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08 | El baile de los Fabricantes de Fósforos

CAPÍTULO OCHO
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En el fondo, sabía quién era, y esa persona era inteligente, amable y, a menudo, incluso divertida, pero de alguna manera su personalidad siempre se perdía en algún lugar entre su corazón y su boca, y se encontraba diciendo algo equivocado o, más a menudo, nada en lo absoluto.

Julia Quinn |Seduciendo a Mr. Bridgerton










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EN UN INICIO, Rosaline se había sentido intimidada por la idea de asistir al Baile de los Fabricantes de Fósforos, siendo consciente de que este era su segundo en lo que llevaba de vida, y muy a pesar de que la primera vez que asistió a uno no le fue del todo mal, el solo hecho de tener que exponerse ante el reconocimiento de muchas personas y las miradas poco disimuladas la hacía sentir nervisa. Puesto que los eventos de alto nivel eran, de por sí, el hábitat natural del chisme en Londres. A la mañana siguiente su rostro estaría en la portada de todos los diarios al seguro, pero no como otra más de la limitada lista de invitados, donde el apellido de su madre ya no estaría acompañando su nombre, puesto que todos no estaban esperando conocer a la educadora hija de un matrimonio de clase baja... sino a la sobrina mayor del antiguo Marqués de Basilwether.

Rosaline Taylor Tewkesbury. Já, decirlo mentalmente era casi tan extraño como pronunciarlo en voz alta o escucharlo venir de parte de otra persona, por ejemplo, el guardia que anunció su llegada nada más poner un pie en el salón.

Agradecía que Edward hubiese flexionado el brazo para permitirle aferrarse a él durante el tiempo que les tomó integrarse al ambiente y el resto de los invitados.

Trató de no fijarse mucho en sus rostros, desviando su mirada hacia cualquier otro detalle del lugar. En los candelabros de oro galés iluminando todo a su paso, el exquisito festín lleno de bocadillos y bebidas para degustar, la decoración a base de plantas verdes con flores pequeñas, los violines de fondo entonando una melodía serena, las faldas de las señoras moviéndose como una bandada de pájaros exóticos y el brazo de los caballeros siempre detrás de la espalda mientras recorrían el salón con pasos cortos.

Afortunadamente para ella, quien no había dejado de maldecir a Tewkesbury por retrasarse y dejarlos solos en su gran entrada, pronto la mayoría de las miradas fueron robadas todas por la mayor se las hijas de su tío. Daisy esa noche lucía imponente, enfundada en aquel vestido rosa de encajes en los hombros que le daba un aire más maduro, el cabello rojo sujeto en un moño encantador, y con una sonrisa blanca que llamaba la atención total de jóvenes lores, quienes parecían omnubilados ante tan tentadora visión.

A diferencia suya y de Violet, Daisy poseía un alo de luz propia que esa noche parecía brillar más que nunca. Mucho más cuando la invitaron a tocar una pieza en el viejo piano del salón de la familia Lyon, cuya matriarca, Hilda, no había vuelto a darle uso desde la muerte de su señora madre hacía casi cinco años.

Varios invitados se detuvieron a su alrededor mientras ella movía los dedos con naturalidad y destreza sobre las teclas del instrumento, emitiendo una tonada casi angelical del repertorio de Chopin. Y Rosaline no podía dejar de observarla, orgullosa como solo una tutora lo estaría.

━Daisy lo está haciendo estupendamente ━le dijo a Edward una vez que la sonata llegó a su fin y todos empezaron a aplaudir━ Ha avanzado mucho ¿Verdad que sí?

━Pues no está nada mal para ser su primera vez delante de toda una congregación. Tiene un estilo formidable y una agilidad que muy pocas jóvenes de su edad, incluso nacidas en familias de buena cuna, poseen después de pasar toda su vida en clases de música ━ambos se sonrieron con cierta complicidad, justo cuando una pareja los abordó antes de que pudieran acercarse.

La mujer fue la primera en hablar, todavía aferrada al brazo de aquel que debía ser su hijo. Un chico de bigote y cabello oscuro cuya expresión a Rosaline se le hizo bastante perdida.

━Debo admitir que su protegida es realmente talentosa, Lady Tewkesbury ¿En qué escuela aprendió a tocar así? ━expresó la anfitriona, Hilda Lyon, dejándola sin habla por un segundo ante tan sorpresivo abordaje.

━Pues, la verdad es que...

━La señorita Barnum no ha recibido lecciones previas de parte de ningún profesional, señora Lyon ━dijo Edward, cortando la conversación a la vez que interrumpía lo que fuera que estuviese a punto de decir━ Todo lo que ha aprendido ha sido por su cuenta. También con un poco de apoyo de parte de la señorita Tewkesbury y mío, pero el mayor esfuerzo le aseguro que fue suyo.

La apellidada Barnum, ahora Tewkesbury, desvió su atención de la mujer hacia su prometido, estupefacta por su acción de haberla cortado sin siquiera darle oportunidad de responder.

━Es impresionante, realmente impresionante ━exclamó la señora Lyon━ ¿Será que pueda tocar alguna otra pieza? Ha sido tan maravilloso que me gustaría deleitarme con su talento una vez más.

━No creo que se niegue. Daisy, querida...

Edward caminó hacia la joven, quien recibía halagos de todos los presentes entre sonrisas, para entonces susurrarle algo al oído que la llevó a asentir de forma obediente y volver a ocupar su lugar en el piano. Sus dedos entonces comenzaron a deslizarse por encima de las teclas, emitiendo una melodía completamente distinta a la anterior y que vino acompañada, para mayor impresión de todos, por el sonido de su voz mientras cantaba una vieja balada del folclore británico.

Rosaline no dudaba que hubiese sido Edward quien le hubiera pedido hacerlo, pero ¿A costa de qué? No necesitaban llamar la atención más de lo que ya lo hacían.

━Si sabes que no soy tan tímida ¿No? ━inquirió cuando lo vio regresar a su lado━ Podía entablar una conversación con la señora Lyon perfectamente y sin tu interrupción.

Su prometido dejó escapar una risita corta, aún con los ojos puestos en Daisy, como si quisiera evaluar su desempeño desde la distancia.

━Eso lo sé, amor. Pero preferiría que, cuando se trate de la educación de las chicas, dejes el tema en mis manos.

━¿Por qué?

━Es lo normal ━murmuró, encogiéndose de hombros para no darle importancia━ En las familias siempre suele ser el padre quien alardee de las cualidades de los hijos, los presente y consiga las contactos que puedan ser provechosos para un futuro cercano. En el caso de las señoritas, posibles prospectos elegibles para futuros maridos. Y yo como tutor de Daisy, debo asegurarme de buscar al indicado.

Una arruga de desentendimiento se formó en el entrecejo de la apellidada Barnum.

━Creí que habíamos acordado con Lady Caroline para que Tewkesbury la cortejara.

━Lo sé, y precisamente de eso quería hablar contigo luego.

━¿Y por qué no hacerlo ahora?

━Porque la canción ya va a terminar.

Y en efecto, Daisy había dejado de cantar y ahora el salón había estallado en un mar de aplausos. Todos tenían los ojos puestos en la nueva estrella, así que eso le dio oportunidad a la institutriz de alejarse sigilosamente, abandonando el brazo de un distraído Eddie para camuflarse entre el resto de las damas y robar una copa de la bandeja de un camarero con intenciones de empinársela de un solo trago. Salvo que esto no fue posible debido a que alguien se agarró de su brazo y la zarandeó como a un sonajero.

Ese alguien era su querida Violet.

━Daisy ha estado robando miradas ━murmuró de forma pícara, tirando del brazo de su prima para llevarla hacia el centro del salón donde estaban el resto de las personas━ Me pregunto cuantos se acercarán a pedirle un lugar en su tarjeta de baile.

━Estoy feliz por ella ━los labios de la mayor se comprimieron en una mueca de incomodidad, a la vez que su mirada se perdía por los alrededores del salón━ ¿Haz visto a Tewkesbury?

━Sí, lo vi hace un rato. Parecía bastante concentrado en un puñado de claveles que había dentro de un búcaro cercano a las escaleras. Muy raro, pero encantador. Incluso me propuso ser mi primer baile, puesto que dice tener pies muy torpes y no desea verse abordado por ninguna otra señorita durante la marcha. Así que la tarea más dura le tocará, sin duda alguna, a mis pobres dedos.

A pesar del repentino malestar que empezaba a embargarla, Rosaline tuvo que reír ante la imagen del joven Lord tratando de seguirle los pasos a su enérgica prima. Porque si bien Tewky no era mal bailarín y solo había mentido para rehuirle al resto de las damas solteras, evidentemente no se esperaba la odisea que era enfrentarse a Violet en una pista de baile.

━¡Vi! ━la cabeza de la institutriz se volvió hacia un círculo de jovencitas, desde donde Daisy le hacía señas a su hermana para que fuera con ella.

━Parece que alguien quiere presumirte.

━Mi momento ha llegado... ━murmuró la menor, casi liberando un gritito emocionado━ Muy bien. Hablar solo lo debido, mantenerse derecha y sonreír graciosamente. Deseame suerte, Rosie.

━Lo harás bien ━le aseguró ella antes de verla marchar campante hacia el grupo. De esa forma, se quedó sola en medio de un numeroso grupo de personas que empezaron a esparcirse por los costados de la habitación cuando los cocineros entraron con una despampanante tarta de tres pisos.

Rosaline observó con los ojos nuy abiertos la inmensidad de tal postre, preguntándose si el día de su boda se serviría uno exactamente igual ¿Eran esas el tipo de excentricidades que a la gente con dinero les gustaba presumir delante del resto?

━¡Hagan silencio para el Lord vizconde McIntyre! ━se escuchó anunciar a alguien y, acto seguido, el mencionado alzó su copa para llamar la atención de los presentes.

Rosaline analizó al hombre de cabello negro entrecano, creyendo recordarlo de algún momento del pasado.

━Lamento interrumpir este glorioso evento, pero soy político. Siempre aprovecho la oportunidad de hablar en público, y debo hacerlo para agradecer al anfitrión y felicitar sus logros. ━se volteó, extendiendo su mano hacia el anteriormente mencionado: un hombre robusto, enfundado en un carísimo traje de gala con varias medallas en el pecho━ Porque Henry Lyon convierte todo lo que toca en oro.

━Tonterías ━exclamó este gracioso━ Como mucho en estaño.

Su broma, por alguna razón que ella no entendió, hizo reír al resto del salón. Lord McIntyre retomó su discurso segundos después:

━Lo que logró con los fósforos es legendario. En dos años, pasó del rojo al negro. O, mejor dicho, del rojo al blanco ━rectificó, a la vez que mostraba una cerilla que, ella pudo ver, tenía la punta de color blanco━ Este humilde hombre les presta atención al tifus y a los trabajadores pobres, reúne fondos y diagnostica casos en la comunidad. Me deja sin habla. Realmente sin habla. Damas y caballeros, un brindis por Henry Lyon. Y por su gran hijo, su heredero, William.

Aquel, si no se equivocaba, era el mismo chico que había estado acompañando a Hilda Lyon cuando los abordó hacía un rato en la presentación de Daisy. Era callado, serio, demasiado distinto a sus padres que parecían actuar muy sociables delante del público.

Le fue inevitable no preguntarse si esa actitud se debía en algo en específico.

━Por el futuro ━Lord McIntyre elevó su copa, siendo secundado por el resto de los presentes━ Muy bien, Henry, enciéndela.

De la nada, el director de la fábrica de cerillas sacó de su bolsillo una caja de fósforos, uno de los cuales prendió con el objetivo de encender una de las velas que llenaban los tres pisos del extravagante pastel. Una evidente exclamación colectiva se escuchó de fondo cuando, uno a uno, los candiles fueron encendiéndose por sí solos como pequeñas dinamitas hasta iluminarse por entero, atrayendo una emoción colectiva tan notoria que el ambiente del salón pasó de ser aburrido a increíblemente divertido. Un sentimiento que no pareció afectar en lo más mínimo a nuestra protagonista.

A esas alturas, sentía como si su vestido la estuviera asfixiando. Aunque a decir verdad, todo lo que sucedía a su alrededor empezaba a abrumarla en exceso. No llegaba a entender como sus familiares podían sentirse tan a gusto, o tal vez solo era ella detestando el peso de todas las nuevas caras sobre su espalda, los perfumes repugnantes que fotaban en el aire, o la mirada descarada que le dedicaban los caballeros a su escote como si fuera una invitación, muy a pesar de que el ramillete de capullos de rosas en su pecho y una écharpe lograban disimularlo un poco.

A su opinión, lucía como una muñeca de porcelana. Desde la primera pinza en su tocado hasta la última mota de talco de su cuello, y esa extraña sensación no desapareció en más, pero se imaginó en el papel de una dama elegante y logró hacerlo bastante bien. Estaba abanicándose y dando vueltas, huyendo como gallina de todas las señoras chismosas, cuando de pronto se quedó desconcertada al ver a Enola Holmes delante de ella.

Estaba espléndida, elegante en en aquel vestido verde primavera como toda una señorita, con el cabello tosco recogido en un suave tocado y los pómulos sonrosados. La miraba con fijeza, sin disimular su sorpresa ni su desaprobación, según pensó; porque aunque saludó y sonrió con fingida contentura, algo en sus ojos honestos la hizo preocuparse por lo que su presencia ahí podía significar.

━Debo admitir que, de todas las personas que esperaba ver esta noche, tu eras la última de esa lista ━habló Rosaline, a lo que la menor de los Holmes respondió haciendo una reverencia.

━Buenas noches para usted también, miss Barnum.

Esto la hizo poner los ojos en el cielo, suspirando con fuerza porque sabía que nada bueno se traía.

━¿Qué es lo que estás haciendo aquí, Enola?

━Estoy encubierta. Busco un asesino ━le dijo sin más, sacudiendo la cabeza al darse cuenta de su error━ Aunque mejor olvida que te dije eso.

Frotándose las sienes, la joven nstitutriz hizo su mejor intento por tratar de entender aquella locura. Pero lo cierto es que resultaba difícil, pues nunca se acostumbraría a tratar con esos temas criminales como si solo fueran una guía para realizar siembras en su jardín.

━No debiste venir aquí.

━¿Por qué? ¿Acaso no me crees capaz de resolver este caso?

━Mas bien no te creo capaz de cuidarte a tí misma. Porque si yo tuviera a media policía de Londres buscándome, preferiría quedarme escondida en casa en lugar de arriesgarme el pellejo y exponerme en un evento donde miles de personas podrían reconocerme.

━Menos mal que no soy como tu.

━Hablo en serio, Enola ━espetó, dándole esa mirada severa que solía reservar solo para las noches en las que no quería hacer su tarea━ Estás caminando sobre una cuerda floja sin saber cuándo o en qué momento podrás caer. Si aceptaras mis consejos al menos...

━No los necesito. Sé muy bien lo que estoy haciendo, Rosaline. Y por tu bien es mejor que no te inmiscuyas.

━¿Sherlock sabe de esto?

━Ni lo sabe ni lo sabrá. Ya puedes volver con tu familia de juguete y dejar de preocuparte.

Le fue imposible detener su paso cuando esta, no queriendo escuchar más de sus regaños, se apartó de su lado para continuar buscando una manera de acercarse a su posible sospechoso. Poco sabía Rosaline que Enola se encontraba en una misión de un riesgo mayor al que cualquiera de las dos se imaginaba, y de saber cómo acabaría la noche, habría insistido todavía más en su propósito por sacarla de aquel sitio. Pero claramente, el destino les tenía preparado giros aún más desastrosos.

━¿Con quién hablabas? ━cuestionó Eddie, sobresaltándola al aparecer por encima de su hombro. Rosie le dio una mirada tranquilizadora.

━Una amiga.

¡El primer baile va a iniciar!

Había llegado el momento de la noche menos deseado. Pues incluso después de recibir clases de baile por parte de la señora Laurence, nuestra protagonista se consideraba aún muy patosa para bailar el two step, especialmente cuando llegaba el momento de los saltos. Volviendo atrás en el tiempo a cuando vivía en Baker Street, Sherlock había desistido en su propósito por enseñarle tal danza, alegando que saltaba tanto como una cabra y por su propio bien y el de la persona que bailara con ella era mejor concentrarse en otros como el vals o el cotillón.

Al ser invitados, tanto Rosaline como Eddie se prepararon para tomar sus lugares en el centro del salón, pero cuando estuvo a punto de colocar una mano en su hombro, una voz a su costado la hizo girar el semblante en su dirección.

Grande fue su sorpresa al ver que se trataba de Lord McIntyre.

━¿Me permite? ━dijo, dirigiéndose específicamente a Edward, solicitando su permiso como si la mujer en sus brazos fuera un objeto para pasar de uno al otro.

Esto incomodó a Rosaline más de lo que ya, pero ninguno de los dos podía ser descortés delante de un miembro de la Cámara de los Lores.

━Por supuesto ━asintió su prometido, separándose de lo suficiente para que su lugar fuera sustituido por el del hombre.

Aunque incómoda, Rosaline le dio su atención y este, como marcaba, la guió cuando el resto de las parejas a su alrededor empezaron a moverse. El sonido de los violines se elevó incluso más que el del piano o el resto de los instrumentos, y hubo un momento en el que se vio en la necesidad de desviar su vista hacia el suelo, asegurándose de que sus zapatos no fueran a pisar el dobladillo de su vestido.

━Luce diferente desde la última vez que hablamos, señorita Barnum.

Ante el comentario del mayor, la castaña trató de forzar su más adorable sonrisa, pues la realidad era que temía más por enredar los pies en la falda y pasar una soberana vergüenza delante de todos.

━Me disculpará, mi Lord. No recuerdo que hayamos tenido el placer de cruzarnos antes.

━Fue usted quien acompañó a Mycroft Holmes durante la fiesta de mi aniversario ¿No es así? Claro que por aquel entonces no era tan famosa como lo es ahora... ━habló, y por el tono de voz que utilizaba Rosaline pudo intuir que había algo más detrás de todo eso ¿Por qué sino entonces pediría una danza con ella?━ La sobrina mayor del Marqués de Basilwether... vaya que la vida a veces nos sorprende.

Ella no respondió nada tras esto, simplemente se apartó de él en un momento que la danza lo requería para comenzar a dar leves brinquitos, según los pasos que marcaban los demás. Lord McIntyre continuó sosteniendo su mano, tal vez con más fuerza de la debida.

━Tengo entendido que mantiene una relación amistosa, por así decirlo, con el detective Sherlock Holmes.

Rosaline sintió sus huesos tensarse. A pocos metros, su prima Daisy bailaba animadamente con Edward, y trató de concentrar su mirada en ellos para no mostrar el efecto que estas palabras habían causado.

━¿Qué quiere? ━masculló entre dientes, y de un solo tirón, el mayor volvió a acercarla para continuar dando vueltas por el salón.

━Solo saber quién demonios está robando mi dinero ━susurró en respuesta, arrastrando cada palabra como si fuera el gruñido de un sabueso rabioso━ A vosotras las mujeres no os importa mucho, pero tampoco entienden que es lo único que nos permite seguir haciéndoles regalos caros.

━¿Y qué le hace pensar que yo tengo acceso a alguno de sus casos?

━Tal vez lo averigüe usando las mismas encantadoras maniobras que la llevaron a ganarse sus favores para escalar tan alto.

Muy bien, aquello era suficiente.

Si bien antes le habría preocupado cometer alguna torpeza delante de la alta sociedad inglesa, en esos instantes le importó muy poco.

Simulando haber sido empujada, Rosaline plantó su tacón con toda la fuerza que su menudo cuerpo le permitía sobre el pie del excelentísimo Lord vizconde McIntyre, haciendo que este soltara un grito angustioso de dolor y ella se cubriera los labios con una mano, apenada.

━¡Cuanto lo siento, mi lord! ━exclamó con una vocecita arrepentida, susurrando justo después━ Tal vez la próxima vez lo piense mejor antes de insultar a una dama con opiniones.

Y dicho esto, se alejó del círculo de parejas, quienes no parecieron haberse percatado mucho de su desliz, o tal vez solo lo ignoraron por tal de no verse envueltos. A ella realmente le daba igual, tan solo deseaba alejarse del barullo cuanto antes. Su cabeza era un completo desorden de pensamientos y sensaciones, entre la actitud pomposa de Edward delante de los invitados esa noche, la presencia de Enola en un lugar concurrido después de haber sido declarada prófuga de la justicia, y la osadía de Lord McIntyre al haberla llamado ramera de la forma más sutil posible... ¿Es que acaso eso era lo que muchos de los presentes esa noche pensaban de su persona?

Un horrendo escalofrío la recorrió de arriba abajo, como si su cuerpo se hubiese adelantado y lo hubiese comprendido un momento antes que su mente. De hecho, se sintió repentinamente tan débil que se tambaleó.

━Señorita ¿Se encuentra bien? ━la voz nerviosa de una joven que se acercó para tomarla del brazo parecía llegar desde una distancia muy lejana. Tan lejana como las voces que oía aquella noche.

━Necesito aire.

La desconocida, una mujer con una abundante cabellera rubia recogida y sujeta con una pluma a su tocado, colocó una mano en su cintura y la guió con intención de llevarla hacia uno de los tocadores.

━Acompáñeme.

Rosaline solo se dejó hacer, y en menos tiempo del que contó, estaba sola dentro de una habitación con muebles acolchonados y una gran lámpara de araña en el techo.

━Enderece su postura y apoye la espalda contra la pared ━le ordenó la chica a la que no había podido ver ni el rostro, puesto que sus sentidos estaban tan nublados que apenas alcanzó a mover los labios.

━No... no puedo sacarme el corsé porque está bajo el vestido.

━Tampoco creo que haga falta. Tan solo tome una profunda respiración... ━le dijo, y Rosaline la obedeció automáticamente━ Eso es. Ahora repita el mismo procedimiento.

Una excelente idea, pensó para sus adentros, mientras volvía a repetir la misma acción de inhalar y exhalar rítmicamente hasta sentir que la debilidad del momento pasaba y las cosas a su alrededor volvían a tomar forma.

━¿Se siente mejor ahora?

Rosaline alzó la mirada hacia el bonito, no, hermoso rostro de la joven que la había ayudado. Su mandíbula era, de algún modo, cuadrada, y sus labios, carnosos, pero tenía unos ojos brillantes y una expresión marcadamente culta y sensible.

━Mucho ━dijo, dedicándole una sonrisa agradecida━ Debo darle gracias por su ayuda, señorita...

━Cicely ━interrumpió cortésmente, y la castaña asintió mientras se dejaba caer en uno de los sillones de la estancia.

━Gracias, Lady Cicely. Y disculpe por haberla hecho espectadora de mi torpe recaída. Normalmente no suelo ponerme así ante ninguna circunstancia por muy emocionante o negativa que sea... pero de repente el aire se me hizo escaso y me perdí. Espero entienda a qué me refiero.

━Puedo imaginarlo. Los corsés son como una maquinaria de tortura en medio de un ataque de pánico ¿O no?

━¡Ni me lo diga! Y más teniendo que cargar con el peso de todas estas enaguas encima.

Con una expresión amigable que logró transmitirle seguridad, la nombrada Cicely la observó con detenimiento, como si acabara de darse cuenta de algo que antes había pasado por alto:

━Es curioso. Usted parece distinta, pues no luce como el tipo de persona que asiste con frecuencia a un evento como este.

No podría haber tocado una fibra más sensible y que despertara mayor empatía en Rosaline.

━Oh solía creer que estos eran divertidos, por supuesto, en mi cabeza de joven ingenua. Creía que todo se trataba de las telas, la comida, la música... pero nunca es así ━por sus labios emergió un largo suspiro━ Todo este lujo llegará a asfixiarme en algún momento, y tal vez le parezca una estupidez mi forma de ver las cosas, pero nunca podré disfrutar del todo la riqueza mientras siga siendo una chica de barrios bajos ¿Si sabe a lo que me refiero?

━Me parece que sí ¿Cómo se va a apreciar la belleza de cosas tan superfluas si a alguna vez se pasó hambre y frío? Llegados a tal punto todo esto ha de resultarle molesto.

━Lo es, sí ━respondió, sintiéndose con la confianza suficiente para inclinarse y estrechar las manos enguantadas de la muchacha con tanta familiaridad como si la hubiese conocido de toda la vida━ Nunca había visto tanta gente hipócrita, ni mucho menos tan altanera. Pero mi vida será así a partir de ahora, por lo que debo ir aclarando mi mente.

━¿Matrimonio?

━Exacto.

Rosaline permitió que aquella mirada tímida y como de disculpas vagara hacia ella. Entonces, poniéndose en pie con la disposición de regresar en compañía de su nueva amiga, decidió que lo más correcto sería presentarse formalmente, ya que aún no lo había hecho.

━Soy Rosaline Bar... Tewkesbury ━se aclaró, dándose cuenta de que había estado a punto de decirle su antiguo apellido, el cual, desde que había pasado a ser reconocida por la familia de su padre, quedó en un segundo plano.

Por alguna razón, dicha mención hizo que los ojos azulados de la muchacha se iluminaran en sorpresa, a la vez que ambas se abrían paso nuevamente en la sala principal.

━¡Oh! ¿Entonces es usted familiar del Marqués de Basilwether?

━Su padre era hermano de mi padre, así que en resumidas cuentas podría decirse que él y yo estamos emparentados ━rió, tratando de que esto le sonara a broma, aunque no tanto como esperaba━ ¿Por qué la curiosidad, Srta. Cicely?

━Pues... mis amigos y yo hemos estado trabajando en un proyecto de reforma que esperaba que le interesara. Necesitamos un patrocinador influyente.

━¿Reforma en qué área?

Cicely respiró hondo━ En las leyes de fábrica, señorita, que involucran condiciones de trabajo atroces y la corrupción que las perpetúa y que hemos descubierto.

Casi al instante, sus pensamientos fueron a parar a la Fábrica de Fósforos que había visitado el otro día en busca de su primo Gustav, y la cual era dirigida por el anfitrión de aquella fiesta, Henry Lyon. Bien se había fijado que las condiciones en las que laboraban los empleados no eran del todo pulcras ni mucho menos favorables, ni siquiera para los niños que iban buscando sus diez peniques para sobrevivir la semana. Así que sin tener que escuchar mucho sobre el tema, el interés de la joven institutriz se vio siendo atraído por lo que sea que Lady Cicely tenía para decirle, tal vez luego ella podría hablarle a Tewky sobre el asunto, pero en cuanto estuvo a punto de pedirle que le hablara más al respecto, ambas fueron interrumpidas por la aparición de su prometido.

━¡Hasta que al fin te encuentro, ma belle! ¿Donde te habías metido?

━Simplemente creando nuevos lazos, Eddie. Te presento a Lady Cicely, ella es... Oh, disculpe. Me temo que aún no sé su apellido ━dijo, volteándose hacia la muchacha que, en esos momentos, parecía demasiado nerviosa.

━No importa mucho en realidad. Espero disfruten de la velada.

Y se marchó sin dar ninguna otra explicación, dejando a la apellidada Tewkesbury con la interrogante a medias y una expresión de desentendimiento.

━Bueno... ━comenzó a decir Edward━... Debía estar apresurada ¿Gustas ir a la mesa de aperitivos?

Aún confundida, la castaña movió la cabeza levemente en aceptación, agarrándose del brazo de su prometido como si no le quedara de otra. No le costó mucho percatarse de que sin la compañía de Lady Cicely, alguien a quien apenas conocía, o la supervisión de Tewky para hacer de aquel evento menos pesado, se sentía extrañamente desprotegida y vulnerable. Rodeada de un círculo de personas al que creía pertenecer, pero con quienes en realidad no encajaba en lo más mínimo.

Lord McIntyre había tenido razón después de todo... ella no podía engañar a nadie haciéndose pasar por alguien que no era. Ni siquiera a sí misma.

En un momento, su mirada viajó por los alrededores, pasando por la banda de violinistas, y yendo a parar finalmente en los balcones interiores de la segunda planta, desde donde pudo ver a dos siluetas correr por los pasillos hasta encerrarse en el interior de una habitación. Un hombre y una mujer. Sin chaperón. Algo que sería un gran escándalo si alguien más los llegaba a ver.

Pero más grande que eso fue su horror cuando descubrió de quienes se trataba: Enola y Tewkesbury.

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