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Rosas amarillas

Segundo día como universitario por la mañana y camarero por la tarde. Misma rutina, con Defteros llevándolo a la escuela, y yendo a buscarlo al finalizar la jornada, en esa ocasión con la compañía de Sísifo, usando el vehículo del Omega castaño como medio de transporte.

Llegar al restaurante, saludar a sus colegas, ir hasta los baños para cambiarse, recoger su cabello, y comenzar su turno.

No hubo nada extraordinario, o que pudiera hacerle sospechar que algo estaba por ocurrir. Por un segundo pensó que lo más sorprendente de ese día, había sido descubrir que al parecer, Sísifo también conocía a Kardia y tenía cierta amistad con él... Hasta que, mientras dejaba unos platos en el lavabo de la cocina, Kardia apareció, preguntando por él.

Al ver el enorme ramo de rosas amarillas que el Alpha sostenía en sus brazos, cualquier sonido y persona a su alrededor dejó de existir. El mundo entero se puso en pausa, y solo podía mirar fijamente esas flores.

— Oye, ¿estás bien?- Cuestionó Kardia al notar la tensión en su rostro.- ¿Te sientes mal?, ¿quieres agua o algo?

— No te preocupes, estoy bien.- Pronunció con rapidez, intentando huir.

Kardia trató de alegar algo, pero Asmita simplemente lo esquivó, corriendo torpemente, con rumbo a los baños de empleados.

— ¿Y yo qué hago con esto?- Murmuró para sí mismo, observando las flores.

Sabía que no todos los Omegas pensaban igual, pero ¿quién tendría una reacción como esa al recibir un regalo como lo era un ramo gigantesco de rosas?... Definitivamente, algo andaba mal.

El repartidor que llegó al restaurante preguntando por el rubio no le dijo ningún mensaje ni indicación en específico, ni siquiera le dijo quién había enviado las flores. Simplemente que eran para Asmita Laghari, y nada más.

Para colmo de sus males, Defteros y Sísifo ya se habían marchado para cuando el ramo de la discordia llegó, así que no podía recurrir a ellos por una explicación a la reacción de Asmita al verlo...

Cómo última esperanza, decidió buscar alguna tarjeta o pista del remitente. Si es que acaso se trataba de algún loco acosador o algo así, y si debía tomar medidas precautorias de ser el caso. Por suerte, solo tuvo que mover un poco un par de rosas para encontrar una pequeña tarjeta blanca con unas palabras escritas:

"Rosas amarillas, como te lo prometí. Te amo.
Aspros."

Solo obtuvo más preguntas. Ese nombre le sonaba familiar, pero no podía recordar dónde lo había escuchado. Sin embargo, no veía absolutamente nada raro en esas palabras como para que Asmita reaccionara así...

Una vez agotadas todas sus opciones, solo quedaba encarar la situación de frente.

Dejó el ramo junto al lavabo de la cocina, en un florero que llevaba un par de días vacío, y fue en busca del Omega fugitivo.

No tardó mucho en dar con él, guiandose por el ligero sonido de sollozos ahogados, provenientes de uno de los dos cubículos del baño.

— Asmita...- Lo llamó, dando un par de golpes suaves en la puerta.- ¿Pasa algo?

No fue difícil adivinar que el pobre hizo su mejor esfuerzo por recomponerse, sorbiendo la nariz, y seguramente tallándose los ojos con desespero.

— No. Todo está bien.- Respondió desde su escondite, con un tembloroso hilo de voz.

— Sé que nos conocemos desde hace apenas un día, y que no soy un genio, pero tampoco hace falta serlo para saber que algo realmente malo te pasa.- Insistió, suavizando su voz.- ¿Quieres que le llame a Defteros o a Sísifo para que vengan a ayudarte?

Como si de palabras mágicas se trataran los nombres de esos dos, Asmita abrió la puerta en menos de un parpadeo, dándole directamente en la nariz con el marco de plástico.

— No les digas nada de esto.- Pidió el blondo, aún con un rastro de lágrimas en las mejillas, y los ojos hinchados y rojos.- Por favor.

— Está bien, está bien.- Asintió el Alpha, sobando su nariz.- Cielos. Bastaba con pedirlo, no hacía falta romperme la nariz.

— Lo lamento.- Murmuró el Omega con un débil suspiro.- Yo... Volveré al trabajo en un minuto. Las rosas si le gustan a alguien, puede quedarselas, o solo tiralas.

— ¿Al menos podrías explicarme qué tiene de malo ese ramo?- Insistió Kardia, aún sosteniendo su nariz.- En compensación por casi romperme la nariz.

Asmita solo desvió la mirada, sin saber cómo explicar su reacción. Debía pensar en alguna excusa.

— Oye, solo quiero saber si el golpe en la nariz fue una advertencia para la próxima vez no recibir regalos de desconocidos.- Bromeó el Alpha, mostrando una sonrisa sincera.- Si es así, prometo no volver a hacerlo.

Asmita solo sonrió sutilmente. Ni siquiera después de ser golpeado con una puerta, Kardia perdía su buen ánimo.

— ¿Y bien?

— ¿Revisaste la tarjeta del remitente?

— ¿Cómo...?

— Siempre la coloca debajo de un par de rosas. No es difícil hallarla.- Explicó, con una sonrisa tensa.- Conozco lo suficientemente bien a Aspros. ¿O acaso me equivoco?

Kardia solo asintió. Comenzaba a tener un mal presentimiento al respecto, pero decidió dejar a Asmita continuar.

— ¿Sabes qué significan las rosas amarillas en el lenguaje de las flores?

Kardia negó. No veía algo malo en ese regalo.

— Bueno... Averígualo, y tendrás la respuesta que buscas.- Rió Asmita con notable amargura.- Por ahora, si llega otro ramo durante el trabajo, por favor no me informes hasta la hora de salida.

— De acuerdo.- Accedió el Alpha, aún más intrigado.- Me gusta mi nariz, no quiero terminar en cirugía por unas flores.- Añadió, bromeando en un intento de aligerar el ambiente.

Por suerte, la broma funcionó, y Asmita soltó una pequeña risa, olvidando la tensión inicial.

— Bien. Tómate unos minutos, mientras me encargo del ramo de la discordia. Seguro alguna de las chicas acepta adoptarlo.

— Gracias, Kardia.

Kardia se tomó unos minutos para enjuagarse la cara, verificando que por suerte no parecía una lesión de gran importancia, quizás un hematoma. Nada que algo de maquillaje no pudiera solucionar durante las presentaciones de su banda.

Aparentemente solucionado el problema, se retiró del baño, dejando sólo a Asmita.

El Omega esperó a que Kardia se marchara para salir del cubículo totalmente, y acercarse al lavabo para enjuagarse la cara, tratando de ahogar las ganas de llorar.

No podía evitar reprocharse por sentirse de esa forma. Al fin y al cabo, él mismo había sido quien puso ese acuerdo, no tenía derecho a quejarse... En fin. Después hablaría con Aspros, por ahora debía calmarse y volver al trabajo.

Al pasar por la zona de los casilleros, escuchó su teléfono sonar. Ya intuía de quién se trataba, así que abrió la pequeña puerta, sacó su teléfono y atendió la llamada, escuchando esa voz tan conocida para él.

Mientras Asmita ponía en orden sus emociones, y resolvía todo ese asunto, Kardia ya se había encargado de ofrecer el ramo a los empleados presentes. Tal y como anticipó, varios estuvieron dispuestos a conservar las flores. Al final, los tres interesados llegaron al acuerdo de dividir las cuatro docenas de rosas en partes iguales.

Decidió apartar la tarjeta del arreglo floral, y después entregarla a Asmita para que él decidiera qué hacer con ella. Aunque, el texto no dejaba de intrigarlo.

¿Qué significaban las rosas amarillas?, ¿por qué tanto la tarjeta como Asmita hacían tanto hincapié en ellas?, ¿quién era el tal Aspros, y porqué Asmita había tenido esa reacción?

Por suerte, la hora pico había pasado, y el tráfico de clientes era lo suficientemente calmo como para permitirle relajarse unos minutos, abtrayendose en sus pensamientos, hasta que vió una cara conocida.

— ¡Hey, cabeza de remolacha!

De inmediato reconoció al dueño de esa burlona y altisonante voz, dibujando una sonrisa en sus labios.

— Hasta que te dignas a aparecer por aquí, granuja.

El Alpha recién llegado llegó hasta él, chocando el puño y compartiendo un corto abrazo a modo de saludo.

— Solo llevo un par de meses sin venir por aquí, reina del drama.

— Casi olvido que ya tienes obligaciones de un venerable anciano.- Bromeó Kardia, ganándose un golpe en el hombro.- Así que, ¿qué te trae por aquí, Mani?

— El cielo al fin escuchó mis plegarias, y el malvado brujo que tengo por supervisor me dió un respiro, antes de que muriera de hambre, cansancio y estrés.

— Linda forma de expresarte de tu propio padre, cabrón.- Rió el Alpha menor.

— Eso no quita que me exprima hasta la última gota de energía, como si fuera un limón viejo.

Kardia solo rió con fuerza y negó.

— Bueno, querido ex-encargado, ¿le traigo lo de siempre?- Sonrió el peli-violeta.- ¿Sandwich de queso, con una ración de papas fritas extra grande, y una malteada de fresa sin crema batida?... ¡Ah!, y extra catsup, solo para hacer a tus "desgraciados antepasados italianos" retorcerse en sus tumbas.

— Vaya que tienes buena memoria.

— Enseguida pediré que te lo traigan.

Kardia se encargó de llevar la orden hasta la cocina, y después de pedirle a uno de sus compañeros llevarla hasta la mesa indicada, volvió con su antiguo colega de trabajo.

— Por cierto, ¿qué tal les va con el novato?

— Nada mal para tener solo dos días aquí. Hasta ahora lo ha hecho bien.

— Más le vale a ese desgraciado.- Mencionó Manigoldo, captando la atención de Kardia.- Si me hacía quedar mal con el dueño de este lugar por recomendarlo para llenar el hueco que dejé, yo mismo lo arrojo a una freidora.

— ¿Se conocen?

— Por desgracia conozco a ese Omega del demonio desde que llegó a atormentar mi vida a los tres años.- Rió el mayor.- Es mi primo.

Kardia fue incapaz de contener el sobresalto que aquel dato le provocó, haciéndolo soltar un respingo.

— ¿Me estás tomando el pelo?

— Por increíble que parezca, esta vez no lo hago, remolino morado.

En ese momento, uno de los meseros llegó a la mesa con el pedido, volviendo al trabajo, luego de saludar a su antiguo compañero.

Manigoldo no tardó nada en comenzar a devorar los alimentos en su plato.

— Pero... ¿Cómo es que...?- Murmuraba Kardia, incrédulo al lazo sanguíneo que ese par compartía.- Sin ofender, pero no se parecen en nada.

— ¿Estás diciendo que mi primo es más lindo que yo?- Cuestionó el Alpha mayor, exagerando sus gestos y tono de voz.- ¡Me ofendes, desgraciado!

— Por supuesto que no, cariñito.- Siguió Kardia aquella broma.- Es solo que tienen bellezas diferentes. Pero sabes que siempre serás mi favorito.

— Pues gracias, pero sabes que soy muy exigente con la belleza y solo me gustan mujeres y Omegas hermosos.

Ambos soltaron una carcajada, finalizando con ese chiste. Todos sus colegas de trabajo estaban acostumbrados a verlos bromear con ese tema, así que ninguno le dió mayor importancia. Sabían que era un sello personal de ellos dos.

— Mejor cuéntame si es primo de parte de tu madre o de tu padre, o porqué sus apellidos son diferentes.

— Es hijo del gemelo de mi padre.- Aclaró Manigoldo.- Tendríamos que tener el mismo apellido, pero mis padres decidieron usar el apellido de mi madre para su matrimonio y sus hijos. Por eso nuestros apellidos son diferentes.

— ¿Qué clase de mezcla multicultural es tu familia?

— No seas exagerado.- Rodó los ojos el contrario, a la par que le daba una última mordida al sándwich.- Solo mi padre y mi tío tienen ascendencia india y tibetana, pero nacieron aquí. Y de ahí, Sage de alguna manera logró atrapar a un hermoso Omega italiano y nací yo. Del lado del viejo Hakurei llegó un Omega tibetano para reforzar las raíces, y nacieron Asmita y otros tres demonios y un bebé más.

Kardia solo soltó una pequeña risa divertida. Conocía a Manigoldo, sabía que esa era su forma de expresar cariño a su familia, aunque ahora tenía demasiada curiosidad por saber más al respecto.

— Entonces espero que el novio de tu primo sea griego, italiano, tibetano o indio.- Mencionó Kardia.- Creo que con cuatro culturas tienen más que suficiente.

— ¿De qué novio hablas?- Inquirió Manigoldo, cambiando completamente su expresión a una más seria.- Asmita no nos ha contado nada de nadie.

Ante esa información, Kardia solo pudo pensar que había metido la pata, y dicho demás. Intentó retractarse y zafarse de la conversación, pero Manigoldo no lo permitió, hasta que terminó contándole todo lo ocurrido con el mentado ramo de rosas amarillas y la tarjeta que encontró.

Manigoldo permaneció en silencio, escuchando todo, apretando los puños y endureciendo su expresión cada vez más, pero sin pronunciar una sola palabra, hasta que Kardia terminó.

— Ese maldito bastardo...

— Ahora tú explícame de qué me estoy perdiendo.- Replicó Kardia.- Con la reacción de Asmita y ahora la tuya, realmente estoy comenzando a preocuparme por ese tipo.

— Es un maldito Delta desgraciado, doble cara, egoísta, mentiroso, manipulador...

— Se nota que lo adoras...

— Es el ex de Asmita.- Espetó.- Al menos hasta donde yo sabía. Pero por lo visto, mis sospechas fueron ciertas, y lo aceptó de vuelta.

Kardia miró en la misma dirección que Manigoldo, logrando ubicar a Asmita a varios metros de ellos. Era cuestión de tiempo para que se percatara de la presencia de Manigoldo, y definitivamente, no quería una confrontación. Mucho menos sin tener la versión de Asmita.

— ¿Y cómo estás tan seguro de eso, y no es simplemente ese loco tratando de recuperarlo?

— ¿Sabes qué significan las rosas amarillas en el lenguaje de las flores?

De nuevo, ese acertijo... No tenía la menor idea de qué demonios significaban las rosas amarillas, ni porqué parecían tener tanta impotencia para Asmita y Manigoldo.

— En el lenguaje de las rosas, cuando regalas rosas amarillas a tu pareja, puede significar celos, infidelidad o traición.- Añadió Manigoldo.- Es exclusivo de parejas... Y por desgracia, no es la primera vez que Asmita regresa con ese desgraciado después de mandarlo al diablo.

Tras esa explicación de Manigoldo, todo cobró sentido... Ahora entendía porqué Asmita salió corriendo a romper en llanto en cuanto vio esas flores, y porqué Manigoldo parecía tan enfadado.

Al voltear en la dirección donde se encontraba Asmita, fue fácil notar que el Omega ya se había dado cuenta de la presencia de Manigoldo.

Pudo verlo sorprendido, pero también cómo rápidamente cambió su expresión a una sonrisa, comenzando a acercarse.

— Oye, Manigoldo. Ya sé que este asunto no me incumbe, pero no hagas nada estúpido.

— ¿Qué quieres decir?

— Que no es un hecho que realmente esté de nuevo con ese tipo. Al menos pregunta antes de reprocharle.- Replicó el menor, ganándose una mirada afilada de su camarada.- Te conozco, Santoro.

Manigoldo finalmente bufó y asintió. Justo a tiempo, cuando Asmita llegó con ellos, saludando alegremente a su pariente.

— Así que ya se conocieron.

— Me sorprende que al parecer todos conocían a Kardia menos yo.- Rió Asmita.- Defteros, Sísifo, tú...

— No todos, ricitos de oro.- Replicó Manigoldo.- Ninguno de tus hermanos, Regulus, ni el gemelo del mal conocen a cabeza de remolacha.

— ¿Gemelo del mal?

— Aspros.- Aclaró Asmita la pregunta de Kardia.- Es el hermano gemelo de Defteros.

— Y tu ex, ¿verdad, Mita?

Ante la pregunta y la mirada inquisidora de su primo, Asmita solo sonrió, en un vano intento de ocultar su nerviosismo. Pero el Alpha mayor se dió cuenta al instante de su farsa.

— Kardia, ¿nos das un momento, por favor?- Solicitó Manigoldo, con un tono inusualmente severo en él.- Dobbiamo parlare a quattr'occhi.*

Kardia, sin saber qué más decir, decidió asentir y retirarse en silencio. No estaba seguro de nada. Si hizo bien en decirle a Manigoldo el incidente de las rosas, o si debió quedarse callado... Pero el significado que Manigoldo le había contado que esas flores tenían, no dejaba de rondarle la cabeza una y otra vez.

"Cuando regalas unas rosas amarillas a tu pareja puede significar celos, infidelidad o traición."

Bueno, al menos ahora entendía porqué el nombre del remitente de aquel regalo le sonaba tan familiar. Seguramente Defteros llegó a mencionarlo casualmente durante alguna conversación.

En fin... Después se disculparía con Asmita de ser el caso. Por ahora debía volver al trabajo, ya se había tomado demasiado tiempo libre.

No supo exactamente qué habían hablado esos dos, no tuvo tiempo, ni tampoco el descaro suficiente para acercarse a preguntar. Al menos Manigoldo supo medir sus palabras, o quizás Asmita era demasiado paciente... Cualquiera de las dos opciones era posible, pero no hubo ningún escándalo ni discusión acalorada.

Manigoldo se quedó un rato más, hasta que término de hablar con Asmita, pagó la cuenta, y se despidió del Omega.

Asmita rápidamente volvió al trabajo, luciendo completamente tranquilo y sin ninguna inquietud. Ni siquiera le recriminó a Kardia haberle contado a Manigoldo lo ocurrido, al contrario, sus interacciones seguían siendo tan fluidas y naturales como el día anterior.

La jornada laboral siguió su curso natural, hasta que la ansiada hora de salida llegó, y luego de limpiar y acomodar todo, y cerrar las puertas, por fin podían marcharse a casa.

Kardia era de los últimos en irse, debía asegurarse de que todo estuviera en orden, y todos los empleados se hubieran marchado. Cuando estaba por salir, notó que Asmita parecía esperar a alguien, y pensó en acercarse, pero un lujoso auto deportivo aparcar frente a él.

Decidió permanecer en su sitio por unos minutos más, algo le decía que no dejara sólo a ese Omega.

Mientras, a tan solo unos metros, Asmita, completamente ajeno a los pensamientos de Kardia, había tomado un profundo respiro, intentando calmarse.

— Lamento la demora, Mita.

Al ver a aquel Delta, que hace años veía como el hombre perfecto, y ahora fuente de sus amarguras como dulzura por igual, solo pudo aceptar en automático el beso y abrazo que le fueron ofrecidos.

— ¿Pasa algo?

— Nada.- Suspiró con desgano.- Solo estoy algo cansado, Aspros.

— ¿Te gustaron las rosas? Pedí las más costosas, solo para tí.

— Habría preferido no recibirlas nunca, pero gracias.

Al ver a Aspros rodar los ojos, y escucharlo bufar, supo que una sola palabra más desencadenaría una discusión, y no le quedaba energía para soportarla.

— Querías honestidad, ¿no, Asmita? Es lo que estoy haciendo.

— Lo sé.- Cedió con fastidio.

Realmente no quería otra discusión, solo quería irse...

— Vaya, hasta que nos vemos de nuevo, Aspros.

Al escuchar la voz de Manigoldo, no supo si alegrarse o asustarse. Temía que todo terminara en una confrontación entre ambos, no quería exponer y dañar a dos de las personas a las que más quería... No de nuevo. Ya suficiente había hecho con aceptar la ayuda de Defteros y provocar que se distanciara de su hermano y toda su familia.

— Solo decidí pasar por mi Omega, Manigoldo.

— Ah, ahora te preocupas por Asmita.

— No te metas en lo que no te incumbe, Manigoldo.

— Por si lo olvidaste, idiota. Es mi primo, y es mi deber protegerlo de mal nacidos como tú.

Asmita logró percibir el aroma alterado por la rabia creciente en ambos. Sabía que si no los detenía, iban a terminar en una riña física.

Kardia había permanecido observando toda la escena a una distancia prudente, pero cuando vió la inminente pelea que estaban por iniciar, no dudó en correr para interponerse entre ambos contrincantes, al igual que Asmita.

— Manigoldo, contrólate.- Exigió el Alpha menor.- Recuerda que tienes un expediente limpio que mantener.

— Aspros, por favor cálmate.- Pidió el único Omega presente al peli-azul.- Será mejor que dejemos esta conversación para otro día.

Alpha y Delta intercambiaron una mirada desafiante, y mostraron sus colmillos en una clara señal de agresividad. Pero cedieron y desistieron de su lucha.

— Te veo el viernes a la salida. Te tengo una sorpresa.- Susurró Aspros en el oído de Asmita, sujetándolo de la cintura con algo de fuerza, a la par que besaba sus labios.- Te amo.

— También te quiero.- Respondió el blondo por inercia.

Aspros ni siquiera les dirigió la palabra a los otros dos presentes. Simplemente mantuvo una sonrisa arrogante dibujada en sus labios, antes de volver a subir a su auto y marcharse.

— No puedo creer que en serio hayas aceptado de nuevo a ese patán.

— Ya es tarde, Manigoldo.- Evadió Asmita el reproche de su primo, encaminandose a su auto.- Seguramente ya deben estarnos esperando en tu casa para cenar.

Manigoldo tomó un profundo respiro, y frotó sus sienes, logrando calmarse lo suficiente. Kardia solo le dió un par de palmadas en la espalda, antes de despedirse y emprender su propio camino, tras rechazar el ofrecimiento de Manigoldo de llevarlo. En otras circunstancias habría aceptado, pero se notaba a leguas que esos dos tenían un tema qué discutir, y él no tenía nada qué hacer ahí enmedio.

A ese paso, el resto de la semana iba a ser muy largo y tenso.

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Y aquí la segunda entrega de este fic!
En fin... Espero que lo hayan disfrutado, y por último, dejo aquí una pequeña acotación por si alguien no entendió el punto marcado con *:

Dobbiamo parlare a quattr'occhi*: "Necesitamos hablar a cuatro ojos." A quattr'occhi literalmente significa "a cuatro ojos", y se usa para indicar que algo se tiene que hacer entre dos personas, a solas (por eso solo "a cuatro ojos").

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