Cielo estrellado
Tal y como tanto había temido, la noticia se esparció como pólvora. Sus padres enfurecieron y le llamaron para reprocharle y señalarle lo estúpido que era, y dejarle claro que no contaba con absolutamente ningún apoyo de ellos.
Desde entonces había pasado apenas poco más de un mes, pero se sentía como una eternidad. En el trabajo debía fingir amor por esa Beta, soportar las palabras de todos diciéndole "cuan afortunado era" y deseándole lo mejor con su nueva familia. Teniendo a Defteros y su mini-bar como su único apoyo.
— Hora de irnos.
— ¿Disculpa?- Inquirió de mala gana, mirando a la Beta que había irrumpido en su oficina.
— ¿Se te olvidó que hoy es el primer ultrasonido, idiota?
— No soy yo a quien se lo van a hacer.- Replicó, devolviendo su atención a los documentos en sus manos.- Tengo muchas cosas más importantes de las que ocuparme.
— ¿Y qué esperas que yo haga entonces?
— ¿Tomar un taxi y dejar de molestarme, quizás?- Respondió, mirando desafiante a la mujer.- Ya cumplí con pagarte esa maldita cita en una clínica privada que tú misma elegiste. Creo que puedes llegar por tu cuenta, ¿o es que hasta para eso eres una inútil?- Añadió, mirándola de arriba a abajo.- Y por cierto, deberías considerar hacer algo de ejercicio y controlar más tus antojos. Estás demasiado pasada de peso para tener apenas tres meses de gestación. A este paso vas a ser un maldito balón de fútbol para cuando des a luz.
Úrsula siseó con enojo, intentando replicar algo, pero Aspros continuó.
— ¿Tengo que recordarte que para complacer tus caprichos debo mantener mi ritmo de trabajo, porque entre los dos, soy yo quien tiene un mayor puesto y mejor salario?- Señaló el Delta.- Creo que no. Así que toma el dinero para el taxi, ve a esa cita, y deja de joderme por cinco minutos.
Úrsula finalmente, no dijo nada, limitándose a tomar los billetes que Aspros dejó sobre la mesa, y marcharse de su oficina tan rápido como pudo.
En el pasillo, no fue capaz de contenerse más, y terminó llorando en silencio, tallándose las lágrimas mientras caminaba al ascensor. Una vez dentro de ese pequeño espacio, intentó frenar su llanto, pero al abrirse las puertas, se topó de bruces con quién menos deseaba.
— ¿Estás bien, Úrsula?
— No es nada.- Respondió, limpiándose el rastro de lágrimas.
Defteros la miró por unos segundos, suspirando finalmente, al imaginar lo que debió haber pasado para que Úrsula estuviera así. No eran grandes amigos, pero sabía lo hiriente que podía llegar a ser su hermano y lo sensible que alguien podía llegar a estar durante el embarazo. Simplemente, le fue imposible no conmoverse y querer ayudarla.
— ¿Aspros está en su oficina?
— ¿Dónde más va a estar ese imbécil?
— ¿No era hoy la cita para el primer ultrasonido?- Cuestionó el moreno. Úrsula solo desvió la mirada, esforzándose por no quebrarse.- ¿Qué te dijo?
— Nada. Iré yo sola.- Respondió.- Con permiso. Se me hace tarde.
Defteros la vio avanzar apenas un par de pasos, antes de ir detrás de ella y sujetar suavemente su hombro, captando su atención.
— Voy contigo.
Úrsula lo miró extrañada, confundida, antes de cuestionarle el porqué.
— Estás embarazada, no es seguro que vayas tú sola de un lugar a otro.- Respondió el Delta.- Además, es el primer ultrasonido, la primera vez que verás al bebé. No creo que sea un momento que debas vivir sola.
La Beta se mordió los labios y guardó silencio por unos segundos, antes de finalmente suspirar con resignación, y aceptar el ofrecimiento del Delta.
Ambos avanzaron por los pasillos, hasta que, al pasar por la zona de Sísifo, Defteros le pidió a Úrsula que se adelantara y la alcanzaría en la salida. Debía hablar algo con Sísifo primero.
— ¿Pasa algo?- Preguntó el castaño en cuánto se acercó a él.
— Aspros está demasiado ocupado, y ella no tiene a nadie que la acompañe a hacerse el ultrasonido.
— Teníamos agendada la cita para ir a ver el salón y las decoraciones hoy.
— Lo sé, cariño. Pero soy la única familia que le queda a mi hermano, y...- Explicó cabizbajo el peli-azul.- Sin importar lo que haya pasado, ese bebé es mi sobrino.
Sísifo suspiró, pero finalmente asintió, mostrando una débil sonrisa.
— Está bien. Yo me encargo.- Respondió, dejando un corto beso en los labios del Delta.- ¿Salimos a cenar hoy?
— Claro.- Asintió Defteros.- Tú elige dónde.
Sísifo asintió de nuevo, y después de un último beso de despedida, cada uno retomó sus actividades.
Defteros alcanzó a Úrsula en la salida del edificio, y sin mediar más palabras de las necesarias, caminaron hasta donde pudieran tomar un taxi. Por suerte, la zona era bastante transitada y no fue difícil conseguir uno.
Úrsula se encargó de indicar la dirección de la clínica, y después de más de media hora, arribaron a su destino.
Tras ingresar al edificio y reportar su llegada con la recepcionista, tuvieron que aguardar en la sala de espera, en medio de un incómodo silencio, hasta que Úrsula decidió romperlo.
— ¿Tu Omega no se molestó porque hayas venido conmigo?
— Él entiende la situación.- Afirmó Defteros.- Ya te dije que no es seguro que una embarazada viaje sola. Podría pasarte algo, o podrías necesitar ayuda.
— A tu hermano eso no parece importarle.- Rió con amargura la Beta.- Ese idiota solo vive por y para Asmita. Siempre es "Asmita esto", "Asmita aquello", Asmita, Asmita, Asmita... En este punto veo a ese Omega hasta en la sopa.
— Conocemos a Asmita desde que nació. Crecimos juntos, supongo que es hasta cierto punto normal que varias cosas le recuerden a él.- Respondió Defteros, intentando disimular su incomodidad ante ese tema.- Aunque no negaré que hasta la fecha me sigue resultando incómoda la forma en la que Aspros terminó viéndolo.
— ¿Acaso también te llegó a gustar a ti?
— No. Siempre lo he visto como un hermano menor.- Replicó el Delta.- Por eso es que no comprendo cómo fue que Aspros terminó viéndolo de otra forma, y él a Aspros.
— Y si ese Omega y tu hermano hubieran seguido juntos, hasta casarse, ¿habrías hecho algo por impedirlo?
— No entiendo a qué quieres llegar con ese tema. Pero si eso hubiera pasado, no habría hecho nada más que desearles lo mejor.- Aclaró con firmeza, cruzando sus brazos.- No soy dueño de la vida de ninguno de los dos, y ambos ya son adultos para ser conscientes de lo que hacen. Igual que tú y Aspros.
Úrsula miró de reojo a su acompañante, y simplemente asintió, devolviendo su vista a su abdomen.
Quizás eran simplemente las hormonas del embarazo haciendo de las suyas, pero las palabras de Aspros habían conseguido afectarla más de lo que le gustaría admitir, dirigiendo su vista a su vientre.
Ciertamente, estaba más abultado de lo que esperaría para el tiempo de gestación que tenía. ¿Acaso realmente estaba comiendo demás?, ¿debía hacer un esfuerzo por ejercitarse, a pesar del cansancio?
— ¿Estás bien?
Al escuchar la voz de Defteros, le fue imposible contener un respingo por la sorpresa.
Quizás era una locura o una estupidez, pero sus emociones hablaron por ella, mucho más rápido que su razón.
— ¿Crees que he subido demasiado de peso?- Preguntó, sorprendiendo al Delta.- Tengo apenas tres meses. No debería ser tan notorio todavía.
— ¿De qué hablas?- Exclamó Defteros.- Yo lo veo normal para ese tiempo. Casi no se nota.
— Solo decía.- Sonrió la rubia.
Por suerte para ambos, la asistente médica los llamó, indicándoles que era momento de ingresar, y ambos la siguieron por un pasillo blanco, hasta llegar a la puerta correcta.
El médico los recibió, haciendo las típicas preguntas de rutina, y anexando todo al expediente de Úrsula.
— Bien, parece que todo está en orden.- Declaró el doctor tras anotar todos los síntomas de la Beta.- ¿Listos para conocer a su bebé, mamá y papá?
— Sí, pero yo soy el tío, no el papá.- Aclaró Defteros, con una sonrisa nerviosa.- Mi hermano estaba algo ocupado y me pidió venir en su lugar.
— Entiendo. Estas cosas a veces pasan.- Asintió el médico con una pequeña risa.- Por aquí por favor, señora.
Úrsula siguió todas las indicaciones del doctor, recostandose en una camilla con el abdomen descubierto, esperando en silencio la revisión.
Tras colocar el gel y comenzar la inspección con el transductor, tanto el médico como Defteros notaron algo inusual, intercambiando una mirada.
— ¿Pasa algo malo?- Preguntó Úrsula al notar la reacción de ambos hombres.
— No, todo parece estar bien. Pero hace falta confirmar algo.- Respondió el médico, presionando un botón de la máquina, permitiendo escuchar los latidos del feto, a la par que movía el dispositivo, en busca de tal confirmación.
Defteros de inmediato notó lo que sucedía, y le fue imposible ocultar su sorpresa y emoción. Pero se esforzó por mantenerse callado hasta que el médico le diera la noticia a Úrsula.
— Bueno, esto no es algo que se vea todos los días.- Añadió el doctor.- Tendrá gemelos. Felicidades.
— ¿Qué?- Exclamó la rubia.
— ¿De casualidad hay antecedentes de embarazos múltiples en su familia?
— Mi hermano y yo somos gemelos.- Respondió Defteros.- Eso aumenta las posibilidades de que fuera más de uno, ¿no?
— Así es.- Confirmó el doctor, mientras limpiaba los instrumentos, y le entregaba a Úrsula un pañuelo desechable.- Todo está bien con los dos bebés. Tienen un tamaño adecuado para su edad gestacional, y los signos vitales son normales.- Añadió.- Sin embargo, los embarazos múltiples requieren mayor cuidado y precauciones, especialmente en el último trimestre.
Defteros ayudó a Úrsula a incorporarse, y una vez que la Beta terminó de limpiar el gel en su abdomen, ambos siguieron al doctor, hasta las sillas frente al escritorio.
— Por ahora solo procure alimentarse bien, y tomar los suplementos que le receté.- Continuó, extendiendo una receta a la rubia.- Cualquier molestia o anormalidad, no dude en llamarme. Si todo continúa normal, nos vemos en dos meses.
Ambos agradecieron al médico, y luego de despedirse, salieron del consultorio.
Úrsula no dijo nada en todo el camino hasta la salida de la clínica, y Defteros, al ver su semblante, no se atrevió a decir nada. No sabía qué pasaba por la mente de Úrsula, y no sabía cómo preguntar sin resultar invasivo.
— ¿Te sientes bien?- Preguntó el Delta mientras esperaban un taxi.
— No mucho.- Admitió la Beta.- ¿Te molesta si tomamos el camino largo de regreso?
— Tendríamos que tomar un autobús, transbordar en dos estaciones de tren, y tomar otro autobús.- Señaló el moreno.- ¿Crees poder aguantarlo?
— No tengo demasiadas náuseas, estaré bien.
— Está bien.- Suspiró Defteros, aceptando la petición.
No quiso preguntar a Úrsula el porqué de su decisión. En el fondo, tenía al menos una idea de la razón detrás. Seguramente, darle a Aspros la noticia de que esperaban gemelos no iba a ser precisamente fácil. Pero quería confiar en su hermano.
Simplemente caminó al lado de Úrsula, hasta una parada de autobuses, y esperaron por unos minutos, para comenzar su trayecto.
Ya era la hora del almuerzo, seguramente Sísifo ya se encontraba comiendo algo antes de ir a revisar los primeros pendientes de la boda... Realmente se sentía mal por dejar a su Omega solo en el primer preparativo de su boda, pero después se encargaría de compensarlo. Por ahora, Aspros, Úrsula y más importante, sus futuros sobrinos, lo necesitaban.
Mientras tanto, a algunos kilómetros de ahí, tal y como Defteros esperaba, Sísifo había arribado al restaurante, dónde Regulus ya aguardaba por él, hablando unos minutos con Asmita.
— ¿Y Defteros?- Preguntó con curiosidad el Omega adolescente, ante la ausencia del Delta.
— Tuvo un pequeño imprevisto.- Suspiró el Omega mayor.
— ¿De casualidad ese "imprevisto" se llama Aspros, o tiene algo que ver con él?- Inquirió ahora Asmita.
Sísifo volvió a suspirar, mientras tomaba asiento en la misma mesa que Regulus, notablemente afligido ante la vista de ambos Omegas.
Tanto Asmita como Regulus, ya estaban al tanto de la situación, por boca del propio Defteros, al igual que Sísifo. Ya sospechaban lo que pudo haber pasado, pero no querían sacar conclusiones apresuradas, ni mucho menos señalar a quien ni siquiera estaba presente para defenderse.
— Úrsula tuvo hoy el primer ultrasonido, y Aspros no pudo acompañarla.- Explicó el mayor de los tres.- Así que Defteros la acompañó en su lugar.
— ¿Y qué va a pasar con el salón y la decoración entonces?
— Aún quedamos tú y yo, Reg, ¿no?- Respondió el castaño, con una sonrisa.- Podemos hacernos cargo nosotros solos por esta vez. Después de todo, eres el representante de mi cortejo, así que necesito que me ayudes a elegir un color y estilo de decoración que combine con la ropa que usarán.
— Más les vale no elegir un color escandaloso o un estilo exagerado.- Bromeó Asmita en un intento de relajar el ambiente y levantarle el ánimo a Sísifo.- Porque si me hacen vestir de naranja o usar algo sacado de un carnaval, les juro que no me aparezco en la ceremonia.
— Necesito Omegas de honor, no una colección de calabazas.- Sonrió Sísifo, siguiendo aquella broma.- Así que no te preocupes por eso, Asmita.
— Más les vale.- Rió el rubio.- En fin. ¿Te traigo lo de siempre, Sis?
— Sí, por favor, Mita.
— Volveré enseguida. Tienen mucho trabajo por hacer.
Después de esa conversación, Asmita fue hasta la cocina para solicitar el pedido de Sísifo, y llevarlo tan rápido como fue posible, dejando a tío y sobrino consumir sus alimentos a solas.
Quizás se estaba tomando demasiadas libertades y atribuciones que no le correspondían, pero la tristeza e incomodidad de Sísifo por ser dejado de lado por su prometido eran evidentes, aunque el Omega se esforzara en negarlo.
Después hablaría con Defteros, ese Delta podía tener un corazón enorme, pero bastante blando y torpe para poner límites y dejar a los demás ser responsables de sus propios actos.
Fuera del asunto de Sísifo y Defteros, el resto del día transcurrió con absoluta normalidad para todos. Entre los ajetreos de la rutina, y las ansias por el fin de la jornada, y el inicio de un merecido descanso de fin de semana, hasta que el velo de Nix cubrió el cielo.
— Todo listo.- Sonrió Kardia, acercándose a Asmita después de cerrar las cortinas metálicas.- ¿Nos vamos?
Asmita asintió, para después acercarse a Kardia para rodear su cuello y dejar un beso en sus labios, siendo gustosamente correspondido, sintiendo cómo un par de fuertes brazos le rodeaba la cintura.
Ambos disfrutando ese momento, acariciándose las mejillas y sonriéndose mutuamente, antes de tomarse de la mano e iniciar su camino a la estación de tren. Sin ser conscientes de que eran observados por un ex amante despechado.
Para Aspros, observar a Asmita tan feliz en brazos de ese maldito Alpha, fue como un puñetazo en la cara. Se sintió asaltado por mil emociones al verlos besandose, desde la más pura rabia hasta una profunda tristeza.
Quizás haber ido hasta ahí para confirmar por su propia cuenta las palabras de Úrsula y Defteros había sido un movimiento estúpido de su parte, pero algo en su interior le exigía una respuesta clara... Aunque en el fondo, anhelaba que todo fuera una mentira.
Solo pudo apretar el volante en sus manos hasta que sus nudillos se tornaron blancos, mientras gruesas lágrimas se desbordaban de sus ojos sin permiso, y sus dientes rechinaban por la fuerza que ejercía en su mandíbula. Llorando en silencio por unos minutos, hasta que decidió marcharse.
Úrsula y Defteros le habían pedido encontrarse con ellos en su apartamento después de que terminara su jornada. Para bien o para mal, su horario se había extendido ese día gracias a la cercanía de las fechas decembrinas, pero no había conseguido resistir la tentación... En fin, ya iba tarde, pero entre más rápido llegara a casa, más rápido hablaría con ese par, y más rápido se desharía de ellos.
Mientras, el par de enamorados recorrió el trayecto correspondiente para llegar al hogar de Kardia. Disfrutando cada pequeño detalle, desde tomarse de las manos, hasta observar el paisaje nocturno de la ciudad al salir de la estación y caminar hasta el edificio, y entrar al departamento.
— Bueno, ya conoces el lugar.- Habló Kardia, dejando su mochila sobre el sillón de la sala.- Toma un baño y ponte cómodo mientras preparo algo para comer, ¿o prefieres pedir una pizza?
Asmita se acercó hasta él para abrazar su cuello y dejar un pequeño beso en sus labios, antes de dar una respuesta.
— Tienes buena mano para la cocina. Prefiero mil veces cualquier cosa hecha por ti.
— La cocina no es lo único para lo que tengo buena mano.- Sonrió el Alpha, dejando un juguetón beso en el dorso de la mano del Omega.
— Eso lo pondremos a prueba.- Respondió Asmita, correspondiendo aquella sonrisa de forma cómplice.
Al final, ambos terminaron riendo por unos segundos, antes de volver a besarse, manteniendo sus sonrisas tras separarse.
— Con gusto. Pero primero ve a bañarte, en serio lo necesitas.- Bromeó Kardia, aún abrazándolo por la cintura.- Mientras yo me encargo de preparar todo.
— Bien.- Asintió el blondo, antes de separarse y dirigirse al baño.
Kardia se encargó de buscar los ingredientes necesarios en la pequeña cocina, una bolsa de harina, un par de huevos, leche, esencia de vainilla, polvo para hornear y algo de mantequilla. Sin olvidar su fiel sartén y una espátula, para finalmente comenzar a preparar unos panqueques.
Permitiéndose por unos instantes, perderse en el aroma a vainilla llenando el lugar, mientras observaba la masa cambiar de apariencia y textura con el calor, hasta tener el panqueque listo y dejarlo en un plato junto al resto.
— Eso huele delicioso.
Al escuchar la voz de Asmita cerca de su cuello, y sentir un par de brazos rodeando su cintura por la espalda, le fue imposible contener un respingo, dando un pequeño salto en su lugar, causando una risa enternecida de su acompañante.
— No me asustes así, o podrías terminar con un panqueque en la cabeza.- Bromeó, sirviendo un poco más de mezcla en la sartén.
— ¿Esa es tu mejor amenaza?- Canturreó Asmita, todavía aferrado a él como un koala.- No solo huelen bien, también se ven deliciosos.
— Y lo son.- Presumió el peli-violeta, dando la primera vuelta al panqueque en la sartén.- Este y otros dos más, y podré tomar una ducha.
— Ve. Yo me encargo de sacar los últimos.
— ¿Estás seguro?
— No puede ser tan difícil.
Kardia pareció meditarlo por unos segundos, antes de dar otra vuelta al panqueque en la sartén, y esbozar una sonrisa.
— De acuerdo.- Accedió, entregando la espátula al Omega, dejando un pequeño beso en sus labios.- Suerte. Llámame si algo se quema.
Asmita solo negó con una pequeña risa, tomando el lugar de Kardia frente al fogón.
El Alpha solo rió y fue directo al baño para tomar una ducha rápida. Asmita podía tener muchas virtudes, pero había comprobado hace un par de semanas que la cocina no era una de ellas. Igualmente, lo dejaría cometer sus propios errores, pero estaría ahí para ayudar.
Apenas término de enjuagar su larga cabellera violeta del shampoo, cuando el aroma a vainilla se vió opacado por el de pan quemado. Una pequeña risa escapó de sus labios, en la soledad del baño al imaginar la escena que debía estar sucediendo solo unos metros detrás de la puerta, pero simplemente tomó algo de jabón para terminar de ducharse lo más rápido posible.
El aroma a pan quemado estaba cada vez más presente, y para cuando terminó, saliendo del baño con una toalla a la cintura y se dirigió a la cocina, vió a Asmita frente a la sartén, apretando la espátula en su puño.
— Así que "no podía ser tan difícil", ¿ah?- Cuestionó con una sonrisa, observando la masa quemada frente a Asmita.
— Bien. Soy un pésimo cocinero.- Habló el rubio, cruzando sus brazos sobre su pecho.
Kardia solo soltó una pequeña risa al observar que otros dos panqueques habían corrido la misma suerte que el pobre desafortunado en la sartén, así como el ceño fruncido de Asmita.
— Roma no se construyó en un día.- Negó, abrazando al Omega, dejando un pequeño beso en su mejilla.- También quemé muchos cuando estaba aprendiendo.
Ante su cercanía, Asmita terminó relajando su semblante, correspondiendo la sonrisa de Kardia.
— Igualmente, creo que mejor me limito a preparar café y leche con chocolate en polvo.
— Pido leche con chocolate extra.- Bromeó Kardia, aceptando un corto beso.- Ahora, solo sirve lo que vayas a comer. Hay miel de maple, chocolate y chispas de colores en la barra, agarra lo que quieras, y adelantate a la sala.- Añadió el Alpha, acariciando los cabellos rubios.- Yo voy por mi ropa y después me encargo de preparar las palomitas.
— De acuerdo.- Asintió el Omega, observando por unos segundos al Alpha frente a él.- Aunque... No me molestaría tener esta vista el resto de la noche.
— Buen intento, pero no quiero correr riesgo si hay un incendio o algo y hay que salir corriendo.
Asmita solo rió al imaginar tal escenario y la prácticamente nula probabilidad de que ocurriera, acompañado por Kardia, antes de decidir dejarlo partir a la privacidad de su habitación para vestirse, mientras él se encargaba de preparar todo.
Al final, después de un mes saliendo, habían tomado la decisión de hacerlo formal, y las cosas seguían marchando bastante bien. Ya todos estaban al tanto, y Kardia se había ganado completamente el cariño y la confianza de la familia de Asmita, al punto que ya se había vuelto costumbre que Asmita se quedara los fines de semana con él de vez en cuando.
A Kardia le tomó apenas unos minutos volver de su habitación, ya con sus ropas de dormir puestas, y terminar la preparación de un tazón de palomitas para ambos. Mientras Asmita ya lo esperaba sentado frente al televisor, con los dos platos con panqueques decorados al gusto de cada uno.
— Vaya que tienes buena memoria.- Sonrió el Alpha, aceptando la pila de panqueques, decorados con sirope de chocolate y algunas chispas de colores.
Asmita le devolvió la sonrisa, recibiendo al Alpha con un pequeño beso, recargándose en su pecho apenas se sentó a su lado. Kardia solo sonrió, abrazando al rubio, dejando un beso en la dorada coronilla, aún ligeramente húmeda y fragante por el aroma del shampoo.
La velada transcurrió con total normalidad, entre pequeñas bromas y juegos con los refrigerios a su disposición, prestando lentamente cada vez menos atención a la pantalla brillante.
Cuando la pequeña batalla por el último trozo de panqueque dió inicio, Asmita no dudó mucho antes de recurrir a abalanzarse sobre los labios de Kardia, terminando en su regazo, con un dulce beso, que lentamente tomó un tinte más profundo y pasional, enredando sus dedos en las hebras violetas, impidiéndole cualquier intento de huída.
— Mita...
— Shh...- Un suave siseo cerca de su boca, y el pulgar de Asmita acariciando sus labios le impidió continuar.- Está bien.
De nuevo, los labios de Asmita asaltaron los suyos, generando una fricción tan agradable como culposa sobre su semidespierta entrepierna.
Sus manos se atrevieron a explorar la nívea y delicada piel bajo la delgada tela, arrancando un suspiro de los labios ajenos, que no estaban dispuestos a dejar los suyos, hasta que el aire escaseó.
— ¿Estás seguro?- Preguntó Kardia, con la respiración ligeramente agitada, acariciando la pequeña cintura del Omega.
— Sí.- Afirmó el blondo sin la menor pizca de duda, exigiendo de nuevo la atención de ese par de labios.
Al separarse, Kardia sorprendió a Asmita al alzarlo en brazos, pero no se resistió, abrazando al Alpha durante el pequeño recorrido hasta la habitación del peli-violeta.
— ¿Acaso tenías todo planeado?- Preguntó con una sonrisa el rubio al ver a Kardia extraer el empaque de un preservativo de un cajón de la mesa de noche.
— No, pero Alpha prevenido vale por dos, ¿no?
Una sonrisa cómplice finalizó esa breve conversación, para dejarse caer sobre la cama en medio de un cálido abrazo y besos profundos, acariciando aún con algo de timidez la anatomía ajena.
Las primeras prendas en desaparecer, fueron las ligeras camisetas, seguidas un par de minutos después por los pantalones, permitiéndose mutuamente observar por primera vez la casi total desnudez del otro.
— ¿Esta es la cicatriz de tus cirugías?- Murmuró Asmita, acariciando lentamente con sus dedos la marca en el pecho ajeno.
— Sí.- Confirmó Kardia.- Los doctores dicen que tengo buena cicatrización, y para tres cirugías, no es tan grande.
Asmita solo mostró una suave sonrisa, antes de besar la cicatriz y subir por el cuello de Kardia, perdiéndose por unos segundos en el aroma a manzanas acaneladas, propio del Alpha.
— Me gusta.- Susurró cerca de su oído.- Te da un toque aún más varonil y atractivo.
— Pues gracias.- Rió ligeramente el peli-violeta por el cosquilleo en la sensible piel de su cuello.- ¿Aún quieres continuar?
— No soy tan frágil como crees, puedo seguir tu ritmo.- Respondió el Omega, aún abrazado al Alpha.
— No pienso que seas frágil.- Replicó el mayor.- Simplemente es la primera vez que hacemos esto. Aún no nos conocemos de esta forma.
— Podemos empezar hoy.- Mencionó el Omega, tomando la mano de Kardia, invitándolo a acariciar su cadera.- Estaremos bien.
— De acuerdo.- Sonrió el peli-violeta, aceptando la invitación para acariciar el delgado cuerpo.- Solo avísame si algo no te gusta.
— Hecho.
Una nueva sesión de besos y caricias cerraron ese trato, tomándose su tiempo, sintiendo el calor de sus cuerpos aumentando lentamente, hasta que se encontraron frotándose contra el otro, y la presencia de la última prenda de ropa comenzó a ser molesta.
— Kardia...
— Shh...- Ahora fue el turno del Alpha para interrumpir al Omega, acariciando el interior de sus muslos.- Si lo hago mal solo dime y paro.
Asmita asintió, dándole permiso de continuar, acomodándose mejor sobre las almohadas, manteniendo sus piernas separadas.
— Kardia...
Al sentir la juguetona lengua del Alpha acariciar el largo del tronco de su miembro un par de veces, antes de atrapar la punta entre sus labios, y después engullirlo lentamente, haciéndole sentir el calor y la humedad de la boca del Alpha, solo pudo suspirar y pronunciar débilmente su nombre.
No era su primera vez, pero sí la primera vez que experimentaba tal atención, y la sensación comenzaba a hacerle perder la cabeza. Haciéndole arquear la espalda y separar aún más las piernas como reflejo involuntario. A la par de su corazón latiendo cada vez más rápido, a la par de sus respiraciones, y su voz se quebraba en gemidos.
Cuando la inquieta boca de Kardia le dió una breve tregua, solo para deslizarse unos cuantos centímetros más abajo, y brindar algo de atención a la humedecida entrada. Para después retomar su posición inicial, usando sus dedos para iniciar la preparación, solo pudo gemir el nombre de quién le causaba tales sensaciones.
— ¡Kardia!
Simplemente era demasiado. Era imposible resistir demasiado tiempo recibiendo estimulación por ambos lados, haciéndolo terminar por primera vez, derramándose en la boca de su amante sin poder avisar.
Quiso disculparse, pero su respiración estaba completamente fuera de control, igual que los latidos de su corazón, y su mente inmersa aún en el placer recién experimento, haciéndole imposible articular palabra alguna. Pero Kardia solo acarició sus labios, tomándose su tiempo para besar todo su rostro, antes de hablar.
— No tienes nada de qué disculparte.- Sonrió el peli-violeta, como si le hubiera leído la mente.- Quiero complacerte, y esto significa que lo hice bien. ¿No es así?
Asmita solo sonrió, aceptando un beso apasionado, aferrándose de nuevo a la espalda de Kardia, hasta que consiguió calmar lo suficiente su respiración.
Kardia se separó durante unos segundos, solo para tomar el preservativo y colocarselo. Asmita permaneció en su lugar, aunque sin perder detalle al incitante espectáculo que Kardia, quizás sin ser siquiera consciente de ello, le estaba brindando.
— ¿Listo?
— Por supuesto.- Sonrió el rubio, sin quitarle los ojos de encima.
Kardia le devolvió la sonrisa, dejando un corto beso en sus labios, antes de abrazarlo, e intercambiar posiciones, dejando a Asmita encima de él.
— Haz lo que quieras conmigo entonces.- Sonrió el peli-violeta al ver su confusión.- Soy todo tuyo por esta noche.
A Asmita le tomó un par de segundos salir de la sorpresa inicial, pero rápidamente entendió y correspondió la sonrisa de Kardia. Llevando a cabo lo que ambos esperaban.
Acariciando el despierto miembro, con el debido cuidado para no dañar el preservativo. Guiandolo hasta su entrada. Bajando su cadera lentamente, esforzándose por resistir el impulso de bajar rápidamente, sabiendo por experiencia previa que podría lastimar a su amante.
Cuando finalmente lo logró, y sintió sus glúteos chocar contra los muslos de Kardia, ambos soltaron un suspiro, presas del calor corporal del otro.
— ¿Estás bien?
— Sí.- Afirmó rápidamente.- Solo que nunca había estado con un Alpha.
— ¿Es demasiado molesto el nudo?
— No.- Negó con una pequeña sonrisa.- Solo... Se siente diferente.
Sabía de las diferencias anatómicas entre los Alphas y las demás castas. Los Alphas eran los únicos que poseían nudo, esa pequeña estructura cuya función era asegurar la fecundación, hinchándose durante la relación sexual, hasta alcanzar su tamaño completo durante el clímax.
También sabía que aunque el preservativo evitaría un embarazo aún si el nudo se formaba, ser anudado podría llegar a ser bastante doloroso.
— Tranquilo. Yo te aviso cuando esté cerca.
Las palabras de Kardia, su sonrisa y la caricia en su mejilla fueron suficiente para tranquilizarlo y permitirle dejarse llevar por sus deseos e instintos. Moviendo lentamente sus caderas, buscando el punto y ritmo exactos.
Cuando los halló, no tardó más que unos segundos en acoplarse completamente con los movimientos que Kardia también hacía debajo suyo.
— Kardia...
La sensación era delirante. No solo por el calor del invasor en su interior, también la sensación del nudo aumentando lentamente, de forma casi imperceptible con cada movimiento, convirtiendose en un estímulo extra. Pero sus piernas temblaban y estaban cada vez más cansadas.
Cuando no fue capaz de resistir más, recargándose en el pecho de Kardia, pero manteniendo un vaivén en sus caderas, Kardia comprendió y de nuevo intercambió las posiciones, permitiéndole descansar.
— Más rápido...- Gimió al sentir las embestidas lentas pero certeras.- Por favor...
Kardia no tardó en cumplir sus demandas, manteniendo sus brazos en la pequeña cintura, mientras repartía besos y pequeñas mordidas juguetonas entre el cuello, las clavículas y el pecho a su disposición.
Pronto, ambos se encontraban envueltos en ese espiral de placer, gimiendo y jadeando con cada estocada, esforzándose por mantener el ritmo que cada vez amenazaba más con llevarlos al límite.
— Asmita...
— No... No lo hagas.- Jadeó en respuesta, sin detener sus movimientos, entendiendo las palabras del Alpha.- No...
— Mita...
— Solo un poco más.
Ante la negativa del Omega, Kardia volvió a besarlo, alimentando la velocidad de sus embistes tengo como le fue posible, mientras su diestra se movía con similar velocidad sobre la erección contraria.
Sintió a Asmita removerse debajo suya, y sus gemidos ahogarse entre el beso que compartían, hasta que finalmente lo sintió terminar, aprovechando el mareo del orgasmo para abandonar su interior.
— Kardia...
La mente del rubio, aún nublada por la reciente avalancha de sensaciones, fue capaz de entender la situación de su cómplice.
— No te preocupes.- Le susurró el Alpha, acariciando sus cabellos, dejando un beso en su frente, justo en ese peculiar lunar.- Te dije que yo te avisaba cuando estuviera cerca.
Asmita hizo un esfuerzo por obligar a sus ojos a abrirse, observando brevemente la anatomía de Kardia, y dirigir su mano a esa zona que aún demandaba atención.
— Déjame ayudarte.
Kardia tembló ligeramente al sentir la mano de Asmita acariciándolo, pero rápidamente asintió, dándole el suficiente espacio entre sus piernas.
Pronto, se encontraba moviendo contra la mano cerrada de Asmita, recargando su frente perlada por el sudor, contra el hombro de Asmita, que no perdía detalle alguno de la situacion. Justo cuando sintió que Kardia estaba a punto de terminar, detuvo sus movimientos, liberandolo por unos segundos para confusión de Kardia, antes de hablar.
— Acuéstate.- Pidió, incorporándose aún con algo de dificultad por los ligeros temblores en su cuerpo.- Confía en mí.
Kardia accedió, tomando el lugar de Asmita, preguntando qué tendría en mente el Omega.
Por suerte, no tuvo que esperar mucho para averiguarlo, al sentir la boca de Asmita probandolo en su totalidad. Hasta el punto que podía sentirse chocar contra la garganta del rubio.
— Asmita...
Bastaron un par de movimientos de la boca del blondo, y un par de apretones en su nudo bajo la mano de Asmita, para que se derramara.
Con su respiración agitada, y su corazón latiendo desbocado, solo pudo quedarse quieto, mientras Asmita se encargó de deshacerse del preservativo, antes de acercarse nuevamente a él y besar sus labios.
— Mita...
— Tranquilo. Me gusta hacer eso.- Le sonrió el Omega, mientras una de sus manos había vuelto al ataque, apretando suavemente el nudo, arrancándole un gemido al Alpha.- Ahogáme de vez en cuando.
— Me va a costar trabajo acostumbrarme a eso.- Bromeó el peli-violeta, aceptando las atenciones que su pareja le daba.- Pero te daré el gusto.
— Tengo una garganta bastante profunda y flexible.- Replicó Asmita con la sonrisa arrogante que le caracterizaba.- Dame el beneficio de la duda, y te aseguro que no te arrepentirás.
— De acuerdo.- Cedió Kardia con una pequeña sonrisa, correspondiendo el beso de Asmita.- Te amo.
— Y yo a tí.
Pero mientras para algunos la noche marchaba de maravilla, para otros parecía una horrenda pesadilla.
Al otro lado de la ciudad, en el piso más alto de un lujoso edificio, un Delta bebía vaso tras vaso de licor como si no hubiera un mañana, en un vano esfuerzo de ahogar sus penas.
— Aspros, ya deja eso.- Mencionó su única compañía además de sus botellas y vasos.- Ya fue suficiente.
— ¡Yo decido cuando es suficiente, Defteros!- Gritó furioso cuando su gemelo intentó quitarle el vaso lleno de whisky de la mano.- ¡¿Qué no tenías una "gran" cena con tu Omega?!, ¡ya vete y déjame sólo!
— No voy a dejarte sólo en este estado.
— ¡Cómo si fuera la primera vez que bebo, Defteros!- Gruñó en réplica.- ¡Puedo cuidarme sólo, no necesito tu lástima!
— No es lástima, Aspros.- Respondió el moreno.- Eres mi hermano. Solo me preocupo por tí. ¡Mira como estás!
— ¡¿Y cómo quieres que esté después de toda la mierda de hoy?!- Gritó el mayor, lanzando el vaso contra el suelo.- ¡Esa maldita bruja jodiendome todo el puto día, después me entero que Asmita me cambió por ese estúpido Alpha, y para rematar, apareces respaldando a la maldita de Úrsula para decirme que no es solo un estorbo con el que tengo que lidiar, sino dos!
— ¡Con un maldito demonio, Aspros!- Gruñó el menor, usando su voz de mando, harto de la actitud de su gemelo.- ¡Ya supera de una maldita vez a Asmita y asume tu responsabilidad de una puta vez! Entiende que él es libre de hacer lo que le dé la gana, y tú debes empezar a actuar como un hombre y dejar de comportarte como un idiota.
Aspros no respondió nada, mordiéndose los labios con impotencia. Sintiéndose indefenso ante las duras pero ciertas palabras de su hermano.
Cuando llegó a su hogar y recibió a ambos, Defteros lucia inusualmente emocionado, y Úrsula nerviosa. Esa actitud no era propia de la Beta, y de inmediato supo que algo no andaba bien.
Cuando Úrsula le dió la noticia de que esperaba gemelos, perdió la cabeza por completo. Solo pudo levantarse de su asiento con brusquedad, tirando de sus cabellos con desesperación, mientras le reprochaba a la rubia con cuánto insulto llegara a su mente.
Defteros terminó interviniendo, evitando a duras penas una confrontación física entre ambos, permitiéndole a Úrsula huir.
Le tomó varios minutos calmarse, antes de dirigirse a su mini-bar y comenzar a beberse cuánto contenido encontrara.
Al final, Defteros terminó llamando a Sísifo para explicarle lo sucedido y que no podría llegar a tiempo. Pero Aspros ni siquiera prestó la más mínima atención a eso.
— Lo siento...- Murmuró después de un largo silencio tenso.- De verdad lo siento, Def...
Defteros se mantenía a unos cuantos metros, con sus brazos cruzados sobre el pecho. Pero al ver a Aspros derramar unas lágrimas, le fue imposible mantener su semblante serio, sintiendo pena por él.
— Por dios... Soy un maldito desastre.- Sollozó el gemelo mayor, cubriéndose el rostro con ambas manos.- Soy un maldito fracaso...
Finalmente, el bondadoso corazón del gemelo menor no pudo soportar ver a su estirpe llorar de esa forma, acercándose a él para abrazarlo y permitirle desahogarse en su pecho... Igual que cuando eran solo unos niños.
— Tengo miedo, Def...- Murmuró entre sollozos Aspros.- Tengo mucho miedo.
— Todo estará bien.- Susurró el menor, acariciándole el cabello.- Siempre voy a estar contigo, Aspros. Pero en serio debes empezar a cambiar.
— Te prometo que lo haré, Def.- Asintió con lágrimas en los ojos el mayor.- Te lo prometo... Pero por favor no me dejes sólo tú también.
Defteros solo asintió, abrazando a su hermano en silencio. Sabía que su hermano no era un hombre intachable y perfecto como se esforzaba en aparentar en la compañía, pero no se sentía con el coraje suficiente para darle la espalda y dejarlo morir sólo.
Después de todo, Aspros siempre había estado para él cuando eran niños. Le era imposible no sentir una pequeña deuda con su hermano... Sin duda, los siguientes meses no iban a ser nada faciles. Pero quizás la llegada de los gemelos finalmente haría a Aspros entrar en razón. O al menos, eso quería creer.
Igual, que cierto Omega de cabellos castaños, quería creer que podría continuar de esa manera por el resto de su vida. Ser siempre desplazado y dejado de lado por su Delta, si su cuñado aparecía en el radar...
Amaba a Defteros, de eso no tenía duda. Pero cada vez era más difícil lidiar con Aspros irrumpiendo en sus vidas de un modo u otro, y Defteros siempre cubriéndole la espalda, solucionando sus problemas y cargando con sus responsabilidades.
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