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Rebelión

— Gracias por acompañarme, Asmita.

— No es nada, Sísifo.- Respondió el rubio, mientras abordaban el vehículo del mayor.- Hoy solo tenía una hora de clase en la universidad de todos modos. Me salvas de aburrirme soberanamente el resto de la mañana.

Sísifo solo rió ligeramente, negando. Asmita nunca cambiaba...

— Por cierto, si no es muy indiscreto, ¿para qué es la consulta?- Preguntó Asmita durante el recorrido.- ¿Todo bien con tu marca?

— Sí, afortunadamente sanó sin ningún problema.- Asintió el mayor.- Es solo para recibir los resultados y agendar una cita para el cambio del implante.

— Suerte con ese martirio.- Exclamó el menor.- A mí aún me quedan tres años antes de volver a pasar ese infierno.

— Relájate.- Sonrió el castaño.- Solo el primero causa molestias grandes. El segundo quizás solo un poco de acné o dolor de espalda. A partir del tercero ni siquiera lo notarás.

— Habría preferido mil veces un brote de acné en vez de casi desangrarme durante la regla por seis meses seguidos.- Bromeó el blondo.

Ambos Omegas continuaron el resto del camino entre bromas y anécdotas, hasta arribar a su destino en el hospital, e ingresar hasta la zona correspondiente. Sísifo reportó su llegada, y volvió para tomar asiento al lado de Asmita y esperar su turno.

Por suerte, la conversación logró hacer amena la espera, haciendo que los minutos parecieran apenas unos segundos.

Sísifo ingresó, y Asmita permaneció en la sala de espera, aguardando por su retorno.

— Cuéntame, Sísifo, ¿cómo te has sentido estos últimos meses?- Preguntó la doctora, tomando el sobre que contenía los resultados de los exámenes de laboratorio.- ¿Has notado algo inusual?, ¿alguna molestia?

— No, todo normal.- Respondió tranquilamente el Omega.

La doctora asintió, y comenzó a leer los resultados grabados en papel, pero al contemplar como lentamente su semblante cambió de tranquilidad a conmoción, Sísifo comenzó a preocuparse.

— Sísifo...- Pronunció la Beta, pareciendo ligeramente nerviosa.- ¿Sabías que estás en cinta?

— ¿Qué?

Fue lo único que pudo pronunciar ante el cuestionamiento de su doctora.

— La prueba de embarazo es positiva.

— Pero...- Murmuró, comenzando a sentir un ligero temor invadirlo.- Pero no puede ser... Yo... He estado teniendo mi regla normal, y...

— Sísifo, tranquilízate.- Pidió la doctora, sujetando sus manos.- ¿Recuerdas cuándo fue la última vez que tuviste relaciones?

— Yo... Sí.- Respondió, luchando por controlar su miedo y ganar de llorar.- Fue... Fue hace dos meses.

— Por los resultados de tus exámenes, es probable que hayas quedado en cinta esa vez.- Continuó la mujer.- Pero... Lamento mucho decirte esto, pero puede que estés en riesgo de perderlo.

Solo escuchar esa posibilidad lo hizo desplomarse y comenzar a llorar en silencio. Su doctora solo lo miró con compasión, antes de escribir algo lo más rápido que pudo, y acercarse a él para tranquilizarlo.

— Necesito que te hagas estos exámenes cuánto antes.- Explicó la Beta.- Voy a canalizarte con el área de obstetricia para que le den seguimiento a tu caso cuánto antes. Pero necesito que te calmes.

— ¿Cómo es que no me dí cuenta?- Hipó con un delgado hilo de voz.

— Tranquilo, esto es más común de lo que imaginas.- Intentó consolarlo la fémina.- Sé cuánto tiempo llevabas esperando este positivo. Así que sé fuerte, todo estará bien. ¿De acuerdo?

Sísifo asintió, tomando la hoja que la doctora le entregó, y se dispuso a salir del consultorio, acompañado por la mujer.

Asmita solo con ver su expresión, supo que algo no estaba bien, y rápidamente se acercó para ayudar.

— Sis, ¿qué pasa?

Sísifo tomó un profundo respiro, y aún temblando y con los ojos aguados, le contó la situación tan brevemente como pudo, antes de romper el llanto.

— Sis, tranquilízate. Todo estará bien.- Le intentó alentar el blondo.- ¿Irás a hacer esos estudios ahora?

Sísifo asintió, mientras aún luchaba por calmarse.

— Voy contigo. No pienso dejarte sólo en este estado.

Sísifo solo pudo agradecerle con la mirada, aceptando silenciosamente su ayuda, y salir del hospital, directo a una clínica donde sabía que podría realizar todos los estudios correspondientes.

Asmita no se separó de él en ningún momento, sosteniendo su mano, cobijandolo en un abrazo, incluso hablando por él con el personal.

Fueron solo unas horas, pero para ambos Omegas se sintió como una eternidad, antes de terminar con todo y poder marcharse.

— ¿Qué fue lo que pasó?- Preguntó Kardia una vez llegaron al restaurante y observó el semblante de ambos.- ¿Están bien?

— Larga historia...- Suspiró Asmita, palmeandole suavemente la espalda a un compungido Sísifo.

Ambos le contaron todo lo que había ocurrido durante la mañana, y Kardia solo pudo sorprenderse, a la par de compadecerse de Sísifo.

— Por ahora será mejor que vayas a casa y descanses.- Sugirió el Alpha.- Todo estará bien. Estoy seguro de que ese bebé es tan fuerte como sus padres.

Sísifo agradeció las palabras de aliento, realmente se sentía desesperado en esa situación. Tantos años había soñado con ver ese resultado positivo, y ahora que al fin lo tenía, estaba en riesgo de perderlo...

Estaba tan asustado y triste, que no se opuso cuando Asmita se ofreció a acompañarlo a casa y quedarse con él por el resto del día, por si necesitaba ayuda.

— ¿Cuándo le dirás a Defteros?- Preguntó Asmita, una vez llegaron a su hogar.

— Por ahora definitivamente no.- Hipó, abrazando su abdomen.- Si lo pierdo, yo... No quiero que se entere de esa forma.

— Sis, esto no es tu culpa.- Respondido tranquilamente Asmita, tomando sus manos.- Entiendo cómo te sientes...

— Asmita, yo...

— Descuida. Está bien.- Sonrió sincero el menor.- Esa noche, cuando me dieron la noticia de que estaba en cinta, y había perdido al bebé... Fue horrible. Unas horas antes ni siquiera sabía que estaba en cinta, y de pronto solo me entero de que lo perdí... No supe cómo sentirme.

— No te culpo. Fue bastante duro y difícil de procesar para todos.- Suspiró el castaño.- Para tí debió ser aún peor.

— Lo fue, pero tuve la suerte de tenerlos a todos ustedes.- Repuso Asmita.- Defteros y tú siempre han estado conmigo a pesar de todo. Ahora es mi turno de devolverles el favor. Así que no me importa si tengo que dormir en la estación de trenes, voy a asegurarme de que nada les pase hasta que Defteros regrese.

— ¿Crees que deba decirle?

— Sabes que él esperaba ese positivo tanto como tú.- Replicó.- Déjalo ser parte del proceso. Sin importar cuál sea el resultado.

Sísifo meditó las palabras de Asmita unos minutos, logrando tomar una decisión después de unos minutos.

Asmita tenía razón, debía ser sincero, pero era difícil... ¿Cómo podría darle a Defteros la noticia sin asustarlo?

Con cada tono que sonaba, sentía su corazón acelerarse, y cuando escuchó la voz de su Delta, sintió como cualquier mínimo rastro de valor en su ser se evaporó.

— Sísifo tiene algo qué decirte.- Habló el menor, respondiendo la pregunta que Defteros había hecho por su llamada.

Sísifo tomó un profundo respiro, y simplemente habló. Quizás Defteros ya lo sabía, o al menos lo sospechaba.

— Def... Vas a ser papá.

Finalmente, las lágrimas le inundaron los ojos, y la tristeza le quebró la voz, haciéndolo desplomarse tras decir esa breve frase.

Asmita rápidamente lo consoló, cobijandolo entre sus brazos, esperando a su lado la respuesta de Defteros.

Probablemente el pobre debía estar igual de conmocionado que Sísifo, intentando digerir la noticia.

— Sis...

— Yo... Def... No lo sabía, y...

— ¿Está todo bien contigo y el bebé?

La preocupación en la voz de Defteros era palpable. Tal y como temían, Defteros ya se veía venir la difícil situación, y el llanto de Sísifo no hizo más que confirmar sus especulaciones.

Ante los sollozos de Sísifo, así como el leve hipeo de Defteros, Asmita tomó el control de la situación, y procedió a explicar todo lo ocurrido durante el día. Cómo Sísifo se había enterado, la preocupación de la doctora, todos los exámenes que el Omega se había realizado, y el ultrasonido que tenía programado para el dia siguiente.

Defteros escuchó atentamente las palabras de su amigo, hasta que el rubio terminó su explicación. Una vez que todos estaban más tranquilos.

— Tomaré el primer vuelo disponible mañana.- Afirmó el Delta al otro lado de la línea.- Llegaré tan rápido como pueda.

— Def, no es necesario...

— No voy a dejarte sólo, Sis.- Respondió ante la réplica de su Omega.- Somos un equipo... Siempre juntos, ¿recuerdas, amor?

— Lo sé... Pero...

— Sis, no hay absolutamente nada más importante para mí que tú.- Volvió a hablar el Delta.- Me necesitas, y yo necesito estar contigo en este momento... Jamás me perdonaría si algo pasa y no estoy ahí para tomarte de la mano.

Sísifo solo intentó ahogar un sollozo, conmovido por las palabras de su Delta. Realmente estaba asustado, quería con desespero a su amado, deseaba tenerlo a su lado en ese momento... Pero no quería ser una carga.

— No te preocupes por nada, amor.- Escuchó de nuevo la voz de Defteros.- Yo me encargo de arreglar todo lo que sea necesario para estar contigo mañana mismo. Por ahora descansa y trata de mantenerte tranquilo... Asmita...

— No te preocupes, Def. Yo me quedo con él hasta que llegues.- Prometió el blondo, adelantándose a la petición de su amigo.- Te mantendremos informado de todo.

— Gracias, Asmita.

— Ustedes siempre velaron por mí, ahora me toca hacerlo a mí por ustedes.

La conversación duró unos minutos más, hasta que Defteros y Sísifo lograron calmarse, y finalizaron la llamada.

Asmita, tal y como prometió, se quedó al lado de Sísifo todo el día, cuidando del castaño y permaneciendo alerta ante cualquier anomalía. Por suerte, todo parecía en calma.

Un par de horas después de que la noche cayó, Kardia apareció en la puerta, llevando consigo algo de té de manzanilla y pan de naranja para Sísifo.

— Gracias por todo, chicos.- Agradeció el mayor con una sonrisa, tras recibir los presentes de Kardia.- Pero ya es tarde, deberían irse ya.

— Ya te dije que no me importa si tengo que dormir en la calle o la estación de trenes, voy a estar cerca para ayudarte.

— Asmita...

— Tómalo como una compensación por haber arruinado la noche de tu compromiso.- Sonrió sincero el Omega menor.

Sísifo terminó por aceptar la ayuda, tanto de Asmita como de Kardia. Quisiera o no, las probabilidades de alguna complicación durante la noche eran bastante altas, y necesitaría ayuda.

Asmita y Kardia se encargaron de llevarlo hasta su recámara y acompañarlo hasta que se quedó dormido, para después retirarse a la sala, dónde acordaron tomar turnos para dormir y vigilar que todo siguiera en orden, hasta que el amanecer llegara, y con él, el momento de la verdad.

— ¿Crees que todo estará bien?

— No te preocupes.- Sonrió Kardia, abrazando a Asmita.- Verás que ese pequeño estará bien, y Sísifo podrá darles la noticia a todos.

El Omega sonrió, aferrándose por unos minutos a su Alpha, sintiéndose más esperanzado.

Las horas pasaron a una lentitud tortuosa, y cuando vieron a Helios aparecer por el horizonte, comenzaron a prepararse. Kardia iría a recoger los resultados de todos los estudios realizados la mañana anterior, mientras Asmita iba con Sísifo para la realización de un ultrasonido.

La espera en la clínica fue un martirio para el Omega gestante, que no dejó de temblar y apretar la mano de su acompañante, hasta que por fin ingresaron al consultorio.

La frialdad del gel lo hizo dar un pequeño salto. El transductor recorriendo su vientre, mostrando la imagen en la pantalla, fue la gota que derramó el vaso. No fue capaz de soportar la presión, y cerró los ojos con fuerza, llorando silenciosamente por el miedo... Hasta que el médico habló.

— En efecto, todo apunta a que tienes entre ocho y diez semanas de gestación.- Mencionó el doctor.- El saco presenta desprendimiento, y hay señales de hemorragias. Pero el bebé presenta movimiento y hay latidos.

Las últimas palabras del médico consiguieron reavivar la esperanza en ambos Omegas, especialmente en el gestante, que fue incapaz de contener las lágrimas.

— ¿Quieres escucharlo?

Sísifo asintió torpemente, Asmita permaneció sosteniendo su mano, oportuno para abrazarlo tras escuchar los latidos a través de la máquina.

— No voy a mentirte, es un embarazo de alto riesgo y si decides continuar con él, deberás tener muchos cuidados.- Explicó el médico una vez los ánimos se calmaron y se sentaron para exponer la situación.- Por ahora mantén reposo absoluto y espera los resultados de los demás estudios. Tu médico te dirá cómo proceder en la decisión que tomes.

Ambos Omegas agradecieron al doctor por su atención, y volvieron al hogar de Sísifo. Sabían que el riesgo era muy alto, pero al menos aún había una pequeña esperanza de que el viento soplara a su favor.

En la casa, se encontraron con Kardia, ya con los resultados, y listos para ir al hospital por el diagnóstico final... Vaya que les esperaba un día difícil.

Al menos no eran los únicos con problemas.

En su oficina, cierto Delta luchaba con todas sus fuerzas por contener sus ganas de arrojar todos los muebles por la ventana.

Cómo si no tuviera suficiente con Úrsula y sus estúpidos caprichos del embarazo, ahora también debía lidiar con los idiotas de Defteros y Sísifo.

— Maldito Omega...- Mascullaba para sí mismo, tirando de sus cabellos.- Y maldito Defteros... Solo un idiota como él embarazaría a un Omega después de terminar y volver...

— Al menos él nunca engañó a su Omega.- Replicó con burla el Omega que ingresó a su oficina sin llamar.

— ¿Qué mierda haces aquí, Fyodor?

El Omega de cabellera negra sonrió con arrogancia mientras tomaba asiento en el sillón de cuero de la oficina, tomándose incluso el tiempo de jugar con el cordel del parche en su ojo derecho.

— Más cuidado en cómo me hablas, Aspros.- Canturreó el azabache, cruzando sus piernas, a la par que reclinaba su espalda en el mueble.- Una palabra mía y estás acabado.

— ¡Ja! Te coges a un abogado del buffet jurídico más exclusivo de la ciudad y ya te crees intocable.- Replicó el Delta.- Como si no fueras solo una perra más entre todas las que debe tener.

— Cree el león que todos son de su condición, ¿no?- Rió el Omega.- A diferencia de tí, Aspros, hay hombres que pueden mantener sus pantalones en su lugar, y no sienten tanta inseguridad como para necesitar enseñarle su pequeño miembro a cuanto se le ponga enfrente.

— No dijiste eso en esa junta directiva.

— ¿Tan miserable es tu vida para que un revolcón de hace dos años sea uno de tus logros más grandes?- Rió Fyodor, haciendo rabiar a Aspros.- No entiendo cómo tu ex tardó tanto tiempo en dejarte, hasta para coger eres un inútil.

— Solo dime de una maldita vez a qué veniste y lárgate, Schröder.

Fyodor dejó escapar una risilla burlona tras ver el semblante enfurecido de Aspros, antes de decidirse a llevar a cabo su encomienda.

— Bien, ya que insistes...- Sonrió, extendiéndole algunas carpetas.- Como ya sabes, tu adorable hermanito solicitó permiso para ausentarse de su trabajo en Santorini por tres días. No sé cómo consiguió un reemplazo en menos de veinticuatro horas, pero los jefes se lo concedieron. Así que debes firmar de enterado.

Aspros abrió la primera carpeta, gruñendo nuevamente al contemplar cómo Defteros prácticamente le había escupido en la cara, después de haberle dado una ayuda para lograr algo importante por primera vez en su miserable vida.

— Ah, y tu querido cuñado solicitó incapacidad médica desde ayer por la tarde. Envió la evidencia necesaria, y se la concedieron.- Continuó su reporte el Omega.- Al menos ve el lado amable, tus hijos tendrán un compañero de juegos.

Aspros de nuevo rechinó los dientes, observando el reporte de Sísifo... Maldito Omega, siempre tenía que arruinar todo.

— Y hablando de tus hijos...- Al escuchar el canturreo de Fyodor y ver esa sonrisa dibujada en sus labios, supo que algo no estaba bien.- Tu "amada" novia dejó un mensaje para tí con una de las secretarias.

— ¿Y ahora qué quiere esa bruja?

— Que en dos días es el último control para asegurar que todo esté en orden, y requiere tu presencia.

Aspros arrojó las carpetas sobre su escritorio, y después apretó los puños con fuerza... Todo estaba yéndose al diablo.

— Hey, no me mires así.- Rió el Omega, levantándose de su asiento, comenzando a acercarse a la puerta.- Yo solo soy el jefe del departamento de recursos humanos.

— Una maldita perra es lo que eres.

— ¡Bingo! Ese es mi trabajo, cariño.- Sonrió el Omega.- Manda eso a las oficinas de los jefes después de firmarlo. Nos vemos~

Tras esa despedida, Fyodor se marchó, dejando sólo a Aspros nuevamente.

Apenas se cerró la puerta, el Delta fue incapaz de contener más su ira, mandando las carpetas en su escritorio al suelo de un manotazo. Para después seguir con el portalápices, la engrapadora, y cuanto utensilio alcanzó su duro tacto.

Era cuestión de tiempo para que sus padres se enteraran de la estupidez de Defteros, y fueran también por él, para culparlo por "ser una mala influencia para su gemelo" o cualquier excusa barata que se les ocurriera para crucificarlo.

Se perdió en su ira y sus pensamientos, inconsciente de todo su entorno, hasta que el sonido del teléfono lo forzó a reaccionar, notando hasta entonces las heridas en sus manos tras su crisis.

Ni siquiera recordaba qué mierda le dijo a la secretaria que osaba fastidiarlo. Lo único que supo, fue que su padre estaba enfurecido, gritando y reprochandole... Cómo siempre.

— ¡Ya cállate, cabrón!

No era usual en él contradecir o levantar la voz a sus padres, mucho menos insultarlos. La reacción de su progenitor al otro lado de la línea, enmudeciendo ante su voz, estaba más que justificada.

— ¡¿Yo fui y obligué al idiota de Defteros a metérsela a ese puto Omega ofrecido?!

— ¡¿Y quién fue el que se metió primero con una ramera, imbécil?!

— ¡Escúchame bien, pedazo de idiota!- Gruñó el Delta, usando su voz de mando.- Eres una mierda de padre. ¡Pasé toda mi maldita vida tratando de complacerte a ti y a la zorra que tienes por esposa, y de paso, criando a mi hermano lo mejor que podía. Mientras ustedes se dedicaban a reconstruir sus putas vidas!

— Aspros-

— ¡Cállate, te dije!- Interrumpió el menor.- ¡¿Dónde estabas cuando me llegó el celo por primera vez?!, ¡¿dónde estabas cuando le llegó a Defteros?!, ¡¿dónde estabas cuando Defteros se enfermaba?!, ¡¿dónde estuviste cuando Defteros terminó en el hospital por una reacción alérgica al implante?!

Tantos años de enojo, tristeza, frustración, miedo y abandono, siendo reprimidos en lo más profundo de su alma, habían explotado como una bomba de tiempo cuyo temporizador había llegado a su fin.

— ¡¿Dónde estabas?!- Repitió, con su voz desgarrándose por el llanto.- ¡Apenas tuve uso de razón tuve que asumir el papel de padre para mí y para Defteros!... ¡Hice lo mejor que pude con lo que tenía, pero parece que para ustedes nunca nada es suficiente!

— ¿Ya terminaste con tu lloriqueo?

La frialdad en la voz de mando de su progenitora fue como una daga clavándose en su pecho... Pero no estaba dispuesto a agachar la cabeza una vez más.

— Sí.- Siseó con rabia.- ¿Y sabes algo, Arles?, ¡vete al puto infierno, y llévate a Ker contigo!

— Sin mí no eres nadie, idiota.- Gruñó el Alpha que lo había engendrado.- ¡Sin mí, no eres más que un patético intento fallido de Alpha, un adefesio de la naturaleza!. ¡Un maldito error es lo que eres y serás siempre!

— Soy más de lo que tú jamás llegarás a ser, viejo decrépito.- Soltó con una pequeña risa.- A diferencia de tí, no me conformé con ser un subordinado, un peón reemplazable... Y tampoco me jodí la vida por embarazar a una mujer.- Añadió.- Nada garantiza que esos engendros sean mios, y ya tengo una orden para una prueba de paternidad en cuanto nazcan. Así que me encargaste personalmente de hacerte llegar una copia de los resultados cuando salgan negativos, y de nuevo tengas que verte opacado por mí.

Al escuchar gruñir a su padre, supo que estaba por despotricar en su contra. Pero ya no le importaba.

— Adiós, y no te esfuerces en llamar. Soy un hombre ocupado. Si tanto quieres saber de Defteros, tu cuñado y tu nieto, llámalos a ellos y deja de joderme a mí.

No le dió oportunidad de responder, y simplemente colgó el teléfono, para después llamar a su secretaria y darle ordenes de no dejar pasar ninguna llamada por el resto del día.

Soltar todas esas palabras que por años calló, incluso derramar esas lágrimas, fue como un enorme peso levantándose de sus hombros.

Sus padres ya lo tenían en una pésima estima, esa conversación había sido el último clavo en el ataúd para que lo dejaran completamente fuera de sus vidas, y nunca volvieran a buscarlo así sus patéticas vidas dependieran de ello... Y sorprendentemente, no le importaba.

— Hey. Ist alles in Ordnung?*

De nuevo, la voz de Fyodor resonó en la habitación, y al alzar la vista, pudo toparse con esa peculiar mirada.

— Mejor que nunca.- Respondió con una sonrisa en sus labios, a pesar de las lágrimas que mojaban sus mejillas.- ¿Hice demasiado ruido?

— Un poco, idiota.- Suspiró el Omega, pasando sus pulgares por su rostro para limpiarle las lágrimas.- Estuve por entrar para tratar de calmarte. Pero no lo hice, porque ya era hora de que mandaras a la mierda a ese par de imbéciles.

Aspros solo mostró una sonrisa, agradeciendo en silencio la decisión de su antiguo amante.

— Ven aquí, idiota.- Pronuncio el Omega, abriendo sus brazos.

Aspros no supo bien porqué, Simplemente se dejó envolver por el abrazo que Fyodor el ofrecía, derramando en silencio algunas lágrimas.

El Omega se encargó de desprender algunas de sus feromonas para ayudarlo a calmarse completamente, a la par que acariciaba la larga cabellera azúl.

— ¿Ya pensaste qué harás si esas pruebas de paternidad salen positivas?- Cuestionó Fyodor, aún con el Delta en brazos.- Puedes engañar a todos, pero para mí es evidente que no la amas en lo absoluto y tampoco sientes nada por esos niños. Así que, ¿qué vas a hacer si resultan ser tuyos?

— Ya hablé de eso con esa estúpida bruja.- Respondió el Delta, apretando ligeramente la cintura del Omega.- Si resultan ser mios, yo solo me haré cargo de cubrir todos sus gastos vitales hasta que cumplan la mayoría de edad. Ya veré si alguno vale la pena para pagarle la universidad.

— Y si hubiera sido tu ex quien ahora estuviera esperando un cachorro tuyo, ¿harías lo mismo?

Ahí estaba de nuevo esa pregunta. Primero Defteros, luego Úrsula en varias discusiones a lo largo de esos infernales meses, y ahora Fyodor... Y la respuesta, seguía siendo la misma:

— No. Si fuera Asmita quien estuviera esperando a mi primogénito, para este momento ya me habría casado con él.

— Ya veo.- Asintió el Omega de aroma floral.

Inesperadamente, y a diferencia de su hermano y Úrsula, Fyodor no lo juzgó en lo más mínimo por su respuesta, acariciando su espalda y ofreciéndole una sonrisa inusualmente dulce, antes de guiarlo al sillón y sentarse juntos.

— Así que el problema real para tí no es el cachorro, sino quién es la madre.

— Nunca quise tener hijos.- Confesó derrotado.- Asmita era quien quería tenerlos en algunos años. Así que decidí que podría con uno, si era lo que él quería.

— Criar un niño no es un juego, Aspros. Es una de las cosas más difíciles del mundo, y que pocos están listos para enfrentar.- Replicó el Omega tuerto.- El dinero ayuda, por supuesto que lo hace. Pero especialmente los primeros años de vida, necesita muchos cuidados y compañía de sus padres.

— Vaya que la maternidad te ablandó, Mandrake.

— En primera, quizás. Ese pequeño Omega ahora es quien me domina a mí.- Sonrió de lado.- En segunda, ¿en serio vas a seguir llamándome por ese sobrenombre?

— ¿Aún tienes ese tatuaje en la espalda?

Fyodor solo sonrió, antes de alzar su cabello y bajar ligeramente el cuello de su camisa, evidenciando el tatuaje de una flor de mandrágora en la base de su cuello, justo en dónde se encontraba la glándula responsable de su aroma.

— ¿Acaso crees que me dejaría marcar por cualquier idiota?- Inquirió Fyodor, antes de volver a acomodar su ropa y cabello.- No soy propiedad de nadie. Me pertenezco a mí mismo, y eso nadie lo va a cambiar.

— Te creo, esa flor sigue intacta.- Rió suavemente el Delta, aspirando un poco de ese dulce aroma.- ¿Y qué pasó con el padre del niño, por cierto?

— Tiene demanda por pensión alimenticia que paga cada mes. Del resto me encargo yo... Bueno, mi hermano también ayuda.

Ambos intercambiaron una sonrisa, y una profunda tranquilo se instauró, incluso cuando sus miradas colisionaron.

Aspros, dejando a sus impulsos tomar el control, acarició la pálida mejilla de su colega de trabajo, pasando el rebelde mechón de cabello detrás de la oreja, antes de sujetar el mentón con delicadeza y acercarlo para fundir sus labios.

Fyodor no lo apartó, acariciando su mejilla en los segundos que ese contacto duró, correspondiendolo sin objetar, hasta que se separaron.

El Omega de cabellos oscuros no dijo nada, continuó acariciando sus mejillas, mientras repartía pequeños besos en todo su rostro, perfumandolo con su aroma, hasta finalmente dejar un último pico en sus labios.

— ¿Estás mejor ahora?

— Serías un excelente esposo.

— Solo sé tranquilizar a algunas fieras.- Rió juguetón el azabache, levantándose de su asiento.- Llámame si de nuevo se te zafa un tornillo.

Aspros asintió con una pequeña sonrisa, dejando partir a Fyodor.

Se tomó su tiempo para limpiar todos los destrozos en su oficina y recoger las carpetas. Decidió dar un vistazo rápido antes de firmar, confirmando varias cosas que ya intuía.

— Bueno, ¿qué se le va a hacer?- Suspiró, tomando una pluma en sus dedos.- Si es lo que quiere... Qué se joda entonces.

Una vez firmados los documentos necesarios, tomó las carpetas y se encaminó a las oficinas de sus superiores para entregarlas. Tendría una pequeña conversación con ellos, pero nada que no pudiera manejar. Esos hombres, a pesar de su edad y experiencia, eran sumamente faciles de manipular, especialmente usando la vieja excusa de "la familia es primero".

Horas después, el cielo comenzaba a teñirse de naranja con la puesta de sol.

Asmita de nuevo se había quedado con Sísifo todo el día, ayudando al castaño en todo lo que fuera posible.

— ¿Cómo te sientes, Sis?

— Descuida. Estoy bien, Asmita.- Afirmó el mayor.

Tras recibir los resultados de todos los análisis y reunirse con el médico que llevaría el caso, habían obtenido un diagnóstico. Había esperanza, pero el embarazo era de alto riesgo y no había nada asegurado. Aún así, Sísifo decidió correr el riesgo.

Ahora debería guardar reposo absoluto, probablemente durante todo el embarazo si los problemas no se solucionaban. También había alimentos prohibidos, y otros limitados. Incluso había recibido una dieta especial.

En cuanto a los controles prenatales, debería estar alerta ante el más mínima dolor o sangrado. Acudir para análisis sanguíneos cada mes, y no saltarse ninguna ecografía.

— Tranquilo, todo estará bien.- Le sonrió Asmita, tomando su mano.- En unos meses más lo tendrás en tus brazos y esto será solo un amargo recuerdo.

El timbre de la puerta principal sonó, y Asmita fue directo a ver de quién se trataba, topándose con quién ya veía venir.

— Sis, mira lo que trajo el viento.

Apenas sus miradas se encontraron, Defteros corrió lo más rápido que pudo para abrazar a su Omega que descansaba en su cama.

Ninguno fue capaz de decir una sola palabra por varios minutos, únicamente llorar por todas las emociones que los golpeaban al mismo tiempo.

Cuando lograron calmarse, ambos Omegas se encargaron de poner al padre al tanto de la situación, logrando ver un atisbo de esperanza y temor en sus ojos.

— Tranquilo. Ya estoy aquí contigo... Con ustedes.- Pronunció el Delta, aún con la voz quebrada y las lágrimas deslizándose por sus mejillas.- Te prometo que juntos lo vamos a lograr, amor.

Sísifo asintió, apretando la mano de Defteros. Tenía miedo, pero tener a su Delta a su lado lograba transmitirle algo de paz y sentirse más tranquilo.

Defteros acarició con calma y cariño el vientre que custodiaba su pequeño tesoro, dejando un beso en él.

— Sé fuerte por favor, pequeño.- Pronunció.- Te hemos esperado por mucho tiempo. Queremos conocerte y verte crecer. Te amamos. Por favor, resiste.

Asmita sintió un nudo en la garganta al contemplar la conmovedora escena. Era angustiante contemplar la realidad, y aún más, imaginar cómo reaccionarían Sísifo y Defteros si las cosas salían mal y perdían al bebé... Pero las palabras que Kardia le había dicho antes de partir al trabajo, hicieron eco en sus recuerdos.

"Una guerra solo termina hasta que el último en pie caiga. Y esta guerra contra los designios del destino apenas comienza."

Quizás era demasiado optimista de parte de Kardia, pero en situaciones como esa, ¿qué quedaba sino tener fé en que todo terminaría bien a pesar de los obstáculos?

— Bueno, ya que papá está aquí, el tío puede irse con la confianza de que mamá y bebé están en buenas manos.- Mencionó el rubio con una sonrisa, acercándose a la pareja para despedirse.- Los veo mañana.

— Ve con cuidado, Mita.

— Descuiden. Puedo cuidarme sólo.

Tras esa despedida, y luego de recoger sus cosas, Asmita se dirigió a la puerta principal y giró la perilla para salir del inmueble.

La suave brisa llevó hasta sus fosas nasales un aroma que reconocería en cualquier momento y en cualquier lugar. Guiado por su instinto, giró la vista, observando ese Lamborghini Diablo a solo unos metros de distancia.

Un pequeño escalofrío lo recorrió, pero decidió tragarse cualquier rastro de miedo, y simplemente alejarse tan rápido como sus pasos se lo permitieron. No quería ser el responsable de un escándalo que alterara a Sísifo y lo pusiera en peligro. Lo mejor era irse sin mirar atrás, y rezar porque no lo siguiera.

Metros atrás, Aspros solo pudo agradecer mentalmente la decisión de Asmita para alejarse. Si ese Omega se hubiera acercado, o hubiera dudado por un par de segundos más, probablemente él habría terminado corriendo para abrazarlo y suplicar su perdón de rodillas sin importarle nada más.

No esperaba encontrarse con Asmita ahí. Defteros no había puesto un pie en su apartamento, así que la casa de Sísifo era el único lugar donde su sentimental hermano podría haberse metido, así que fue sin dudar, o plantearse si acaso Asmita habría ido a auxiliar a ese Omega.

Pero lo hecho, hecho estaba. Después de varios meses, se había encontrado por accidente con el único Omega que amaba, y lo había dejado marchar sin hacer nada.

Luego de soltar un pesado suspiro, bajó del auto y se dirigió a la vivienda para tocar el timbre y esperar respuesta.

Cuando Defteros lo vió, fue fácil intuir que su hermano temía que hubiera visto a Asmita. Pero Aspros decidió fingir demencia respecto a todo ese asunto.

— Fuí a tu apartamento, pero el recepción dijo que no habías vuelto de tu viaje.- Comenzó a explicar.- También me enviaron a dejar algo para Sísifo de todos modos, así que vine aquí directamente.

Sin interés de hablar más de lo necesario, estiró los sobres que que sus superiores habían enviado para la pareja.

Defteros solo lo observó por unos segundos, antes de soltar aquella pregunta:

— ¿También la estás engañando a ella?

— ¿De qué demonios estás hablando?

— Tienes impregnado el aroma de un Omega.- Señaló el gemelo menor.- Y creo saber de cuál.

Aspros bufó, apretando el puente de su nariz. No estaba de humor para las preguntas estúpidas de su hermano, ya suficiente había tenido por un día. Pero aún así, lo hizo.

— Mira, Defteros. En primer lugar, lo que haga con mi vida a ti no tiene porqué importarte una mierda.- Respondió, mostrando levemente sus colmillos.- En segundo lugar, ya te dije una y mil veces que Úrsula no es nada mío. Así que puedo hacer lo que se me dé la gana, con quién quiera.- Añadió.- Y en tercer lugar, estoy harto de cubrirte el culo en todas tus decisiones estúpidas.

— ¡¿Tengo que recordarte quién casi mata a golpes a Asmita, o quién se la pasó ahogándose en alcohol por meses, o quién terminó en una sala de emergencias, al borde de un coma etílico en año nuevo?!- Replicó el moreno ante la acusación de su gemelo.- ¡¿Y soy yo quien toma decisiones estúpidas?!

— ¡Te dí la oportunidad de tu vida, idiota!- Soltó el gemelo mayor.- Pudiste acabar el proyecto de Santorini, ganar renombre y favor de los superiores, conseguir contactos, encontrar un Omega que sí valiera la pena... ¡Pero no! Tenías que meterte en la cama de la primera ramera que te abrió las piernas y mandar todo al diablo.

Eso fue el límite para Defteros. Cómo pocas veces en su vida, el enojo nubló completamos su razón, perdiendo control y noción de sus movimientos. Para cuándo fue capaz de reaccionar, Aspros intentaba frenar la hemorragia de su nariz, manteniéndose de pie a duras penas.

— ¡De mí di lo que quieras, pero no voy a permitir que te expreses así de mi Omega!- Gruñó el Delta menor, aún apretando sus nudillos.- ¡Eres tú quién debería sentirse avergonzado por toda la mierda que has hecho! Dijiste que intentarias hacer las cosas mejor, que cambiarías... Que volverías a ser el Aspros que conocía. Pero ahora me doy cuenta de que el hermano amoroso, comprensivo y leal que alguna vez tuve, murió hace años y yo fuí el único idiota que se negó a aceptar la realidad.

Tras recibir dos golpes directos de su gemelo, que terminaron por enviarlo directo al suelo, Aspros se incorporó, únicamente recibiendo aquellas palabras de frente... El enojo en sus entrañas crecía, pero a la vez, un ligero sentimiento de que algo de verdad había en esas acusaciones.

— Sé que hiciste mucho más de lo que debías por mí desde que éramos niños, y que jamás tendré forma de agradecerte por todo...- Continuó Defteros, con su voz quebrándose a cada palabra.- Pero si no puedes al menos respetar a mi Omega, prefiero no volver a saber nada más de tí.

Aspros solo tomó un profundo respiro y acomodó su traje, antes de colocar en las manos de Defteros los sobres, y dar media vuelta.

— Como quieras.- Dijo, aún dándole la espalda.- Yo ya cumplí mi trabajo entregándoles esos sobres. Lo que hagan o no, a mí no me importa en lo más mínimo.

Tras esa declaración, Aspros emprendió su caminata, sintiendo las primeras lágrimas deslizarse por sus mejillas, pero no estaba dispuesto a mostrar su vulnerabilidad.

Abordó su auto, y sin más, arrancó tan rápido como pudo, buscando huir, al menos por unos minutos, de su amargo día, que aún no acababa.

Defteros solo se permitió llorar en silencio por unos segundos, antes de limpiarse las lágrimas y volver al interior de la casa.

— No te preocupes por eso.- Negó cuando Sísifo preguntó por aquella discusión.- No voy a volver a poner a nadie por encima de tí, y mucho menos ahora.

— Def...

— Aspros ya es un adulto. Es hora de que aprenda que sus acciones tienen consecuencias, y aprenda a afrontarlas sólo.- Añadió el menor, antes de besar la mano de su Omega.- Ya te dije que en este momento no hay absolutamente nada más importante para mí que tú. Mi responsabilidad es estar a tu lado, cuidarte y protegerte de quién sea... Incluso de mi propio hermano.

Sísifo solo pudo abrazar a su Delta, en busca de calma. Una calma que solo eran capaces de brindarse el uno al otro.

Calma, con la que otros solo soñaban.

Aspros condujo hasta aquel apartamento, llamando a la puerta sin deseo alguno de estar ahí. Por suerte, Úrsula no tardó en acudir al llamado.

— ¿Qué te pasó?

— El idiota de Defteros fue lo que me pasó.- Gruñó.- Ahora, ten tu maldito pago de la empresa, y ten mi parte para ese par de estorbos.

— ¿Tu hermano no estaba en Santorini?- Inquirió la rubia, con los sobres en las manos.

— Tú lo has dicho: estaba.- Respondió.- Lo que un Omega incapaz de mantener las piernas cerradas puede lograr. El muy idiota lo preñó, y tan inútiles son que ni siquiera eso pudieron hacer bien.

— ¿Qué quieres decir?

— Que el embarazo es de alto riesgo, y el muy imbécil le cedió el puesto de supervisor a alguien más para volver con ese estúpido.

— ¿Y qué fue lo que hiciste para que tu hermano reaccionara así?- Preguntó la Beta, señalando la marca en la mejilla del Delta, y el pequeño rastro de sangre en la nariz.

— El cabrón cree que puede acusarme sin fundamentos y salir ileso...- Gruñó, mordiendo su labio con rabia.- Solo le dije un par de verdades.

— ¿Sin fundamentos?- Cuestionó.- Hasta una Beta como yo puede sentir el aroma de Omega que tienes impregnado.

— Ahí vas tú también...

Úrsula solo suspiró en respuesta. Desde los seis meses de gestación, podía percibir, aunque muy levemente, las feromonas de las castas que las poseían. Una señal de que los gemelos serían Omegas o Alphas.

— Fue solo un beso, nada más.- Admitió el Delta.- Y además, no olvides que tú y yo no somos absolutamente nada. No te debo explicación alguna de lo que haga o no. Basta con darte el dinero que pidas.

— Ya lo sé, idiota.- Gruñó la Beta.- Ya vete a ponerte hielo antes de que ese golpe se inflame la mejilla.

Aspros no respondió nada más, simplemente dió media vuelta y se alejó por el pasillo sin mirar hacia atrás ni por un segundo.

Úrsula volvió al interior de su hogar, soltando un pesado suspiro.

— ¿Y así sigues dudando?

Ante las palabras de su acompañante, solo pudo derramar un par de lágrimas silenciosas.

— Haz todo lo necesario.

— Créeme, en unos años me vas a agradecer no haberte dejado cometer esta estupidez.

La Beta solo asintió, dándole un sorbo a la taza de té enfrente de ella.

No sabía si estaba tomando la decisión correcta, si se arrepentiría después, si era lo mejor para ella o los bebés... Pero no podía soportar más. Simplemente no sería capaz de sobrellevar esa carga.

Inconscientemente, el rostro de ese Omega apareció en sus memorias. Asmita... No podía evitar sentir envidia de ese Omega.

Parecía que todo Alpha, Delta, incluso Beta, caía rendido de amor a sus pies. Aspros seguía completando enamorado de él, y sabía perfectamente que si volviera, Aspros no dudaría en comprarle el anillo más caro que encontrara y casarse con él de inmediato...

Asmita, Asmita, Asmita... ¿Cómo pudo ser tan estúpida? Siempre fue evidente que Asmita estaba clavado en lo más profundo del corazón de Aspros y absolutamente nada ni nadie sería capaz de sacarlo de ahí. ¿Cómo pudo pensar en competir contra ese Omega, y aún peor, en creer que podría ganar?

No lo sabía, pero se arrepentía con todas sus fuerzas. Solo ansiaba algo de calma, de libertad, de paz... De amor.

Amor... Una quimera para algunos, y una realidad más que palpable para otros.

— ¿Estás bien?- Preguntó Kardia, abrazando a Asmita contra su pecho, recostados en la cama del Alpha.

— Si omito el hecho de que casi me ve Aspros, sí. Estoy bien.- Sonrió el Omega.- Si hubiera sido en cualquier otro lugar, no habría tenido problema... Pero no quería alterar a Sísifo.

— Lo sé. Eres valiente y fuerte.- Asintió el Alpha, besando la mejilla de su Omega.- Pero eso no es lo que te tiene tan tenso, ¿o sí?

Asmita suspiró, y se dió la vuelta para observar los ojos de Kardia.

— Supongo que todo este asunto logré tocar una fibra sensible.

Kardia asintió, abrazándolo, y dejando un beso en sus labios.

Asmita aceptó los mimos que Kardia le brindaba en consuelo, sintiendo la calma volver a su alma lentamente.

— Tranquilo. Ese bebé estará bien.- Afirmó el Alpha con una sonrisa confiada, acariciando la cintura de su Omega.- Podríamos cuidarlo por sus padres de vez en cuando, mientras esperamos los nuestros.

— Aún queda algo de tiempo, ¿no?- Sonrió el blondo, atreviéndose a deslizar sus manos por los hombros de Kardia.

— Cuando estemos listos, tendremos los que quieras.- Rió Kardia, antes de besarlo de nuevo.

Asmita correspondió todos los gestos de Kardia, compartiendo la pequeña risa, y después rodeando el cuello ajeno con sus brazos.

Un beso que comenzó lento, pero que rápidamente cobró intensidad, haciéndolos restregarse contra el otro.

Al separarse en busca de aire, Kardia deslizó sus labios por el cuello y los hombros contrarios, obteniendo pequeños gimoteos como respuesta. Y siguió bajando lentamente, hasta llegar a la ingle.

— Kardia...

— Lo siento. Olvidé comprar condones, pero no voy a dejarte con ganas.- Respondió con una pequeña risa nerviosa el Alpha.- Solo si quieres.

— Solo si después me dejas darte una mano.

Ambos compartieron una sonrisa cómplice, y Kardia continuó con su misión de deshacerse del pantalón de pijama y la ropa interior.

Después de algunos meses juntos, había aprendido dónde, cómo y con qué fuerza o rapidez tocar para complacer a su Omega. Y los gemidos que llegaban hasta sus oidos eran prueba intrínseca de ello.

— Kardia... Ya... Voy...

Asmita aún tenía esa manía de avisarle cuando sentía que estaba por terminar, a pesar de haberle dicho que no era necesario y solo se concentrara en disfrutarlo.

Aún así, continuó con el ritmo de su lengua, hasta que lo sintió sacudirse debajo suyo, a la par de ese familiar líquido tibio y viscoso.

— Shh... Ya te dije que no me molesta.- Pronunció, adelantándose a las palabras que su Omega intentaría decir, a pesar de su respiración agitada.- Solo concéntrate en sentir cómo te toco y cómo te pruebo. No intentes contenerte, quiero que disfrutes sin sentir culpa.

Las palabras y los besos que Kardia le brindaba, fueron suficientes para sentirse calmado, y dejarse envolver nuevamente por la cálida sensación del deseo.

Sus manos se encargaron de liberar la erección de su amante, acariciándolo con calma, aumentando el ritmo lentamente, mientras aún compartían varios besos. Hasta que, mientras jugaba un poco con esos sacos de piel, sus dedos palparon un poco más arriba.

Tal movimiento no pasó desapercibido para Kardia, pero la reacción del Alpha fue una sonrisa felina.

— ¿Quieres intentarlo?

— Yo...

— Está bien.- Afirmó el Alpha, guiando su mano hacia ese lugar que rosó segundos atrás.- Puedes hacerlo.

— ¿Y si te lastimo?

— Confío en tí.

Kardia no dudó en recostarse boca abajo, observando paciente a Asmita vertiendo algo de lubricante sobre su falo.

El Omega, a pesar de su curiosidad, estaba nervioso. Pero una sonrisa tranquila del Alpha fue suficiente para calmarlo.

Al inicio lo escuchó quejarse ligeramente. Él mismo soltó un pequeño quejido al sentirse aprisionado. Era una sensación extraña y nueva, pero no desagradable.

— Mita...

A pesar de no tener demasiada idea de qué hacer, y solo dejarse guiar por sus instintos, los gemidos de Kardia le confirmaron que no lo estaba haciendo tan mal.

— ¿Lo... Estoy haciendo bien?- Preguntó, apretando los labios en un intento de contener sus propios gemidos.

— Sí.- Le confirmó Kardia.- Házlo más rápido... Por favor.

Kardia no tuvo que pedírselo dos veces. También quería moverse más rápido, y saber que Kardia también lo quería, fue suficiente para hacerlo con más seguridad y confianza.

En algún momento, el aroma de Kardia se intensificó, y sus ojos de inmediato se posaron el la base del cuello del Alpha... Sabía que era donde recidía su glándula, dónde iba la marca.

El impulso de morderlo, de reclamar a ese Alpha como suyo, de marcarlo, aparecieron repentinamente. Estaba completamente sometido, no rechazaría su marca, era una oportunidad perfecta... Pero se resistió a ellas, terminando mordiendo su propia muñeca como último recurso, al sentir su orgasmo, acompañado por el de su Alpha.

Fue hasta segundos después, que Kardia se dió cuenta de la herida sangrante en la muñeca de Asmita, y se levantó para ayudarlo.

— Lo siento.- Murmuró avergonzando el Omega, mientras Kardia le terminaba de curar la herida.

— No te preocupes.- Sonrió sincero el Alpha, colocando algo de ungüento.- No me molestaría tener tu marca, pero aún no es momento. ¿No?

— Habría sido en contra de tu voluntad.- Suspiró con ligera angustia el blondo.- Estabas completamente indefenso, y... Y...

Las lágrimas se desbordaron de los azules ojos, y los leves sollozos no se hicieron esperar. Kardia término de vendar la herida, y se acercó a él para acariciar sus mejillas y besar su frente para calmarlo.

— Bueno, cariño. El amor es como darle un arma a la otra persona, porque confías que jamás la usará en tu contra.- Sonrió el mayor.- Yo confío en tí, y hoy demostraste que no me equivoqué.

— Aún así, yo...

— Yo ya soy tuyo desde hace meses.- Expresó con una pequeña sonrisa, besando suavemente sus labios.- Y cuando creas que sea el momento, aceptaré sin dudar tu marca que lo demuestre. Así que no te preocupes, esto fue un accidente, no estoy molesto.

Asmita asintió, abrazándose a Kardia, mientras el Alpha soltaba algunas de sus feromonas para ayudarlo a calmarse.

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Ist alles in Ordnung?*: ¿Está todo bien?

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