Esperanza
— Gracias por venir, Asmita.
— No es nada. Hace tiempo que no nos veíamos.- Respondió el rubio, con uno de los bebés en brazos, mientras Kardia sostenía al otro.- ¿Cómo ha ido todo?
— Tan bien como podría ir.- Suspiró Sísifo.- Me dieron el alta de la clínica hace dos meses, pero aún así me la he pasado en cama.
— Es por tu bien, cariño.- Le repitió Defteros, dejando un beso en su frente.- Ya falta poco.
— ¿Ya saben qué es?
— Un niño. Ya lo confirmamos en la última revisión.- Respondió el padre, acariciando el vientre de su Omega.- ¿Cómo les ha ido con los bebés?
— Oficialmente, Aspros es padre soltero.
Defteros solo asintió a las palabras de Asmita y se quedó callado por unos segundos, sin saber qué decir al respecto.
Si bien, no podía decir que le alegraba la situación de su hermano, tampoco podía negar que él mismo había labrado su destino. En esos meses, ninguno se había dirigido la palabra, todo lo que sabían uno del otro, era gracias a sus conocidos en común y compañeros de trabajo.
Comenzaba a dudar seriamente que algún día volvieran a ser los hermanos que fueron alguna vez, y aunque nunca se arrepentiría de elegir a su Omega y a su hijo, era doloroso ser consciente de su realidad.
— ¿Tus padres no les han dado problemas, Def?
— Sabes que nunca fui cercano a ellos, Asmita. Hace más de tres años que corté todo contacto con ellos. La única vez que hablé con ellos fue hace un año cuando de algún modo consiguieron mi número solo para reclamarme por haber expuesto las infidelidades de Aspros.
— A tu hermano no lo dejaban en paz. Incluso ya solicitó una orden de restricción.
— Esos dos son como perros, entre más miedo les demuestren, más atacan. Lo comprendí hace tiempo.- Suspiró el Delta.- Aspros jamás les marcó un alto, jamás se alejó de ellos, jamás les impidió meterse en su vida y sus decisiones... No es ninguna sorpresa que quieran seguir exprimiendolo para cumplir sus sueños frustrados y expiar sus culpas.
— Y yo me quejaba de los míos...- Murmuró Kardia.
Defteros solo sonrió con melancolía impregnada en sus ojos, y devolvió su atención a Sísifo.
Asmita se acercó a su amigo para mostrarle al bebé y permitirle sostenerlo al lado de Sísifo. Era la única forma en que habían podido convivir con sus sobrinos después de la última discusión con Aspros.
— Saga es más tranquilo, Kanon tiene Karditis.
— Este pequeño y yo nos entendemos muy bien.- Sonrió Kardia, acercándose con el otro bebé.- Solo necesita paciencia y cariño.
Los otros adultos solo rieron ligeramente, negando en silencio. De no ser por las evidentes diferencias físicas, cualquiera confundiría a Kardia como el padre de ese bebé.
— ¿Es cierto que dejaste la escuela temporalmente, Kardia?
— Sí, pero descuida, Def. Es solo por un tiempo, volveré.
— Podría afectar tus becas, Kardia.
— Lo sé, pero ya veré cómo lo arreglo.- Replicó el menor, jugando con Kanon, provocando la pequeña risa del bebé.- Por ahora, ellos son mucho más importantes que unas becas que puedo recuperar. A ellos nadie va a devolverles los primeros meses de sus vidas, ni a darles la seguridad y cuidados que necesitan sentir mientras son pequeños.
— A mí ni me mires, yo intenté convencerlo de que no lo hiciera, pero ya lo conoces.- Sonrió Asmita, alzando las manos cuando Defteros lo miró de reojo.- Cuando una idea se le mete en la cabeza, no hay poder humano ni divino que lo haga desistir hasta lograrlo.
Defteros solo suspiró y asintió. Conocía bien a esos dos, y solo podía agradecer internamente el apoyo que habían estado siendo, incluso quizás sin darse cuenta.
[...]
— Felicidades por tu nuevo auto, y la decoración de la nueva habitación papá.- Rió el Omega de cabello negro, después de dejar unas flores en brazos del Delta.
— Ya cállate, Schröder.- Gruñó ante las burlas del Omega.
— Yo no te lancé a la cama de esa bruja. Tú fuiste y te le metiste entre las piernas porque quisiste.- Respondió el azabache, dejándose caer en el sillón de cuero negro de la sala.- Así que ahora te jodes.
— Como sea...- Siseó.- ¿Tu noviecito ya tiene listo todo lo de la orden de restricción?
— En primera, ya te dije una y mil veces que no es mi novio.
— Y por eso vas a cenar con él y llevas a tu hermano y a tu hijo...
— Tú te metías con cuánto se te pusiera enfrente, y tu único novio era Asmita. Así que mejor no hables de lo que una pareja hace o no.- Señaló Fyodor.- Edward no es mi novio, es solo un amigo más y ya. Y sí, ya tiene casi todo listo para esa orden contra tus padres. Solo te queda esperar el citatorio.
— Gracias.
— ¿Irás por tus hijos?
— Están en casa del inútil de Sísifo y el idiota de mi hermano.- Respondió, rechinando los dientes, mientras tomaba asiento en el sofá de al lado.- Asmita dijo que los traería de regreso antes de las 8:00.
— Deberías disculparte con tu hermano.
— ¡Ja!, fue él el que me golpeó, ¿y soy yo el que tiene que disculparse?
— ¿Y quién fue hasta su puerta para insultar a un Omega en cinta, genio?- Replicó.- Deja tu papel de víctima, que no te queda, imbécil.
— ¿Qué quieres decir?
Fyodor bufó, incorporándose en el mueble para mirar fijamente al Delta frente a él, cruzando los brazos sobre su pecho.
— Que desde que te conocí, te la pasas llorando como bebé por todo. Que si mami y papi nunca te quisieron, que papi te tiró un diente de un golpe, que tuviste que cuidar de tu hermano por ser mayor, que nunca fuiste suficiente aunque te esforzabas... ¡Supéralo, idiota! No eres el único que pasó toda esa mierda.
— Sabes todo lo que pasó con Arles...
— A tí te tiraron un diente de leche y te dejaron una cicatriz en la espalda. A mí me dejaron tuerto y me obligaron a convivir con un abusador.- Replicó el Omega.- Que tu vida haya sido una mierda no justifica que tú seas una mierda.
Las palabras de Fyodor lograron hacerlo flaquear en su postura y apretar los labios, desviando la mirada.
Sabía la historia de ese Omega, sabía que habían pasado por infiernos similares, quizás el de Fyodor un poco peor que el suyo. Por algo era de las pocas personas a las que estimaba, aunque no quisiera admitirlo.
— Quejarte, llorar y culpar a los demás no va a cambiar lo que pasó, ni a arreglar mágicamente tu vida.- Siguió hablando el Omega.- Pude pasar toda mi vida llorando, o simplemente mandar a la estúpida que me parió y a su noviecito a la mierda, tomar a mi hermano y largarme de ahí apenas tuve la edad suficiente. Pude pasar el resto de mi vida culpando a mi hermano de lo que su padre me hizo por años, o salvarlo a él de correr la misma suerte que yo. Pude culpar a mi hermano de haber pasado años de mi vida cuidandolo hasta que él pudo hacerlo por su cuenta, o pude sentirme feliz por él al verlo volar por su cuenta... La vida te da opciones, Aspros. Tú eres quien elige al final.
— No entiendo cómo puedes siquiera mirar a tu hermano y a tu hijo sin que te recuerden ese puto infierno.
— Puedo asegurarte que Queen solo se parece físicamente a la inútil que nos parió. En todo lo demás, es completamente diferente.- Respondió.- Él sí es inteligente, fuerte, valiente, decidido, él sí tiene más metas en la vida que solo darle el culo a un Alpha, él sí piensa en otros y no solo en sí mismo.
— ¿Por qué arriesgaste el pellejo por él, después de que su padre te hiciera "eso"?
— Es verdad que yo era apenas un niño cuando "eso" pasó, pero hasta yo comprendí que no estaba bien y no estaba dispuesto a permitir que nadie más pasara por ese infierno.- Afirmó, soltando un pequeño suspiro.- Por eso pasé años cuidando de él, siendo la madre que ninguno tuvo... Por él es que apenas pude, comencé a tomar trabajos de medio tiempo, para sacarlo de ahí tan rápido como fuera posible.
— Más bien, eres un Omega dominante, son uno en un millón de nacimientos. Es natural en tí proteger a tus cachorros, desafiar y buscar dominar a castas más altas.
— Quizás.- Se encogió de hombros el azabache.- Lo único que sé, es que gracias a eso no estoy sólo. Mi hermano y yo hemos tenido discusiones, incluso cuando decidí tener un hijo y no decirle nada al padre. Pero sin importar nada, sabemos que el otro siempre estará ahí para ayudar.
— Defteros es un maldito ingrato.
— O tú una réplica de tus padres.
La última frase tocó una fibra sensible en la psique del Delta, haciéndolo saltar encima del Omega, apretando sus hombros con cierta fuerza, interrogando el origen de sus palabras.
Fyodor apenas mostró sus colmillos en un pequeño gruñido, antes de empujarlo, dejándolo acorralado contra el mueble, sofocandolo un poco con su aroma.
— Más vale que te calmes, porque la paciencia no es una de mis virtudes, y la piedad mucho menos, imbécil.- Gruñó el Omega.- Eres igual de hipócrita y manipulador que tu madre, y tan violento e irracional como tu padre. Y te vas a quedar tan sólo, amargado e infeliz como ellos si no empiezas a cambiar.
— No necesito a nadie.
Fyodor ni siquiera se molestó en disimular la carcajada que escapó de su boca, aumentando el enojo de Aspros.
— Tu ex y su novio pasaron su fin de semana cuidando a tus hijos. El novio de tu ex los cuida por las mañanas y tu ex suegra por las tardes. Incluso a veces les llamas llorando porque los niños no te soportan y no te dejan dormir.- Siseó el azabache.- ¿Y así tienes las bolas de decir que no necesitas a nadie?
Aspros solo chirrió los dientes, sintiendo su orgullo ser pateado por las palabras llenas de veneno pero ciertas de Fyodor.
— Y en mí ni siquiera pienses.
No entendió qué quería decir Fyodor con eso, pero el Omega lo soltó y procedió a explicar.
— No voy a quedarme en Grecia por siempre. Me voy a Alemania en dos semanas.
Recibir esa noticia se sintió como agua helada mojando su piel, hiriendolo ligeramente, haciendo temblar sus nervios y sentir un nudo en el estómago.
— ¿Por cuánto tiempo?
— Al menos cinco años.- Suspiró el azabache.- Los jefes quieren que me haga cargo del departamento de recursos humanos en la central de Berlín.
— Creí que no querías volver ahí nunca.
— Me refería a Bietigheim. No quiero volver ahí mientras haya una mínima posibilidad de que esos desgraciados sigan vivos.- Repuso.- A Berlín no tengo problema. También sería bueno que mi pollito tuviera la oportunidad de conocer su ascendencia.
— ¿Y su padre va a permitirlo?
— Hace dos meses que incumple con sus visitas y los pagos de la pensión llegan atrasados, no tiene derecho a reclamar nada.- Sonrió de lado el Omega.- Volveré durante fechas como Navidad o año nuevo para pasarlas con mi hermano, así que si de verdad ama tanto a su hijo, puede esperarlo, tomar un vuelo para ir a verlo, o llamarlo. Eso no se lo estoy negando.
— ¿Por qué te vas, Fyodor?- Cuestionó el Delta.- Dime la verdad. Sé que no lo haces por dinero, tú no te mueves por algo así. Tampoco por alguna amenaza del padre de tu cachorro, sé que ese idiota te tiene más miedo que a la policía. Entonces, ¿por qué?
Fyodor suspiró, observando cómo los ojos de Aspros se esforzaban por retener las lágrimas, suplicantes de una respuesta. Sabía que no tenía otra alternativa que hablar.
— Hay dos razones en realidad.- Confesó, acariciando las mejillas contrarias.- Tengo que ponerle fin a mi pasado de una vez por todas, y solo podré hacerlo volviendo a mi tierra como un Omega libre, más inteligente y más fuerte.- Añadió.- Y porque solo quedándote sin un apoyo para ti y no tus hijos, quizás empieces a madurar y te decidas a encarar los problemas en vez de simplemente huir.
Las palabras de Fyodor eran duras, pero, para desgracia suya, no podía refutarlas. Si bien, desde que los gemelos nacieron varias personas, incluído Kardia, habían ayudado en su cuidado, en todo ese tiempo el único que había mostrado preocupación por él y la forma en que se sentía, que lo había escuchado y acompañado, había sido Fyodor.
Ese Omega lo había tranquilizado desde que Earheart apareció, lo había ayudado a conseguir un abogado, había testificado a su favor durante los juicios, lo había acompañado en todo el proceso, incluso había alimentado a los bebés.
También lo había ayudado en el proceso de conseguir el nuevo auto y deshacerse del anterior, ayudado con la decoración y limpieza de la habitación para los niños, asesorado en el trabajo para conseguir ciertos permisos y facilidades por ser padre soltero, y ayudado a elegir algunas cosas para los gemelos.
Le gustara aceptarlo o no, perder ese apoyo iba a ser un golpe demasiado duro.
— Ya sé que quizás sea el último empujón para que hagas las cosas bien, o para que te arrojes de un puente.- Pronunció Fyodor con una sonrisa de lado, antes de dejar un pequeño beso en la comisura de sus labios.- Lo dejaré a tu criterio.
Esta vez no respondió con palabras, solo con un beso en los labios ajenos, tomándose el tiempo que quiso, hasta quedarse sin aliento y sentir el aire repleto de ese aroma sofocantemente dulce.
— Poco a poco mejoras.- Bromeó Fyodor al separarse.- Ahora, mejor ve pensando qué vas a hacer sin mí.
El agarre de Aspros en su muñeca le impidió levantarse, captando su atención, antes de que sus labios volvieran a ser atrapados, y su cuerpo aprisionado contra el sillón.
— Lo haré después.
— Bien, pero ponte esto.- Respondió el Omega, extrayendo un pequeño empaque de su bolsillo.- Yo tambien tengo alergia al látex, este es de poliisopreno, así que no tienes excusa para no usarlo.
— Primero muerto que volver a hacerlo sin protección.
Fyodor dejó escapar una pequeña risa, antes de aceptar nuevamente las atenciones que le eran ofrecidas.
[...]
Las horas habían pasado como parpadeos para todos los presentes.
La familia de Sísifo había ido a visitar a los futuros padres, y poco después, Manigoldo apareció junto a Shion y Dohko con algunos regalos para el bebé en camino.
Arkhes, Ilías, Kardia y Manigoldo se encargaron de preparar comida para todos, mientras el resto ayudaba a hacer algunas tareas domésticas pendientes, como cortar en césped, sacudir un poco, o ir a comprar algunas cosas que hacían falta en la alacena, o vigilar a los gemelos.
Al final, el ambiente cálido y familiar había logrado levantarle el ánimo a Sísifo y que todos pasaran una tarde alegre.
— Tómalo como un adelanto del baby shower.- Expresó Kardia.- Después de que el bebé nazca y tú estés más recuperado, organizaremos algo más grande y sin tantas restricciones para tí, Sis.
— Gracias, Kardia.- Sonrió el mayor.- A todos, más bien.
— Ustedes han hecho mucho por todos nosotros.- Habló Asmita, al lado de Kardia.- Solo tratamos de retribuir.
Todo fue calma y risa, hasta que el timbre sonó una vez más, y al abrir, Defteros se encontró con quién no esperaba en lo más mínimo y no sabía cómo reaccionar ni sentirse.
— Hola, Def...
— ¿Qué haces aquí, Aspros?
El Delta soltó un pesado suspiro y agachó la cabeza, sintiendo las miradas del resto de los presentes clavarse en él. No tenía más opción.
— Lo siento.
— ¿Qué?
— Lo siento mucho por todo lo que dije, Def.- Repitió.- Yo... Lo lamento mucho. Estaba asustado, los problemas con Úrsula habían llegado demasiado lejos, nuestros padres me estaban presionando demasiado, y... Lo siento mucho por todo lo que dije. Lo hice desde el miedo y la frustración. Espero que algún día puedas perdonarme... Tú, y Sísifo.
Defteros observó el ramo que su hermano había llevado, antes de abrazarlo como hace meses no hacía.
— Esto va a llevar tiempo, pero podemos intentar empezar de nuevo, Aspros.- Respondió el moreno.- Pero no soy solo yo con quién debes disculparte.
— Lo sé, Def.- Asintió, agachando la mirada.- Por eso le traje esto a los dos.
Defteros le permitió el acceso y lo acompañó hasta donde Sísifo se encontraba en compañía de todos los demás.
Nuevamente, las disculpas se repitieron, y Aspros entregó el ramo que había llevado.
Un simple adorno y regalo de disculpas para la mayoría, pero para Asmita no pasó desapercibida la elección de flores.
Zinnia amarilla, rosa malva, camelia roja, crisantemo violeta y rosa de Navidad. Era bastante claro que el mensaje era para Defteros:
"Siempre pienso en ti y recuerdo los momentos del pasado a tu lado y la tristeza y nostalgia me invaden al saber que ya no estás conmigo. Por favor alivia mi pesar."
Pero cómo era de esperarse, Sísifo aceptó las disculpas y el resto de la reunión continuó con normalidad, pasando por alto ese incidente.
Aspros se mantuvo al margen de todo, sosteniendo a uno de sus hijos, mientras el otro se encontraba con Kardia y Asmita, divirtiéndose con el resto del grupo.
— ¿Qué pasa, Saga?- Murmuró, al sentir el bebé tirar de un mechón de su cabello.- ¿Tienes hambre?... Bien, supongo que puedes beber algo de leche.
El Delta fue en busca de los bolsos con cosas de los bebés, aún con el cachorro en brazos y se encargó de preparar algo de leche en polvo y alimentarlo ante la mirada incrédula de varios.
— Vaya, parece que el instinto paterno sí le salió después de todo.
— ¿Por qué lo dices, Mani?
— Por nada, Reg.- Negó el Alpha.- Solo... Aspros, siendo Aspros, supongo.
— El amor hace la vida más bonita.
— ¿Y a tí qué mosca te picó, Dohko?
— Dohko, siendo Dohko.- Respondió Shion a la pregunta de su primo.- Sigue tratando de convencer a Hasgard de presentarle al Omega que vio una vez cuando fuimos a Santorini.
— Se llama Kagaho.- Replicó el Alpha castaño.- Y es el Omega más lindo que he visto.
— Solo lo has visto una vez.- Respondió Manigoldo.- Le doy máximo un año antes de que te olvides hasta de su nombre.
— ¿Cuánto quieres apostar a que me caso con él?
— Lo que quieras, enano.- Rió Manigoldo.- A su edad cambian de objetivo como de ropa interior. Cómo sea, Shion, Dohko, vayan recogiendo todas sus cosas que nos vamos en veinte minutos y no quiero que estén llorando porque olvidaron algo y me hagan dar la vuelta.
Después de esas palabras, Manigoldo se retiró para ayudar a limpiar las últimas cosas en la cocina y esperar a que el resto de su familia estuviera listo para irse, dejando solos a los tres adolescentes. Ignorando completamente la mirada de uno de ellos sobre él.
— ¿Cuándo le dirás, Regulus?
— Creo que no tengo oportunidad.- Suspiró el Omega castaño.
— Bueno, no voy a mentir, es muy probable que mi primo te rechace.
— No ayudes, Shion.- Murmuró Dohko.
— Déjame terminar, Dohko.- Replicó el Beta.- Si le dices ahora, probablemente diga que no. Pero, quizás en unos años más... Quizás tengas una oportunidad, aunque sea pequeña.
Regulus solo suspiró, siendo consolado por sus amigos. En el fondo sabía que Shion tenía razón y no era correspondido, pero no dejaba de desilusionar a su joven corazón. Aunque, quizás en el futuro podría llegar a tener una oportunidad.
[...]
El tiempo continuó su despiadado curso, y varias cosas cambiaron en tan solo un par de meses.
Fyodor se había marchado a Alemania, y Aspros poco sabía de él y qué era de su vida fuera del trabajo. Aunque, conociendo a ese Omega, sabía que estaría bien. Incluso cierto abogado terminó yendo detrás de él... Bueno, algunos no sabían cuando rendirse.
Los gemelos crecían cada vez más, en menos de un parpadeo ya habían cumplido seis meses. Justo el día en que el primogénito de Defteros y Sísifo decidió llegar al mundo.
Había existido la amenaza de que el parto se complicara, pero todo resultó sorprendentemente sencillo. En solo unas horas, el recién nacido ya se encontraba con sus padres y familia.
Aspros apareció unas horas después, solo para dejar un ramo de flores para la madre y el recién nacido, y marcharse. Asmita ya lo esperaba junto a Kardia fuera del hospital, con Saga y Kanon en brazos.
— ¿Qué tal está todo?
— Normal.- Respondió a la pregunta de Kardia, mientras abría la puerta trasera de la camioneta para comenzar a subir las cosas de los gemelos y acomodar las sillas de ambos bebés.- El bebé es un Omega, una copia de Sísifo, le pusieron Aioros... Nada extraño. Entren a verlo ustedes.
— ¿Te molesta si después te llevamos algo para celebrar que los niños ya tienen seis meses?
Aspros terminó de abrochar el cinturón de seguridad del asiento de Saga, mientras Kardia se encargaba de asegurar a Kanon. Asmita solo observaba con una pequeña sonrisa divertida por la evidente incomodidad de Aspros y que para Kardia toda la situación ya era normal.
— Como quieras, Kardia.- Respondió a regañadientes.- De todos modos mis "considerados" jefes me dieron el resto del día libre en cuanto se enteraron que mi sobrino había nacido. Y dudo que este par vaya a dejarme dormir siquiera cinco minutos.
— Lo tomaré como un "Sí".- Rió Kardia, antes de volver al lado de Asmita.- También estamos preparando una sorpresa para la boda, así que serías de gran ayuda.
— Solo te recuerdo que tú y yo no somos amigos.
— Lo que digas. También me agradas al menos un poco.
Aspros solo gruñó, frustrado por la tranquilidad de Kardia, y se despidió de ambos, antes de subir al auto y conducir de vuelta a casa. Vaya que le esperaban meses ajetreados.
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