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Revelación

Tras un ajetreado fin de semana, lleno de todo tipo de emociones, era hora de volver a la rutina habitual de la semana.

— ¿Todo bien, Mita?

— Claro, Def.- Respondió el rubio, bajando de la motocicleta, frente a la universidad.

— Has estado actuando un poco raro desde que salimos de tu casa.- Señaló el moreno.- ¿Todo bien con Kardia?

— Descuida, no tiene nada que ver con él.- Aclaró con una tranquila sonrisa.- Solo pensaba en algunas cosas.

— No me digas que ya te arrepentiste de darle una oportunidad cuando tú mismo te le declaraste en público.

— Claro que no. Estoy más que feliz con él.- Repitió con una pequeña risa.- Solo me preguntaba cuándo vas a pedirme ser padrino del bebé.

— ¿Qué?

— Ya sabes, para cuando Sísifo y tú decidan tener su primer cachorro.- Añadió Asmita, confirmando silenciosamente sus sospechas ante la reacción de Defteros.- Más te vale tenerme como primera opción.

— Ah, claro.- Murmuró el Delta, intentando ocultar su sobresalto.- Descuida, estás contemplado junto a Regulus.

— ¿Acaso ya debo comenzar a prepararme para competir con el cabeza hueca de Manigoldo y Regulus por ser el padrino de un mini-Defteros o un mini-Sísifo?

Defteros temió haber dado alguna señal que hiciera a Asmita sospechar. Le había prometido a Aspros no decir nada a nadie, y lo había cumplido, ni siquiera Sísifo sabía del embarazo de Úrsula. No podía decirle a Asmita.

— No, por ahora no.- Respondió, intentando sonreír para ocultar su nerviosismo.- Serás el primero en saberlo cuando sea hora.

Asmita solo esbozó una sonrisa tranquila y asintió en respuesta, antes de darle un corto abrazo como despedida, y alejarse a la institución, permitiendo a cada uno iniciar su rutina.

Defteros suspiró aliviado una vez perdió de vista a Asmita, y se tomó unos minutos para tomar aire y relajarse. Quería convencerse de que Asmita realmente no tenía la más mínima sospecha del embarazo de Úrsula y la paternidad de Aspros, pero esa pregunta, ese tono de voz, y esa mirada del Omega, le hacían creer lo contrario...

No, seguramente solo estaba estresado por mantener el secreto y sus demás preocupaciones. No había forma de que Asmita se enterara. Y con ese pensamiento, se montó en su motocicleta para dirigirse al trabajo.

El camino se sintió inusualmente corto, y al llegar al edificio, sin razón aparente, un escalofrío lo recorrió.

Tenía años sin experimentar esa sensación que parecía un sexto sentido innato en él, que le avisaba de alguna catástrofe inminente. La última vez que lo sintió, terminó cayéndose de su motocicleta, casi rompiéndose el brazo en el proceso...

No, seguramente solo estaba siendo paranoico, y absolutamente nada malo ocurriría. Así que, de nuevo, ignoró su intuición, y trató de continuar su día de forma normal.

No había nada fuera de lugar. El mismo recepcionista de siempre, los mismos compañeros, el mismo trabajo de siempre... Al menos hasta la hora del almuerzo cuando, mientras esperaba a Sísifo para salir a comer, vió pasar a Úrsula por el pasillo.

La Beta le dirigió una mirada indescriptible y una sonrisa desafiante, hasta perderse de vista. Eso fue suficiente para encender sus alarmas y hacer que su corazón latiera como loco.

— Def...

Ni siquiera fue capaz de reaccionar ante la llegada de Sísifo, completamente inmerso en todos los compañeros de trabajo que se aglomeraban alrededor debido a la hora. Algo iba a pasar, y simplemente no se sentía capaz de hacer nada.

— Def...- Insistió su Omega con preocupación, sujetando su brazo.- Def, ¿qué pasa?

Cuando vió a un repartidor caminar por el pasillo, cargando un enorme oso de peluche con un cartel, y Úrsula detrás, justo a tiempo para toparse de frente con Aspros, supo que debió escuchar a su instinto...

Todos estaban confundidos ante tal acto, preguntándose de qué se trataba todo eso, especialmente al leer la frase escrita en la cubierta blanca que el muñeco sostenía.

— ¡Atención, damas y caballeros, por favor!- Exclamó la Beta, captando la atención de absolutamente todos, despertando el temor en ambos gemelos.- Tengo un anuncio importante qué hacer.

Aspros miró rápidamente a todos lados, encontrándose atrapado y sin escapatoria.

Defteros buscó a su hermano con la mirada, notandolo asustado como un ciervo acorralado. Sabía lo que Úrsula estaba a punto de hacer, y no sabía cómo reaccionar. Su mente se paralizó por completo, ensordeciendo las palabras de Sísifo y otro colega, que intentaban hacerlo reaccionar.

— Seguramente ya todos están familiarizados con el respetable señor Aspros Dimitris. Conocen su trayectoria, su gran desempeño en estos años en la empresa y su rápido ascenso.- Inició Úrsula su discurso.- Pues bien, señoras y señores. Es un placer para mí informarles, que en unos meses, el señor Dimitris y yo tendremos la dicha de ser padres.

De inmediato, todas las miradas se posaron sobre Aspros, expectantes a su reacción.

El Delta sintió su sangre helarse, su corazón latir acelerado, y sus pulmones volverse densos e incapaces de retener aire adecuadamente. Sintió un fuerte escalofrío y un temblor en las piernas. Esa mujer lo había dejado acorralado entre la espada y la pared, pero debía comportarse y mantener su imagen intacta.

Se forzó a calmarse, tomar un profundo respiro, y mostrar su mejor sonrisa para acercarse tembloroso a la rubia, y finalmente decir algo.

— Úrsula... Yo... ¿E-Es verdad?- Tartamudeó, aprovechando su temor real para crear una buena actuación.- ¿L-Lo dices en serio?

— Por supuesto que sí, Aspros.- Sonrió en respuesta la mujer, con una dulzura claramente falsa a ojos de Aspros, tomando las manos del Delta.- ¿Qué tienes que decir al respecto?

Aspros solo pudo abrazarse a ella, y soltar un sollozo mientras la rodeaba con los brazos, logrando engañar a todos, provocando varios suspiros conmovidos por la "emotiva reacción de un emocionado futuro padre."

— ¿Qué demonios crees que haces?- Murmuró en el oido de la Beta.- Teníamos un trato.

— Agradecele a tu ex, cariño.- Respondió de igual forma.- Yo solo garantizo mi futuro.

— ¿Le dijiste a Asmita?- Siseó con enojo, logrando mantener la voz baja de puro milagro.

— Después hablaremos de eso. Por ahora, mejor cuida tu imagen, cariño.

Sabiéndose acorralado, y sin muchas opciones, Aspros se separó apenas un poco, manteniendo su sonrisa fingida, antes de besar los labios de Úrsula... Un tacto horrible para él, pero al escuchar a todos suspirar como idiotas, supo que había hecho una buena actuación.

— Gracias por este maravilloso regalo, Úrsula.- Habló finalmente, acariciando el vientre de la Beta.- No tienes idea de lo inmensamente feliz que me haces.

— Soy yo la afortunada de tenerte, Aspros.- Respondió la rubia, acariciándole la mejilla.- Será un honor para mí ser la madre de tu hijo.

Las felicitaciones de todos los presentes no se hicieron esperar, desde acercarse a la joven Beta para preguntarle sobre su embarazo, hasta al futuro padre para darle los buenos deseos.

Aspros, sin otra alternativa, tuvo que tragarse todo su temor, enojo y ansiedad, y mostrar su mejor sonrisa a sus superiores y colegas... Después ajustaría cuentas con esa maldita Beta.

Defteros permanecía inmóvil, sin saber qué hacer para apoyar a su hermano. Sabía las razones por las que Aspros quería mantener la discreción respecto al embarazo, pero ahora todo se acababa de ir al demonio en un parpadeo, y eso definitivamente no le había sentado nada bien a su gemelo. Debía hacer algo para ayudarlo a calmarse y evitar que hiciera una tontería, pero ¿qué podía hacer?

— Vaya, esto fue inesperado.- Mencionó uno de sus compañeros, aún al lado de Sísifo.

— Vaya que lo es, Cid.- Murmuró Sísifo.- No teníamos ni idea.

— Supongo que felicidades también a ustedes por su futuro sobrino.- Añadió el Beta, mirando de reojo el nerviosismo de Defteros y la incomodidad de Sísifo.- En fin... Supongo que los veré después.

— Claro.

Después de esas palabras, Cid se alejó de ambos, para acercarse a felicitar brevemente a los futuros padres, y posteriormente marcharse al comedor del edificio en la planta baja.

Sísifo notó el nerviosismo de Defteros, y no tardó en sujetar su mano, intentando calmarlo, y a la vez, preguntarle qué le ocurría.

— ¿Tú lo sabías?

Defteros agachó la mirada ante la pregunta del Omega, admitiendo silenciosamente su culpabilidad. Sísifo solo suspiró, intentando no perder la cabeza.

— Está bien.- Resolvió el castaño.- Después hablaremos de esto.

Defteros asintió, agradeciéndole con la mirada. Sísifo solo le sonrió débilmente, y ambos se levantaron para aguardar a que la mayoría se retirase para acercarse a Aspros.

— Felicidades, Úrsula, Aspros.- Mencionó Sísifo.- Espero que todo marche bien con el bebé.

— Gracias, Sísifo.- Sonrió la Beta, soltando el brazo de Aspros finalmente, para acercarse al Omega.- Ustedes se casarán, ¿no?

— Sí. El próximo año, a finales de Noviembre.

— Mucha suerte para ustedes también entonces. Planear una boda es un verdadero dolor de cabeza.- Respondió la rubia.- Y con eso de que "el embarazo es contagioso"... Seguramente no querrías encargarte de todos los preparativos estando en cinta.

— Úrsula.- Gruñó Aspros, siendo rápidamente sujetado por Defteros.

Sísifo solo sonrió, dirigiendo una rápida mirada a los gemelos, intentando calmar la situación.

— ¡Ups!- Exclamó Úrsula, con fingida vergüenza.- Lo lamento, Sis. Olvidé ese "detalle".

— Está bien, no te preocupes.- Suspiró el castaño con una pequeña sonrisa.- Por ahora estamos tomando un descanso, al menos hasta después de la boda. Aunque si te soy sincero, no me molestaría para nada si la cigüeña decide sorprenderme.

— Cuida lo que dices, Sis.- Rió Úrsula, clavando su mirada en la de Aspros.- Porque se te puede cumplir. ¿No, Aspros?

El Delta apretó los puños, antes de suspirar y fingir una sonrisa, asintiendo tan natural como pudo, sabiéndose observado.

— Creo que ya deberías ir a comer algo, Úrsula.- Habló Aspros, sujetándola del brazo.- No es bueno que pases mucho tiempo sin comer. Debes alimentarte bien y a tus horas para que el bebé esté bien. ¿Por qué no vas por tu almuerzo al comedor, y allá nos vemos en cinco minutos?

Úrsula sabía perfectamente las intenciones de Aspros, y solo sonrió maliciosamente ante su desesperado intento de sacarla de ahí. Pero aún no había terminado con él.

— Pensé que podríamos salir a comer algo juntos, Aspros.- Dijo con una sonrisa, aferrándose al brazo del peli-azul.- Ya sabes, los antojos me están volviendo loca. Me vendría bien algo dulce y fresco.

— ¿Qué quieres, Úrsula?- Cuestionó Aspros, luchando con todas sus fuerzas por mantener su sonrisa.

— Quizás... ¿Un pastel de vainilla, con fresas y crema batida?- Respondió la mujer, encendiendo las alarmas de Sísifo y Defteros. Sabían que esa petición no era simple coincidencia.- He escuchado que en un restaurante cercano venden uno bastante rico. ¿Podemos ir por una rebanada?

Definitivamente, esa petición no era una coincidencia. Úrsula tenía la clara intención de torturar a Aspros, usando a Asmita.

— Nosotros vamos a salir para comer.- Mencionó Sísifo.- Podríamos traerte el pastel cuando regresemos.

— Sería lo mejor, Úrsula.- Interrumpió Aspros la posible respuesta.- No es bueno que te agites demasiado. Además, el día está algo caluroso y el tráfico a esta hora es horrible. No querrás exponer al bebé, ¿cierto?

Si Úrsula quería usar el embarazo para manipularlo y manejar su vida a su voluntad, bien. Dos podían jugar a ese juego. Así que Aspros decidió darle a beber un trago de su propia medicina, logrando su cometido de acorralarla.

— Supongo que tienes razón, Aspros.

— Por supuesto que la tengo.- Sonrió con mofa el Delta.- Ahora, ¿qué te parece si te adelantas al comedor y te pones cómoda, mientras yo voy a dejar el oso a mi oficina, y te veo allá?

La Beta, al ver sus planes frustrados, finalmente asintió, y se separó de Aspros, dirigiéndose a la planta baja.

Aspros recibió el peluche con una fingida sonrisa, hasta que finalmente quedaron solo Sísifo y Defteros, cuando se permitió bufar y apretarse el puente de la naríz con rabia.

— Aspros...

— No digas nada.- Murmuró lo suficientemente fuerte para que solo Defteros lo escuchara.- Esta maldita bruja...

— Tranquilízate. Todo estará bien.- Le intentó alentar su hermano.- Te acompaño a tu oficina para guardar eso.

Aspros suspiró y asintió, aceptando la ayuda de su gemelo. Defteros le informó a Sísifo y después de acordar que el Omega se adelantara al estacionamiento, acompañó a su hermano hasta el ascensor, dos pisos más arriba.

En el camino, ninguno de los dos dijo una sola palabra, limitándose a caminar codo a codo. Pero una vez que la puerta de la oficina se cerró, Aspros dió rienda suelta a su enojo y frustración, arrojando el muñeco de felpa al suelo, y lanzando por los aires cuánto objeto encontró a su alcance.

Defteros sabía que si no lo detenía, eso iba a terminar aún peor. Así que apenas bajó un poco la guardia, sujetó a Aspros por la espalda y lo forzó a sentarse en el pequeño sillón, justo antes de que desquitara su furia contra la mesa de centro.

— ¡Por dios, Aspros, controlate!

— ¡¿Cómo quieres que me calme después de lo que esa maldita hizo?!- Replicó el gemelo mayor, apresado por los brazos de su hermano, intentando soltarse inútilmente.- ¡Le dijo a Asmita!

— ¿Qué?- La última declaración de Aspros tomó por sorpresa a Defteros, pero a la vez le permitió conectar puntos. Sin embargo, ¿en qué momento esos dos pudieron haber intercambiado palabra?- ¿Cómo podría haberlo hecho?

— ¡Yo qué sé!- Exclamó el Delta.- ¡Solo sé que se lo dijo, y no conforme con eso, ahora toda la oficina sabe y es cuestión de tiempo para que nuestros padres lo sepan!

Aspros estaba fuera de control. Defteros sabía que si lo soltaba, los resultados iban a ser desastrosos, pero calmarlo no iba a ser una tarea sencilla.

— ¿Te afecta que lo haya dicho por nuestros padres o porque se lo dijo a Asmita?

— ¡Ambos!- Respondió Aspros, aún forcejeando.- ¡Esa zorra sabía lo importante que es Asmita para mí, y aún así fue y le dijo de ese estorbo!

— ¡Con un demonio, Aspros!- Gruñó el moreno, usando su voz de mando en un acto reflejo, harto de la pataleta de su hermano.- ¡Entiende de una vez que las cosas con Asmita terminaron!

— No... Claro que no.- Murmuró el peli-azul, calmandose tras escuchar la voz de mando de su gemelo.- Solo... Solo es cuestión de tiempo. Sé que puedo recuperarlo, yo-

— Él no va a regresar, Aspros.- Bufó Defteros.- Ya está con alguien más.

— ¿Qué?- Murmuró el Delta.- Es ese Alpha, ¿verdad?

Defteros apretó los labios, reprendiendose mentalmente por haberse dejado llevar por su enojo y haber dicho demás.

— ¡¿Es ese maldito?!- Insistió Aspros.- ¡Respóndeme!

— Él siguió con su vida, y tú deberías hacer lo mismo.- Respondió el gemelo menor, bajando su tono de voz, aflojando lentamente su agarre.- Entiéndelo de una vez, por favor. No me hagas elegir entre él y tú de nuevo.

Aspros suspiró, y bajó la mirada, frotando sus sienes en un intento de apaciguarse. Ya sospechaba de ese maldito Alpha, pero confirmar sus sospechas había sido un golpe bajo a su ego y orgullo.

Simplemente era incapaz de aceptar la pérdida de Asmita. Vivía por y para ese Omega, anhelando reconquistarlo, y volver a tenerlo en sus brazos... Pero tal parecía que quedaría en eso: un simple anhelo.

— ¿Estás bien, Aspros?

— No te preocupes por mí.- Suspiró, después de calmarse.- Ya vete a comer. Yo me encargo de esa loca.

— Aspros...

— Tranquilízate, Defteros. No voy a hacerle nada.- Interrumpió al moreno, poniéndose de pie.- No soy tan estúpido para siquiera gritarle en público.

— ¿Prometes que vas a estar bien?

— Sí.- Asintió el mayor.- Ahora vete. Tu Omega ya debe estar esperándote.

Defteros suspiró, pero finalmente accedió, intentando confiar en la palabra de su hermano. Tras un leve asentimiento, se marchó de la oficina, dejando sólo a Aspros.

El Delta suspiró, tirando de sus cabellos levemente por unos minutos, intentando suprimir por completo su ira. No podía darse el lujo de estallar en público por más que esa desgraciada se lo mereciera. Tenía una imagen que cuidar.

Defteros, por su parte, caminó por el pasillo, hasta llegar al ascensor, y bajar hasta la primera planta. El camino hasta el estacionamiento, dónde Sísifo ya lo esperaba en su auto, se hizo endemoniadamente corto... Sabía que le debía muchas explicaciones a su Omega, y no sabía por dónde empezar.

— ¿Todo bien con tu hermano?- Preguntó el Omega, sentado frente al volante en cuanto lo vió subir al asiento del copiloto.

— Sí, ya está más tranquilo.

— ¿Qué rompió esta vez?

— Por suerte nada.- Suspiró el Delta.- Simplemente tiró algunas cosas al suelo.

— Defteros, sé que es tu hermano, pero no es normal que pierda así el control a la más mínima provocación.- Admitió el mayor.- ¿Tú sabías del embarazo de Úrsula?

El peli-azul solo pudo agachar la mirada y asentir tímidamente a ambas señalizaciones del castaño.

— ¿Por qué no me dijiste?- Hizo Sísifo esa temida pregunta.- Se supone que somos un equipo. ¿Por qué me lo ocultaste?

— Aspros me pidió que no dijera nada a nadie.- Respondió.- Lo de hoy fue algo planeado por Úrsula. Aspros no quería que nadie se enterara.

Sísifo tomó un profundo respiro, intentando mantener sus emociones a raya. No podía culpar del todo a Defteros, pero a la vez, tampoco podía evitar sentirse ligeramente traicionado.

— Sis...

— Tranquilo. No estoy enojado.- Aclaró el Omega.- Solo... No sé cómo decirlo, Defteros.- Admitió.- Entiendo si no era tu intención, pero no puedo evitar sentir que tú también pensaste en ocultarme esto para no hacerme sentir mal.

— Sis, claro que no.- Negó rápidamente el menor, tomando su mano.- Ya hemos hablado de esto. Dijimos que lo tomaríamos con calma, ¿recuerdas?

— Lo sé, Def.- Suspiró.- Supongo que simplemente las palabras de Úrsula y esta noticia sorpresa no fueron una buena combinación.- Añadió, intentando sonreír.

Defteros no dudó en abrazarlo, buscando brindarle seguridad y certeza de que decía la verdad.

Sabía cuánto deseaba Sísifo tener un bebé, pero hasta ahora no habían tenido suerte, a pesar de haberlo intentado varias veces.

Sísifo había intentado mantener la calma, quizás simplemente la suerte no había estado de su lado y era cuestión de tener paciencia. Sin embargo, el incidente de Asmita hace un par de meses, había tocado una fibra sensible, afectandole más de lo que desearía.

Después de eso, decidieron tomar un descanso de los intentos por concebir, al menos hasta después de la boda. Acordando que si para entonces seguían sin lograrlo, acudirían a un especialista para saber cómo proceder.

— Nunca fue mi intención hacerte sentir mal, ni que te enteraras de esta forma.- Murmuró el Delta, mirando suplicante a su Omega.- Planeaba decírtelo cuando las cosas se calmaran completamente y Aspros encontrara la forma de decirlo.

— Entiendo.- Asintió Sísifo.- Bueno... Será mejor que nos apresuremos. Casi termina la hora del almuerzo. Kardia seguramente ya tiene la comida lista.

Defteros asintió, y se abrochó el cinturón de seguridad, mientras Sísifo encendía el motor.

En el trayecto, ninguno fue capaz de articular palabra alguna. Simplemente no sabían qué decir en un momento como ese, limitándose a mantener la vista fija en el camino, hasta que llegaron a su destino, y ambos bajaron del vehículo para dirigirse al establecimiento, encontrándose con Kardia.

— ¿Qué les pasó?- Preguntó el joven Alpha al acercarse para recibirlos.- Parece que vieron un fantasma.

— No es nada, Kardia.- Negó Defteros.- No te preocupes.

— ¿Seguros?

— Sí, descuida.- Añadió Sísifo.- ¿Puedes ponernos una rebanada de pastel de vainilla con fresas para llevar, por favor?

— Claro.- Asintió el peli-violeta.- Aunque creí que preferías el de chocolate.

— No es para mí, Kardia.- Aclaró el Omega, mirando de reojo a Defteros.- Una compañera de trabajo me lo encargó.

— Ya veo.- Respondió Kardia, notando la inusual incomodidad entre esos dos.- Iré a empacar la rebanada. La traeré cuando terminen de comer.

— Gracias, Kardia.

El Alpha asintió, y sin más, se retiró a la cocina para servir el trozo de pastel y empacarlo. Algo había pasado entre esos dos, pero no tenía forma de saber qué.

— ¿Todo bien?

Al sentir cómo rodeaban su cintura por la espalda, y escuchar esa suave voz, solo sonrió, girandose para atrapar al Omega en sus brazos y dejar un pequeño beso en sus labios.

— Por aquí sí. Pero a Defteros y Sísifo quién sabe qué mosca les picó.- Respondió, acariciando la mejilla de Asmita.- Llegaron tarde cuando son los señores puntuales, y encima actúan raro... En fin, cosas de oficina supongo.

— Por desgracia creo saber qué pasó.- Suspiró el rubio.- Pero ahora probablemente no sea el mejor momento. Hablaré con Defteros mañana por la mañana, cuando las cosas se hayan calmado lo suficiente.

— ¿Crees que tiene algo que ver con la loca del sábado?

— Ya te dije que Úrsula y Aspros trabajan en la misma oficina que ellos.- Repitió Asmita.- Conociendo a ese Delta cómo lo conozco, seguramente algo pasó, y Úrsula tuvo algo que ver.

— ¿Entonces crees que lo del embarazo sí sea real?

— Supongo que al fin el karma hizo de las suyas.- Rió ligeramente el Omega, encogiéndose de hombros.- Descuida. Yo me encargo de averiguarlo y mantenerte informado.

— Si tú lo dices...- Sonrió Kardia, continuando con su trabajo.

— ¿Pidieron ese pastel para llevar?- Preguntó Asmita al notar la acción de Kardia.- Hasta donde sé, Def prefiere el pay, y a Sísifo le gusta el pastel de chocolate.

— Sísifo dice que fue una compañera de trabajo quien se los encargó.

Asmita negó, manteniendo una sonrisa divertida en sus labios. Tenía una idea bastante clara de qué compañera se trataba, y su curiosidad terminó ganando.

— ¿Te molesta si les llevo el pastel?

Kardia pareció notar sus intenciones, pero finalmente sonrió y asintió, decidiendo respaldarlo.

Una vez con el trozo de pastel empacado y listo para salir, Asmita fue hasta donde Defteros y Sísifo permanecían en silencio, con los platillos prácticamente intactos a pesar de llevar tiempo sentados ahí. Parecían perdidos en sus propios pensamientos.

— Hey, ¿todo bien?- Preguntó tranquilamente el blondo, mostrando una animada sonrisa.- Su tiempo de descanso casi termina y no han comido prácticamente nada. Parece que vieron al demonio.

— No es nada, Asmita.- Respondió Sísifo, mostrando una pequeña sonrisa.- No te preocupes.

— ¿De casualidad una futura madre les pidió que le llevaran un trozo de pastel?

Ante la pregunta de Asmita, ambos dieron un pequeño salto en sus asientos, mirándose mutuamente. ¿Acaso...?

— El sábado me encontré con Úrsula de pura casualidad, en el concierto que Kardia y los chicos dieron.- Explicó el rubio con calma.- Me dijo que estaba embarazada, pero sinceramente, pensé que estaba ebria o algo así. Simplemente la tomé a loca.- Añadió, encogiéndose de hombros.- Pero ahora veo que al parecer dijo la verdad. ¿Qué fue lo que pasó?

Ambos volvieron a intercambiar miradas, y simplemente suspiraron. Defteros acababa de confirmar que Aspros dijo la verdad, y Úrsula había encontrado la forma de contarle a Asmita. Sísifo solo esperaba que Asmita realmente tomara bien lo que ocurría.

Finalmente, Defteros tomó la palabra, y contó tan breve como pudo el espectáculo que Úrsula había provocado en la oficina. Dando la noticia a todos los empleados y jefes sin el consentimiento de Aspros, causando la molestia del Delta.

Asmita escuchó atentamente, manteniendo su sonrisa, a la par que intentaba contener una risa al escuchar sobre la actuación de Aspros, y su reacción genuina a puerta cerrada.

— ¿Por qué no me sorprende de Aspros?- Rió ligeramente tras escuchar toda la historia, incluida la complicidad de Defteros para mantener el secreto.- Aunque ahora entiendo porqué actuabas tan raro últimamente, Def... Y por poco le debo diez euros a Manigoldo.- Añadió, sorprendiendo a los mayores.- Acertó en el misterio, pero se equivocó de gemelo.

— ¿Estás bien, Asmita?

— Por supuesto, Def.- Afirmó con calma.- ¿Por qué no lo estaría?

— Pues... Todo lo que pasó con Aspros y... Ya sabes.

Asmita negó, con una pequeña risa, antes de aclarar todo, con el propósito de no dejar el menor espacio a dudas.

— Def, lo que pasó entre Aspros y yo, pasó. No hay nada que pueda hacer para cambiar el pasado, pero es precisamente eso: pasado.- Comenzó a explicar.- Lo que hubo entre nosotros se terminó para siempre, y cada uno es libre de continuar con su vida como mejor le parezca... Aunque no negaré que es irónico saber que será padre cuando él siempre dijo que no quería hijos.- Añadió, sin lograr contener una tenue risa.- Pero ese no es mi problema. Yo encontré a alguien increíble y estoy mucho mejor. Así que espero que él también encuentre su felicidad.

Ninguno supo reaccionar a las palabras de Asmita. El joven Omega lucía genuinamente tranquilo, y sus buenos deseos para Aspros reales... Esperaban de todo, menos una reacción así.

— Asmita...

— Lo digo en serio, Sísifo.- Interrumpió, manteniendo su sonrisa.- ¿Sabes? Llévale el pastel de mi parte, yo invito por hoy y no acepto un "no" por respuesta. Y les pondré eso para llevar, con lo poco que comieron dudo que resistan hasta la hora de salida.

Sísifo no supo qué responder, cuando Asmita le entregó el empaque, y recogió los platillos para volver a la cocina.

Defteros estaba igual. Conocía a Asmita, pero incluso para él era sorprendente la madurez con la que había actuado.

Cuando el rubio volvió con todo empaquetado, Defteros solo pudo acercarse a él y abrazarlo, después de pagar la cuenta, sorprendiendo al menor.

— Me sorprende cuánto has crecido.

— Ya deja de torturarte a tí mismo por haber mantenido el secreto.- Le sonrió el menor.- Solo respetaste los deseos de ese cabeza hueca, no te preocupes.- Añadió.- Ahora dense prisa, o van a llegar tarde.

Defteros se separó y asintió, para despedirse de Asmita y marcharse al lado de Sísifo, de vuelta a la oficina.

Estaba consciente de que habría muchas cosas qué hablar, no solo con Sísifo, sino con toda su familia y allegados, pero al menos le constaba que tenía a Asmita de su lado, y eso logró hacerlo sentir más tranquilo. Después le daría mayores detalles a su amigo, tenía claro que ese Omega no se quedaría con el deseo de enterarse de todo. Por ahora era mejor concentrarse en el trabajo.

Al llegar a la oficina, Sísifo se encargó de entregarle el trozo de pastel a Úrsula, y después volvió a su rutina habitual. La Beta lucía tranquila y satisfecha, como un niño que se sale con la suya en alguna travesura.

Defteros no vió más a Aspros por el resto de la jornada. Pero sabía que si lo necesitaba, él mismo lo buscaría. Así que en cuanto llegó la hora de salida, simplemente alistó todas sus cosas y se marchó a casa luego de despedirse de Sísifo.

A algunos kilómetros de ahí, Asmita y Kardia habían terminado de cerrar el edificio, y subido al auto de Manigoldo, contándole al Alpha lo ocurrido por la tarde.

— No sé quién fue más tonto. Si esa por dejarse embarazar de semejante imbécil. O el otro idiota por no tener cuidado.- Exclamó Manigoldo después de que lo pusieran al tanto.- En fin... Pobre de ese niño, con esos padres.

— ¿Entonces la apuesta queda en empate, ya que nadie acertó?- Bromeó Asmita con su pariente.- Acertaste con el misterio, pero te equivocaste de gemelo. Y yo acerté con el gemelo, pero no con el misterio.

— Solo porque muero por ver a ese idiota cambiando pañales y lidiando con una copia suya.- Asintió Manigoldo con una pequeña risa.- Con algo de mala suerte le sale la oferta de dos al precio de uno.

— Cuidado, Mani. No le desees a otros lo que no quieras que te pase a tí.- Canturreó Kardia, desde los asientos traseros.

— Más te vale a tí no hacerme tío antes de tiempo, o yo mismo te castro, desgraciado.- Replicó el mayor.- Todavía soy demasiado joven.

Ambos compartieron una pequeña risa, contagiando a Asmita, antes de finalmente ponerse en marcha para volver a casa entre bromas durante todo el recorrido. Primero para dejar a Kardia en su hogar, y después retomar el camino hasta el vecindario donde los dos pasajeros restantes vivían.

Pero mientras para algunos, la noche permanecía relativamente tranquila, permitiéndoles descansar y despejar la mente después de un largo día, para otros solo significaba más horas de pesar.

— Eres una maldita idiota.

— Ya te lo dije, Aspros. Solo aseguro mi futuro.- Replicó la Beta, sin dejarse amedrentar.- Agradecele a tu ex.

— ¡¿Y qué tiene que ver Asmita en tu estupidez?!- Gruñó el Delta, sujetándola por los brazos.- ¡¿Qué le dijiste?!

— ¡Solo le dije la verdad!- Respondió la mujer, haciendo el esfuerzo de soltarse, sin éxito alguno debido al estrecho espacio del auto.- ¡Y para que lo sepas, no le importas un carajo, y ya te reemplazó con ese Alpha del que sentías tantos celos!

— ¿Cuándo le dijiste?- Gruñó el peli-azul, sintiendo su enojo aumentar con cada segundo.- ¡Respóndeme, o te juro que voy a olvidarme de que estás embarazada!

— ¡¿Y eso es una novedad en ti?!- Inquirió con enojo la rubia.- ¡¿Te recuerdo lo que hiciste con Asmita?!

Eso fue suficiente para colmar la paciencia de Aspros, y que terminara por abofetear a Úrsula, empujándola contra el respaldo del asiento, antes de alejarse.

— ¡Bájate de mi puto auto en este instante!- Exigió, apretando el volante en sus manos.- ¡Y pobre de ti si le dices de esto a alguien!

Úrsula, siendo consciente de lo que Aspros era capaz al perder el control, decidió no tentar a la suerte y huir ahora que tenía oportunidad, bajando del vehículo, alejándose tan rápido como pudo, dejándolo sólo.

Aspros golpeó con fuerza el volante, sintiendo su estómago retorcerse y arder por la ira creciente en su interior, y su mente dando vueltas sin control.

Todo lo que podría haber salido mal ese día, había salido horrible. Ahora todos sabían del embarazo de Úrsula, era cuestión de tiempo para que sus padres se enteraran, Asmita ya estaba enterado... Estaba atrapado, había tocado fondo.

Ahora tenía una maldita soga atada al cuello, tendría que fingir interés en esa mujer y ese estorbo, o su imagen y su trayectoria se derrumbarían. Sus padres iban a repudiarlo y señalarle lo estúpido que era por haber perdido a alguien como Asmita y ahora estar atado a alguien como Úrsula. Y Asmita...

Odiaba admitirlo, pero era ese Omega y su rechazo lo que más le dolía en todo ese desastre.

No había día en que no añorara su compañía, en que no extrañara sus labios y su calidez, en que sus ojos azules y su cabello dorado no aparecieran en su mente, en que no deseara volver a tenerlo entre sus brazos... Y ahora, gracias a esa maldita bruja, cualquier mínima esperanza se había ido al demonio.

Saberlo en brazos de otro, y él con las manos atadas, incapaz de luchar por él y recuperarlo, era frustrante, al grado de hacerlo llorar.

Asmita era todo lo que podría amar en alguien, era perfecto. Lo conocía de toda la vida, podía recordar perfectamente cada momento vivido a su lado, cuánto lo amó desde el primer día, aún sin saber que más tarde se convertiría en el dueño de su corazón...

Recordaba cómo tantas veces hablaron sobre sus planes a futuro. Cómo tendrían una boda elegante, lujosa y costosa después de que Asmita se graduara. Vivirían en el penthouse hasta que consiguieran una casa lo suficientemente grande, digna de ellos y que fuera la envidia de todos...

Nunca estuvo en sus planes ser padre, pero Asmita quería al menos un hijo, así que por él estaba dispuesto a tener uno. Incluso hablaron muchas veces del nombre de ese hipotético hijo... Y ahora, no quedaba absolutamente nada de esos recuerdos y planes. Ahora, seguramente Asmita lo olvidaría completamente, seguiría sus planes con ese estúpido Alpha, y ni siquiera se esforzaría en volver a saber de él.

¿Por qué había sido tan estúpido para dejarlo ir?, ¿en qué demonios estaba pensando cuando decidió traicionarlo?, ¿por qué había cedido ante esos pensamientos que le gritaban una y otra vez que Asmita hacía lo mismo que él, o lo haría en cualquier momento?, ¿por qué propuso ese maldito acuerdo de las rosas amarillas, en vez de simplemente corresponder la fidelidad de su Omega?, ¿por qué lo golpeó esa noche solo por una estúpida chaqueta?... Hasta ahora se detenía a pensar en esas y mil preguntas más, dándose cuenta de sus errores.

Pero a pesar de todo, sabía que ya era demasiado tarde para hacer algo al respecto.

Ahora, solo le quedaban sus amarguras, su soledad, y el mini-bar lleno de bebidas en su apartamento. Ya comenzaba a hacerse habitual que algo de Whisky escocés, coñac, vodka o vino lo acompañaran en sus noches, mientras intentaba acallar su pesar hasta quedarse dormido.

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