo. Los vidrios en sus lentes estaban empañados por la humedad de sus lágrimas contenidas, pero le sonreía en forma de apoyo. Besó su mejilla y volvió a abrazarla.

—Lamento no haber estado en el pasado como querías, pero ahora estoy aquí. Estoy contigo, Silene —aseguró él —. Solo no te cierres, hermanita. Habla con nosotros, te ayudaremos incluso aunque no entendemos muy bien lo que estás buscando.

Ella lo abrazó de vuelta. Tras soltar todas sus verdades, se sentía mucho más cercana a su hermano. No era como en el pasado, pero no se sentía nada mal. Suspiró y cerró los ojos, sintiendo paz por primera vez en días.

Hasta que recordó que le faltaba una verdad por rebelar.

Abrió los ojos y mordió la punta de su dedo con nerviosismo, intentando decidirse entre hablar o no. Decirlo sería admitir algo malo, ¿pero acaso quería mantenerlo en secreto por más tiempo? Descubrió a los ojos azules de Drew mirándola con diversión, él le sonrió de lado.

—Que risa, haces lo mismo que hace Lid cuando no se decide entre decir algo o no —dijo él —. Lo del dedo es muy obvio.

—Cállate, D. No es como si se pudiera controlar —Lid rodó los ojos y vio a su tía —. Si estás dudando en decirlo, entonces dilo. Papá dice que las dudas son un reflejo de las inseguridades, y siempre debes enfrentar tus inseguridades.

—Como verás, tus sobrinos tienen un papá muy sabio —soltó Derek —. Habla, princesa. Aquí puedes hacerlo.

Ella tomó una larga respiración. Le daba cierta vergüenza admitirlo, pero debía decirlo...sobre todo ahora que su debilidad estaba aumentando y su vista fallando.

—Estoy reduciendo mis dosis de insulina —dijo en un susurro que nadie escuchó.

—¿Qué? —preguntó Lilian, sin saber que había dicho —. Habla más alto, princesa.

—Estoy reduciendo mis dosis de insulina para adelgazar.

Escucharlo de su propia voz era aterrador. Era la primera vez, desde que se lo confesó a Cris tiempo atrás, que lo decía en voz alta. Ahora se sentía diferente, porque ese pequeño sacrificio que hizo se convirtió en algo que no podía controlar.

Pasó de ser solo algo esporádico, a ser algo que se sentía necesario y hacía a diario. Ahora que de hecho estaba evitando sus dosis de insulina, ¿qué tan mal estaba su salud? Estaba más delgada, de eso no cabía dudas, pero no se sentía tan perfecta como creyó que se sentiría.

—Yo...yo me di cuenta de que reducir la insulina me hacia adelgazar, así empecé reduciendo la dosis poco a poco. Luego, todo se salió de control y...bueno, ya para ese punto no podía parar. No sé como explicárselos, pero ahora se siente tan necesario. Es como tener el control sobre mi cuando no tengo el control sobre nada más. Es adictivo...

—Silene, eso es peligroso —habló su hermano, angustiado —. Estás jugando con tu salud.

—¡Lo sé! Y me gustaría parar, te juro que me gustaría hacerlo, ¿pero cómo? ¡¿Cómo me detengo?! Pasé de no tener el control sobre nada, a tenerlo sobre mi cuerpo, a perderlo de nuevo. Ya no sé como detenerme...

—Silene...

—¡Y tengo miedo, Derek! Tengo tanto miedo porque la parte inteligente de mi me dice que esto podría matarme, pero la parte que está ciega y solo quiere una perfección que no entiende me grita que continue. Le hice daño a Cristal, le hice daño a Adam, me estoy haciendo daño a mi ¡¿Es que acaso no tengo límites?!

Buena pregunta, ¿acaso las rosas tiene límites? ¿Acaso llega un punto en el que dejan de lastimar? Silene sollozó en los brazos de su hermano, aún cuando lo sintió tensarse ante su noticia. De tanto querer ser perfecta, había arruinado su vida. Dolía tanto.

Y sí, tenía mucho miedo, porque a ese punto de su obsesión ya no sabía parar. Le dolía la cabeza, su cuerpo amenazaba con colapsar, pero ni siquiera así podía detenerse ¿Cuál era su límite? ¡¿Cuál?!

Quizá simplemente el límite era aceptar que lo que en realidad buscan las rosas no es perfección, sino otra cosa...

Derek sentía su corazón latir con fuerza, empujando al nudo en su garganta cada vez más. Las verdades de Silene eran mucho más fuertes y preocupantes de lo que imaginó, lo suficientes pare erizarle la piel y helarle la sangre ¿Qué hacía? ¿Cómo la ayudaba?

Observó a sus hijos. Lid y Drew tenían unas expresiones llenas de miedo en sus rostros, mientras que Livi comenzaba a esbozar un pequeño puchero. Luego, vio a Lilian. En los ojos de su esposa encontró la misma preocupación que sentía, al igual que un toque de comprensión. Respiró hondo y se ordenó a sí mismo mantener la calma. Él sabía cómo actuar en situaciones como esa.

—Hermanita, esto amerita una charla mucho más profunda. Lo que estás haciendo no está bien, es peligroso y me preocupa que no lo puedas detener —dijo con calma —. Pero no tendremos esa charla ahora, ¿okey? Deberías hacerle caso a Drew y darte un baño. Relájate y luego conversaremos bien.

—Ve al baño de nuestra habitación, llena la tina y usa todas las sales de baño que quieras —le recomendó Lilian —. Luego, podríamos ver una de esas películas de amor que tanto te gustan.

—Eso...eso estaría bien —dijo, poniéndose de pie —. Gracias por escuchar.

—Gracias por ser honesta con nosotros, princesa. Siempre cuesta un poco confesar nuestras verdades, incluso frente a la familia.

Ella asintió hacia las palabras de su hermano y se retiró del lugar, pues conocía bien el camino hacia el baño principal. No se sentía mejor por haberlo dicho todo, aún le dolía el corazón por pensar en todo el daño que causaba. Estaba cayendo, más y más. Era la peor sensación del mundo y no se detenía. 

El lado bueno era que ahora no estaba sola, pero todavía sentía que le faltaba la compañía de alguien más...

Una vez ella salió, Derek se permitió suspirar. Fue un suspiro profundo, de esos que llevan nombre. Se quitó los lentes y restregó sus ojos un poco empapados. Su hermana había caído en un abismo muy profundo, ¿cómo la sacaba de eso?

—Papá —lo llamó Lid —, ¿ella va a estar bien?

Él le sonrió a su hija. No sabía como decirle que en verdad no lo sabía.

—Claro que sí, hermosa —aseguró él —. Es una Osbone, nosotros siempre seguimos adelante. 

—Se veía aterrada —señaló Drew —. Tiene miedo de sí misma. 

—Los miedos están hechos para superarse, D —habló Lilian —. La ayudaremos para que supere el suyo.

—Okey...—dijo Lid, intentando sonar decidida. Luego, vio el puchero de su hermana menor. Le dedicó una sonrisa para animarla—. ¿Por qué la carita de tragedia, Livi? Si se avecina una sorpresa...

—¿Sorpresa?

—Sí, una sorpresa —Drew le siguió el juego, sabiendo que Lid solo quería animar a Lavanda —. ¿Quieres saber que es?

—¡Shi!

—Es un gran...

—Un enorme...—continuó Lid, obteniendo emoción en el rostro de Lavanda. 

—Un divertido...

—¡Ataque de cosquillas! —soltaron los dos. 

—¡No!

Como si hubiesen dicho algo prohibido, Lavanda puso una cara de horror y salió corriendo de la habitación. Lid y Drew la siguieron entre risas, sabiendo que solo eso distraería a su hermana pequeña. Eso consiguió un par de sonrisas en los labios de sus padres, sus hijos sabían como animarse entre ellos. Sin embargo, esos gestos no duraron demasiado. Lilian ladeó la cabeza para observar a Derek mejor. Su mandíbula estaba tensa, sus ojos fijos en el suelo...

Se veía como años atrás, como cuando debió soportar suspirar profundamente por otra persona. 

—Oye...—dijo ella, entrelazando sus dedos con los de él —. Puede que dijeras eso solo para no alterar a los niños, pero yo si lo creo. Silene estará bien.

—Eso espero, bonita —habló él, sonriéndole un poco —. Es lindo ver que, años después, eres tú quien me da ánimos y no al revés.

—Muy lindo, Osbone —concordó ella, dejando un beso corto en sus labios —. Llamaré a Cloe, ella podrá ayudarnos con esto.

—Buena idea, buena idea...Jamás creí que vería a Silene pasar por algo como esto.

Ella sonrió con tristeza y acarició su mejilla con delicadeza. Suspiró y terminó por apoyarse en su hombro, él la rodeó en un abrazo al instante. Esa pareja estaba viviendo una especie de deja vu en ese momento, a ninguno de los dos les gustaba eso.

—Yo tampoco lo imaginé, Derek —admitió ella —. Supongo que olvidamos que las princesas son propensas a morder manzanas envenenadas.

Al principio del libro, todos odiábamos a Silene (me incluyo). Ahora saben un poco el porqué de su comportamiento y no es que lo justifique, pero al menos tiene una explicación...

¿Ya no odian a la princesa?

Les dejaré unos cuantos adelantos del siguiente capítulo: 

—¿Si sabes que eres lo menos perfecto en mi vida? ¿No es así?

...

—Quizá mi imperfecta presencia es lo que hace a tu vida tan perfecta.

...

—Hice todo mal...

...

—Para decirle que lo amo.

...

Y eso es todo. Nos leemos pronto ♥️

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