💐| EPÍLOGO
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Creo que «la tierra donde los sueños se hacen realidad» está allí, en ese valle, entre la bruma azul
- L.M. Montgomery |Ana la de la Isla
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EL SUNTUOSO verde primavera que se reflejaba en la mirada de Rosaline Tewkesbury pareció cambiar de forma mientras que esta, apoyada en una de las columnas de madera de la gran casa campestre, se mantuvo observando el cielo en lo que este se iluminaba y los primeros rayos solares dibujaban mantos de oro sobre la extensa plantación que se abría paso desde los primeros montículos de tierra junto al porche delantero. Allá, a lo lejos, las montañas parecían verse opacadas por la espesura de las nubes lejanas, casi como si nunca hubiesen estado allí a pesar de que ella sabía que yacían escondidas.
Noviembre era un mes muy movido en Thornfield, desde principios del otoño hasta los últimos días del despiadado invierno. Las nevadas inesperadas que entraban por el noroeste hacían grandes estragos y amenazaban con cubrir y destrozar los cultivos de flores, los invernaderos y el huerto que con tanto ahínco ella y el resto de sus jardineros se encargaban de proteger. Porque sí, la granja de flores, ubicada en un pueblo a 7 kilómetros de la ciudad, se había convertido en el lugar seguro y el legado de Rosaline. Uno que, con increíble esfuerzo y paciencia, logró construir, ayudada por las manos de sus empleados, sus patrocinadores, e impulsada por el recuerdo de sus padres, que siempre caminarían en sus memorias por un jardín lleno de rosas rojas.
Tras esconder el rostro dentro de los pliegues de su abrigo de algodón, la castaña casi podía recordar el día que ella y su primo pisaron aquellos terrenos por primera vez. Tewkesbury era casi tan experto como ella en temas de botánica, aunque nunca se había enfrentado a la idea de crear un cultivo tan inmenso a comparación de una maceta o un patio interior, y Thornfield a primera vista no pasaba de ser una antigua granja lechera llena de tierra muerta.
De más estaba decir que a él le pareció una locura invertir su capital en aquel sitio, pero Rosaline, viendo más allá del paisaje, estuvo segura de que era el lugar correcto.
Tardó un mes exacto en terminar de ablandar la tierra, donde salpicó semillas de margaritas blancas en un intento por ver si sus cuidados surtían efecto, y tras un mes de larga espera, la planta floreció de forma mágica y esplendorosa. Dándole nueva vida al viejo granero.
Al ver aquella llamarada verde en medio del verano, Rosaline cayó de rodillas y se cubrió los labios con una mano, extasiada. El aroma intenso de las flores llegaba hasta el pueblo más cercano y las abejas zumbaban alrededor, ebrias de néctar. La noticia se extendió como la pólvora, y muy pronto, nuevas personas fueron llegando para sumarse al trabajo con sus azadones, sus cubos de agua y sus preciadas semillas, mientras Rosaline les indicaba dónde y qué tenían que plantar.
Construyeron invernaderos y trabajaron de sol a sol cuidando los nuevos brotes. El verde olor del entusiasmo impregnaba la atmósfera, y para cuando llegó la época de la primera floración, muchos nuevos trabajadores se sumaron para cosechar las flores, hacer ramos con ellas y transportarlas, muchas veces conduciendo sus carretas toda la noche, hasta los mercados de flores frescas más grandes de Londres.
Cada ramo llevaba atada una tarjeta escrita a mano en la que se explicaba el significado que Rosaline le daba a cada flor, y a modo de consecuencia, nunca tardaban tanto en venderlas todas y volver a Thornfield con más encargos de flores que hablaban el idioma del corazón de Rosaline.
La esperanza se iba abriendo paso día a día.
Apretando entre sus dedos la carátula del viejo libro que sostenía entre las manos, la joven institutriz y ahora floriógrafa independiente esperaba con impaciencia a que las horas pasaran rápido hasta el mediodía, cuando llegara el momento de regresar a su primera casa. Pero en lugar de permanecer allí quieta sin hacer nada, se dedicó a supervisar las tareas de sus trabajadores siguiéndolos a todos lados como una niña: ayudó a recoger la miel de las colmenas, siguió a Therese y Sophie, sus administradoras, mientras recorrían las hileras de plantas en ambas direcciones e iban cortando capullos nuevos. Ayudó a Owens a preparar agua de rosas con pétalos recién cogidos, y de vez en cuando, se paseaba entre las mesas del taller donde se confeccionaban collares con pétalos, tallos, hojas y cuerda.
A la hora de partir, cuando se subió en la diligencia que la llevaría directo a la estación de trenes, sus empleados se despidieron de ella exclamando: "Que tenga buen viaje, señorita Rosaline", "Vuelva pronto", "La esperaremos para recoger los nuevos brotes" y ella les correspondió agitando una mano, triste por tener que partir, pero contenta de regresar a la ciudad y sabiendo que volvería a la granja para el próximo fin de semana.
Una vez ubicada dentro de su compartimento en el tren, apoyó su cabeza contra el cristal del ventanal y observó como los campos que precedían al espeso bosque ondulaban en la penumbra como si fueran un sueño. Sus pensamientos entonces empezaron a volar, a distanciarse y a darle vueltas como una película, evocando los rostros de personas queridas que estaba deseando volver a ver.
Su prima Daisy, por ejemplo, aún estaba en Paris, estudiando en una escuela de arte para volverse una cantante famosa. No había lugar en el que se sintiera más feliz que en un escenario, cantando o tocando el piano, y eso se lo había hecho saber en su carta más reciente cuando le dijo: "Debiste haberme visto, prima: Los vítores, los aplausos... probablemente te habrías emocionado muchísimo al ver cómo se me saltaban las lágrimas. No hay nada más a lo que quisiera dedicarme en esta vida".
Triunfar en el mundo del espectáculo sin ser juzgado de mala forma era un camino difícil y lleno de baches, sobretodo para las mujeres, pero ¿Cuándo alcanzar un sueño se resumía a algo sencillo para las de su sexo? Rosaline lo sabía, pero también era consciente de que Daisy era fuerte y ambiciosa, y nadie le arrebataría la oportunidad sin haber luchado lo suficiente antes.
Otro personaje del que había tenido noticias hacía poco era Edward Laurence. Su querido Eddie, de sonrisa galante y buen corazón. Lamentaba mucho que su relación hubiese acabado de la peor manera posible, por lo que ahora debía conformarse con las cartas que recibía de su tía, quien de vez en cuando le soltaba uno que otro pedazo de información. Lo último que había sabido Rosaline y gracias a la mujer que antiguamente le había ofrecido trabajo en Escocia, era que Eddie se había comprometido con una jovencita muy sofisticada que conoció en la última Temporada Social, y ambos planeaban casarse en la próxima primavera.
Aquella noticia despertó una calidez reconfortante en el interior de la castaña, quien esperaba fervientemente el día que él se sintiera lo bastante preparado como para enviarle una carta de su puño y letra, actualizándola de su estado, hablándole de su vida y dispuesto a dejar el resentimiento en el pasado para retomar la amistad que su compromiso dañó.
Por último, tan solo quedaba hablar de la elocuente Eudoria Holmes. De quien nunca podías esperar a saber cual iba a ser su próximo movimiento. Actualmente, se encontraba viajando con un grupo de gitanas sufragistas que bordeaban la frontera con Escocia, ayudando a los pobres y reclutando nuevos protestantes. Rosaline todavía encontraba notas firmadas con azulinas hortensias colgadas en las puertas de su granja durante algunas mañanas.
Al caer la noche, su tren arrivó en Londres cuando el Sol se hubo puesto casi por completo. Las imparables olas de hollín continuaban cubriendo espacios por todas partes, mientras el humo ascendía de las chimeneas en un ambiente sucio y caótico, con calles que colisionaban entre sí antes de alejarse zigzagueando en otra dirección.
Deteniéndose un segundo, Rosaline admiró el ambiente animado como cada vez. Era magnífico, aunque ruidoso ¡Muy ruidoso! Con el sonido incesante de las ruedas y los cascos traqueteando por la calzada, los gritos de los vendedores ambulantes y una sensación de prisa por todas partes.
━━ ¿A dónde, señorita? ━━escuchó preguntar al cochero cuando se hubo ubicado en el asiento trasero de la berlina.
━━221 Baker Street, por favor ━━dijo en un susurro, aferrada a su libro y su maleta. La frialdad de la noche bailando alrededor de sus pestañas.
Ya a la mañana siguiente tendría más tiempo de pasarse por el colegio para visitar a los niños y llevarles las nuevas semillas para plantar en la clase de botánica infantil. Por el momento, estaba confiada de que tanto Olivia como Violet y el resto de las institutrices estarían haciendo un trabajo estupendo con las clases y la organización, justo como desde un inicio supo que sería.
El sabor amargo de los momentos que protagonizó en su niñez durante su estadía en el colegio de señoritas la marcó de tal forma que, teniendo el chance en sus manos, no desperdició la oportunidad de ayudar a los que, contrario a ella, no contaron con recursos ni un familiar déspota, pero de palabra, para pagarse la educación que tanto se merecían. Y los niños, así como la pequeña Bessie, con tanta sed de conocimiento que se veían reprimidos por los límites de esa sociedad de clases o privados de un techo donde sentirse seguros, terminaban siempre allí, a las puertas del Colegio Público Katherine Powell.
Este antes había sido una Escuela para Monjas abandonada, con más necesidad de arreglo que sostén en sus paredes, pero así mismo, era todo cuanto el gobierno quiso proporcionarle a base de insistencias por parte de Mycroft Holmes (Sorprendente, lo sabemos). Desde el inicio, acogieron a niños huérfanos y adolescentes de todos los vecindarios pobres de Londres, les dieron de comer, proveyéndolos de ropa nueva, materiales de estudio y una cama calentita en los albergues de la segunda planta. También, apenas unas semanas después de su inauguración, empezaron a recibir bebés en canastas cuyas madres desconocidas abandonaban frente a las puertas, y mujeres desempleadas con familias numerosas se acercaban pidiendo trabajo encarecidamente.
Rosaline comenzó a llamarlas "Las flores perdidas", a todas esas personas, mujeres y niños que terminaban bajo su ala. Que, encogidos y maltratados, poco a poco florecían bajo la luz de los nuevos comienzos.
Al llegar a Baker Street, percibió una luz tenue proveniente de la chimenea al elevar el semblante hacia las ventana, lo que le dio a entender que todavía se encontraban despiertos. Hecho que confirmó cuando, al subir las escaleras, descubrió la puerta del apartamento abierta y una acalorada discusión llevándose a cabo en su interior.
━━Es un caso urgente, Sherlock. A un hombre lo apuñalaron en una pelea de bar y necesita puntos de sutura ━━arguyó firmemente el doctor John Watson, quien para haber empezado a vivir en aquel sitio apenas cuatro meses antes, se había adaptado bastante bien a las manías de su compañero de piso, colaborando en sus casos y soportando sus arranques tanto como Rosaline lo hizo alguna vez.
Sherlock, por su parte, esa noche se encontraba muy perturbado. Al punto de que cualquier cosa dicha o hecha a su alrededor le inquietaba de sobremanera hasta el punto de hacerle perder los estribos.
━━¡Que busquen a otro médico! No te puedes ir cuando estamos en medio de una investigación.
━━Vamos, Sherlock, sabes que te las apañarás mucho mejor sin mí estorbando por los alrededores ━━volvió a insistir Watson, lo que logró molestarlo todavía más.
━━¿Y quién dice? Eres mi colega, es nuestro trabajo analizar el crimen en conjunto.
━━¿Interrumpo algo? ━━Rosaline se había estado acercando dando pasos cortos, en silencio, hasta ocupar un lugar con ellos en el salón. Watson solía decir que ella era tan sigilosa como una sombra, pues no eras realmenre consciente de su presencia hasta que la tenías justo delante.
━━¡Oh, Rosaline! Qué bueno que estás aquí. No creía poder lidiar con esta situación por mi cuenta mucho más tiempo ━━exclamó el doctor, yendo a saludarla rápidamente. La castaña tuvo la ligera impresión de que este era su mecanismo para huir de aquel sitio cuanto antes.
━━Yo también me alegro de verlo, Doctor Watson ━━correspondió ella a su abrazo, desviando su vista reparadora de uno a otro━━ Ahora ¿Quién me va a contar qué está sucediendo?
El moreno señaló a su compañero de piso:
━━Sabes bien que cuando el muerto tiene quien lo cargue pesa el doble, y Sherlock se niega a que le deje solo por la excusa absurda de que ambos trabajamos en el caso del robo del collar de la reina. Por tanto, no me permite ir a ejercer mi oficio.
Abriendo mucho los ojos, Rosaline hizo amago de ladear su cabeza como si no comprendiese ¿Realmente habían llegado a ese punto?
━━Vaya, Sherlock. Sé que le tienes aprecio a tu fiel compañero, pero no sabía que ya no fueses capaz de resolver un caso por tu cuenta.
━━¡Esas son exageraciones de Watson! ━━exclamó el detective, indignado━━ Soy perfecta y enteramente capaz de estudiar el caso por mi cuenta. Pero no veo justo cargar con todo el peso del análisis cuando somos dos en este rollo.
━━Ya no estarás solo, tu bienamada dama acaba de llegar para hacerte compañía ━━agregó Watson, yendo a recoger su maletín que lo identificaba como médico encima del sillón━━ Yo, por mi parte, debo marcharme cuanto antes. Primero he de pasar por una farmacia a por guantes y unas cuantas gazas estériles. Esta noche la sangre correrá a borbotones... en el sentido más sano posible.
Tras suprimir una risa corta, Rosaline lo despidió acompañándolo a la salida:
━━Nos vemos luego, Watson.
Ahora solo le quedaba enfrentar al monstruo.
Dio medio vuelta, hacia el salón donde el fuego de la chimenea crepitaba en un sonido relajante. Sherlock yacía apoyado en el ventanal, con un brazo sobre el cristal y la vista fija en un papel que, apostaba, debía estar relacionado con su caso.
━━No me mires con esa cara ━━le recriminó a Rosaline, lo cual la hizo pegar un respingo porque le resultaba inquietante que él pudiera saber que estaba sonriendo día si ni siquiera la estaba mirando de frente.
━━¿Qué cara?
━━Esa cara. Y esos ojos ━━masculló entre dientes━━ Es molesto.
La fémina se cruzó de brazos, empezando a impacientarse:
━━Pues son los mismos que he tenido siempre, a menos que esta cara haya empezado a desagradarte.
Sherlock se volteó entonces. Sus rizos estaban despeinados, y sus ojos azules la observaban con cierto cansancio.
━━Sabes que no me refiero a eso.
━━Pues si ━━asintió ella a modo de comprensión━━ Igualmente no creo que mi opinión cuente mucho en este sentido, pero sí creo que haz desarrollado una gran dependencia a tu compañero de trabajo. Tanto, que pareces necesitar la visión de Watson incluso para los dilemas que no tienen nada que ver con su campo.
━━No me digas ¿Qué otro absurdo tienes para decirme?
━━Que estoy aquí, y esto... ━━Rosaline le arrebató el papel de las manos y lo dejó encima de una mesa━━ Queda suspendido por esta noche.
Exhausto, su prometido emitió un suspiro, elevando una mano para masajearse las sienes con insistencia.
━━Mis pensamientos me están volviendo loco.
━━Entonces apaga ese brillante cerebro tuyo y acompáñame al fuego. Voy a leerte para que te vayas a dormir, es tarde ━━sugirió ella, tirando de su mano hacia el sillón que se encontraba cerca de la chimenea sin siquiera preguntarle antes.
Sherlock simplemente se dejó hacer, pues no se encontraba con energías suficientes para llevarle la contraria. Simplemente se dejó caer sobre el mueble, viéndola caminar de un extremo a otro de la habitación, moviendo su maleta y sus cosas hasta regresar a su lado.
Rosaline entonces se sentó encima de su regazo, y abrió el ejemplar más viejo de Los Miserables que poseía para comenzar a leerle en alto hasta que el dolor de cabeza pareció menguar de a poco. Mientras que el pelinegro, con un brazo rodeándole la cintura, se quedó observando las llamas como si su mente se hubiera perdido entre las brumas del subconsciente y el cansancio.
━━Sí cuentas ━━dijo de pronto, haciéndola detener su lectura.
━━¿Mm?
━━Lo que dijiste antes ━━aclaró, desviando sus ojos de las brasas para mirarla a ella━━ Claro que tu opinión cuenta, y me importa escucharla incluso más que la de Watson. Tu siempre haz contado porque siempre he confiado en ti... pero tienes razón, no me encuentro bien.
Rosaline observó cómo sus irises se oscurecían, brillando como el cielo nocturno, pero igualmente cubierto de nubes.
━━¿Y qué es lo que necesitas?
━━Te quiero ━━él apoyó la frente sobre su hombro, avergonzado por su repentina debilidad, pero siendo más sincero que nunca ━━ Día y noche, tu voz o el simple recuerdo de tu rostro logra aliviar mis penas. Sin embargo, temo mucho por lo que nos espera el día de mañana.
Rosaline se quedó helada por un instante que pareció durar mil años en un solo segundo. No era posible que... lo que tanto había esperado fuese dicho de una forma tan sutil y deliberada, casi como si hubiese estado conteniendose y necesitara liberarse para poder seguir respirando.
Era temor, claramente. Ella sabía que él continuaba temiendo por el asunto de Moriarty, sobretodo porque su próximo cumpleaños se acercaba y la promesa de su enemiga jurada continuaba atormentando su paz. Por eso necesitaba decírselo, antes de que fuese demasiado tarde para arrepentirse.
En respuesta, ella alzó una mano para acariciarle la mejilla con mimo, mirándolo fijamente, peinandole los rizos con los dedos y acercando sus labios para besar los ajenos de forma que la mente de ambos quedara en blanco por un instante. Si hubiese sido por ella, quitaría el peso de los demonios que lo atormentaban para cargarlos ella misma. Pero habían fases de Sherlock que siempre permanecerían ocultas, incluso para ella, porque él nunca le permitiría conocer ese lado suyo por miedo a espantarla de su lado. O al menos, no creía ser lo suficientemente valiente para atreverse.
━━Creo que necesitas descansar ━━susurró, dándole una sonrisa que le reconfortó el alma.
━━Vale, lo haré.
Pero justo cuando la institutriz estuvo a punto de cantar victoria, una voz interrumpió el momento cortando el aire como una navaja, y los golpeteos constantes en la puerta del apartamento pusieron a ambos en alerta.
━━¡Sr, Holmes! ━━gritaron desde el otro lado, una persona que no había sido la misma que en un inició llamó al detective por su nombre de pila, pero cuyo formalismo Rosaline conocía muy bien.
Por eso, cuando abrió la puerta, no se sorprendió de encontrarse con dos rostros jóvenes del otro lado.
━━¿Enola? ¿Tewkesbury?
La menor de los hermanos Holmes se mostró sorprendida, aunque no menos contenta de verla allí. Tenía el cabello castaño recogido en un bonito tocado, y un vestido de muselina fina que ni en sus más locos sueños se imaginó verla portar.
━━¡Rosaline! ━━exclamó con ese característico tono de Enola que no dejaba de impresionarla━━ Que bueno que estás aquí, porque vamos a necesitar de vuestra ayuda.
━━No sé por qué esto me suena a una idea pésima ━━desde el otro lado del salón, Sherlock se cubrió el rostro con ambas manos en exasperación.
━━Pero si aún no lo has escuchado.
━━Precisamente por eso ━━espetó el detective, antes de lanzarse de cabeza a otra discusión que le llevaría toda la noche y con respecto al más reciente caso de su hermana menor.
Desde su lugar, a pocos pasos, Rosaline intercambió una mirada de soslayo con Tewkesbury, quien se encontraba tanto o más arrepentido que ella de haber aceptado participar en aquel embrollo, pero sabiendo de sobremanera que era el precio que se debía pagar por complacer a la persona de la que se está enamorado.
Ambos se sentaron en la mesa del comedor, mientras dejaban a los hermanos Holmes en el estudio, analizando el caso del robo del collar de la reina en lo que Rosaline le mostraba a su primo su mayor tesoro: El mismo libro de cubierta escarlata que sostuvo en el porche de la granja, cuyo lomo había sido reparado muchas veces y estaba sujeto con multitud de cintas rojas. La cubierta llevaba un título escrito a mano con letras doradas y desvaídas, y tenía una ilustración de unas flores rojas que parecían ruecas. El Lenguaje Secreto de las Flores de Thornfield.
━━Vaya, haz convertido tu historia en oro ━━exclamó Tewkesbury en medio de un susurro de admiración━━ Creaste tu propio lenguaje de las flores.
Con una amplia sonrisa, Rosaline abrió el libro, pasó las manos por las hojas, y cuando lo levantó, de entre sus páginas cayó un poco de polen que fue a parar a su regazo. Los dos se entretuvieron pronunciando en voz alta el nombre de cada flor dibujada o prensada, y también su significado.
Crisantemo:
SANGRE DE MI SANGRE.
Rosaline pensó en su primo. En el muchacho inexperto y pequeño que había conocido en aquel mercado mientras se agachaba a aspirar el aroma de las flores, y cuyo tío había sido su padre, a pesar de que ninguno de los dos lo había sabido en su momento. Su amor y pasión por las flores los había unido sin siquiera tener idea del lazo que compartían, y ahora ella agradecía todos los días por la sorpresa que el destino le había preparado.
Diente de León:
LO QUE SE PIERDE SE ENCUENTRA
Curioso era pensar que toda esa historia había iniciado por la desaparición de una chiquilla rebelde y aventurera, cuya voluntad nunca nadie sería capaz de dominar nunca, pues su alma estaba llena con la valentía y la fuerza de los tallos que crecen en la adversidad. Enola escapó con la intención de buscar a su madre, pero en su lugar, había encontrado mucho más: A sí misma.
Camelia Rosa...
POR TU AMOR VIVO Y MUERO.
Había sido un proceso difícil, pero al final, los sentimientos siempre acaban golpeando en algún punto. Y sí, el amor era la peor de las debilidades, algo que para los genios consistía en el quiebre de sus sistemas, la pérdida de todo lo que creyeron en algún punto. Pero ¡Oh! Cuanto placer había en amar a una persona, cuanta dicha, cuanta paz...
Sherlock había descubierto que, contrario a lo que su antiguo yo quiso hacerse creer con firmeza, permitirse ceder de vez en cuando no tenía nada de malo. Y cada día que miraba el rostro de Rosaline lo confirmaba más todavía.
Rosa Roja...
Finalmente, quedaba un último espacio en blanco, uno que Rosaline no se había atrevido a rellenar porque, simplemente, no tenía idea alguna de cómo proceder.
Siempre había sabido que en el lenguaje de las flores las rosas eran asociadas con sentimientos de amor y pasión, pero en ese instante, ella quiso que fuera mucho más que eso. Que al igual que las mujeres no sólo estaban hechas para el hogar, las rosas fueran mucho más que solo símbolos de amor.
Entonces Tewkesbury, viéndola tan confusa, le arrebató la pluma de las manos y escribió, en su lugar, algo que la hizo esbozar una sonrisa.
La vida y las historias de otros le había indicado siempre que ella era azul: azul como los ojos de su padre, como el mar; como el cielo. El azul era el color de las orquídeas, de sus sueños, de la pérdida, pero el interior de Rosaline era rojo. Siempre lo había sido: rojo como la valentía, como las manzanas, como el corazón. Rojo como las rosas...
Así como ella.
Los dedos manchados con tinta fresca se pasearon por encima del papel, acariciando cada palabra y, al mismo tiempo, su corazón.
Rosa Roja de Lancaster...
SÉ VALIENTE, NO TE RINDAS.
Rosaline y Tewkesbury por -DarkMoon-I
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Se supone que esto debía subirlo el día 6, pero entre la Universidad, el trabajo, la electricidad y otros impedimentos me resultó demasiado complicado. 😅
Pero bueno... ya está, así, de forma tan sencilla y con estas palabras cerramos lo que fue la historia de Rosaline en el maravilloso universo de Enola Holmes 💐😪 Juro que no estoy llorando ni nada por el estilo, pero aún me resulta muy emocionante escribir estos agradecimientos a ustedes. Porque fueron los que siguieron conmigo hasta el mismo final y acompañaron a nuestra Rosa errante capítulo por capítulo.
De más está decir que amo este fanfic con la vida, primero que nada porque me basé en muchas de las cosas que me gustan para crearlo, entre ellos: El Lenguaje Secreto de las Flores. 💐
Como muchos de ustedes sabrán, fui profesora y actualmente trabajo en un jardín botánico, por lo que mucho de lo que he aprendido lo apliqué a la hora de escribir. También influyó la lectura de muchos clásicos, apoyándome en novelas como Jane Eyre, Ana de las Tejas Verdes, Sherlock Holmes y Los Miserables. Ciertos detalles incluso eran muy obvios, como el hecho de que Rosaline es una huérfana que fue a trabajar como institutriz de una joven niña 📚, su pasión por la floriografía 🌼 y, además, sus deseos por ayudar a los menos afortunados 💔. También, el Sherlock que escribí fue una mixtura entre el Sherlock de las películas y el de los libros de sir Arthur Conan Doyle; resaltando que de haber escogido el primero no habría mantenido la esencia del original, así como si hubiera decidido escribir el original no habríamos podido tener una historia de amor entre él y la protagonista. No sé si me doy a entender 😅.
En fin, lo importante es que disfruté muchísimo escribir esta historia. Así como espero que para ustedes haya sido un placer haberla leído.
Quiero dar especiales gracias a Luxenamorningstar, mi amiga valkiria, creadora de arte en palabras, editora de la hermosa portada que lleva Rosaline y también la primera persona a la que le comenté la idea de este fic cuando apenas era solo un borrador 🌼🌌 A CrisShadow, probablemente la lectora #1 y fan de la relación de Sherlock y Rosaline 😍 Puede que ella los ame más de lo que los amo yo misma que soy la escritora jajaja Y finalmente a Meylan_Caridad, cuyas ideas nunca he dejado de considerar porque son realmente buenas.
No creo escribir una segunda parte por el momento (al menos hasta que salga la tercera película jjj). Pero muy pronto estaré subiendo una novela corta en mi perfil de historias originales llamada "La mujer que amó a Sherlock Holmes" ✨😍✨ la cual tiene muchos matices del personaje de Rosaline, aunque contendrá una trama muy trágica que se apega a las reglas de su época. Me alegraría mucho si quisieran pasarse por ahí a brindar apoyo, porfa 💖
La cuenta es elena_bishop y... mejor no sigo alargando esto. Miles de flores de Hortensia para todos vosotros 💙🦋 Espero entiendan lo que significa.
Debbie 🌼
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