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Capítulo 2

Capítulo 2

Brillo labial

25 de mayo

9:10 am

Ella llenó sus gruesos labios con el brillo labial sabor a fresa que tanto le gustaba. Era el mismo que tenía desde los doce años y aún no se agotaba. Estaba segura de que lloraría cuando, finalmente, el labial se terminara; después de todo, fue un obsequio de Silene, quien era como su hermana. Por suerte, todavía quedaba mucho para que sus labios dejaran de probar el dulce y artificial sabor de esa barra. Aprovecharía su mayor tesoro mientras este durara.

Para Cristal Milestone, la definición de perfecciónera tan confusa como lo es para mí. Aunque, la verdad, todo a los quince años resulta confuso. Es en ese momento de tu vida cuando comienzas a cuestionarte todo, e incluso las respuestas claras y concisas te generan duda. En el caso de Cris, ella no se permitía a sí misma confundirse demasiado, prefería gastar ese tiempo en ser feliz y estar tan animada como siempre. No obstante, el término perfecciónsiempre le causó intriga.

Quizá se debía a que Silene lo repetía muy a menudo.

Su teléfono móvil sonó al mismo tiempo en el que ella dirigía una lucha intensa entre el cepillo y sus rizos naranjas que resultaban más incontrolables de lo usual en las mañanas. Observó la pantalla y vio el nombre de su mejor amigo en ella. A pesar de que Cris sabía por sus padres que los primeros cinco años de su vida se desarrollaron en Detroit, era muy poco lo que ella recordaba de su ciudad natal. De la misma manera, sabía que Brandon Griffin se cruzó en su camino cuando ambos tenían siente años, pero tampoco recordaba muchas cosas sin su amigo. Creía que así era mejor, pues Brandon hacía de todo un poco más agradable.

Contestó la video llamada, sin importarle que aún no se terminaba de peinar. De inmediato, los ojos grises de su amigo aparecieron en la pantalla, y se veían más alterados de lo normal.

—¡¿Sabes que Malory no se irá a Chicago en estas vacaciones de verano?! —exclamó él, sin siquiera saludar. Cris sonrío al escucharlo, era tan típico de su amigo saltarse los saludos.

—Buenos días, Brandon —le dijo ella, alisando su cabello —. Dormí de maravilla, gracias por preguntar.

—Sí, sí, hola, y todo eso —soltó él, restándole importancia —. Ahora, lo importante: ¡¿Sabes lo de Malory?!

—Lo supe esta mañana, ella me mandó un mensaje —le respondió —. También me sorprendí, suele pasar las vacaciones con su madre, en Chicago, pero su padre insistió en pasarlas todos juntos aquí ¡Genial! ¿No lo crees?

—¡¿Genial?! ¡Es genial para ti, no para mi! Sé que se han vuelto muy unidas desde que su papá se casó con tu tía Silvana, pero no olvides "la situación" entre Malory y yo.

—¿Sigues con eso, Griff? Sabes que Malory aceptó el hecho de que ella no te gusta. Incluso fue lo suficientemente valiente como para decirte a la cara que no esta molesta contigo, que entiende que a ti te gustan los chicos, y que sabe que el flechazo que llegó a sentir por ti es imposible.

—Eso no le quita lo incómodo. Es más, ¡lo duplica!

Cristal negó con la cabeza, divertida ante el escándalo que estaba haciendo su mejor amigo. Brandon era mucho más dramático que ella, y solía entrar en pánico por cosas muy sencillas. Eso le causaba gracia a Cris puesto que, a primera vista, él se veía como alguien serio y hasta desinteresado. Las personas se confundían a cada rato cuando intentaban descifrarlo tras una primera impresión, cosa que a ella le encantaba. Amaba saber que su Brandon era mucho más de lo que mostraba en su exterior.

Y amaba aún más saber que era una de las pocas personas que lo sabían.

Continuó escuchando la "situación" con Malory por parte de su amigo, quien hacía caras exageradas cada tanto en la pantalla del móvil. No interrumpió a Brandon, a pesar de que ya había escuchado el cuento tantas veces que se lo sabía de memoria. Malory Jones, una amiga cercana de ambos, se enamoró de Griff ese año; y te puedo asegurar que no fue cualquier flechazo, ella experimentó eso que llaman "primer amor" gracias a ese chico de ojos grises.

Lory, apodo por el que la llamaba Cris, decidió declararle sus sentimientos a pesar de que su amiga le advirtió varias veces que no era lo indicado ¿Por qué no lo era? Pues...Es que a Brandon no le gustaban las chicas como Lory.

Es más, no le gustaban las chicas en general.

Para ese momento, Cristal era la única que lo sabía. Luego de la declaración de Malory, Brandon decidió dejar de ocultar lo que en realidad sentía. Esa última decisión enorgulleció demasiado a su mejor amiga, pero no disipó en lo absoluto la incomodidad que él sentía cada vez que veía a Lory. Inclusive cuando ella le había dicho que no le guardaba rencor, el chico se sentía terriblemente mal cada vez que la veía. Por esa razón, la noticia de ella quedándose en L.A durante vacaciones lo tenía mucho más alterado de lo normal.

—Solo dime que hacer, ángel —le rogó Griff. Apodaba a Cris de esa manera porque, para él, ella era como su ángel de la guarda que la guiaba por el camino sensato.

Por otro lado, Cris lo apodaba "Griff" como abreviación por su apellido; que, por cierto, a ella le encantaba.

—Te diré que harás —anunció ella, saliendo de su cuarto —: Serás el chico increíble que sé que eres, afrontarás el hecho de que Lory se quedará en L.A y no volverás a caer en esa tontería de sentirte incómodo por tus decisiones. Te costó mucho aceptar quien eres, no retrocedas los pasos que has avanzado, Griff.

—¿Ves? Por eso te amo, ¡siempre sabes que decir! Si tan solo fuera mejor escuchándote...

—No es tan difícil hacerlo, ¿sabes?

—Ángel, si lo es ¿O por qué crees que hay tan pocos ángeles en la tierra? Todos se cansan de tanto intentar que los escuchen y luego se van. Tú nunca te canses, por favor.

—Solo no me canses, Griff. Y quizá deberías dejar de llamarme ángel.

—¿Por qué? Si eso es lo que eres: Un ángel que perdió su camino al Cielo y llegó para hacerse escuchar.

Ella soltó una pequeña carcajada, y bajó las escaleras aún conversando con su amigo. Tenían grandes planes para esas vacaciones de verano y no veían la hora de empezar a hacerlos realidad. Cada año, en esa época, los amigos se inscribían en los cursos que ofrecía el famoso Centro de Artes J.S: ella en el área de modelaje y él en fotografía. Les encantaba ese lugar, gran parte de sus recuerdos juntos los tenían entre las paredes pintadas de distintos colores, o entre las caminerias en donde encontraban a personas bailando o practicando obras de teatro...

Y los mejores recuerdos, sin duda, eran esos que compartían dentro de la gran cúpula en el medio del Centro de Artes, donde rosales inmensos simulaban un jardín de delicioso aroma. Ahí nacieron las conversaciones más íntimas e importantes entre los amigos; ahí forjaron su amistad.

Cris terminó de bajar las escaleras y caminó hacia la cocina, donde encontró a sus padres desayunando. Les sonrió a ambos y los saludó con un gesto con su mano. Eve y Calvin Milestone le devolvieron el gesto a su pequeña. No necesitaron adivinar que ella estaba en una video llamada con su mejor amigo, pues un grito exagerado proveniente del teléfono se los hizo saber. Cristal volvió a soltar una carcajada y devolvió la vista hasta Brandon.

—Escucha, hoy voy a pasar el día con Sile —le informó a Brandon —. Pero, a partir de mañana, comienzan nuestros planes de vacaciones.

—Solo espero que la presencia de Malory no me lo arruine...

—¡No lo hará! Es más, estoy segura de que esa rubia demente mejorará nuestro verano.

—Espero que tengas razón.

—Siempre la tengo, tonto —aseguró ella, con una sonrisa —. Nos vemos. Te amo.

—Y yo te amo más, mi ángel.

Le lanzó un beso al teléfono y luego colgó la llamada. Con eso listo, se encargó de dar el saludo matutino que sus padres estaban esperando. Primero abrazó a su madre, esa rubia de ojos azules brillantes y sonrisa radiante que no aparentaba ni un poco sus cuarenta años recién cumplidos. De ella había heredado su amor por los abrazos y al chocolate caliente, además de la ternura y la valentía que su padre no se cansaba de señalar en ambas mujeres.

Y hablando del susodicho, él fue el segundo en recibir su merecido abrazo. Ella lo "estrujó" por la espalda, y rodeó su cuello para luego dejar un beso en su mejilla; esa barba pelirroja estorbaba un poco en su camino, pero no le molestaba del todo a su hija. Ni siquiera el picor del bello facial de su papá le impediría detener esos saludos matutinos que le encantaba dar. Y es que Cristal creía que debía mostrarles a las personas más importantes en su vida lo mucho que los amaba, así que debía aprovechar cada momento.

Cada mañana contaba.

—¡Buenos días! —exclamó ella, aún abrazada a su padre —. ¡Y feliz inicio de verano a los padres más maravillosos del mundo!

—Buenos días, gemita —su madre le sonrió, entusiasmada ante esa reacción —. Veo que Brandon y tú están emocionados por estas vacaciones.

—¡Claro que sí! —dijo Cris, tomando asiento en la silla faltante. Sirvió en el plato frente a ella cereal y leche, igual que cada mañana —. Bueno, Griff tiene ciertas preocupaciones, pero eso no es nada nuevo. Ya lo conocen: él hace dramas por las más absurdas pequeñeces.

— Mhm, sí —asintió su padre, quien ya conocía bastante bien al chico —. Y... ¿segura que es solo un amigo?

Cristal rodó sus ojos verdes tras escuchar esa pregunta. No era la primera vez que la escuchaba salir de los labios de su papá, y tampoco era la primera vez que oía reír a su madre por su reacción. A pesar de lo mucho que le insistía a Calvin que Brandon no sentía nada por ella, ni al revés, él no terminaba de entenderlo.

—Vamos, papi. Ya te he dicho que Griff es mi mejor amigo, solo eso ¿Por qué tenemos que repetir la misma conversación cada mañana? —aseguró ella, empezando a comer.

—Porque es un sobreprotector que teme que conquisten a su niña adorada. Gemita, no importa que tanto le digas que Brandon es gay, la sangre de tu padre seguirá hirviendo cada vez que lo escuche llamarte "mi ángel" —le respondió Eve, y luego miró a su esposo con diversión —. Y luego dices que Derek es el padre celoso entre los dos.

—Oh, sabes que Jimmy Neutrón es mucho peor que yo —se defendió el pelirrojo —. En un par de años, no habrá chico que tenga las agallas para acercarse a Lid, o a Lavanda.

—Eso es cierto —tuvo que admitir Cristal —. Pero le estás haciendo mucha competencia a mi titoDerek últimamente, papi.

Calvin soltó un resoplido por lo bajo que hizo reír a su hija y a su esposa. Cristal era hija única, por lo que su familia se resumía a solo ellos tres. Ella siempre se preguntó porque sus padres, siendo la pareja tan feliz que eran, no optaron por tener más hijos. No obstante, a pesar de que esa fue una duda constante durante gran parte de su infancia, debía admitir que no le afectaba demasiado el reducido número de integrantes que vivían bajo el mismo techo que ella. Sentía que tres era el número perfecto.

Siendo solo ellos, cabían a la perfección en la mesa redonda de la cocina, y los retratos familiares no se veían desastrosos. Las conversaciones entre solo ellos tres eran agradables, sin muchos gritos de por medio, y sus vidas eran tranquilas y llenas de amor. Cris veía a sus padres, las sonrisas en sus rostros, y todo lo que ella encontraba era una felicidad digna de ser considerada una obra de arte. Sí, eran una familia alegre, justo lo que ella deseaba.

Y, a los ojos de muchos otros, también eran la familia perfecta.

La única razón por la cual Silene tenía llaves de la residencia Milestone era porque la consideraban parte importante de esa pequeña familia. Cuando su hermano se mudó a L.A, la princesa Osbone pasó mucho tiempo con Eve y Cal allá en Detroit. Luego, nació Cristal, y ella prácticamente la adoptó como su pupila en toda clase de aspectos: la ayudó a aprender a caminar, a vestirse, a peinarse, a maquillarse, a modelar...Cris veía a Sile como una hermana, y Sile veía a Cris como una pequeña versión de ella.

Había tanto potencial dentro de esa pequeña pelirroja, sabía que ella tendría el mundo a sus pies en un par de años.

Silene cerró la puerta de la casa tras ella y se adentró en la cocina, sabía que la familia debía estar desayunando. Los vio antes de que ellos la notaran, parecían el retrato de una familia ideal, de esas que solo se ven en películas. No se permitió suspirar, ella no hacía eso, pero he de admitir que si sintió la necesidad de hacerlo tras darse cuenta de que envidiaba un poco lo que estaba presenciando; y eso estaba mal.

Se suponía que a ella la envidiaban, no al contrario.

—¡Silene! —exclamó Cris, colocándose de pie. Sonrío y corrió a abrazar a la rubia, quien la recibió con sus brazos abiertos —. Llegaste rápido.

—Tenía ganas de comenzar este día de solo chicas contigo, Cris —le dijo ella, y luego observó a la pareja de casados —. Buenos días a los dos.

—Buenos días, princesa —le dijo Eve, poniéndose de pie para recoger los platos sucios. En su camino al lava-vajillas, se detuvo junto a Silene y dejó un beso en su mejilla —. ¿Cómo amaneciste?

—Emocionada, muy emocionada.

—Y es de esperarse. La llegada de los hermanos Carlton, Sanne y Aviv nos tiene emocionados a todos, pero a ti debe tenerte por las nubes —dijo Calvin, ayudando a Eve a arreglar la mesa.

—Seguro que tu novio escribirá muchas más canciones de amor ahora que estarán a solo metros de distancia —aseguró Cris, con cierta emoción en su voz —. ¿Es cierto que todas sus canciones son sobre ti?

—Lo es. Te he dicho un millón de veces que él las escribe para mí, chiquilla.

—¡Aw! ¡Es que no me canso de escucharlo! Es tan romántico...

—Quizá debas evitar actuar como una fan alocada cuando lo veas, amor. El pobre debe estar rodeado de fanáticas, no queremos que se sienta incómodo cuando es parte de la familia —le aconsejó su padre.

—Lo sé, lo sé —dijo ella —. Caleb no es solo un cantante súper famoso, también es mi primo ¡Y yo adoro a mis primos! Muero de ganas de verlo, y también a mi titi Sanne y a Avi ¡Los he extrañado tanto!

—No te olvides de Rubí —le recordó su madre.

—¡Nunca! Ya lo dije: adoro a mis primos y eso la incluye...Aunque no he hablado mucho con ella, ahora que lo pienso.

—Rubí rara vez habla con alguien —soltó Silene, rodando sus ojos.

La hermana de su novio no era su persona favorita...pero eso no va al caso ahora. En otro momento te contaré la razón de tanto odio entre ellas, pero en este momento quiero que te enfoques en lo mismo en lo que estaba enfocada Silene: perfección.

Sí, otra vez esa palabra. La leerás muy seguido, así que vete acostumbrando.

Ella observó a Calvin ayudar a Eve a lavar los trastes y el hecho de que esa pareja le parecía ideal llegó a su mente de la misma manera en que lo hacía cada vez que los veía juntos. Para Silene, los Milestone eran el matrimonio más perfecto y envidiable que existía. Conocía su historia y, aunque ambos se encargaban de decir una y otra vez que no fue amor a primera vista, ella lo veía así. Es decir, solo bastó que chocaran con la misma maceta para que se juntaran ¡¿Acaso eso no era una historia de amor real?!

Sabía por todo lo que habían pasado, el hecho de que tuvieron altas y bajas en un noviazgo que al principio fue un secreto. Aún así, lo que veía en la actualidad era a un par de adultos sonrientes, felices con sus vidas. Ella quería eso, la misma imagen de amor, alegría y estabilidad que ellos parecían esparcir a todos a su alrededor. Añoraba una relación que todos reconocieran como la mejor, la más parecida a un comercial; la más perfecta.

Y sabía que la estaba consiguiendo de apoco. Caleb era como su Calvin, solo que más joven y menos...pelirrojo.

—Bien, yo debo ir a trabajar —anunció Cal, dejando un beso en la frente de su hija —. Nos vemos en la tarde, chicas. Que tengan un lindo día.

—Adiós, papi.

—Lindo día para ti también, joyita.

Y Silene no se perdió el beso que él le dio a su esposa en la mejilla antes de marcharse. He descubierto algo muy curioso sobre los seres humanos: nos gusta mirar demasiado lo que anhelamos, pero no vemos esas cosas de la forma en la que vemos el resto del mundo. Es como si tuviéramos la capacidad de tener dos tipos de visiones, y una de ella se ajusta para evitar notar todas las imperfecciones en aquello que deseamos con todo el corazón. Por eso nos ilusionamos con tanta facilidad, porque no vemos la realidad dentro de las cosas que queremos alcanzar.

Por eso buscamos parecernos a personas que nos parecen perfectas, porque nuestra visión se adapta para pintarlas como ideales y, a diferencia de lo que nuestros ojos hacen con el resto del mundo, no podemos ver las consecuencias que trae ser como alguien más.

Luego de que Calvin se marchara, Eve le informó a las chicas que debía hacer una llamada a Detroit para verificar que la floristería de la que era dueña estaba funcionando como debía. Se despidió y se retiró de la cocina, quizá con más prisa de la necesaria. Esa fue señal para que las dos rosas de esta historia caminaran hacia la entrada, salieran de la casa, y comenzaran con ese día tan emocionante para ambas.

Es más, ese día iba a ser ideal porque las dos se asegurarían de ello.

—Volveré a inscribirme en los cursos de modelaje estas vacaciones —le informó Cris a Silene. La rubia sonrío de inmediato.

—Eso es genial, chiquilla —le dijo, mientras caminaban a su auto —. Eres muy buena en eso, y lo demuestras cada año siendo la mejor en la exposición final.

—No diría que soy la mejor...

—Cris, siempre debes ser la mejor.

—¿Siempre?

Silene se volteó a verla, y se encontró con ese rostro lleno de pecas por el que sentía un cariño fraternal. Observó sus ojos verdes, como un par de esmeraldas, que aguardaban pacientes y expectantes a su respuesta. No sabía como, pero esa mirada siempre estaba repleta de emoción; lo cual le hacía un favor a la niña en su naciente carrera de modelo, pues sabía de antemano que las marcas buscaban miradas como esas. Vio sus labios entreabiertos, curvados en una sonrisa, y sus rizos ligeramente controlados. Todavía había demasiada inocencia en Cristal, así que entendió el hecho de que no pudiera comprenderla aún.

Después de todo, a la pelirroja todavía le faltaba mucho para alcanzar a su mentora.

—No siempre, al menos no por ahora —le respondió Silene, retomando la conversación —. Eres joven, todavía inexperta, está claro que habrá alguien mejor que tú ¿Y sabes que debes hacer al respecto?

—Mhm... ¿qué?

—Convencer al resto de que tú eres la mejor, o al menos convéncelos de que te acercas a quien tenga más experiencia—explicó —. Eso solo se consigue si ocultas tus inseguridades. No vuelvas a decir que no eres la mejor, Cris. Si tú no te lo crees, nadie se lo creerá.

—Está bien —sonrío la adolescente —. Intentaré creer más en mí.

—Es lo que quería escuchar—la rubia se colocó unos lentes de sol y se enderezó, para así poder volver a su caminata al auto —. Ahora bien, si vas a ser modelo, debemos hacer algo con esas mejillas pálidas.

—¿Están muy pálidas? —preguntó Cris, cubriéndoselas rápido con sus manos.

—Nada que el maquillaje no pueda arreglar ¿Y qué les pasa a tus labios? ¿Por qué siempre están tan quebrados?

—No lo sé...

—Haz algo al respecto, arruina tu imagen y eso es lo primero que debe estar perfecto.

Mientras Silene entraba en su auto, Cristal se apresuró en sacar de su bolso ese labial que tanto le gustaba. Se lo colocó rápido, con demasiada prisa, intentando resolver su problema de labios resecos con prisa. A duras penas si saboreó el artificial sabor a fresa, este se perdió entre sus papilas gustativas que, ante la prisa, no supieron procesarlo del todo bien. Una vez se aseguró que su boca estuviera perfecta, entró al auto de Sile sintiéndose más tranquila.

No sabía porque su imagen debía ser lo primero en estar perfecto, pero no podía discutirle algo a la persona que más admiraba. Silene era todo lo que Cristal deseaba ser: Bonita, inteligente, una excelente modelo, entre otras tantas cosas. Ella era su ídolo, su más grande ejemplo a seguir. Por ende, si tenía que ponerse brillo labial cada día para ser un poco como ella, lo haría. El sabor a fresa artificial era un precio que no le molestaba pagar si eso la llevaba a ser perfecta; además le gustaba. A ella le gustaba ese sabor a fresa saturada.

¿Y puedes culparla? Después de todo, el término perfección era muy confuso para Cristal Milestone. No sabía de que estaba hecha tan peculiar palabra, pero de algo estaba segura: Perfección era lo que Silene decía. Así que, si quería entender eso que tanto la confundía, solo debía hacer lo que la princesa Osbone hacía.

Debía hidratarse los labios y ponerse maquillaje. Debía confiar en sí misma de la manera en la que confiaba Silene...De eso estaba hecha la perfección para este retoño de rosa. 


¡Hola! Buenooo, ya conocen a Sile y a Cris, las dos rosas de esta historia...¿alguna opinión sobre ellas dos? 🥀❤

Por cierto, les quiero recordar que se pueden unir al grupo que inicié con lectoras escribiendome un msj directo a mi instagram (R_inaaaaaa). Estoy amando poder conocer más a las personitas que leen mis locuras sobre flores❤❤

Chaoo, los amo❤

Pd: quizá deje otro cap por aquí hoy...¿quieren?

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