La mañana era fría, incluso más de lo que cualquier día de invierno en la cuidad del amor, por otros llamada la ciudad de las tragedias, podía haber tenido antes. Una espesa niebla nublaba la vista de cada parisino que transitaba en las elegantes calles, adornadas por finos faros de plata cuidadosamente moldeada y soldada de los cuales emergían luces de distintos tipos de velas que ayudaban a divisar el largo camino a seguir, mientras el abrasador clima rodeaba cada establecimiento, nublando las ventanillas de un translúcido color blanco, el cual, si era visto de manera correcta, era una fuente de creatividad interminable, pudiendo trazar infinitas obras de arte en ellas, desde una simple carita reflejando felicidad, hasta una hermosa flor llena de detalles; y evidentemente aquí se centra la hermosa historia de la condesa Couffaine, hija de una prestigiada familia adinerada, quien, junto a su hermano, el conde Luka, administraban las ganancias monetarias del pequeño tramo de París del que eran dueños, por supuesto en una alianza con la familia Burgeois, dueña del pueblo vecino.

Juleka, nombre de la condesa, se encontraba frente a su ventana favorita, la que daba al gigantesco jardín dentro de las provincias, solía dibujar algunas flores en el espacio que normalmente ocupaba para admirar el lugar. Violetas, girasoles y manglares eran las plantas que más trazaba en sus momentos de aburrición, sin embargo, ésta vez dibujaba, ¿Rosas? Algo inusual pero hermoso, a decir verdad nunca se había detenido a admirar la increíble belleza de esas maravillosas flores, y considerando el clima de las afueras, se veía obligada a tener que limpiar el cristal con su mano cada diez segundos aproximadamente. Luka la había estado observando en silencio varios minutos antes, manteniéndose distante desde un rincón del salón. Fue entonces que sintió la necesidad de acercarse a ella.

Con ambos brazos tras su espalda, entrelazando sus muñecas para que éstas le dieran un toque elegante al caminar, fue en total calma hacia su estimada hermana; colocó una mano por sobre su hombro, haciendo que la azabache levantara su mirada, era cansada, melancólica, no parecía ser la de una mujer estable emocionalmente. El joven de ojos turquesa dirigió sus orbes hacia la vieja hoja donde se encontraba plasmando su arte, nuevamente llevó su vista hacia la decaída menor, quien se encontraba a punto de romper en llanto.

-La extrañas, ¿No es así?- Cuestionó Luka.

Fue entonces que Juleka se lanzó desconsolada hacia los brazos de su consanguíneo, quien recibió el gesto de la fémina sin problemas, puesto que había pasado por algunos problemas emocionales desde el día de la ejecución, el fatídico día de la ejecución...

~París Francia, siglo monárquico XVII, el gran baile realizado por las adineradas familias Couffaine y Burgeois había llegado a oídos de todo pueblerino, sin embargo los miembros de las familias mencionadas se debatían entre dejar asistir a cada persona en el lugar, y otros por dejar que sólo las más perfectas familias asistieran. Finalmente se llegó a un acuerdo, un número reducido y realmente pequeño de personas asistirían, pero con la condición de vestir adecuadamente y tener los modales adecuados para convivir con las finas condesas y condes del lugar. La noticia llegó a oídos de una pequeña pero ingeniosa jovencita de cabellos de oro y ojos de zafiro, quien adoraba componer melodías con una copa de vidrio y un pequeño lápiz de roble obscuro; su nombre era Rose, y su gran anhelo era poder conocer la privilegiada vida de los habitantes de las mansiones más imponentes del lugar.

Algunas familias habían tenido el honor de haber sido seleccionadas para asistir a la fiesta, sin embargo, la familia Lavillant era una de muchas que deseaban aquel regalo más que nada en el universo, el gran duque enviado por mandato de ambas familias, finalizó la entrega de invitaciones y regresó nuevamente a la mansión Couffaine, donde se efectuaría la gran celebración. Rose no se daría por vencida; con ayuda de la hija de los Dupaing Cheng, logró confeccionar su propio vestido justo antes de la gran noche, la misma en la que entraría anónimamente a la fiesta que tanto anhelaba su corazón.

[. . .]

El salón era una enorme extensión de tapiz cuidadosamente distribuido por cada muro que resguardaba los alimentos, la ambientación y la elegancia de cada celebración, aniversario o cumpleaños efectuado allí. La condesa portó su más fino vestido, así como su hermano el más elegante traje, pues estaban dispuestos a brillar cual diamantes esa noche. Horas despúes de que todo invitado se encontrara en el interior de la mansión Juleka se encontró en su camino aquellos orbes relucientes cual zafiros, los cuales se robaron su completa atención en ese momento, Un momento en donde ya nada importaba. Se preguntaron sus nombres, intercambiaron pensamientos y estuvieron dispuestas a ser buenas amigas, dejando de lado su estaus social y prohibiciones de sus mismos padres.

Ambas jóvenes compartían en secreto un gusto por el arte prohibido por el oscurantismo que regía con enorme poder las extensiones de la Francia antigua. El baile transcurrió con normalidad, nadie notó la ausencia de la condesa en el gran salón de baile, puesto que se hallaban tras el gran ventanal del salón principal que daba a la hermosa vista de un jardín cubierto en penumbras, el cual se robaba la completa atención de las féminas, quienes intercambiaban sonrisas a través del suave reflejo del cristal.

Al finalizar el baile, puesto que no era posible que volvieran a encontrarse sin tener que cuidarse de las incesantes miradas y palabras de los pobladores, acordaron en comunicarse por medio de cartas, lo cual sería la forma más segura de poder mantenerse en contacto.

Y así fue durante muchas semanas, carta tras carta, letra tras letra, las jóvenes fueron enamorándose perdidamente de su distinta forma de ver el mundo, tanto los musicales pensamientos de Rose, como la artística perspectiva de Juleka. Hasta que, un fatídico día, una de las cartas enviadas a la condesa fue a parar a las manos de Chloe Burgeois gracias a un mal servicio por parte del mensajero personal de los Couffaine, la susodicha, miembro de una de las órdenes de las sectas del oscurantismo antiguo, al lado de su padre, se enteraron de la promulgación del arte musical que intentaba comenzar la joven Lavillant, y era requerido impedirlo.

Convocaron una plática a espaldas de Juleka, donde acordaban al lado de sus padres el ejecutar a la mañana del día siguiente a la causante de el extraño comportamiento de la joven aristócrata, considerando de igual forma que la homosexualidad era un pecado según las órdenes ya dictadas por los regímenes con más poder.

Cartas antes, el propósito de las letras era reunirse a espaldas de toda persona del pueblo, puesto que necesitaban decirse algo, algo sumamente importante resaltaban las palabras de la rubia, quien convenció a la contraria a encontrarse en el puente que separaba el pueblo actual con el vecino.

[. . .]

La mañana llegó, Rose había sido detenida y llevada ante una corte de aristócratas cubiertos del rostro para no reconocer sus facciones, se le fue acusada de el crimen de la difusión de ideas con fines de libre pensamiento y promulgación de un arte obsceno. Se presentó la carta como última prueba en contra de la menor, la cual aceptó toda la culpa y accedió a recibir su castigo, con la única condición de que la condesa Couffaine no se enterara de ello. Accedieron.

La horca estaba en espera, colocaron un viejo saco por sobre la cabeza de la joven y la encaminaron hacia la plataforma de madera sucia y vieja, la cual rechinaba a cada paso. Una soga rodeó su cuello, haciendo que bajo aquel estorboso trozo de tela resbalaran dos grandes lágrimas en representación de su más puro amor, el amor que no pudo entregarle a la mujer más hermosa y benelovente que pudo haber conocido, entonces la cuerda presionó con fuerza al momento de que un hueco por debajo de sus pies se abriera paso hasta su muerte.~

-Ella era... Mi rosa favorita en un jardín lleno de ellas, tan brillante y magnífica que no podré olvidarla jamás.- Respondió la interrogante de Luka, quien de inmediato ocultó sus propias lágrimas bajo un tortuoso silencio, ocultando mutuamente sus rostros entre sus hombros.

La mañana cerró en completo silencio. Nunca más se volvió a hablar del tema ni de la preciosa amante de la música de aquella época.

Historia dedicada a mi preciosa y adorable futura novia↴
C_SK8_Z 💗💜✨
¡Te amo hermosa!