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Guardián

El fin de semana de ensueño en Santorini había sido una maravilla, hasta que a su retorno, tuvo que enfrentar las consecuencias de sus actos.

Los reproches de toda su familia no se hicieron esperar, y la tensión solo empeoró aún más. Al grado de que Manigoldo y Aspros llegaron a los golpes, teniendo que ser separados y contenidos por todos los demás presentes.

Por suerte, y tras una larga e incómoda conversación de sus padres con él y Aspros, la mayoría de los problemas se resolvieron.

El desprecio hacia el Delta seguía siendo evidente, pero no tenían otra opción más que aceptar la relación.

— Oye, Mita.

— ¿Pasa algo, Kardia?- Suspiró, secando el sudor de su frente con un pequeño pañuelo.

— Hoy es tu cumpleaños, ¿cierto?

— Sí. A partir de hoy tenemos la misma edad por un mes.- Sonrió, bromeando con aquel detalle.- ¿Por qué?

Los días habían pasado volando, de nuevo el fin de semana había llegado, y con él, el ajetreo típico y esperado de un viernes por la tarde-noche, especialmente con el espectáculo de música en vivo que la banda de Kardia ofrecería. Así que, a pesar de ser su cumpleaños, tuvo que quedarse un par de horas más.

— Felíz cumpleaños.- Sonrió el peli-violeta, ofreciéndole una porción de pastel en un recipiente desechable, decorado con un pequeño lazo rosa, y algunos detalles de flores de igual color y estrellas doradas.- Toma este como una parte de mi regalo.

— Gracias.- Respondió con timidez y un tenue rubor en las mejillas.

Después de todo lo ocurrido una semana atrás, absolutamente nadie había mostrado demasiado entusiasmo por su cumpleaños. El único que le había ofrecido una felicitación y un abrazo había sido Defteros, los demás ni siquiera tocaron el tema.

Bueno, tampoco podía culparlos por seguir molestos con él, no después de cómo se comportó y lo grosero que fue. Podía entender a su familia y amigos, pero no la indiferencia de Aspros y que parecía haberlo olvidado por completo.

Pero ese pequeño gesto por parte de Kardia, había logrado alegrarlo y hacer su día menos amargo.

— No olvidaste que prometí presentarte a los chicos, ¿verdad?

— ¿Lo decías en serio?

— Por supuesto. Incluso mamá Degel prometió venir hoy.- Afirmó el Alpha, alzando la vista, justo a tiempo para notar una melena verdosa a la distancia.- Y hablando del rey de Roma...

Asmita dirigió su vista al mismo punto que su colega, y rápidamente notó a aquel joven, que no tardó mucho en acercarse.

Piel pálida, largos cabellos verdes perfectamente peinados, y unos enigmáticos ojos púrpura, enmarcados por un par de anteojos. Todo, enfundado en un traje de color marrón, totalmente formal. Y para coronar, un fresco y sutil aroma a limón.

Un hombre en extremo elegante y atractivo, debía admitir, aunque algo intimidante a la vez. Totalmente opuesto a Kardia.

— Casi llegas tarde, mamá.- Bromeó Kardia, recargándose en el hombro del recién llegado.- Mi presentación ya casi comienza, creí que no llegarías.

— Kardia...

— Relájate, aromatizante andante. Sabes que solo bromeo.- Rió el peli-violeta, golpeándole suavemente el hombro.

El aroma a limón se hizo ligeramente ácido, aunque no a un punto desagradable, delatando el pequeño enojo en su dueño.

Sin embargo, el Alpha peli-verde solo suspiró y acomodó los anteojos sobre el puente de su nariz, devolviendo su aroma a su estado inicial, antes de preguntar por la presencia del Omega.

— ¡Ah!, cierto. Casi lo olvidaba.- Sonrió Kardia ante el cuestionamiento.- Degel, él es Asmita, el chico nuevo del que te había hablado.- Inició las presentaciones.- Mita, este cegatón amargado con cara de pocos amigos y aroma de ambientador para auto es Degel. Mi mejor amigo.

Asmita solo sonrió, en un vano intento de contener la risa. Degel se limitó a rodar los ojos y murmurar para sus adentros.

— Yo también te aprecio, Kardia.- Habló Degel.- Pero deberías ir a vestirte de una vez. Todo tu equipo ya está listo, y el público espera por tí.

— Ya lo sé, mamá Degel. Ya voy.- Replicó el Alpha más joven, para después dirigir su atención de nuevo a Asmita.- Oye, Mita...

— ¿Si?

— La segunda parte de mí regalo será en el escenario.- Respondió con una sonrisa confiada, logrando intrigar al blondo.- Quédate al lado del limón miope cascarrabias y lo sabrás.

Tras esa pequeña despedida, Kardia se marchó rumbo a la zona de empleados, dejando solos a los otros dos.

Asmita no sabía exactamente qué decir, y los nervios estuvieron por traicionarlo. Pero afortunadamente, Degel tomó la iniciativa.

— ¿Qué tal te va soportando a ese loco cinco días a la semana?- Preguntó el peli-verde con una pequeña sonrisa.- Yo casi me vuelvo loco viviendo con él dos meses, y eso que solo lo veía a lo mucho un par de horas antes de dormir.

Gracias a todo lo que Kardia le había contado, sabía que esa historia era cierta. Al menos ahora podía confirmar que Degel parecía ser un buen amigo, y algo similar a Defteros y Manigoldo en su forma de cuidar a sus seres queridos.

— Sí, está un poco loco, pero me agrada.- Respondió a la pregunta del Alpha.- Es agradable una vez que lo conoces.

— ¿Así que, hoy estás de cumpleaños?

Asmita asintió a la pregunta de Degel.

— Vaya que le agradas a Kardia.- Sonrió el peli-verde, observando la porción de pastel en las manos de Asmita.- Ese zángano no se tomaría la molestia de decorar un empaque, ni mucho menos de preparar un color especial de glaseado por cualquiera.

Hasta ese momento, Asmita prestó mayor atención al pedazo de pastel en sus manos. Efectivamente, la decoración del empaque era totalmente personalizada y hecha a mano. Y el decorado del pastel, a pesar de que la cobertura era blanca, tenía pequeños detalles como rosetones en color celeste. Su color favorito...

Vaya que Kardia había prestado atención en todas las conversaciones que habían tenido tras conocerse, durante esas dos semanas.

Inconscientemente, una sonrisa enternecida surcó sus labios, al mismo tiempo que un suave sonrojo se hizo presente en su rostro. Era un detalle simple, pero fácilmente, uno de los más lindos que había recibido.

Pensar en el esfuerzo que Kardia puso para decorar a mano el empaque, en obtener el color de glaseado específico, y hacer la decoración... Sin duda, no era algo que cualquiera haría.

— Falta poco para que comiencen.- Le hizo saber Degel con una sonrisa, notando sus emociones.- Hay una mesa reservada al frente, ¿vienes?

— Yo...

— Ya terminó tu turno, ¿no?- Preguntó el peli-verde. Asmita solo asintió.- Vamos, serán solo cinco minutos y después yo mismo te consigo un tomate para arrojarle a ese tornado morado si no te gusta su regalo. ¿Trato hecho?

— Bien. Trato hecho.- Rió el Omega.- Eres bueno negociando.

— Gracias.- Sonrió Degel, mientras iniciaban su andar.- Estoy en segundo año de negocios internacionales, así que me halaga saberlo.

— ¿Por qué tengo el presentimiento de que eres uno de los más brillantes de tu facultad?

— No me gusta alardear, pero aspiro a graduarme con honores, y si todo sale bien, en un par de meses me iré de intercambio a otro país.

— Envíame una postal cuando estés allá.

Entre aquella conversación, y algunas bromas sutiles, llegaron a la mesa que Degel había mencionado, y se sentaron para esperar que el espectáculo diera inicio.

En el pequeño escenario que Kardia y algunos de los chicos más habían montado por la tarde, podían ver a los integrantes de la banda hacer los últimos detalles, como asegurar los cables, o hacer algunas pruebas de sonido con los micrófonos.

— ¿Tú los conoces?- Preguntó Asmita, mientras observaba a los músicos.

— La tecladista es mi cuñada y mejor amiga.- Sonrió el Alpha, señalando con la mirada a la chica de cabellos plateados.- Su nombre es Seraphina, es la mayor del grupo, y probablemente se retire el próximo año, cuando se gradué de su posgrado y sus responsabilidades en la empresa de su familia aumenten.

— Es una chica muy linda, y por como la describes, parece que inteligente también.

— Es una Alpha muy amable y bondadosa. Seguramente te agradará cuando la conozcas.- Afirmó Degel.- La chica de la batería, es Calvera. Es una Beta divertida y amable, aunque también tiene su carácter. Por algo es de las pocas que sabe domar a esa bestia púrpura.- Continúo.- El Alpha alto del bajo, es Huesda, el novio de Calvera. Se ve intimidante y es algo serio al inicio, pero una vez que lo conoces y te toma confianza, es un tipo agradable.- Añadió.- Y la chica de cabello negro y la guitarra azúl, es Mine. Es un poco seria, pero una Beta muy amable en general. También es muy talentosa, además de la guitarra, sabe tocar el violín, la flauta y es segunda vocalista.

— Vaya que Kardia sabe unir a las personas.- Señaló Asmita, tras notar lo diverso que era el grupo.

— Ni yo sé cómo fue que los convenció.- Admitió Degel con una pequeña risa.- Solo sé que conoció a Calvera y a Huesda durante una visita previa a clases a la universidad. Y a Mine el primer día de clases, después de que se confundiera de facultad y Kardia la ayudara a orientarse, y durante un receso la invitó a sentarse con él, Calvera y Huesda.- Contó aquella historia que su amigo le había contado.- A Seraphina la conoció porque yo los presenté. Por alguna razón congeniaron, y Sera aceptó unirse a su locura.

Asmita asintió, observando que la función estaba por comenzar, y finalmente, el sonido de las cuerdas resonando captando la atención de todos, anunció el inicio.

Reconoció un par de temas, prácticamente por culpa de Manigoldo, que disfrutaba ese género musical y más de una vez le había mostrado. Debía admitir que no lo hacían nada mal, y Kardia tenía una buena voz.

Luego de un rato, y con la gente emocionada con el espectáculo y pidiendo alguna canción, Kardia bebió algo de agua para humedecerse la garganta, y luego tomó el micrófono para hacer un pequeño anuncio que logró sorprenderlo.

— Damas y caballeros, muchas gracias por todo su apoyo.- Inició con la coqueta sonrisa que lo caracterizaba, haciendo gritar de emoción a más de uno.- Esta noche alguien muy especial está de cumpleaños, y es muy fanático de la ciencia ficción, drama y acción.

Los gritos típicos de emoción ante la expectativa de una declaración romántica no se hicieron esperar. Asmita solo pudo soltar un pequeño respingo. Degel se limitó a observar su reacción, ocultando una pequeña sonrisa con el borde de la taza de café spresso que había pedido... Definitivamente, Kardia no conocía el significado de la palabra miedo, pero tampoco era tan descarado.

— En fin... Felíz cumpleaños, Mita.

De nuevo, el coro de chillidos hizo de las suyas, aumentando el volumen al escuchar la entrada de aquella pieza musical a cargo de la famosa Mine, que había cambiado su guitarra por un violín. Secundada por la voz de Kardia, en compañía de las melodías de Seraphina con el teclado. Y finalmente, coronado por el bajo y la segunda guitarra, guiados por el compás de la batería.

Al instante reconoció la canción, "I Don't Want Miss a Thing", de la banda Aerosmith. El tema principal de la que se había vuelto su película favorita hace un par de meses tras su estreno, Armageddon.

Por sí solo, el sentimiento impregnado en la lírica de la pieza, mezclado con la instrumentación, era lo suficientemente bello y fuerte para lograr conmover a más de un oyente. Pero la voz de Kardia y la pasión que desbordaba en cada nota, lo llevaba a otro nivel.

Le fue inevitable perderse completamente en la música, observando a ese Alpha de alborada melena violeta como si fuera lo único y más importante en el universo, hasta que la nota final resonó, y la pieza culminó.

Hasta ese momento, sus ojos seguían fijos en el vocalista, y cuando las amatistas de Kardia se clavaron en sus zafiros, solo pudo sonreír nervioso, en un vano intento de ocultar su ansiedad, con las mejillas sonrojadas.

Kardia solo le sonrió en respuesta, desviando la vista para evitar incomodarlo, y despedirse del público.

— Creo que el tomate ya no será necesario, ¿verdad?

La voz de Degel, tintada con un deje de burla, devolvió a Asmita al presente, haciéndolo recordar que el mundo no había dejado de existir.

— Admito que lo hace bien.- Rió, intentando desviar la atención del peli-verde.- Creo que iré a despedirme y por mis cosas. Seguramente mis padres ya deben estarse preguntando porqué tardo tanto.

— Te acompaño. Igual tengo que esperar a Seraphina.

Asmita, sin otra excusa para huir, accedió, y ambos se dirigieron a dónde la banda ya se encontraba guardando los instrumentos y bebiendo algo de agua, en la zona de empleados.

Kardia apenas los vió, le dirigió una cálida sonrisa, que no pudo evitar corresponder.

— ¿Y bien?

— Admito que no cantas nada mal.- Replicó con una sonrisa la pregunta del peli-violeta.- Y al parecer tienes buena memoria para recordar detalles.

— ¿Qué puedo decir? También me gustó esa película.

Un ligero carraspeo tras la espalda de Kardia hizo eco, provocando una tenue sonrisa en el resto de presentes.

— Sí, claro, Kardia. Es un placer ser tus pinturas de decoración...

El Alpha rápidamente giró, acercándose a la Beta para abrazarla por los hombros y reír mientras le despeinaba el cabello a modo de juego.

— A eso iba, jefa gruñona.- Sonrió el Alpha, después de liberar a la chica.- Mita, esta gruñona de aquí es Calvera. Calvera, él es Asmita.

Calvera rodó los ojos, manteniendo una resignada sonrisa... Ya se había acostumbrado al carácter de su amigo.

— Ignora a este cabeza hueca.- Negó la Beta.- Es un gusto conocerte, Asmita. Este tarado no deja de hablar de ti.

— Exagerada...- Masculló Kardia.- El grandote con cara de pocos amigos es Huesda.- Siguió con las presentaciones.- Ella es Mine, y ella es Seraphina.- Finalizó, señalando a ambas chicas.

— Un placer conocerte, Asmita.- Sonrió gentil Mine.

— Seguramente Degel ya te contó algunas cosas de nosotros, ¿no?- Prácticamente afirmó Seraphina con una sonrisa divertida.- Espero que cosas buenas.

— Algo así.- Admitió el Omega.- Tu cuñado te tiene en muy alta estima.

— En ese caso, espero llenar las expectativas.

Tal y como le había mencionado Degel, el grupo era de lo más pintoresco. Cada integrante era un mundo por conocer, pero todos lo hicieron sentir bienvenido y cobijado. En especial Seraphina y Calvera, que no perdieron la oportunidad de hablarle sobre todos los ensayos que Kardia les había hecho hacer y todos los percances que ocurrieron en los mismos, así como algún que otro incidente en conciertos.

— Debiste ver su cara cuando su púa salió volando en pleno concierto.- Contó Calvera.- Y con tan mala suerte que le dió a alguien en el ojo.

— O cuando por querer hacer lucirse un deslizamiento terminó cayéndose del escenario.- Añadió Seraphina con una pequeña risa.- Terminó con las rodillas amoratadas y sin poder caminar bien por dos días.

Asmita solo pudo cubrirse los labios en un intento inútil de callar su risa al escuchar aquellas anécdotas de las chicas, e imaginar todos esos escenarios. Y la expresión divertida de Degel, Mine y el propio Huesda, además del rostro completamente rojo de Kardia, mientras recogían todo, no ayudaban demasiado.

— Bueno, chicas, espero que se hayan divertido riéndose de mis desgracias, pero el trabajo aquí está hecho y es hora de irnos todos.- Anunció Kardia cuando finalmente terminaron de desmontar el escenario y cerrar todo el lugar.- Así que, cuidense y tengan buena noche.

El resto solo rió, encogiéndose de hombros, para despedirse, tomar sus cosas y finalmente retirarse cada uno por su lado. Seraphina al lado de Degel en un elegante auto conducido por la albina. Huesda y Calvera a la parada de autobuses, al lado de Mine.

— ¿Vas a la estación de tren, Mita?

— Sí. Manigoldo y prácticamente toda mi familia sigue enfadada conmigo.- Suspiró.- Así que "ya que tanto quiero volar con mis propias alas y soy tan maduro, tan inteligente, tan responsable y tan independiente, estoy por mi cuenta".

— Suena a algo que ese mafioso italiano frustrado diría.- Señaló Kardia con una pequeña risa, contagiando a su acompañante.- ¿O me equivoco?

— No. Fue él quien lo dijo.- Confirmó el blondo.- Prometieron no meterse más en ese tema. Y Defteros hoy estaba ocupado con su futuro esposo.

— ¿Sísifo?

— No digas que yo te dije, y cuando te den la noticia finge sorpresa. Pero hoy le va a proponer matrimonio. Así que aunque quisiera, hoy no podía venir a vigilarme.- Murmuró Asmita, como si se tratara del secreto más grande e importante del mundo.- Además, puedo cuidarme solo un fin de semana.

— ¿Fin de semana?

— Esta vez les avisé a mis padres que me quedaría con Aspros. Así que descuida, no te despertarán a las 3:00 de la mañana de nuevo.- Respondió, bromeando con aquel detalle que le habían hecho saber a su retorno de Santorini.- Por cierto, disculpa eso.

— Al menos cumpliste tu palabra de devolver mi chaqueta, con eso me conformo.- Se encogió de hombros Kardia, restándole importancia.

Asmita sonrió en respuesta, agradeciendo en silencio. Aún seguía ligeramente avergonzado por saber que incluso Kardia terminó arrastrado a ese problema indirectamente.

Entre conversaciones triviales, y pequeñas bromas, llegaron hasta la estación de tren, únicamente esperando la llegada del vagón.

— Oye, Mita.

— ¿Sí?

— ¿Hasta qué estación vas?

— A la del noroeste.- Respondió el menor.- Es la más cercana al edificio de Aspros, aunque aún me toca caminar un par de cuadras más.

Esa estación estaba al otro lado de la ciudad. Aún a la velocidad del tren, le llevaría al menos 30 minutos llegar, sin contar el recorrido a pie. Ya eran más de las 10:30, si bien le iba, y no sucedía ningún imprevisto, estaría llegando alrededor de las 11:00.

— Ya es algo tarde para que vayas tú solo hasta allá.

— No te preocupes. Estaré bien.

— Entonces, ¿puedo acompañarte para asegurarme de que llegues bien con tu novio?- Pidió el Alpha.- No quiero que Manigoldo, Defteros y de paso Sísifo me estrangulen si te pasa algo.

— ¿No te quita demasiado tiempo?

— Estoy acostumbrado a dormir poco.

Finalmente, Asmita terminó por aceptar la oferta de Kardia. Aún no estaba acostumbrado a caminar por las calles de noche sólo, pero quería sorprender a Aspros y pasar su cumpleaños con él.

Cuando el tren llegó, ambos subieron y se sentaron en unos de los tantos asientos libres gracias a la hora que era, y retomaron su conversación, logrando hacer que el largo trayecto pareciera un parpadeo.

El frío de la noche era cada vez mayor, incluso con el cobijo del abrigo que había llevado con él.

— ¿Tienes frío?

— Un poco.- Admitió, abrazándose a sí mismo.

— Ten.- Mencionó Kardia, colocándole una chaqueta sobre la espalda.- A Mine y a Seraphina de vez en cuando se les olvida empacar un suéter, y como a diferencia de la gruñona de Calvera no tienen un novio a quien robarle el abrigo, siempre que tenemos presentación llevo uno extra por si alguien lo necesita.

Asmita solo sonrió en forma de agradecimiento, asintiendo en silencio ante la explicación de Kardia. Ese Alpha, a pesar de su naturaleza impulsiva y algo descarada, era una persona que se preocupaba y cuidaba tanto como podía a sus seres queridos. Podía verlo en pequeños gestos como ese.

Una vez resuelto ese problema, continuaron su andar, hasta llegar a un enorme edificio blanco de fachada elegante. Ahí terminaba el viaje.

— Bien, consta que yo te escolté y dejé sano y salvo en la puerta del edificio.- Bromeó Kardia, sacándole una sonrisa.- Nos vemos.

— Hasta el lunes, jefe.

Luego de despedirse de Kardia, Asmita ingresó al edificio con la copia de las llaves que Aspros le había dado, y luego de saludar al recepcionista del turno nocturno, subió al ascensor, y presionó el botón que lo llevaría hasta el piso más alto.

En cuanto las puertas metálicas se abrieron, sintió su corazón latir con fuerza sin una razón aparente. Pero rápidamente lo atribuyó a la emoción de saber que tras la puerta del final del pasillo, Aspros lo esperaba.

Sin pensarlo más, se encaminó hasta llegar frente a esa puerta, llamando un par de veces, sin obtener respuesta alguna. Lo mismo cuando intentó llamar a Aspros y su teléfono sonaba apagado...

Eso comenzó a ponerlo nervioso, pero trató de calmarse. Quizás seguía ocupado en el trabajo, y aún no había vuelto a casa. Podría ser su oportunidad perfecta para sorprenderlo.

Así que, haciendo el menor ruido posible, ingresó, notando todas las luces apagadas. Por un momento se tranquilizó, dando su hipótesis por correcta, hasta que escuchó unos pasos aproximarse por el pasillo que conectaba con la recámara principal del apartamento.

— ¿Asmita?- Exclamó el Delta al verlo ahí.- ¿Qué haces aquí?

Por unos segundos, solo pudieron mirarse fijamente, intentando analizar la situación.

Aspros a duras penas se había colocado una bata de baño, su cabello estaba totalmente despeinando, y en la parte expuesta de su pecho y hombros era posible observar marcas frescas que Asmita no había hecho. Sin contar el aroma de una tercera persona impregnado en él, y lo que parecía ser lápiz labial en su rostro...

— Te juro que no es lo que piensas.

— ¿Y qué es lo que estoy pensando?- Murmuró el rubio con un delgado hilo de voz, agachando la cabeza, tratando de ocultar sus lágrimas, aferrándose inconscientemente a la chaqueta que Kardia le había prestado.

Aspros intentó alegar algo en su defensa, pero simplemente no podía idear algo, y al escuchar los pasos de otra persona saliendo de su dormitorio, solo pudo helarse.

— Asmita...

Al ver la silueta de aquella mujer, todo estuvo claro. Un doloroso golpe de realidad para Asmita, nada comparado al puñetazo que impactó en la mejilla de Aspros cuando intentó sujetar su mano.

— Vete al diablo.

— ¡Asmita!

Tras esa breve confrontación, Asmita corrió hacia la puerta y trató de escapar, pero Aspros logró alcanzarlo para acorralarlo contra la superficie de madera.

Sin embargo, al percibir ese aroma a manzanas y canela, y observar como el Omega se aferraba a aquella prenda, toda la desesperación y angustia presentes hasta hace unos segundos quedaron completamente en el olvido, dando paso a los celos y una profunda ira.

— ¿De dónde mierda sacaste eso?

— Suéltame.

— ¡Te hice una maldita pregunta, idiota!

En un parpadeo, las dos muñecas de Asmita se vieron prisioneras por las manos de un furibundo Aspros, que solo gruñía cuál bestia salvaje.

— ¡¿Estuviste con ese imbécil?!

— ¡No!

Asmita continuó intentando soltarse de aquel agarre, lo cual finalmente logró al encestar una patada en el estómago de su captor.

— ¡¿A dónde crees que vas, maldita perra?!

Al darse la vuelta para abrir la puerta, Aspros logró sujetarlo del cabello y arrojarlo contra el suelo para intentar cerrar de nuevo su única salida. Asmita no lo permitió, pero al incorporarse, terminó recibiendo un golpe directo en el ojo, que logró aturdirlo lo suficiente para hacerlo tambalearse, rebotar contra una pared y casi caer.

Aspros siempre había sido bastante celoso, pero jamás había llegado al punto de golpearlo... Debía huir de ahí a como diera lugar, o no viviría para ver otro día. Algo en él se lo decía, y sacando fuerzas de dónde no las tenía consiguió liberarse una vez más del agarre y correr por el pasillo hasta el ascensor.

Su visión era bastante borrosa, y su andar en extremo torpe, en cualquier momento caería, pero de alguna manera, logró salir del edificio y llegar hasta la estación de trenes. No tenía la menor idea de cuánto tiempo habría pasado, y quizás Kardia ya estaría lejos para entonces, pero algo en su interior le decía que fuera ahí... Y por suerte, no se equivocó.

— ¡Mita!

Por alguna razón, Kardia aún esperaba la llegada del tren cuando lo vió llegar tambaleándose y sujetándose el ojo golpeado.

— Por dios, ¿qué pasó allá?

— No... No entiendo.- Pronunció con suma dificultad.- Kardia... Yo...

— Cálmate. No quiero asustarte, pero necesitamos llevarte a un hospital cuánto antes.- Le interrumpió el Alpha, sujetándolo en brazos.- Tranquilo. Todo estará bien.

Finalmente, su cuerpo no resistió más, y terminó sumiendose en la completa oscuridad. Sin saber nada más de sí mismo.

Kardia se apresuró a salir de la estación y tomar un taxi para llegar al hospital más cercano. Por suerte, el camino no era tan largo, pero sí tuvo el tiempo suficiente para llamar a Manigoldo e informarle todo lo que había pasado.

En la sala de urgencias se las ingenió para conseguir que atendieran a Asmita tan rápido como fue humanamente posible, y decidió quedarse para esperar a que la familia llegara.

Definitivamente, nada estaba bien.

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