Final
Definitivamente a la señora Yaoyorozu no le gustó que el día del cumpleaños de su única hija esta dijera que estaba saliendo con una chica y mucho menos que lo hiciera delante de todos sus invitados.
Bueno, eso fue lo que pensó Momo. Tal vez se había estado haciendo una idea equivocada de su madre todo este tiempo.
—Momo, vamos a hablar seriamente de lo que has hecho—su expresión tranquila sorprendió a Momo poniéndola nerviosa—¿Te das cuenta de las repercusiones que esto tendrá?
La mujer había colocado dos tazas de té en la mesita del salón mientras ambas estaban sentadas en dos sillones acolchados.
—Solo quiero ser libre—Momo prefirió ser directa.
La más alta suspiró. Momo no lo entendía. Pensaba que su madre se enfadaría, pero no lo hizo.
—No es tan fácil ser libre.
—Lo es, solo he de ser sincera con mis sentimientos e irme.
Las palabras de la joven fueron firmes mientras la mayor negaba con la cabeza.
—¿Aquí, en Japón?
—¿Qué quieres decir?
Momo sabía a qué se refería, pero quería oírlo de sus labios.
—Van a haber más personas que no te aceptarán de las que te imaginas.
Cada vez estaba más confundida. La calma de su madre le daba escalofríos.
—¿Tú eres una de ellas, mamá? ¿He desmontado tu plan de convertirme en tu esclava?—preguntó dedicándole una sonrisa sarcástica.
—Claro que no, yo no quería...
—¿El qué no querías?
Momo la observó y decidió respirar hondo. No podía alterarse.
—No quería que cometieras mi mismo error, por eso fui tan estricta contigo.
—¿De qué estás hablando?
La joven juntó sus manos con nerviosismo. La situación la estaba poniendo demasiado tensa.
La mayor de las Yaoyorozu suspiró dejando la taza de té sobre la mesa.
—Os vi. A Jirou y a ti. Preferí no decir nada, pero ahora veo que no tengo más opción que ser sincera contigo.
—¿A qué te refieres?
Momo tragó saliva y la contraria mordió su labio inferior. Nunca solía mostrarse nerviosa, pero lo estaba. Contarle a su hija la verdad después de tantos años no era fácil en absoluto.
—Cuando era joven iba a una escuela de chicas y me enamoré de una de ellas.
Sus ojos se clavaron en los de su hija mientras esta la miraba con sorpresa.
—¿Qué?
—Mis padres no lo aceptaron y los rumores se esparcieron como la pólvora. Fueron unos años horribles—suspiró—Estaba muy mal visto, más que ahora y más en una familia tan tradicional. Mi única opción para salir de aquel infierno fue casándome con tu padre.
La sorpresa de la pelinegra no dejó de aumentar. Ella la miró con pena.
—Papá...—susurró recordando su imagen—¿Por eso se marchó?
—Sí, por eso se fue. Tu padre merecía a alguien que le correspondiera. Siento mucho lo ocurrido—ella miró sus manos—Solo quería protegerte.
—Esconder quién eres no es una buena manera de protegerme, mamá. Tampoco alejarme de aquellas personas que quiero—dijo elevando la voz—¿Por qué creíste que era mejor ocultarlo?
Aún tenía que procesar la información, pero lo entendía. Siempre había sido una persona empática y después de todo aquella mujer era su madre.
—Lo siento muchísimo.
Hacía años que Momo no la escuchaba disculparse y eso hizo que sus ojos se humedecieran.
—¿Qué fue de esa chica?
—Ella...—le dedicó una sonrisa nostálgica antes de responder—Se acabó casando con un hombre y creo que ahora tiene unos cuantos hijos. No sé quién es ese hombre y nunca me he atrevido a buscarla, pero recuerdo exactamente sus rasgos. Su cabello era blanco como la nieve y sus ojos eran grises como dos perlas—miró sus manos—También recuerdo que sus manos siempre estaban frías, pero cuando se juntaban con las mías dejaban de estarlo.
La menor la escuchó con atención. Le entristecía que hubiera tenido que separarse de ella. Separarse de la persona que quieres sonaba doloroso.
—Gracias por contármelo, mamá—dijo agarrando su mano con delicadeza—Yo quiero estar con Kyouka. Sé que es tarde, pero tal vez deberías intentar encontrarla y liberar esas ataduras.
La mujer la abrazó tomándola por sorpresa y más cuando empezó a llorar. Momo nunca la había visto llorar.
—Siento que tú no tuvieras a nadie en quien apoyarte...Debió ser duro—suspiró con tristeza—Pero te prometo que yo sí tengo gente que me apoya. Si de verdad hiciste todo esto para protegerme lo entenderás. Respetarás las decisiones que tome.
Momo no podía evitar sentir rencor por todas las cosas que habían ocurrido en el pasado, pero después de todo era su madre y la quería. Era algo inevitable.
—Lo haré—sus ojos se mantuvieron fijos en los suyos—Siento haber despreciado tanto a Jirou, también a Todoroki—se separó de ella—La verdad es que ese chico me recuerda un poco a ella, creo que por eso intentaba separarle de ti.
—No pasa nada.
—No he tomado buenas decisiones respecto a ellos. Sí son el apoyo que necesitas lo aceptaré. Es lo que tendría que haber hecho desde el principio en vez de tener miedo.
—Es normal tener miedo.
Momo no pudo evitar sonreír. Sentía una sensación de apoyo y calidez que nunca había sentido antes con ella.
—Empezaremos de nuevo.
—Gracias, mamá. Contaré con tu apoyo.
Le dedicó una sonrisa sincera. Aún estaba algo sorprendida, pero al mismo tiempo estuvo verdaderamente feliz.
—Ves con tu chica—ella le sonrió—Pero ten cuidado, por favor.
Momo asintió con una pequeña sonrisa antes de marcharse.
Al irse la mujer se levantó del sillón y se dirigió a una estantería cercana. Sacó uno de los libros y lo miró con atención. La portada estaba decorada con pétalos de rosa y el título escrito en dorado. El autor era desconocido.
Aquel libro le traía muy buenos recuerdos. La pelinegra abrió la primera página con cuidado. En ella había una dedicatoria y una firma escrita en pluma.
«Por nuestro primer libro.
Nozomi, deseo que podamos salir de este jardín de rosas que nos espera y estar juntas en un futuro. No me importa atravesarlo sí es contigo.—Rei»
La pelinegra sonrió a la vez que cerraba el libro. Tal vez era hora de buscarla y cambiar el final de la protagonista.
Momo prácticamente corrió a encontrarse con Kyouka y Shoto. Estos la estaban esperando cerca de la casa de los Todoroki, ya que habían quedado para verse allí. La pelinegra tenía que explicarles todo lo sucedido, o por lo menos una parte.
—¿Tu madre te apoyó?
El bicolor estaba muy sorprendido, igual que la pelimorada.
—Sí, es una larga historia—sonrió—Ella me apoya. Estoy muy feliz.
La más baja sonrió al oírla mientras el heterocromático la miraba.
—Y yo que ya le había dicho a mi madre que te ibas a quedar unos días a dormir. Ella quería conocerte—sonrió levemente—Ella no sale mucho de casa, suele pasarse el día escribiendo, así que estaba ilusionada en que vinieras.
Él no se llevaba muy bien con su padre, así que no solían hablar de él.
—Aún puedo hacerlo, también podéis venir a comer a casa algún día sí a tu madre le parece bien—sonrió—Mi madre seguro os pide disculpas y podéis empezar de nuevo.
—¿Conocer a tu madre?—la pelimorada parecía nerviosa—Está bien, solo espero salir viva.
—¡Qué sí, ya verás!—sonrió con ilusión la más alta—Todo irá bien.
Ambos acabaron asintiendo con una sonrisa. Estaban feliz de ver a la pelinegra en ese estado de ánimo.
Todoroki se marchó minutos después dejando a ambas chicas solas. Pensó que necesitarían algo de intimidad.
—Has sido muy valiente, YaoMomo.
Kyouka le dedicó una sonrisa a su novia y cogió su mano.
Momo aún no sé acostumbraba a tener una novia tan increíble cómo ella. Ni tener una novia en general. Parecía la historia de uno de los libros que solía leer por las noches.
—¿Yo?
—Al ser sincera con tu madre—le sonrió con orgullo en su voz—Ser sincera con tus sentimientos.
—Fue gracias a ti.
—¿A mí?
—Tú me inspiraste a ser valiente, ni siquiera los libros pudieron hacerlo.
La pelimorada le sonrió algo avergonzada mientras agarraba con más fuerza la mano de la pelinegra.
—Sígueme, quiero llevarte a un sitio.
—Te sigo.
Ambas caminaron por las calles de Japón hasta salir de la ciudad. Al llegar a una especie de campo sé encontraron con un inmenso jardín de rosas rojas.
—Esto es increíble.
La pelimorada la miró.
—Estuve pensando en el final del libro, la verdad es que si viviera atrapada en un jardín de rosas contigo no me haría falta cruzarlo—sonrió.
—Yo tampoco lo cruzaría.
—¿Nos quedamos con ese final?
Kyouka le tendió la mano y ambas se encaminaron a ese jardín de rosas rojas. Fue como estar en su libro favorito, pero lo contrario que la protagonista ambas tuvieron un final feliz. Pudieron ser libres estando juntas, luchando contra las espinas afiladas. Después de todo, las rosas no eran las malas de aquella historia, lo eran las espinas que profanaban sus cuerpos.
Así fue como el libro favorito de la pelinegra pasó a ser la pelimorada. Un libro difícil de leer, algo rebelde y dulce en el interior. Al mismo tiempo el libro favorito de la pelimorada fue la pelinegra, un libro fácil de leer, calmado y en el fondo, con carácter. Tan diferentes e iguales al mismo tiempo, igual que las espinas y las rosas.
¡Hola! Muchísimas gracias por haber llegado hasta el final. Agradezco de corazón todos los votos, leídas y sobre todo los comentarios. Espero que os haya gustado tanto la historia como el final que he escogido <3
Estoy tentada en hacer un extra de Rei y Nozomi. Alto ship que he creado.
[Actualización: Ya está publicado <3]
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