Futuro
— Recuérdenme una vez más porqué vine.
— Porque necesitábamos ayuda para controlar a los adolescentes y el niño que vinieron con nosotros, querido Mani.- Respondió Kardia a su lado.- Solo dos adultos no nos daríamos a basto.
— ¿Y para qué vino Hasgard entonces?
— Ni me mires. Yo vine por mi cuenta.- Alegó el albino.- Aunque conociéndolos como los conozco, es probable que termine evitando que alguien se caiga a la piscina a medianoche, o metiéndose en una pelea.
— ¿Y por qué vino Sísifo entonces?- Replicó el Alpha, mientras recogían el equipaje.
— Yo vine por trabajo, y de paso, para vigilar a mi sobrino.- Se excusó el Omega.
— ¿Por él, o más bien para sorprender en San Valentín a cierto Delta?
La pregunta y la mirada pícara de Manigoldo fueron suficientes para causar un tenue sonrojo en las mejillas de Sísifo, haciéndolo desviar la mirada apenas tuvo su equipaje en las manos.
— No dejes que la envidia te domine, Mani.- Habló Asmita, riendo suavemente.- Ya te llegará el momento a tí también... Quizás en otra vida, porque hay que estar loco o quererte mucho para soportarte, pero llegará.
— Muy gracioso, rubio cabrón.
Asmita solo se encogió de hombros, sonriendo con cinismo, antes de acercarse a Kardia y dejar un corto beso en los labios del Alpha.
Una vez que todos tuvieron sus maletas en mano, abandonaron el aeropuerto para abordar unos taxis y finalmente, tras algunos minutos de tráfico, llegar al hotel donde tenían las reservaciones.
— ¿Estás bien, Sis?
— Claro, Asmita.
— Te noto algo nervioso.
— No es nada.- Negó el mayor, tamborileando con sus dedos sobre la madera del recibidor de la recepción, mientras esperaban las llaves.- ¿Kardia y tú ya pensaron qué hacer con Atla?
— Dormirá con nosotros. Manigoldo ya tiene más que suficiente con Shion y sus ronquidos, Hasgard ya bastante nos está ayudando al aceptar a Dohko, y Tokusa y Yuzuriha probablemente terminen arrojándolo por la ventana por error.- Respondió el blondo, deteniendo sus palabras únicamente para recibir las llaves al lado de Sísifo.- Pero no me cambies el tema. Tú y yo sabemos muy bien a qué veniste en realidad.
Sísifo solo se mantuvo callado, desviando la mirada al sentirse descubierto.
— Relájate. Estoy seguro de que ese cabeza hueca estará feliz de verte.- Añadió Asmita con una sonrisa.- ¿Necesitas que nos encarguemos de Regulus por unas horas en la noche?
— Gracias, pero no es necesario.- Respondió el castaño con una pequeña sonrisa nerviosa.- Solo haremos unos informes durante una cena en el restaurante y nada más.
— Seguro que sí.- Canturreó Asmita, antes de reunirse con el resto del grupo y comenzar a entregar las llaves de las habitaciones.
Sísifo se tomó unos segundos para controlar el sonrojo en sus mejillas y calmar su nerviosismo antes de seguir el ejemplo de Asmita y entregar las llaves restantes. Realmente no tenía contemplado nada, ni siquiera sabría cómo reaccionar si las cosas tomaban un rumbo distinto... No, debía concentrarse en terminar los asuntos del trabajo. Después habría tiempo para los asuntos personales.
— ¿Cuánto tiempo crees que logren mantener la distancia?- Preguntó Kardia con una ligera burla impregnada en su voz, una vez a solas en su habitación.
Asmita dejó escapar una pequeña risa, mientras terminaba de desempacar algunas cosas.
— Con mucha suerte, un día.- Respondió a la pregunta, girandose para ver al Alpha.- ¿Y tú?
— De esta noche no pasan.- Afirmó el mayor.- Esa "cena de trabajo" va a terminar con un final feliz.
— ¿Qué final feliz?
La infantil voz, recién retornada del cuarto de baño, les recordó que no estaban solos y tenían un niño bajo su cuidado... Ahora debían cuidar más sus palabras.
— Sí, que todos los asuntos del trabajo van a estar bien.- Respondió Kardia a su pequeño cuñado.- Por eso va a ser un final feliz.
La respuesta de Kardia fue suficiente para satisfacer la curiosidad de Atla, logrando pasar inadvertido el doble sentido de esas palabras ante su inocente mente... Pero Asmita luchaba por contener la risa ante la escena.
¿Quién lo diría? Parecía que Kardia se preocupaba más por dar una buena impresión a su cuñado más pequeño, que a los demás.
— Bueno, ya que Sísifo va a estar ocupado durante la noche y junto con Hasgard y Manigoldo tendremos que hacernos cargo de todo el grupo, ¿qué les parece ir a la fiesta de San Valentín que habrá en la playa?- Propuso el rubio, tras echar un vistazo al volante que les entregaron la recepción.
— Yo apoyo la idea.- Accedió Kardia, mientras miraba la televisión junto a Atla.- Ideal para un montón de adolescentes. Basta con mantenerlos en las áreas recreativas familiares.
— Parece que habrá un karaoke y concurso de canto.- Añadió Asmita, acercándose a la cama donde los dos Alphas comían algunas golosinas, y seguir su ejemplo.- ¿Entrarás?
— Dalo por hecho, cariño.
Un día soleado, vísperas de San Valentín, con el cálido viento y la brisa del mar... Absolutamente perfecto para tomar un merecido descanso de fin de semana y olvidar las preocupaciones por un rato, tomando el sol y disfrutando las olas el resto de la tarde, hasta que el atardecer apareció en el firmamento.
— ¿Todo bien, Mita?- Preguntó Kardia, cargando a Atla en sus hombros.
— Mejor que nunca.- Asintió el Omega con una sonrisa, acercándose a abrazar a su Alpha.- ¿Qué tal están los helados?
— El de vainilla está delicioso, ¿quieres probar?
Asmita aceptó la oferta de Kardia, dándole un pequeño mordisco al cremoso helado.
— Es un hermoso atardecer, ¿no lo crees?
— Si ignoras a Manigoldo harto y a punto de quedarse calvo del estrés por tratar de enseñarle a Shion y los demás a surfear, sí.- Bromeó el rubio, observando los tonos anaranjados y violetas del firmamento.
— Para mí es un extra tener show de comedia en vivo gratis.- Rió Kardia, dejando un beso en la rubia coronilla.- Pronto será hora del concurso, ¿cuál canción crees que elegí?
— Aguardaré por la sorpresa.- Afirmó el Omega.- Estoy seguro que sea la que sea, vas a atrasar con todos en el escenario. Cómo siempre lo haces.
Kardia correspondió la sonrisa de Asmita, igual que el beso que el Omega le otorgó.
Aún quedaba tiempo antes de que el concurso diera inicio; Manigoldo ya se había dado por vencido en intentar que Shion no se cayera de la tabla en cada intento, Yuzuriha no se resbalara cada dos segundos y Tokusa no dejara de gritar como niño mimado en cada fracaso. Y Hasgard, Dohko y Regulus ya habían tenido suficiente mar por un día.
Así que decidieron ir a cenar en un pequeño restaurante familiar cercano, propiedad del restaurante, con el único fin de matar el tiempo restante.
Por suerte, casi todos consiguieron buenos lugares en las mesas al aire libre, a excepción de Asmita, Kardia, Atla y Tokusa.
— Descuiden, todavía hay lugares dentro.- Tranquilizó Kardia a todos, aún sosteniendo a Atla en brazos.- Nos reuniremos aquí después de cenar para ir todos juntos, ¿de acuerdo?
— Suerte con la tachuela berrinchuda.
— Atla es el niño más tranquilo que he visto, Mani.
— No hablo de Atla, cabeza hueca.- Rió ligeramente el mayor.- Hablo de tu otro cuñado, que tiene estómago de princesa y carácter de ogro.
El joven Alpha de once años estuvo por reclamar a su primo, pero fue rápidamente contenido por Kardia, al sostenerle el hombro y sonreírle.
— Ya nos las arreglaremos. ¡Nos vemos después!
Los cuatro restantes ingresaron al establecimiento, hallando sin ningún tipo de problema una mesa, y siendo atendidos por una empleada.
Todo se mantuvo en completa calma y alegría, con Kardia contándole a Atla y Tokusa todo tipo de anécdotas ocurridas en los eventos a los que había asistido con su banda, incluso prometiendo enseñarles a cantar y a tocar algún instrumento cuando volvieran a casa.
Asmita no podía ocultar su sonrisa al observar a Kardia comportándose de una forma tan cálida y cercana con sus hermanos. Siendo traicionado por su subconsciente durante unos segundos al imaginarse reviviendo tal escena, pero con sus hijos en algún futuro.
— Vuelvo en un momento.- Habló Tokusa, levantándose de su asiento.- Tengo que ir al baño.
— Te acompaño. No es seguro que vayas tú solo en un lugar con tanta gente.
Tokusa decidió aceptar las palabras de Kardia, y ambos se levantaron para ir en busca del sanitario, dejando solos a los dos hermanos en la mesa.
Asmita continuó hablando con su hermano menor, en una tranquila espera del retorno de los Alphas... Calma que se vió perturbada pasados unos minutos, a causa de murmullos de un grupo de mujeres sentadas en una mesa cercana.
— Tan joven y ya es madre.
— Qué pena. Tan bonito que es y arruinó todo con un cachorro.
Asmita apretó ligeramente sus puños bajo la mesa, conteniendo la creciente molestia en su interior al escuchar tal cuchicheo.
— Mita...
— ¿Qué pasa?
— ¿De quién hablan esas señoras?
Para bien o para mal, Atla no logró percatarse de la situación. Asmita decidió tomar un respiro antes de actuar, tal y como su padre le solía aconsejar, logrando obtener una idea.
— No lo sé, Atla.- Respondió, alzando lo suficiente su voz para ser escuchado por las mujeres, pero sin ser tan obvio.- Pero mamá y papá ya te han dicho que es grosero y de gente sin educación escuchar conversaciones ajenas y hablar de otras personas sin conocerlas, ¿no?
— Sí, hermano, pero...
— Recuerda que mamá y papá solo te dieron permiso de venir conmigo si obedecías y te portabas bien.- Replicó con una pequeña sonrisa al observar de reojo la reacción de las mujeres al escuchar a Atla llamarlo hermano.- Así que no prestes atención a cosas que no son asunto tuyo y no te aportan nada bueno. ¿De acuerdo?
— De acuerdo.- Asintió el niño.
— ¿Quién es tu hermano favorito?- Canturreó Asmita, abrazando a su pequeño hermano.
— Tú.- Rió el menor, correspondiendo el gesto de su hermano.
Kardia y Tokusa volvieron tras unos minutos, igual que la mesera con sus órdenes. Ambos Alphas se dieron cuenta al instante de que algo había pasado, Asmita no les quitaba los ojos de encima al grupo de mujeres de la mesa de al lado, manteniendo una sonrisa bastante peculiar en todo momento.
— ¿Otra vez pensaron que Atla era tu hijo?
Asmita solo se encogió de hombros ante el cuestionamiento de su hermano.
Tokusa gruñó y rechinó los dientes, dirigiendo una mirada afilada a la mesa de al lado.
Kardia solo negó con una sonrisa resignada... Si Manigoldo era más fastidioso que una garrapata cuando de velar por los Omegas de su familia, Tokusa era aún peor, a pesar de su corta edad.
Definitivamente, en el futuro sería el sueño de más de un Omega o Beta, pero por ahora debían controlar y calmar a la pequeña fiera.
Mientras, en las mesas al aire libre, el resto del grupo consumía sus alimentos con tranquilidad, entre pequeñas bromas y anécdotas.
— ¿Kagaho?
Al alzar la vista, Hasgard notó una peculiar presencia, llamando su atención sin dudarlo.
— ¡Qué sorpresa verte por aquí!
— Hola, Hasgard.- Respondió el Omega, manteniendo una seriedad inamovible en el rostro.- Hace meses que no sabía de tí. ¿Cómo te va?
— No puedo quejarme.- Respondió el azabache.- Me ha ido bastante bien en la nueva escuela en la que trabajo.
— ¿Difícil lidiar con adolescentes?
— Nada del otro mundo.- Se encogió de hombros el Omega.- En fin... Fue un gusto saludarte, pero mi hermano y mi familia me esperan.
— Igualmente fue un gusto verte de nuevo.- Correspondió el Alpha la sonrisa.- Disfruta tu estadía.
— Gracias.- Sonrió ligeramente Kagaho.- Igualmente.
Tras esa breve conversación, el Omega continuó su camino, dejando de nuevo al grupo en sus asuntos.
— Oye, Hasgard...- Murmuró el Alpha castaño.
— ¿Qué pasa, Dohko?
— ¿Tienes el número de ese Omega?
— ¿Qué?- Exclamó con una pequeña risa nerviosa el mayor.- Es Kagaho, fuimos compañeros en la facultad, y también de trabajo hasta hace unos meses, que terminó una especialidad y obtuvo una oferta de trabajo en una preparatoria.
— Entonces lo tienes.
— Y él tiene como ocho años de edad más que tú.
— Vamos, Hasgard...
— La respuesta sigue siendo "no".
Pero, a pesar del ambiente agradable y jovial presente en el grupo, que continuó con los planes para el resto de la noche, en el restaurante dentro del hotel, otros dos eran casi incapaces de controlar sus nervios.
Defteros no esperaba que Sísifo fuera a aparecer para realizar los informes correspondientes a las primeras semanas del trato. La sorpresa le generó ciertos sentimientos encontrados, balanceándose entre la alegría y un ligero temor.
La situación de Sísifo no era diferente, se encontraba igual que el Delta. Sin embargo, ambos sabían que debían separar lo personal de lo laboral, y mantuvieron sus emociones a raya durante toda la cena, enfocando su atención y energía en concluir con éxito el informe.
Concluir el encargo que los hizo reunirse, no tomó más que un par de horas, pero ambos lo sintieron como una eternidad, siendo imposible contener un suspiro de alivio cuando finalmente la última hoja fue firmada y guardada.
— Bueno... Creo que eso es todo.- Habló Defteros, desviando tímidamente la vista.
— Sí, es todo.
Los segundos que tardó en llegar la cuenta fueron impregnados de un profundo silencio por parte de ambos. ¿Qué se suponía que dijeran en una situación así?
— Regulus ya debe estar esperándote.- Mencionó el Delta, mientras caminaban lado a lado para salir del restaurante.
— Está con Asmita y los demás en la fiesta de la playa.- Respondió el Omega.- Volverán con suerte a medianoche. Seré más bien yo quien lo espere a él.
Ambos llegaron hasta el ascensor, y subieron sin darle demasiadas vueltas al asunto.
La primera parada era para Sísifo, en el piso 5. Así que ahí era a donde se dirigían.
En algún momento, por acto reflejo, sus manos terminaron rozándose, haciéndolos estremecerse y buscar separarse apenas cayeron en cuenta.
— Lo siento.- Tartamudeó Defteros.- No me dí cuenta de la distancia.
— Descuida.- Negó el castaño.- No me molesta. ¿Y a tí?
— No, pero... No quiero incomodarte.
— Está bien.- Sonrió el mayor, tomando su mano.- No me incomoda.
El ascensor llegó a su destino, y las puertas metálicas se abrieron frente a ellos, permitiéndoles el paso.
Sin decir una sola palabra, recorrieron el pasillo, hasta llegar a la mitad, dónde estaba la habitación de Sísifo.
— Bueno... Creo que aquí nos despedimos.- Mencionó Defteros, una vez estuvieron frente a la puerta.- Hasta mañana.
— ¿Quieres pasar a tomar algo?
— Claro.
Aún algo nervioso, Defteros decidió aceptar la invitación, y seguir a Sísifo al interior de la habitación.
La noche ya había caído sobre Santorini, brindando una vista magnífica desde el balcón, por el que la luz de la luna se filtraba para iluminar suavemente el espacio.
— ¿Qué tal han ido las cosas aquí?
— Bastante bien en realidad.- Respondió el moreno, aceptando la taza de café que Sísifo le había ofrecido.- Nadar después del trabajo ayuda a relajarse.- Añadió.- ¿Cómo está todo en Atenas?
— Igual que siempre.- Contó el Omega.- Aunque todos en la oficina se la pasan encima de Aspros y Úrsula todo el día, dándoles regalos para los bebés.
— En unas semanas más, Úrsula inicia su permiso por maternidad, ¿no?
Sísifo asintió, dándole un pequeño sorbo a su propia taza.
— En dos semanas.- Contó el castaño.- De hecho, están planeando hacer una pequeña fiesta sorpresa de despedida.
— Es un lindo gesto de su parte.- Admitió el menor.- Solo espero volver a tiempo para cuando nazcan.
— La llegada del primer sobrino siempre es emocionante.- Rió ligeramente Sísifo.- Que sean dos, debe ser el doble de emocionante. ¿Tienes idea de qué nombres les pondrán?
— No, Aspros solo me avisó que son niños. Pero todavía no tienen nombre para ninguno.- Respondió el Delta, omitiendo ciertas palabras de su gemelo respecto a ese tema.
Sísifo asintió, sospechando que algo más había en torno a ese tema, pero prefirió no insistir y cambiar el foco de la conversación.
— Bueno, quizás en cuanto nazcan puedan decidirlo.
— Quizás.- Asintió Defteros.- ¿Aún recuerdas los nombres que teníamos en mente nosotros?
— Por supuesto que los recuerdo.- Sonrió el castaño.- Si era un niño, Aioros, y si era una niña, Aioria.
— Aioria también puede usarse para niño, ¿no?- Replicó el Delta con una pequeña sonrisa.
Sísifo asintió, y ambos compartieron una pequeña risa, recordando todas esas conversaciones de antaño, planeando todo para la llegada de su primer hijo, incluso desde antes de comenzar a siquiera pensar en la boda.
Cómo pasaban horas soñando despiertos, imaginando todo un futuro hipotético. Desde los malestares que los hicieran sospechar, hasta una prueba positiva. Pasando cada etapa del embarazo, hasta al fin tener a su bebé en brazos.
Detallando en sus mentes una imagen del recién nacido. A quién de los dos se parecería más, si sería un Omega, un Gamma, un Alpha o un Delta, qué aroma tendría, a quién sería más apegado, cómo lo vestirían, cuál sería su primera palabra...
Una infinidad de escenarios que quedaban únicamente en su imaginación, pero que los hacía sonreír al mirarse nuevamente, y saber que todos esos recuerdos seguían intactos.
Tras una fugaz mirada, sus labios se buscaron lentamente, hasta encontrarse y tomarse su tiempo para disfrutar cada instante.
Un beso que ambos habían ansiado y que sabían, no iba a quedar únicamente como eso. El calor creciente en su interior y el aumento de la intensidad en sus aromas lo dejaron bastante claro.
Sentir el cálido aliento contrario, fundiéndose con el propio, sus lenguas acariciándose. En un inicio con un suave toque de timidez, y después con una lujuria cadenciosa.
Un último contacto visual dejó expuesto por cuánto tiempo llevaban ansiando ese encuentro.
Sus miradas eran capaces de decir más que mil palabras. Expresaban que jamás se habían olvidado, jamás habían dejado de amarse. Deseando con todo su ser volver a estar juntos y nunca volver a separarse... Y finalmente, podía cumplir sus anhelos.
Las palabras fueron innecesarias cuando sus manos se encargaron de desnudar al otro, dejando caricias sobre la piel ajena, sin dejar de besarse como si de eso dependieran sus vidas.
No era la primera vez que lo hacían, se conocían bastante bien después de todos los años que pasaron juntos. Sabían dónde y cómo tocar para hacer sentir bien al otro, olvidando cualquier rastro de timidez.
Al separase apenas un poco para recuperar el aliento, Defteros buscó saborear la piel del cuello de Sísifo, besándola con suavidad, obteniendo como respuesta un suave gemido.
Sísifo no se quedó quieto, tomando la iniciativa de tomar la mano del Delta y guiarlo hasta la cama, para hacerlo sentarse, y después empujarlo levemente para dejarlo recostado sobre las sábanas.
Defteros permaneció quieto, expectante a los movimientos de Sísifo. Conocía lo suficiente a ese Omega para saber que en la intimidad era un amante extremadamente apasionado.
El Omega subió encima del Delta, comenzando a besar su cuello, deslizándose lentamente por todo su pecho y abdomen, hasta llegar a su entrepierna.
Sentir esa traviesa lengua acariciando su despierta erección por largos segundos, antes de ser engullida casi en su totalidad. El ritmo aumentando con cada segundo que pasaba, hasta hacerlo gemir su nombre y retorcerse del placer, apretando las sábanas en sus puños... Un cúmulo de sensaciones recorriendo cada fibra de su ser, imposibles de explicar
La embriaguez del placer hizo difícil saber con precisión cuantos minutos pasaron, antes de derramar su primer clímax en la boca del Omega.
Sísifo se incorporó lo suficiente para que sus miradas se encontraran nuevamente.
Para Defteros, la imagen de ese par de perfectos labios hinchados y rojizos por el esfuerzo previo, con una mezcla de saliva y su propia simiente derramándose por la comisura, las mejillas encendidas por la excitación, y esos ojos azulados ensombrecidos por el deseo, fueron como un afrodisíaco para él.
Bastó observar el perfecto cuerpo del Omega estremecerse ante sus toques, anhelando llegar hasta el final. Con su piel perlada por unas pequeñas gotas de sudor bajo la luz de la luna, para que su miembro volviera a ponerse duro como una roca.
Sísifo lo notó, y no se opuso a los deseos que ambos compartían, acomodándose mejor sobre el cuerpo ajeno, dispuesto a tomar la iniciativa y el control de la situación.
— Espera...- Jadeó Defteros, haciendo uso de todo su autocontrol.- No traje condones.
Estaba ardiendo por probar la dulzura de su Omega una vez más. Pero bajo ninguna circunstancia haría algo sin su consentimiento, ocultándole cosas, ni aprovechándose del momento.
Sísifo sonrió conmovido por la reacción de Defteros. Vaya que ese Delta no cambiaba...
— Está bien.- Respondió, retomando sus acciones iniciales.- Puedo conseguir una pastilla mañana. No te preocupes.
Sísifo logró su cometido, haciendo estremecer a Defteros al sentirse completamente dentro de esa cálida estrechez.
De parte del Omega apenas hubo un pequeño quejido ante la invasión, pero de inmediato fue opacado por un suave gemido al acostumbrarse.
La excitación no hizo más que aumentar, a la par del calor sofocante, haciéndolos moverse con frenesí. Uno encima del regazo de su amante, y otro debajo de él.
Cuando las piernas de Sísifo se cansaron, las almohadas fueron las encargadas de recibirlo, así como de ayudarlo a tratar de silenciar sus gemidos al ser embestido con frenesí, a la par que su cuello y pecho eran presas de la boca y manos de su Delta.
— Def... Para... Yo... Voy a...
— Házlo.- Susurró en su oído el menor.- Solo quiero hacerte sentir bien.
Las palabras de su amante, junto a todas las atenciones en su cuerpo fueron suficiente para llevarlo al orgasmo, retorciéndose debajo del Delta, mordiendo una almohada en un intento desesperado de silenciar un sonoro gemido.
— ¿Estás bien?- Preguntó Defteros, besando su espalda, aún sin abandonar su interior.
— Sí...- Murmuró, aún temblando ligeramente.- Pero... Tú...
— No te preocupes. Sabes que los Deltas somos parecidos a los Omegas en cuanto al sexo.- Interrumpió, antes de dejar un corto beso en sus labios.- Sabes que podemos tener varios orgasmos, así que no te preocupes.
Sísifo asintió, aceptando los besos y caricias que Defteros le ofrecía, sintiendo como lentamente sus entrañas volvían a avivarse en llamas, reavivando la excitación, haciéndolo comenzar a mover sus caderas lentamente.
— Def...
— ¿Te duele?
— No. Quiero volver a hacerlo.- Respondió, mirando los ojos contrarios.- Pero... Quiero tu marca.
La última petición de Sísifo logró estremecer a Defteros, que de inmediato intentó alegar al respecto, pero Sísifo continuó.
— Sé que duele, pero puedo soportarlo.- Insistió el castaño.- Por favor.
— ¿Y si lo hago mal y te lastimo?
— Solo déjate guiar por tu olfato y todo estará bien.- Sonrió el Omega, recargando su mejilla contra la almohada.
— Está bien.- Cedió el Delta, besando su hombro.- Pero si te arrepientes, dime.
— Te lo prometo.
Recuperar el ritmo no les tomó demasiado tiempo. Casi sin notarlo, de nuevo estaban al borde de un orgasmo, pero sabían que esta vez habría algo diferente.
— Def... Ya... Ya házlo.
Las palabras entrecortadas de Sísifo, producto de los gemidos que buscaban escapar de su garganta, fueron la señal para morder en esa delicada zona.
Pudo sentir el fuerte aroma a jazmín llenándole la boca, mezclándose apenas un par de segundos después con el sabor metálico de la sangre... Estaba hecho.
El clímax los sorprendió a ambos, haciéndolos terminar, uno en las sábanas y otro en el interior de su amante.
Defteros escuchó a Sísifo sollozar bajo, acción más que comprensible por el terrible dolor que había sufrido.
— ¿Estás bien?- Preguntó con timidez, después de lamer la herida hasta que dejó de sangrar.
— Descuida, he tenido cólicos más dolorosos que esto.- Afirmó el Omega con una suave sonrisa, a pesar del pequeño rastro de lágrimas en sus mejillas.- ¿Y tú?
— Sentir el aroma no es nada comparado con el dolor que aguantaste.- Negó el menor, besando toda la piel a su alcance.- Sis...
— ¿Qué pasa?
— Quiero tu marca.
Ahora fue Sísifo quién se estremeció ante las palabras de Defteros y estuvo por argumentar porqué no era una buena idea, pero Defteros continuó.
— Tú soportaste el dolor, y aceptaste todo lo que la marca implica.- Añadió el Delta.- Lo justo es que yo también lo haga.
— Def... Sabes que la marca de un Omega es más dolorosa y riesgosa para quien la recibe.- Respondió el Omega.- Además... Implica que...
— Lo sé, y no me importa.- Interrumpió el moreno, besando sus labios.- No me interesa nadie más que tú. Desde que te conocí, no existe absolutamente nadie más para mí.- Añadió, atreviéndose a confesar todos sus sentimientos.- Quiero ser solo tuyo... Soy todo tuyo desde que te conocí.
Sísifo fue incapaz de contener las pequeñas lágrimas de emoción que llenaron sus ojos. Pero finalmente, sonrió y abrazó a su Delta, aceptando la petición.
Los dos sabían todo lo que implicaba, pero Defteros soportó todo el proceso, dispuesto a todo con tal de obtener la marca de su Omega. Y lo logró.
Tras una larga y cálida sesión de besos y caricias, ambos amantes cayeron dormidos, aún abrazados, olvidando el resto del mundo.
Pero fuera de esas cuatro paredes, el mundo seguía su curso.
— Bueno, Reg, ya es más de medianoche y tu tío no ha llamado para saber si sigues vivo. Así que, creo que por hoy te toca dormir con Shion y los mellizos.- Canturreó Asmita, mientras volvían al hotel.- A menos claro, que quieras un momento incómodo.
— Mientras no me manden a dormir en la misma habitación que Dohko, todo bien.- Bromeó el joven Omega, observando de reojo a Dohko caminando al lado de Hasgard.- No ha dejado de insistirle al pobre de Hasgard en que le dé el número de teléfono de un ex compañero de trabajo, durante toda la noche.
Ambos compartieron una pequeña risa cómplice, antes de continuar su andar.
Una vez llegaron al pasillo, después de despedirse, cada uno fue a la habitación que le correspondía.
— Vaya noche, ¿no?- Sonrió Kardia, abrazando a Asmita por la espalda.
— Te dije que arrasarías con todos en ese concurso.- Sonrió el rubio.- Y por lo visto, serías un excelente papá.
Ambos compartieron un beso y una pequeña sonrisa tras observar a Atla profundamente dormido en una de las dos camas.
— Atla es un angelito, y Tokusa solo necesita algo de paciencia.- Negó el Alpha.- Nada del otro mundo.
— ¿Alguna vez has pensado en tener hijos?
— ¿Estás en cinta? ¡Tenemos que casarnos de inmediato!
Ambos rieron ante la broma de Kardia. De vez en cuando solían bromear al respecto.
— Bueno, hablando en serio... No me molestaría nada tener uno.- Añadió Kardia.- Pero creo que con dos o tres sería felíz. ¿Y tú?
— Preferiría un hijo único.- Admitió el Omega.- Aunque quizás podría considerar tener dos. Tres ya es excesivo.
— Tú tienes cuatro hermanos.
— Mis padres planearon tener tres, y ya ves... El tercero fue premio doble.- Bromeó el blondo.- Y Atla... Bueno, una vez que estés seguro de que ya no quieres más, asegúrate de cerrar bien la fábrica o puede llegar una sorpresa de despedida.
Ambos volvieron a reír bajo por esa pequeña broma. Antes de devolver la vista a la brillante luna, reflejándose en las olas del océano.
— ¿Alguna vez hablaste de todo esto con... Ya sabes?
— Sí, lo hice.- Admitió Asmita.- De hecho, por eso me parece irónico y una broma cruel del destino que ahora tenga dos hijos en camino, justamente con Úrsula, cuando jamás quisieron ser padres.
— Bueno, ¿qué esperaban después de hacerlo sin protección?, ¿una lavadora?
Asmita dejó escapar una pequeña risa por las palabras de Kardia. Si Aspros y Úrsula lo escucharan, probablemente arderían de la rabia.
— Supongo que hay personas que solo estando entre la espada y la pared aprenden.- Resolvió el Omega, encogiéndose de hombros.- Si te soy sincero, me preocupan esos niños.
— Bueno, siguen siendo sobrinos de Defteros, y por la cercanía que tuviste con él y su hermano, supongo que es hasta cierto punto normal que te preocupes por ellos.
— ¿No te molesta eso?
— Los celos no van conmigo, bonito.- Negó Kardia con una sonrisa, para después besar su mejilla.- Confío en ti.
— Ven aquí.
Kardia no dudó en aceptar el beso que Asmita le ofreció, abrazándolo por la cintura, buscando demostrarle cuánto lo amaba.
— Encontré estos mientras acompañaba a Atla a cambiarse después de nadar.- Mencionó Kardia, mientras buscaba algo en el bolsillo de sus pantalones.- Creímos que te gustaría.
Asmita observó el pequeño collar que Kardia le entregó. Era la mitad de un corazón. Y al observar con más detalle, se dió cuenta de que Kardia tenía el otro extremo colgando de su cuello.
— Cliché, pero hermoso.- Sonrió, antes de colocarse el colgante.
— Me alegra que te guste.
— ¿Esto será como nuestro anillo de compromiso provisional?
— Por supuesto, mientras te convenzo de casarte.
Ambos volvieron a reír, antes de compartir un pequeño beso, y dar una última mirada a la luna, antes de finalmente, dirigirse a la cama que compartirían y dormir tranquilamente por unas horas...
Al menos hasta que Atla se despertó a causa de una pesadilla y acudió a refugiarse con ellos, terminando durmiendo en medio de ambos.
Asmita se tomó unos minutos para apreciar la escena y dejarse envolver por su imaginación.
Definitivamente, algún día revivirían todas y cada una de esas escenas, con sus propios hijos, como una familia.
Pero eso sería en algunos años más. Aún les quedaban muchas cosas por vivir y aprender antes de tomar un compromiso y responsabilidad tan grandes.
Responsabilidades, que algunos ya tenían encima y para las que definitivamente no estaban listos ni querían afrontar.
Aspros sentía que absolutamente todo se desmoronaba a pasos agigantados. Esos niños que ni siquiera habían nacido aún, ya estaban siendo una enorme molestia.
Úrsula no dejaba de fastidiarlo día y noche, y desde que Defteros dejó de cumplir los caprichos de esa desgraciada Beta, a él le tocaba soportarla.
Por culpa de esa mujer y esos niños tenía que soportar desvelos, y su estrés ya estaba por los cielos. Incluso había tenido que entregar la oportunidad de administrar una fusión en Santorini a Defteros...
Bendita la hora en que nacieran ese par de estorbos, firmara los documentos necesarios, y junto con Úrsula, se desaparecieran de su vida para siempre.
Al menos eso creía, ignorando completamente que alguien más ya se encontraba maquinando un plan que fácilmente podría destruir sus anhelos en un parpadeo.
— Puedes jugar a la madre abnegada si quieres, Úrsula. Pero si lo haces, despídete de tu carrera.
— Yo...- Murmuró en esa llamada, observando los documentos en sus manos.- Sé lo que dije, pero...
— ¿Pero qué?- Interrogó el hombre al otro lado de la línea.- ¿Resurgió tu amor por ese idiota, y crees que dos hijos van a atarlo a ti, mientras tratas de enamorarlo?
Las palabras de su interlocutor la hicieron apretar los labios, sintiéndose profundamente humillada.
— Ese imbécil no te ama y jamás lo va a hacer. Para él no eres más que una perra que le tendió una trampa y que ahora busca sacarle todo el dinero posible. Él mismo te lo dijo.- Siguió el contrario.- Los dos conocemos a ese cabrón y lo sabemos muy bien. Si fue capaz de engañar a alguien que creció a su lado y que decía amar, ¿de qué no será capaz? No seas estúpida.
— Aún así, voy a pensarlo.- Resolvió finalmente.- Seguimos teniendo los documentos firmados, así que no debería haber ningún problema.
— Bien.- Cedió el contrario.- Pero piensa si de verdad estás dispuesta a cargar tú sola con dos niños.- Añadió.- Y no olvides, si Aspros tuviera tu oportunidad, te dejaría atrás sin dudarlo. Ten eso en mente.
— Lo haré.
Tras esa despedida, finalizó la llamada.
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