💎13💎
Peridot se hallaba regando sus preciadas plantas como todos los días, dándoles la atención y el cuidado que se merecen. En especial a sus semillas plantadas en frente de su hogar. Sus amados girasoles. Los pequeños brotes ya eran más que visibles. Sacudió las manos tratando de librarse un poco de la tierra húmeda y contemplar su pequeño jardín en proceso.
Todo estaba en orden, sólo faltaba documentarlo en su tableta. Tomó una foto de los brotes, registrando su avance, sonriendo para sí al recibir resultados favorables. Peridot pensaba enseñar sus conocimientos sobre la jardinería a sus amigos, claro, si todo salía perfecto. Y así será.
Observó la hora en pantalla y luego de sacarse toda la mugre de encima se encaminó a lo que sería la próxima Torre Central. La gran estructura hexagonal estaba teniendo un progreso favorable, las gemas que ayudaban con ésto se esmeraban a lo grande, el andamio de Bismuto se había colocado más de la mitad. Según Peridot, terminarían antes del tiempo estimado.
—Buenos días, Peridot. —saludó una voz familiar, la susodicha observó a un costado suyo topándose con A17. Se veía diferente a comparación del día anterior, algo brillante y medianamente translucida, Peridot no pudo evitar hacer una mueca.
—Ah, buenos días... ¿Alejandrina? Te ves extraña. No te ofendas.
La otra gema soltó una carcajada ante el tono de su voz, otra A17 apareció a un costado suyo sin previo aviso, saludando. Peridot no pudo evitar soltar un grito.
—Somos hologramas. —aclaró la primera.— A17 intenta hacer sus proyecciones ligeramente diferente, al menos para que puedan diferenciarnos de ella y no causar confusiones. ¿Debería dirigirme así o lo dejamos como nosotras? —cuestionó a la otra holograma.
—No lo sé, es confuso.
—¿Pero no sería más confuso para los demás si nos dirigimos como una sola aunque lo somos?
—Tienes razón. Mejor nos dirigimos como "ella" y "nosotras". Individuos diferentes.
—Bien. Será más sencillo.
Peridot volvió a realizar una mueca extraña al presenciar aquella conservación. Sacudió la cabeza, volviendo a hablar.
—¿Y dónde se encuentra la verdadera Alejandrina?
—Oh, no vendrá. Tiene planes.
—Pero eso no quiere decir que deje a un lado sus responsabilidades. —continuó la otra proyección.— Nosotras nos encargaremos. Aunque, claro, es ella misma después de todo.
—Ya me quedó claro esa parte. —concluyó la gema verde.
[🌹]
Resulta divertido para Connie observar la situación ante ella, la gema exploradora admirando de cerca la palma del joven mitad gema, observando cada línea con atención como sus ojos le permitían.
Resulta que, Alejandrina descubrió recientemente acerca de las huellas dactilares y como era de esperarse, Steven decidió ayudarla con lo que podía, sólo que no se imaginó que sus propias manos serían partícipes de ello. Ya había examinado las palmas de la muchacha, a Connie no le resultaba extraño sino realmente divertido. Ahora, el otro joven era el vivaz conejito de indias para la gema.
El cuerpo de Steven se mantenía tieso ante el tacto de Alejandrina, y no cualquier tacto breve como era costumbre, sino que ésta realmente se tomaba su tiempo para observarlo. Connie bebió su cartón de jugo con calma, sacó su celular para capturar el momento en el que su amigo se encontraba, riendo en silencio.
—Humm... El patrón de líneas es completamente diferente a la de Connie. Es increíble. —habló Alejandrina, sin apartar la mirada de la mano de Steven.— Es una lástima que las gemas no lo tengamos naturalmente, es decir, podríamos formarlos pero no sería lo mismo. Incluso se ve complicado.
—Un bajo porcentaje de personas nacen sin huellas dactilares, en las yemas de los dedos. Es lo que llegué a aprender en clases. —informó la muchacha. Alejandrina elevó la mirada en ella, su color de piel había cambiado.
—¿De verdad?
—Así es. —intercambió miradas con el de rizos, buscando respuestas ante lo que acababa de pasar. Cambió de tonalidad. Steven aplana sus labios ante la situación. Connie abrió levemente la boca, titubeante al hablar.— Uh, Alejandrina. ¿Cómo hiciste eso? Es fascinante.
—¿Hacer qué?
—Cambiar de color.
La gema llevó la mirada a sus manos, soltando las manos del híbrido con rapidez. Soltó un suspiro con pesar. Estaba harta que eso pasara sin previo aviso.
—Sí, yo... No es nada. Es un efecto secundario. —comentó, ante otro color plateado hacerse presente en ella, se obligó a sí misma volver a su tono habitual. Soltó una risita al regresar su atención en ambos.— Nada de qué preocuparse.
Connie movió los labios otra vez, para hablar. Steven decidió hacerlo primero.
—Ey, ¿quién tiene hambre?
—¡Yo! Me encanta esta bebida. No dejo de ingerirlo. —A17 estiró la mano hasta el centro de la manta y arrastró su jugo de frutas hasta su ubicación. Manteniendo la boca ocupada, cambió su campo de vista hacia el faro que se alzaba del otro lado de la colina.
Habían organizado un pequeño picnic en la famosa colina que conectaba con el templo y la casa de Steven. El sol se hallaba en lo más alto del cielo, siendo de vez en cuando, oculto por las nubes blancas. No erradiaba demasiado calor ese día, sintiéndose incluso agradable con el mecer del viento.
Steven deslizó la mirada a la gema sentada a un lado suyo, quien mantenía su atención a lo alto de la colina. Connie aún no estaba consciente de aquella habilidad de su parte y en cierto modo, Steven se sentía culpable a que la incomode con el tema. Alejandrina cambió su visión hacia el joven híbrido al presenciar su permanente mirada en ella y ambos lo mantuvieron con naturalidad.
—¿Crees que a tus hologramas les esté yendo bien en el Little Homeworld? —preguntó Steven de repente.
—Por supuesto, nunca me fallan.
—¿No es complicado mantenerlas al margen estando alejada de ellas?
A17 soltó una risa:— Te sorprendería la distancia en la que hemos estado en el pasado.
El muchacho dio un mordisco a su emparedado, atento, esperando la explicación que no llegó.
—¿Cuáles hologramas? —prosiguió a cuestionar Connie, aún con el cartón de jugo en manos.
—Soy capaz de proyectar hologramas idénticas a mí con ayuda de mi gema. —A17 se acomodó en su sitio, apuntando a su gema en el centro de lo que sería su pecho.— He estado intentando evitar lo de la "apariencia identica", llegué a confundir, incomodar y/o asustar a varias gemas con eso en el Little Homeworld.
—Wow, ¿hologramas? Creí que sólo Perla podía hacer hologramas de sí misma.
—Créeme, no son como las de Perla. Alejandrina podría llegar a confundirte de verdad. —añadió Steven con una risilla.
—¿Quieres que te enseñe?
—¡Por supuesto! —respondió Connie, sonriendo en par.
La gema hizo a un lado su jugo de frutas y se puso de pie. Dio unos pasos atrás, cerró los ojos y su gema empezó a brillar, bajo la atenta mirada de ambos jóvenes, en un parpadeo otra gema idéntica a ella se encontraba parada a su derecha. Por el repentino asombro Connie llegó a atragantarse con su jugo en cartón.
—¿Y bien?
—¿Qué te parece? —completó la holograma. Esta vez A17 no había añadido aquel toque peculiar que las otras hologramas tenían en el Little Homeworld.
La castaña se tomó un momento para volver a la normalidad. Se acercó a ambas, buscando alguna cosa que, tal vez, pudiera diferenciarlas.
—Es realmente fascinante, comprendo a las gemas confundidas al verte doble. O quién sabe cuántas veces. —no pudo contener su risa. Connie volvió a inspeccionar la cabellera de ambas y la altura, incluso esos lo tenían parejo.
—Bueno... —la holograma de su derecha habló, alargando la palabra y caminando al alrededor de la muchacha.
—No siempre es a mí a quien pueden ver doble. —siguió A17, formando una sonrisa ladida.
—En algunas ocasiones —la holograma se detuvo del lado derecho de Connie, apoyando un brazo sobre su hombro y luego empezó a brillar, cambiando de forma. Connie brincó del susto al ver en quién se había clonado.—, también ven doble a otras gemas o personas, si esa es la intención.
—¡Oh por Dios! —Steven se soltó a reír ante la escena.
La holograma había adquirido la forma exacta de la joven muchacha. Mismo color de ojos, misma cabellera, tono de piel, estatura, vestimenta, todo. Connie se alejó varios pasos de ella, estupefacta ante lo que acababa de pasar, sin parpadear mantuvo la mirada en la otra Connie. Inclinó la cabeza a un lado, la otra imitó su acción, unió las cejas ante eso y de igual forma ésta la imitó. Como si fuera su reflejo.
—Santo cielo —murmuró.—, ¿en serio mi cabello se ve así? ¿O sólo yo lo noto disparejo?
Volvió a hacer varios gestos, esta vez más divertidas, la holograma seguía imitando sus acciones; elevando un brazo, del otro lado, moviendo los dedos al aire, una mueca, un raro movimientos de caderas... Connie soltó una risa ante lo último junto con los demás. La holograma volvió a su apariencia original.
—Eso fue divertido. ¡Hagámoslo de nuevo! —exclamó la proyección, más alegre de lo que Alejandrina se hubiera visto antes. Llevó la mirada a el joven sentado en el césped y entrecerró los ojos con una sonrisa. Steven dejó de reír al verla cambiar de forma nuevamente, abriendo los ojos más de lo normal.— ¡Ey, hola! Soy Steven Universe, ¡bienvenidos a la Tierra! —eleva los brazos con entusiasmo sin borrar su sonrisa.
—Yo no sueno así.
—Pero sí te ves de esta forma cuando lo dices. —remarcó, volviendo a su forma original.— Tal vez no sea buena imitando voces pero sí presto atención a los detalles.
—Bien, siendo honestos —habló Steven, inclinándose ligeramente hacia atrás, acomodándose en su lugar.—, no me imaginé que podrías llegar a hacer una cosa así con tus proyecciones. Sí, las gemas cambian de forma, pero tú llegas a ser realmente increíble en ello. Eres fascinante, Alejandrina.
A17 no pudo evitar sonreír a la par ante sus palabras, él devolvió el gesto.
—¿Cuántos hologramas logras hacer? ¿Existe un límite para esto? —pregunta Connie. Obteniendo nuevamente su atención.
—Esa es una excelente pregunta. —responde la holograma.— Cada proyección es una parte de ella, como ella lo es de cada una de sus proyecciones. Creo que depende de cuánto pueda aguantar la verdadera Alejandrina, las hologramas consumen energía.
—Sí y hablando de eso —interrumpe A17.—, ya tengo suficientes hologramas trabajando en el Little Homeworld. No necesito otro más que consuma mi energía en vano. Así que, adiós. —la proyección se esfumó en un simple chasquido.— La próxima vez lo haré cuando no necesite estar en dos lugares al mismo tiempo.
—Esa capacidad me ayudaría bastante en innumeradas situaciones. —comentó el muchacho.
—Ni que lo digas. Desearía ser capaz de algo así. —añadió Connie, volviendo a tomar asiento en el césped.
Con el pasar de las horas, la luz del sol llegó a camuflarse entre tantas nubes, lo cual era un alivio de cierta forma para las personas que iban paseando por la pequeña ciudad, y la brisa resultaba agradable al roce de la piel. Llevaban un poco de tiempo sin lluvia, tal vez aquello estaba a punto de cambiar.
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[...]
.
Alejandrina observaba con atención su tasa de café en manos, soplando con precaución antes de colocar sus labios sobre ésta y beberla. La última y única vez en beber café había sido cuando Steven la encontró entre la tormenta, confundida, sola y rota, había pasado tiempo desde aquella vez, unos tres meses, más o menos. Fue complicado adaptarse al nuevo mundo pero iba mejorando a medida que pasaba los días.
La adaptación es una de sus funciones como exploradora, pero no esperaba llevarlo a cabo como estilo de vida. Con el nuevo mundo de gemas y humanos, conviviendo entre sí.
—Entonces, ¿planeas hacer una fiesta sorpresa para Connie? —preguntó sorbando por última vez de su tasa. Steven dejó de prestar atención a su lista de pendientes y ubicó la mirada en ella.
—Esa es la idea. Es sólo que, ha hecho muchas cosas por mí y quisiera devolverle el favor. Aunque nunca será suficiente para agradecerle.
—Own. Eso es muy dulce de tu parte, Steven. —sonrió, dejando la tasa con cuidado sobre la mesa y juntó sus manos.— No sé todo acerca de un aniversario del nacimiento humano pero ayudaré en lo pueda.
Steven soltó una risilla al oír cómo había nominado al día de cumpleaños.
—Gracias, Alejandrina. —se acomodó en su silla, observando la lista entre sus manos. De modo inconsciente llevó el lápiz entre sus dientes, mordiéndolo. Al percatarse de ello, luego de unos largos segundos, endereza la espalda.— Las decoraciones son sencillas de conseguir, ir a la tienda bastará. Los comestibles lo hablaré con los demás. Enviar las invitaciones me resultará algo difícil, no soy bueno en la redacción. No planeo escribir de una manera formal, después de todo sólo será entre algunos amigos. Suelo investigar las palabras en internet ante de escribir algo, queda más que claro que no soy bueno para esto.
—Uh, entonces, podemos intentarlo juntos. Resultará algo de ello.
Ambos dieron ideas para la redacción, soltando de vez en cuando oraciones sin sentido aparente, borrando en más de dos ocasiones varias palabras del escrito. Media hora después y una tasa de café vacía, se conformaron con un texto de siete líneas. Todo aquel tiempo resumido en siete simples líneas. Era mejor que nada.
Steven lo pasó a su celular como borrador, para luego añadirlo en un mensaje rápido que enviaría a todos sus contactos. Soltó un suspiro de alivio como si aquello fuera lo más difícil que hubiera realizado en la vida.
—Listo. Está enviado. Una cosa menos de la lista de pendientes. —comentó Steven, echando un vistazo a las afueras de su hogar, captando nubes grises acechando en el cielo.— Sólo espero a que el clima mejore para entonces.
—¿Y cómo sabes si la invitación fue entregado de manera exitosa?
—Lo indica en el mensaje. —eleva la mirada en A17.— Por cierto, sólo para que quede en claro, también estás invitada a la fiesta, Alejandrina. —ella asiente con la cabeza. Una notificación hace volver su atención a la pantalla de su celular.— Ey, Lars ya confirmó su presencia. El mensaje ya fue entregado a la mayoría, incluso Connie.
—Ah, excele- ¿¡Qué!? —exclamó la gema, apoyando las manos sobre la mesa. Steven se sobresalta al captar lo que acababa de hacer, provocando que casi cayera de espaldas de la silla.
—¿¡Añadiste a Connie!?/¿¡Añadí a Connie!? —entraron en pánico absoluto.
—¿¡Cómo se me olvida excluirla de los contactos al enviar la invitación!? —Steven se pone de pie, alejando el dispositivo de sí mismo, como si aquella acción solucionara algo.
—¿Existe algún modo de anular el mensaje?
—No. No lo hay. La vida sería más fácil de ese modo, por eso no existe.
—¿Entonces qué hacemos, Steven?
—No lo sé. ¡No lo sé! ¿Qué tal si...? —la gema lo miró atenta. Pero al rato se retracta él mismo.— No, no creo que funcione.
—¡Uh, finge demencia! Ah, olvídalo, acabo de escucharme.
El muchacho se llevó las manos a su cabellera, haciendo trabajar su cabeza a mil por horas. No podía echar todo a perder por un error como ese, pero no tenía idea de cómo solucionarlo. Alejandrina recorría la mirada en toda la sala, ideando algún plan para zafar a Steven de aquella situación. Caminaban de aquí a allá, nerviosos con cada paso que daban. Por un momento, Steven se detuvo en seco captando la atención de la gema, la miró directo a los ojos, su expresión no era del todo segura, Alejandrina se tensó al sostenerle la mirada.
—Hay que borrar el mensaje desde su teléfono. —mencionó Steven, casi en un susurro.
—¿Y cómo planeas que hagamos eso?
Su pecho se infló capturando un poco de aire y juntó sus manos, jugando con sus dedos, sin sentir orgullo por lo que planeaba hacer.
—No te gustará la idea.
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¡Hola de nuevo! Wow, me tardé un poco en volver a actualizar esto. ¿Lo sintieron largo? Lo hice un poco más largo de lo normal, sólo un poco, espero no les haya aburrido :c
El próximo capítulo lo tengo en mente desde el momento en que hice el orden cronológico de esta historia, así que espero lo disfruten como yo 🌹✨
No tengo mucho qué decir, sólo espero que se encuentren bien a pesar de todo. 💕 Si tienen alguna duda o sugerencia, no sientan pena en dejarlo en los comentarios.
Hasta la próxima actualización. ¡Los quiero, cuídense! 💖✨
-Yellow🌙-
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