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Capítulo 16


Capítulo 16:
Encuentro con espinas
15 de junio

3:40 pm

Brandon conoció a Rubí bajo circunstancias peculiares; y por peculiares quiero decir que ambos estaban sirviendo de confidentes en el despecho amoroso de una pelirroja bajo un montón de pétalos rojos. Al principio, le sorprendió encontrar a su ángel con una chica que se veía tan opuesta a ella.

El físico rudo de Rubí, que le daban ese aire de rebeldía, era muy distinto a la tierna apariencia de Cris. Verlas juntas se sentía extraño, como ver a dos mundos diferentes encontrarse. Sin embargo, Griff tardó tan solo unos segundos en recordar lo feo que se sentía que te juzgaran tan solo por tu fachada, así que le dió una oportunidad a la adolescente de cabello teñido.

Y decidió que le agradaba.

—Por millonésima vez, siento que exageras —soltó Rubí, observando a Cris acostada en uno de los bancos del jardín de rosas. Llevaban un buen tiempo intentando animarla, pero ella parecía estar sumergida en un drama del cual no queria salir —. El tal Landon puede hablar con miles de chicas sin la necesidad de enamorarse de todas ellas. Tú viste una conversación y la estás convirtiendo en una escena de amor.

—No viste como la miraba —soltó con tristeza —. ¡Y claro que debió mirarla de esa manera! Es decir, ella es más hermosa, más alta, más esbelta, más...

—Basta. Odio que digas que alguien es más de lo que eres tú, ángel —la detuvo Brandon —. ¿Qué más da si ella es bonita? ¡Tú lo eres también!

Cris suspiró por millonésima vez en esa hora, la estabilidad de sus pulmones comenzaba a preocupar a sus amigos. Había soltado más aire en esa hora de lo que debía ser sano. Quizá, se estaba desinflando de a poco, perdiendo sus ilusiones con cada aliento.

Ella sabía que era bonita, sus familiares y amigos siempre se lo decían. Sin embargo, tras ver la forma en la que Landon Allen miró a esa otra chica, sintió que su belleza no era suficiente. Cerró los ojos con fuerza, ¿qué tenía la otra chica que no tenía ella?

Piernas mucho más largas, mejillas menos regordetas, una sonrisa de revista, un abdómen mucho más plano, sus labios no estaban quebrados...

Abrió los ojos de nuevo, se encontró con los infinitos rosales que escalaban por las paredes de la cúpula. Rosas rojas, rosas hermosas, ¿por qué rosas? ¿Por qué siempre se veían tan ideales?

—¿Qué es lo que tienen las rosas que se ven tan...perfectas? —cuestionó en voz alta.

—Ay, por favor—Rubí rodó los ojos ante ese comentario. Ella tenía una opinión distinta sobre esas flores —. Sigo sin entender porque nadie ve las espinas.

—Si las veo, pero incluso sus espinas me parecen perfectas —acotó Cris, sentándose en el banco para poder ver mejor a sus amigos —. Las espinas son...son como el precio que deben pagar para ser rosas. No se puede alcanzar la perfección sin causarte algo de daño, ¿no?

—¿Seguimos hablando de flores? —cuestionó Brandon.

—¿De qué más podriamos estar hablando?

Cristal continuó observando esas flores rojas, y lo que le sorprendió a Brandon fue encontrar tanta tristeza en los ojos de su ángel. La chica que lo animaba y que jamás tomaba el camino equivocado solía ser pura dulzura y sonrisas, pero esta se veía como una sombra decepcionada de sí misma.

Decepcionada de no ser suficiente,

Decepcionada de no ser tan bonita,

Decepcionada de no tener espinas...

Él se sentó a su lado y pasó un brazo por sus hombros. La atrajo hacia él y le dio un abrazo, esperando poder protegerla de todos esos pensamientos tristes que le hacían daño a su frágil espíritu. Ella se dejó envolver y al poco tiempo le devolvió el abrazo. Cris creyó que no tenía prisa en enamorarse, que le daba igual recibir su primer beso pronto, o tarde. Sin embargo, luego de ese momento, se dio cuenta de que quizá se mintió a sí misma.

Quizá necesitaba que alguien la viera a los ojos y le dijera que era hermosa, que la quería. Las flores necesitan amor y cuidado para crecer, ella estaba descubriendo que necesitaba eso para sentirse segura de sí misma otra vez.

—Ángel, él es solo un chico de miles —le dijo su mejor amigo —. Suponiendo que a él de verdad le gusta esa otra chica, cosa que dudo, te prometo que tú encontrarás a alguien mejor. Alguien que vea lo bella que eres por dentro y por fuera.

—Y si no lo consigues pronto, no es el fin del mundo —aseguró Rubí, tomandose la molestia de dedicarle una media sonrisa —. El mundo no para de girar por corazones destrozados, gira porque tengo latidos que esperan al amor indicado. Es parte de una de las canciones que escribí para mi hermano...

—Conozco esa canción —aseguró ella, devolviéndole la sonrisa. Hizo memoria y mencionó la frase que seguía —: yo no te espero con ansias, tampoco con prisa. Quiero que me tome por sorpresa la calidez de tu sonrisa.

Y cuando te tenga ante mi, amor de mi vida, sabré que el mundo no parará de girar cuando se apague tu sonrisa. Dejará de dar vueltas cuando olvide la mía...

—Es hermosa —aseguró Cristal, aumentando el tamaño de su sonrisa.

—Habla de que el amor es lindo, necesario, y todas esas cursilerias, pero este llega con el tiempo; no puedes ir deseando encontrarlo porque entonces no te encontrará. Lo más importante es que nunca olvides que la vida continúa con o sin un chico a tu lado, pero tu mundo se detendrá en el instante en el que dejes de pensar en ti misma. Protege tu sonrisa, Cris. No se la regales a un imbécil que no se la merece.

Ambas se observaron, imitando la sonrisa de la otra. Rubí era desinteresada, Cris era lo contrario. Aún así, gaseosas de uva las unieron en poco tiempo. Rubí no quería ver a Cristal cometer los mismos errores que ella cometió en algun momento.

—Rubí, te has convertido en mi persona favorita —soltó Brandon —. Eso es justo lo que quería decir pero no tenía ni idea de como hacerlo. Quiero aplaudirte y todo.

—No estaría mal —respondió ella, con una sonrisa divertida —. Adelante, escucho sus obaciones.

Brandon comenzó a aplaudir y Cristal no tardó mucho en imitarlo. Sin pensarlo demasiado, porque de lo contrario se habría arrepentido, Rubí se puso de pie y dio un par de reverencias. No era típico en ella perder su seriedad, o su mala actitud, pero lo había hecho. Incluso habló de una de sus canciones, cosa que se le dificultaba incluso con sus familiares. Solía dejar que Caleb se encargara de darle vida a sus melodías. Esa vez, aunque no cantó, fue ella quien le otorgó pasión a su canción.

Y lo hizo sin siquiera darse cuenta.

Los aplausos fueron interrumpidos por la llegada de una chica en patineta. Malory se quitó su casco y esbozó una amplia sonrisa al ver a sus dos amigos en medio de ese espectáculo de alabanzas. Sintió que había llegado en un buen momento.

—Bueno, bueno —dijo, observando a Brandon y a Cris —. ¿Por qué aplaudimos?

—Porque Rubí es excelente escribiendo canciones que sirven como consejos —explicó Cris —. Por cierto: Lory, ella es Rubí Carlton, mi prima y la hermana de Caleb. Rubí, ella es Malory Jones, mi alocada amiga y la hija de Cameron. Hemos hablado de él en las reuniones en tu casa, ¿recuerdas? El esposo de Silvana, la hermana de la titi Li...

—Cris, te juro que no tengo ni idea de que estás hablando —la detuvo Rubí —. Si mencionaste a Cameron, no lo recuerdo. Seguro no escuché.

—Es un mal habito tuyo, ¿no?

—Algo así...

Malory observó a la chica de cabello rojo fuego y ojos profundos con cierta curiosidad. Algo que le impresionaba de Cristal era que tenía la habilidad de llevarse bien con todo el mundo, incluso con personas con las que no parecía tener nada en común. Ella, por otro lado, era mucho más complicada. Tenía esta actitud explosiva que le agradaba a muchos, y le desagradaba a muchos más.

Sin embargo, decidió probar a qué grupo pertenecía Rubí. Si a los que la odiaban, oa los que la aguantaban.

—¿Tu hermano es Caleb Carlton? —cuestionó Malory, colocando su patineta bajo su brazo. Rubí asintió con la cabeza—. Amiga, tu hermano está buenísimo y canta como los ángeles. Medio mundo fantasea con él.

—Seh, él se llevó el encanto de la familia —ella se encogió de hombros —. Es como un sorteo, Caleb se ganó la lotería y su premio fue carisma y talento. Yo, por otro lado, me pregunto si soy adoptada.

—¡Hey! Tú también eres talentosa —aseguró Cris.

—¡Sh! No lo digas tan alto, el mundo se podría enterar y no me apetese ser la fantasía de fanáticos alocados —bromeó ella —. Que Leb se encargué de eso, su sombra es cómoda.

Es extraño como algunos desean que los noten, añoran que alaben su belleza y que los amen con la fuerza de mil canciones. Mientras que otros se esconden en las sombras de flores más vistosas, por creer que no son capaces de aguantar demasiada luz de sol por sí solas. Cada persona traza su propio camino, cada camino tiene sus dificultades.

Cristal observó las flores rojas una vez más y su corazón de angel volvió a encogerse. La dificultad de su camino era que todavía no lo tenía claro; ella estaba siguiendo un sendero a ciegas, donde habían rosas a sus costados.

Rosas con espinas, rosas que lastiman...

...

3:50 pm

Tras el desfile, que había resultado un rotundo éxito, Padme se encaminó al C.A con una gran sonrisa en su rostro. Ese lugar se sentía como un hogar para ella, estaba orgullosa de que su padre hubiera construido un santuario artistico que jamás se cansaba de visitar. Para ella, ese debía ser el lugar más increíble y alegre de todo el planeta tierra.

Pero, incluso en medio de la alegría, hay historias que se cuentan con tristeza y melancolía.

—¡Hola! Lamento llegar tarde —se sentó en su mesa típica del comedor, donde Eve y Cloe la estaban esperando. Les sonrió a ambas —. Me distraje con cosas del desfile. Calvin y yo nos quedamos hablando sobre lo que debíamos mejorar en el siguiente y se nos fue el tiempo.

—Tranquila, Clo-clo también acaba de llegar —le dijo Eve, devolviéndole la sonrisa. La suya se veía un tanto apagada —. ¿Qué tal estuvo el desfile?

—¡Maravilloso! Han pasado años desde que comencé a trabajar para la industria Miles Tone, pero todavía siento la misma chispa que sentí tras mi primer desfile. Es algo que no se va y me encanta.

—Se le llama pasión, algo que en tu familia es muy común —señaló Cloe —. Margaret por las flores, Jacob por el arte, Avi por la música, Azucena por la danza, Jade por la medicina, tu por el diseño y Primrose por amargarle la existencia a las pobres almas que se cruzan en su camino.

—A Prim le gustan los números... —aseguró Pad, defendiendo un poco a su hermana.

—Y seguro también le gusta desayunar las ilusiones de niños desamparados —Cloe rodó sus ojos, pero terminó por soltar una carcajada —. Es broma. Sabes que amo a la secretariucha con todo y su actitud de bruja.

—Y ella las quiere a ustedes...a su manera particular.

Antes de que pudieran seguir discutiendo de la peculiar manera de amar de la hermana mayor de Pad, las tres pidieron batidos y Cloe una hamburguesa porque aseguró que no podía tener una conversación importante con el estómago vacío. Una vez todo llegó a su mesa, Eve comenzó la conversación tras soltar un suspiro.

Eve y Padme se habían vuelto mejores amigas con el pasar de los años. Tanto tiempo juntas en Detroit las hizo unidas al punto en el que Pad se convirtió en la madrina de la única hija de los Milestone. Así que ella odiaba ver a Eve suspirar y sentirse culpable por un matrimonio que no estaba funcionando. Le rompía el corazón ver lágrimas en sus ojos, y deseaba cambiar su realidad cada vez que se le quebraba la voz ante ese nudo permanente instalado en su garganta.

Pero no te voy a mentir: se sentía increíblemente incómoda con esa situación.

Intentaba concentrarse en apoyar a Eve, en ser la buena amiga que siempre había sido, pero cada vez que escuchaba el nombre de su jefe perdía la concentración. Era extraño estar en medio de ese conflicto, estaba viendo la llama que mantuvo a su amiga ilusionada durante tantos años apagarse. Debía darle un buen consejo, animarla, recuperar su sonrisa...

Pero no tenía palabras para su mejor amiga por estar muy ocupada tragandose las suyas.

—Cena, velas, música —hablo Cloe, cubriendo su boca mientras masticaba su hamburguesa —. No lo sé, pero eso suena lindo, Eve. Muy Calvin, a decir verdad. Ese pelirrojo es tan dulce que a veces lo escucho y siento que me causará caries.

—Si, suena tierno —aseguró Eve —, y fue muy él. Es de la clase de detalles que solía tener cuando recién nos casamos.

—Entonces, ¿por qué te quejas?

—Porque una cena romántica no es romántica si no tienes de qué hablar...

—Oh, joder...¿Fue silencio puro?

—Juro que escuché grillos.

—Mierda.

Padme las observaba a ambas, sin querer opinar realmente. Tomó de su batido sin dejar de escuchar. Se sentía mal por Eve, pero se sentía peor por ella misma. Era una idiota.

—¿Y después de la cena? —preguntó Cloe, tomandose en serio su papel de "experta en el amor".

—Lo más incómodo que me ha pasado en la vida —Eve se sonrojó y cubrió su rostro ante la tristeza y verguenza. Luego, suspiró —. Esto no está funcionando, chicas. Siento que...que lo nuestro no tiene arreglo. Me duele, me duele demasiado, pero es la verdad. Calvin es el hombre perfecto, el padre de mi hija, ¡mi mejor amigo! Pero estamos perdiendo todo lo que nos hace nosotros con esta relación.

》A duras penas si reímos juntos, todo es tenso y por obligación. No puedo evitar pensar que me casé con él para ser feliz, ustedes son testigos de que lo fui y mucho...El detalle está en que ya no lo somos.

—Bueno, a mi también me duele verlos así. Son el pelirrojo y mi prima, la pareja empalagosa que vi nacer entre secretos que no lograron guardar bien —Cloe le sonrió de lado, con comprensión —. Pero también son Eve y Calvin, las personas más buenas que conozco y merecen recuperar las sonrisas que han ido perdiendo poco a poco.

》Eve, si esa felicidad que extraviaste está lejos de Calvin esta vez, entonces te recomiendo que tomen caminos separados. Quizá es lo que necesitan, empezar de cero pero esta vez como amigos. Hay amores que tienen fecha de caducidad, y sinceramente prefiero que tu matrimonio sea el que se acabe y no el cariño y respeto que sientes hacia Cal. Resuelvan este problema, antes de que alguno de los dos cometa un error.

—Quieres decir, ¿antes de que alguno se enamore de otra persona? —cuestionó Eve, Cloe asintió —. Sé que la opción más obvia es el divorcio, Clo-clo, pero está Cristal...

—¿Y? Mis padres también son divorciados y, aunque estoy loca según muchas personas, no tengo traumas ni les guardo réncor. Muchos se divorcian, Cris lo entenderá.

—No lo sé...—la rubia se veía dudosa, asi que recurrió a la persona capaz de calmar sus dudas —. ¿Tú que opinas, Pad?

Padme tuvo que tragar con fuerza el batido en su boca para evitar ahogarse. Con solo pensar en su opinión sobre el problema, se removió en su puesto, incómoda por la culpa. Se fijó en los ojos azules de su mejor amiga, eran brillantes y profundos, sinceros y llenos de sentimientos. Sentía que la estaba traicionando al no poder aconsejarla de la manera correcta pero, ¿qué hacía?

Su opinión real solo empeoraría las cosas.

—Quiero verte feliz —dijo, cosa que era verdad —, y quiero ver feliz a Calvin. Quizá es momento de que tengan una conversación seria y que digan todo lo que sienten, todo lo que tú dices que fue obvio en la cena de ayer. Solo no se rompan el corazón entre ustedes, sé que son lo suficiente maduros para lidiar con esto.

》Y, si te soy honesta, no me quiero meter en tus problemas matrimoniales. Sabes que te apoyo en todo, Eve, pero siento que estas decisiones no nos corresponden ni a Cloe, ni a mi.

—Y tampoco a Derek —soltó Cloe —. Calvin y tu tienen al pobre nerd aturdido. Sobrecargarán su cerebro de genio como le pidan más consejos.

—Decidan ustedes. Lo que sea, los apoyaremos —Padme se puso de pie y les dedicó a ambas una sonrisa débil —. Yo debo irme. Espero de corazón que solucionen esto, Eve. Tu esposo es un hombre maravilloso, y sabes que tu eres una mujer increible. No merecen hacerse sufrir. Nos vemos, chicas.

Y, sin ánimos de seguir sintiendo esa incomodidad en su pecho, se retiró del comedor. Solo cuando estuvo lejos, pudo soltar el aire que había estado reteniendo. Era una pésima amiga y lo sabía.

Se sentía como una persona horrible por alegrarse de que ese matrimonio estaba en la ruina.

Aún en la mesa, Eve seguía dudosa de su decisión. Mientras tanto, Cloe tenía sus ojos entrecerrados justo en la dirección en la que se marchó la diseñadora. No sé como funciona su mente, hay muchos cables cruzados ahí adentro. Sin embargo, a pesar del desorden, era capaz de sacar conclusiones bastante...peculiares.

—Tengo una teoría alocada...—dijo, lo que llamó la atención de su prima.

—Clo-clo, todas tus teorías son alocadas —respondió Eve, con una sonrisa divertida en sus labios —. ¿Qué es esta vez?

—A tu mejor amiga le gusta tu esposo —soltó, logrando que Eve abriera mucho sus ojos con sorpresa —. ¿Esa es la cara que pones cuando tus neuronas explotan? Porque yo siento que las mías lo están haciendo ante esa posibilidad: Padme está loquita por Calvin.

Por un momento, llegó a creer que era algo absurdo. Luego, consideró todo el tiempo que pasaban juntos, y que en verdad se llevaban bastante bien. Pensó en todas las veces que su amiga le habló de él y se dio cuenta de que, últimamente, Pad se alegraba cada vez que mencionaba a Cal por algo. Cuando los veía trabajar había química, se complementaban, y su esposo sonreía ante cada pequeña tontería de la diseñadora.

Estaba segura de que Calvin no le había sido infiel, él no era así. Sin embargo, la posibilidad de que hubieran sentimientos floreciendo en el corazón de Pad por ese pelirrojo era muy probable...Tan probable como que Cal podía llegar a sentir algo por esa diseñadora.

¿Y sabes qué? A Eve no le desagradó la idea...

—Harían linda pareja —lo analizó —. Ella es tan animada y Cal no es serio, pero es muy estructurado y a veces necesita que lo saquen de esa estructura; Pad lo arrastraría lejos de su zona de confort sin problema. Ellos siempre están felices cuando se juntan, sus peleas son muy cómicas y hacen un excelente equipo. Además, se ven bien juntos...

—Aguarda, aguarda, para tu carro —la detuvo Cloe —. ¿Te estás escuchando? ¡Estás juntando a tu mejor amiga con tu esposo!

—Y...¿está muy mal?

—Es prueba de que tu matrimonio está en la mierda. Es decir, solo la idea de que Gabe pueda llegar a enamorarse de alguna de las margaritas me enferma. Es mi esposo, lo quiero para mi nada más, y no es egoísmo porque lo juré ante un juez.

—Tienes razón. Esto es un desastre...

—Habla con él, hazlo pronto —declaró su prima —. Antes de que te vuelvas loca y comiences a fantasear con los hijos de tu esposo y de tu mejor amiga.

—Serian lindos...

—Estás mal. Muy mal, Eve Milestone. Pero quizá yo estoy peor porque, ahora que lo pienso, si serían bebés hermosos...No tanto como los míos, claro.

Así que las dos suspiraron; un suspiro del tamaño de la gravedad del asunto. Ese gesto fue todo lo que Eve necesitó para darse cuenta de algo: era momento de ondear su bandera blanca, de rendirse y liberarse de esa relación que estaba matando poco a poco su espíritu.

Solo había algo que la preocupaba en exceso: Cristal.

...

4:16 pm

Silene salió de su auto sintiendose como una persona completamente nueva. Ignoró toda la tristeza de esa mañana, decidió que debía continuar con su vida y fingir que todos estaba bien. Tras cambiar su dosis de insulina una vez más, se sintió preparada para continuar con el día como si no hubiera un peso arrastrando su corazón hasta el subsuelo.

Como si no le dolieran los recuerdos, o la imagen de su familia quebrada.

Caminó por el estacionamiento del C.A hasta llegar a los amplios jardines llenos de senderos. Como siempre, consiguió a varias personas pintando, otras cantando, otras ensayando obras de teatro. Sonrió, ese era el único desorden que le gustaba. Sin embargo, sus oídos captaron algo nuevo en ese ambiente. Una discusión de un par de voces que se le hacían conocidas llamó su atención.

Volteó en dirección al sonido, caminó por los senderos hasta encontrar el final de uno de ellos. Ahí estaba la fuente del escándalo.

En realidad, cuando vio a Sanne y a Aviv lo primero que le sorprendió fue que estuvieran discutiendo frente a todo el mundo. Luego, se dio cuenta que no habia nadie cerca, solo ella. Lo segundo que le tomó por sorpresa fue encontrarlos peleando en sí. Ellos dos tenían una amistad impecable, era la primera vez que los veía así.

Y, como buena curiosa, no quiso dejar de ver.

—No te entiendo ¡Te juro que por primera vez en once años malditamente no te entiendo! —exclamó Sanne, sonrojada ante los gritos.

—Lo siento, lo siento —le dijo Aviv, se escuchaba casi como un ruego. Quizá no era tan discusión como Silene creyó —. Pensé que hacia lo correcto, Sanne. Es que cuando te vi con él...

—Cuando me viste con él debiste preguntarme qué estaba haciendo, ¡no hacer esto! —soltó ella —. Si hablé con Christian fue para dejarle claro que me enferma que aun engañe a su esposa con otras mujeres, y que me enferma aún más que pensara que podría volver a arrastrarme a eso. Me duele que pensaras otra cosa...

—Me preocupé por ti —aseguró él —. Lo amaste tanto, Sanne. Temí por el corazón de mi mejor amiga...

—¡No te da derecho a hacer lo que hiciste! Te comportaste como un niño ¡Mis sobrinos se lo habrían pensado mejor!

Quizá Silene debía sentirse como una intrusa en ese lugar, aunque sea ligeramente incómoda por escuchar algo tan privado. Sin embargo, al captar esa nueva información sobre Sanne estando en el pasado con un hombre casado no pudo irse. De repente, esa mujer a la que vio con admiración y amistad, le pareció despreciable.

—Ni siquiera me puedes dar una explicación lógica —se notaba que Sanne estaba conteniendo sus lágrimas al hablar —. Solo dices que te preocupaste, que actuaste sin pensar, pero hay más y no me lo quieres decir...

—No te puedo dar una explicación lógica cuando no la hay —él suspiró —. Lo siento, Sanne. Después de once años, yo tampoco malditamente me entiendo.

Silene vio una lágrima caer de los ojos de Sanne. Habían cosas que no decían, detalles sueltos que no entendía. Se estaban callando demasiado.

—No puedo verte —soltó la morena —. No ahora. Jamás me habías herido tanto.

—Mierda. Lo siento, lo siento —Aviv comenzó a desesperarse, y tanteo en el aire hasta encontrar las manos de Sanne. Él las tomó, pero ella no le devolvió el agarre —. Perdóname, Sanne. No sé que me pasa, no sé. Solo sé que no puedo vivir sin mi mejor amiga. Dame otra oportunidad, haré lo que sea...No puedo, no puedo estar sin ti.

—Te estoy diciendo que no puedo verte ahora, no que jamás te perdonaré —señaló ella —. Tendrás mi perdón, solo te necesito lejos aunque sea por unas dos horas. Tengo que pensar. Además, no estamos solos y quiero detener esta conversación antes de que digamos cosas de las que nos arrepentiremos.

Entonces, Silene notó que Sanne no estaba viendo a Aviv; la estaba mirando a ella. Sus ojos, a pesar de estar nublados por las lágrimas, desprendían una especie de advertencia. Era como si le estuviera pidiendo que se quedara callada ¿Acaso intentaba amenazarla? ¡¿A ella?!

—¿Sabes cómo llegar al departamento de música, o necesitas un guía? Porque Silene podría llevarte —le dijo Sanne a Aviv, y de inmediato él soltó sus manos. Entendió que debían parar esa conversación al escuchar el nombre de la princesa.

—Si me guían de nuevo al centro de los jardines, puedo llegar solo —aseguró él, pero terminó por suspirar —. Lo siento, Sanne. Quisiera poder...

—No puedes —ella se alejó un poco —. Ve con Silene. La otra noticia que me contaste es fantástica, Caleb la amará. Ve y prepara todo...Nos vemos cuando descubra que carajo hacer con esto.

—Te espero. Sabes que lo hago, ¿no?

—Sí, lo sé. Yo también te espero a ti...Pero me estás cansando, Everton. Lo siento si te duele la verdad.

Entonces, Sanne se dio la vuelta y caminó en sentido contrario. Eso había sido muy intenso, demasiado...Y eso que la princesa Osbone creyó que ellos dos eran lo opuesto a intensidad. Sin decir palabra alguna, Aviv se volteó y con su bastón comenzó a guiarse hasta encontrar a Silene. Una vez se ubicó, le ofreció su brazo y empezaron a caminar hacia el centro de los jardines.

Justo en la dirección opuesta a Sanne.

Por un largo tiempo, no dijeron nada. El silencio fue un intruso asfixiante entre ellos, hasta que uno de los suspiros de Aviv se quebró y se convirtió en palabras:

—No puedes decirle esto a Caleb, o a Rubí —habló él —. Hablo en serio, princesa. Ni una palabra de las que escuchaste puede llegar a ellos dos.

—No estaba en mis planes hacerle daño a mi novio. Iba a callar aunque no me lo pidieras —soltó ella, y luego observó el perfil del hombre a su lado. Estaba tenso, ni una gota de felicidad en su rostro —. Tranquilo, entiendo tu posición en la pelea.

—¿Qué?

—Digo que entiendo la razón por la que peleas con Sanne. Es decir, ella fue una zorra al dormir con un hombre casado. Tienes derecho a despreciarla un poco.

Aviv se detuvo en seco, logrando que ella también se detuviera. Notó que se tensó aún más, que su entrecejo se frunció y que así se veía incluso más molesto que cuando discutió con Sanne ¿Acaso había dicho algo malo?

—Tu jodidamente no escuchaste nada ¿Entiendes, Silene? —su voz gruesa sonaba brusca ante su enojo —. No sabes nada, no conoces a Sanne y es claro que no me conoces a mi, porque si lo hicieras sabrías que yo jamás podría despreciar a la mujer que ha estado para mi en las buenas y en las malas.

》Esa chica a la que tu llamaste zorra sobrevivió a un maldito transtorno, trabajó duro, alcanzó sus metas y es más de lo que tú y yo juntos seremos en algún momento. Es injusto que la insultes por un deslíz que ni siquiera fue su culpa y me molesta que la juzgues cuando no tienes idea de lo que está pasando.

—No tienes que hablarme así —soltó ella, cuando él comenzó a alzar la voz —. Estás molesto con Sanne, no conmigo.

—¡No estoy molesto con ella! Mierda, ¿no entiendes que el idiota en esta historia soy yo?

E intentó entenderlo, pero no pudo. Sanne era la infiel, la idiota, la que arruinó una relación...O al menos eso entendió de la pelea ¿Y aún así Aviv decía que él era el que estaba mal? No tenía sentido.

O, quizá, ella solo había llegado a escuchar la mitad de la historia.

—Desde aquí puedo solo —soltó él, aún molesto.

—No estamos en el centro de los jardines...

—Pero no quiero escucharte más. Ya veré como me las arreglo a partir de aquí. Gracias, Silene.

—De nada, Aviv.

Ligeramente indignada, soltó a Aviv y lo dejó solo en los jardines. Se alejó de él, pensando que era su problema si queria molestarse con Sanne, pero que ella nada tenía que ver. Quizá los tutores de su novio no eran tan buenos como ella creyó. Hasta el momento, los había visto como buenos ejemplos a seguir para Caleb...

Ahora, había descubierto que eran desastrosamente complicados.

Cerca del jardín de rosas, logró ver la cabellera roja de su protegida favorita. Le disgustó ver a esos dos amigos inoportunos saliendo de la cúpula junto a ella, y le disgustó aun más al ver el cabello color fuego de Rubí a su lado. Los cuatro reían; bueno, Rubí solo sonreía, y eso preocupó bastante a Silene.

Brandon era un horrible ejemplo, pues era todo lo que nadie esperaba de él. Malory era peor, puesto que su actitud rebelde y su afán por seguir sus propias reglas eran peligrosas para la perfección ¡Y ni hablar de Rubí! ¡Ella era la peor de todas!

Más con un ejemplo como su tía Sanne...

—¡Cristal! —ella exclamó su nombre, llamando de inmediato su atención.

Quería alejarla de esos tres, asegurarse de que nadie la lastimara. Para eso, ella debía ser fuerte...Conseguir espinas.

Cris la escuchó y de inmediato esbozó una sonrisa. Corrió hacia ella con su gaseosa de uva en la mano, sus amigos no la siguieron. Pronto, la pelirroja despeinada llegó hasta ella. De inmediato, Silene sintió que solo así la mantendría segura.

—¡Silene! —exclamó la chica —. Me contaron que estuviste deslumbrante en el desfile, cosa que no me sorprende ¡Estoy feliz por ti!

—Gracias, chiquilla —ella esbozó una sonrisa —. Por cierto, recibí tu mensaje ¿Quién es esa chica que te preocupa?

Cristal soltó un suspiro y tomó un poco de su gaseosa. Silene la observó con detenimiento, sintió cierto asco al pensar en la cantidad de azucar que estaba atrapada en el líquido dentro de esa lata morada. Cris parecía ingerirlo con gusto, sin problema alguno, mientras que el solo considerarlo le provocó arcadas a la princesa.

—Es una chica mucho más bonita y delgada que yo —aseguró Cris, tras tragar de su gaseosa —. Seguro le gusta a Landon...

—No es competencia para ti —soltó Silene, con seguridad —. Seguro puedes superarla. Debes superarla. Si es más bonita, arreglate más. Si es más delgada, trabaja más en tu físico, Cris.

—Griff, Lory y Rubí dicen que no importa si Landon no me hace caso. Vendrán otros, ¿no?

—¿Y qué van a saber esos tres de amor? Puedes enamorar a Landon Allen y eso harás. Vivirás tu historia de amor, Cris. Ya verás.

Y no permitiría que fuera un desastre, no mientras amara a Cristal de la forma en que lo hacía. Por ende, tomó la gaseosa de sus manos. Iba a alejar a Cris de todo lo que consideraba malo, la iba a proteger.

—Empecemos por lo primero: si esa chica es más delgada que tú, entonces no tomes estas cosas —ella caminó hasta la basura más cercana y la deshechó. Luego, volvió hasta Cris —. Estas bebidas tienen mucha azúcar, te van a hinchar.

—Oh, no lo pensé...

—Tranquila —ella le sonrió —. Vamos paso por paso, Cris. Ya verás como Landon Allen se enamora de ti.

Fue así como Silene le enseñó a Cris a portar sus propias espinas...





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