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El manto de estrellas en el cielo era una obra de arte para cualquier ojo humano o gema. La Noche de la Fogata había llegado al fin, todos se encontraban bastantes emocionados. Poco a poco, varias gemas y personas iban llegando a la playa, lugar donde se llevaba a cabo el evento. Habían colocado varios postes de madera, los globos de papel con luces en el interior quedaban perfectos, el escenario bastante iluminado con varios instrumentos listos para ser ejecutados. La sección de juegos se encontraba a varios metros de distancia, y como la fiesta y algunos juegos involucraban fuego, un carro de bomberos estuvo presente por precaución esa noche, así como las gemas del agua y hielo también estaban atentas ante cualquier incidente.
Los organizadores de la fiesta habían pensado en todo.
El viento podría volverse helada a orillas del océano y aún más al caer la noche. La joven castaña subió un poco más la cremallera de su abrigo a medida que avanzaba, su madre le había advertido de las consecuencias de no ir preparada y fue un alivio que haya obedecido y haber traído aquel abrigo. Buscó con la mirada a su amigo entre la multitud, era extraño no divisar una chaqueta rosa por ahí. Sacó el celular del bolsillo y se dispuso a mandar un mensaje.
—¡Connie!
El dispositivo entre sus manos resbaló al oír aquella inconfundible voz llamarla, sujetó con fuerzas el celular y lo apoyó contra sí, evitando que éste callera a la arena.
—¡Ya no hagas eso! —lo oyó reír a medida que iba acercándose a su ubicación.— Un día de estos mi celular quedará echo trizas contra el suelo.
—¡Llegaste! Creí que no vendrías —ambos se dieron un corto abrazo como saludo.—, habías dicho que tus padres tomarían el turno noche.
—Así fue. Pero luego de tanto insistir logré que accedieran, claro, papá volverá por mí y tendré que regresar más temprano a casa, su turno empieza a las diez. Como sea, puedo disfrutar de la fiesta durante unas cuántas horas.
—Eso es genial. Vamos, únete a nosotros.
Ambos jóvenes dieron paso entre la multitud. Aunque Connie haya participado del evento el año pasado, pareció presenciar más personas y gemas esta vez, logró divisar a varios grupos de gemas y personas, y no precisamente de una sola categoría sino también grupos mixtos. La música sonaba bastante agradable, a un volumen adecuado el cual podrías charlar sin necesidad de elevar tanto la voz. Su mirada recayó en la espalda de su amigo antes de perderlo de vista, y aceleró el paso, Steven fue acercándose a Perla y Garnet, cerca del escenario. La joven humana las saludó con una sonrisa antes de llegar siquiera con ellas.
En el lugar apartado para las actividades recreativas, tres gemas competían en averiguar quién de ellas lograba cruzar el camino de fuego primero. La mayoría solía rendirse a mitad del camino.
Una gema de fusión anunció la cuarta ronda de salida. Amatista era quien seguía ganando esas rondas, se colocó en la línea de salida esperando a otras dos gemas para unirse al juego, esta vez vio a Biggs Jaspe y Alejandrina colocarse junto a ella. La pequeña gema enderezó la espalda y soltó una risa.
—¿En serio quieren seguir haciendo esto? Digo, he estado ganando unas tres veces seguidas. ¡Mis pies están que arde! —elevó los brazos con entusiasmo. La exploradora observó precisamente los pies de la contraria, parecían salir una pequeña humareda de ella.
—Sí, parece una opción.
—No entiendo cómo es que un ego tan grande pueda caber en ese cuerpo. —respondió la gema con tres cuernos frotando la cabeza de Amatista, enfatizando su pequeña altura en medio de ambas. Ésta soltó un quejido al apartar sus manos de ella.
—¡Amigos, iniciemos con la cuarta ronda! —volvió anunciar la fusión. Las tres gemas se colocaron en posición, Rodonita estira un brazo con una pequeña bandera en manos.— En sus marcas. Listos. ¡Fuera!
Las tres gemas dieron paso sobre el camino ardiente, dando pequeños quejidos a medida que avanzaban. Apretando la mandíbula Biggs tomó ventaja, Amatista aceleró el paso ignorando el fuego bajo sus pies, en cambio, Alejandrina no pudo dar más pasos y se hizo a un lado, metiendo los pies bajo la fría arena, su piel se había tornado lila por el dolor desde que había puesto un pie en aquel camino de fuego. Biggs divisa a la pequeña gema alcanzarla, estaba cerca de la meta, podía ganar. Podía hacerlo. Pero no lo hizo. A pocos metros de llegar se dio por vencida y se hizo a un lado, liberando a sus pobres pies de la tortura. Amatista logró cruzar a duras penas, tirándose también en la arena al asegurar su victoria.
—¡Y Amatista vuelve a ganar! —anunció Rodonita, seguida de los vitoreos por parte del público a su alrededor. La fusión de cabellera oscura y morado se acercó a la ganadora.— Creo que será mejor que descanses, Amatista. Tus pies te lo agradecerán.
La morada, aún tirada boca abajo, elevó el pulgar en señal de aprobación. Las palmas de sus pies sí que ardía. Se incorporó y tomó asiento en el mismo lugar para descansar, divisó a Biggs Jaspe soplar sus pies y ser elogiada por su esfuerzo, aquella gema por poco le arrebataba el trono; así lo creía Amatista. Estuvo cerca.
—¿Cómo es que logras aguantar esto? —una gema de cabellera verde mar la acompañó en el suelo, Amatista no pudo evitar reír por sus muecas de dolor al verla caminar segundos antes.
—¿Qué te digo? Soy increíble. —recibió un leve empujón por parte de Alejandrina, su carcajada aumentó.
—Es en serio. Estrellas, no pude lograr avanzar siquiera un metro luego de poner un pie sobre eso. —otra ronda se llevaba a cabo en ese momento pero sólo de personas, observó la partida con atención y la manera en que todos se daban por vencido a mitad del camino.— ¿Cómo logran los humanos divertirse con el dolor?
—¡Amiga, lo piensas demasiado! Es sólo diversión. Sí, podrían salir heridos pero sólo si se quedan sobre el camino en llamas mucho tiempo, lo cual no sucede. Como puedes ver, no llegan a la mitad. Además —extendió el brazo en dirección al carro de bomberos.—, todo está bajo control. Perla no permitiría un descuido como ese.
—Sí, en eso tienes razón. Hicieron un buen trabajo con la fiesta. Todos. ¡Aún no puedo creer que esté presenciando una!
—Y aún no visitas la mejor sección de todas. —sus pupilas se agrandaron a igual que su sonrisa. Alejandrina frunció los labios, deduciendo con aquella característica suya a qué quería llegar.
—No me digas. Comida.
—¡Comida!
La morada no dudó en ponerse de pie y arrastrar a la exploradora consigo entre la multitud. Sus pies ya no dolían como antes, pero para la otra gema, aún ardían. Su tono de piel la seguía delatando, y no podía evitar los quejidos de dolor.
Amatista siguió dando pequeños empujones a su espalda mientras avanzaban. Atravesando la mitad del lugar para llegar al otro extremo. Perla pudo ser testigo en cómo la más alta iba siendo dirigida por la pequeña gema a vaya saber dónde, mientras pasaban a unos metros de su ubicación. Oyendo la voz de la joven humana al lado suyo, no apartó la mirada de ambas extrañas gemas moradas. Puesto que, Alejandrina seguía con aquel otro tono de piel.
Steven siguió la mirada de Perla, siendo partícipe por unos leves segundos de aquella escena. Ambos intercambiaron miradas confusas.
—Ya lo he dicho antes, Amatista. No volveré a comer nada que haya respirado antes. —recordó A17, una vez hayan llegado a su destino.
—Esa es la mejor parte, hay una variedad en cuanto al buffet de este año.
La mesa en frente a ellas disponía de unos cuantos metros de largo, con una variedad justa de comestibles. Era difícil no hacerse agua a la boca al contemplar los pastelitos con glaseados coloridos y azúcar en polvo, los cuales ya iban quedando pocos, las migajas en aquellos platillos eran notables. Galletas, chocolates, casadielles, rollos de canela, y varios postres deliciosos a la vista. Pizza, ensaladas, frutas, hamburguesas..., ¿había algún comestible sobre aquella mesa el cual no fuera un deleite para el paladar?
Alejandrina quedó observando la mesa con los brazos cruzados, no pudo evitar arrugar la nariz al recordar el día en que había probado la carne. No soportaba la idea de consumir algo similar estando consciente de ello.
Amatista se contuvo en babear sobre toda la mesa y estiró el brazo, empezando armar una torre de comida chatarra a su paso; dos rebanadas de pizza, tres rollos de canela, un pedazo de tarta, chocolate y una pequeña fresa en la punta de su torre para decorarlo. Abrió la boca tan grande como pudo y se los comió de un bocado bajo la atenta mirada de varias personas a su alrededor. Se limpió los labios y elevó la mirada en A17, quien sólo aplanó los labios y desvió su campo visual de ella.
—¿Qué?
—Es increíble que aún no me acostumbre en verte comer de esa manera.
—¡Oh! Casi lo olvido. —la albina corrió a un extremo de la mesa y lo señaló como si fuera algo completamente innovador.— ¡Tadah! Comida vegana.
—¿Comida venganza?
—No. Vegana. Steven dijo que se trataba algo así como comida hecha de otras cosas que no incluya producto animal. Césped, supongo, no lo sé. No presté mucha atención a su explicación. Pero sí sé que toda esta sección —movió un cartel en dirección de la exploradora, indicando en escrito lo que Amatista aseguraba.—, es vegano. O en idioma Ale, "comida sin seres que hayan respirado antes".
A17 se acercó en direccion a la otra gema, parpadeó varias veces, observando aquellos alimentos. Entre abrió los labios para decir algo pero no pudo. Dejó caer sus brazos y mordió sus mejillas internas antes de pensarlo bien y hablar.
—¿Porqué decidieron agregar esto al menú de este año?
Con la boca llena, Amatista se encogió de hombros al estirarse por una rebanada de tarta, masticó los más rápido que pudo para responder. Aún así, sus palabras no fueron muy entendibles.
—Fue idea de Steven. —pronunció al fin. La otra gema enarcó una ceja.— Dijo que la fiesta no sería "para todos" si había alimentos de un sólo tipo. No fue tan difícil conseguirlos, Lars se ofreció en prepararlos, creo que piensa abrir una pastelería o algo así, e intentó formar parte de esto. Ya los he probado, no están tan mal. Aunque me quedo con estos de aquí. —le dio un mordisco a su tarta, a medida que iba sujetando en manos varios otros comestibles de su elección.
Los ojos de Alejandrina se deslizaron hacia los platillos veganos. Fue un detalle agradable que Steven haya sugerido agregarlo al menú de este año, para -según él- ser más variado, aunque esa razón no fuera la más acertada.
Estiró la mano para agarrar un bocadillo y lo elevó hasta sus labios, observando por un leve momento aquella masa dulce. Debía probarlo ya o el brazo se le cansaría. Infló el pecho y acercó aquel comestible a su boca, lo masticó con cautela y le sorprendió que su sabor le pareciera exquisito. La comisura de sus labios se extendieron al estirar el brazo una vez más y sujetar otro comestible.
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Los aplausos del público se hacían presente una vez más luego de ver y oír la presentación de otro individuo, el espectáculo en sí resultaba improvisado para algunas personas y gemas, ya que, pasaban a compartir sus habilidades con el público. Algunas personas subían a realizar karaoke, trucos de magia, contar chistes, bailar, entre otras cosas, la gemas igual, aunque consistían en mezclar sus habilidades con otras gemas sólo por diversión, como un par de gemas de hielo y agua, en el cual realizaban figuras con aquellos elementos de forma separadas.
El joven híbrido siguió avanzando y observando su alrededor, seguido por otra joven humana de chocolate cabellera. A Steven le llevó sólo unos minutos divisar a su objetivo a la distancia, de modo inconsciente sus labios formaron una sonrisa y sin apartar la mirada aceleró el paso.
—Hola, Alejandrina. —exclamó él llamando su atención. La gema desvió la vista del escenario y cayó en su persona, elevando la mano para saludarlo desde allí.
Connie se apresuró en seguirle el paso a su amigo; por alguna razón había avanzado muy de prisa.
—Hola, Steven. —saludó A17 una vez ambos hayan llegado a ella. Observó a la joven humana al lado del mitad gema, regalando una amigable sonrisa, entonces la gema imitó su acción.
—Quiero presentarte a alguien. —habló él, apoyando una mano sobre el hombro de la joven.— Ella es mi amiga, Connie.
—Un gusto conocerte al fin, Alejandrina.
—El gusto es mío.
La mano de la exploradora se dirigió a ella, extendiéndole la mano. Siendo el primer contacto aprendido de su parte con los seres humanos era obvio que haría eso con todo aquel al cual conociera. Connie bajó la mirada a su mano, aunque no había dado indicios que ella la saludaría de aquel modo -ya que los suyos morían de frío- de igual forma correspondió al saludo con gentileza.
—¿Hace cuánto llegaste a la Tierra? —preguntó. Los ojos de la exploradora se deslizaron por algún motivo hacia el chico y luego la regresó a su persona.
—Es complicado decirlo con exactitud, pero me he instalado en el Little Homeworld desde hace pocos meses.
—Espero que la Tierra te haya tratado bien. —añadió Connie sin borrar su sonrisa.
—Mejor de lo esperado.
"Agradable". Es como la exploradora define a los humanos con quienes ha interactuado a lo largo de su viaje hasta la actualidad, y por supuesto, Connie no era una excepción. Para sorpresa de Alejandrina fue sencillo conversar con la joven terrícola, por unos instantes había dudado siquiera en realizar las respuestas o preguntas correctas; como la gema morada solía recalcar el hecho que solía pensar las cosas de más, y a veces lograba meter la pata.
Las horas pasaron una vez que el trío de individuos decidieron tomar asiento sobre la arena, conversando entre sí y observando el acto de quienes subían al escenario. Esta vez, fue una mujer quien subió a contar algunos chistes. Ambos jóvenes reían junto al resto del público ante las ocurrencias de aquella persona.
Steven estaba tan sumergido en el acto que tardó en percatarse que la gema sentada al lado suyo no había emitido un sólo sonido; una risa, un quejido, nada. Sus ojos se clavaron en ella al darse cuenta de ello.
—¿Sucede algo? —comentó, casi en un susurro. La atención de la gema se posó en su persona al oírlo hablar e inclinó levemente su cabeza hacia él. De modo confidente.
—No entiendo de lo que está hablando.
El chico no pudo evitar soltar una risita por la simpleza de su voz. No sonaba apenada, irritada o siquiera confundida por la situación. No lo entendía, así de simple.
—No te preocupes, sus chistes van más para personas que gemas. No eres la única en esa situación. —de modo sutil señaló con la cabeza, hacia un lado, donde algunas gemas también observaban el acto sin expresión aparente.
A17 las observó y luego intercambió miradas con el joven, no pudo evitar reír al imaginarse con la misma expresión que ellas. El sonido de una notificación detuvo sus risas, ambos llevaron la mirada a Connie, ésta observaba la pantalla de su celular con atención. Sus labios se aplanaron antes de hablar.
—Es mi papá. Me tengo que ir.
—Oh, ¿tan pronto? —cuestionó Alejandrina inclinándose sobre sus piernas para poder observarla del lado derecho de Steven.
—Así es. Es una pena, empezaba a divertime.
El joven de en medio se puso de pie, luego de sacudir sus manos ayudó a la otra castaña a ponerse de pie y por último extendió la mano hacia la exploradora. Ambos acompañaron a Connie hasta el auto de su padre. A la gema le causaba gracia ver el vapor salir de sus labios por el frío de la noche cada vez que uno hablaba. Torpemente trató de imitarlos pero no lo consiguió, las gemas no imitían el calor corporal como los humanos por ende no habría razón de producir vapor.
—Volverás mañana, ¿no? —preguntó Steven, despidiéndose con un corto abrazo, como era costumbre.
—Por supuesto, estaré libre. ¡Los veo mañana, chicos!
Connie regaló una sonrisa antes de girar sobre su eje e ir corriendo junto al auto, donde su paciente padre lo esperaba. Steven y A17 se despidieron con un ademán, hasta ver al auto desaparecer entre las localidades de la ciudad.
—Es agradable. —comentó luego de una pausa en el ambiente. Steven sonrió.
—Me alegra oírlo.
Alejandrina observó la fiesta a los lejos, como si buscara a alguien con la mirada, el joven imitó su acción con curiosidad pero antes de abrir la boca para preguntar, ella decidió hablar.
—Oh, por cierto —añadió, como si acabara de recordar algo sumamente importante.—, fue un detalle muy considerado que hayas incluído comida vegana al menú de este año. Gracias, Steven.
—No hay de qué. —de modo involuntario, el chico metió las manos dentro de los bolsillos de su rosada chaqueta.— Por cierto, ¿qué te parece la fiesta?
Ambos observaron hacia la playa. Las gemas y personas charlando y riendo entre sí, divirtiéndose a su modo, el helado pero agradable viento chocando contra sus cuerpos y el manto celestial haciéndoles compañía era un regalo. Un maravilloso regalo.
—Increíble de ser parte de ello.
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¿Ya han notado los colores que A17 indica cada vez que siente algo? Hasta el momento ya ha reflejado los siguientes colores: Rojo, Naranja, Lila, Azul, Gris, Verde y Dorado.
¿Pueden deducir qué sentimientos transmite en ella cada color? Sería interesante ver sus opiniones al respecto.
Nos vemos en la próxima actualización. ¡Los quiero, cuídense! 🌹✨
-Yellow🌙-
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