En la Edad Media numerosas mujeres fueron acusadas de brujería. Había dos opciones para ellas: 

1) Admitían serlo (aun que fuese mentira) y, como lo habían admitido, eran ahorcadas.

2) Eran maltratadas hasta admitir que eran brujas.

Puede que fuese injusto, ¿pero quiénes las iban a escuchar? Eran unas proscritas, brujas. Cerca de un millón de inglesas fueron ahorcadas. Injustamente, eso es cierto. No todos los momentos de la historia han sido agradables.

De aquí viene la imagen de que las brujas son malas, monstruos crueles que se comen el alma de los niños, hijas del demonio y reencarnaciones del propio mal.