01 | La Carta
15 de julio de 1884
Ferndell Hall, Inglaterra
Querida Daisy,
Siento que han pasado décadas desde la última vez que recibí noticias tuyas. Las últimas cartas llegaron hace casi dos meses, y aún así, sigo sin tener respuestas sobre la situación que hay en casa ¿Acaso al tío Barnum le sigue yendo bien en el negocio familiar? ¿Usó el dinero que mandé para comprar el vestido de cumpleaños de la pequeña Violet? ¿Y qué hay de nana Maggie? ¿Continúa viviendo sola en la vieja casa de Glasgow o ya decidió que es hora de retornar a Carter Village?
Hace poco estaba mirando el calendario en la puerta de mi habitación, y me di cuenta de que ya casi son cinco años lejos de vosotros, de la cabaña y lejos de todos las personas que dejé atrás en el momento que decidí marcharme. A veces me pregunto que habrá sido de cada uno de ellos, pero son pensamientos que desecho al instante.
¿Sabes? A pesar de que me gusta vivir aquí, también extraño mucho como era todo en casa antes de perder a madre. A veces, pero solo a veces, creo sentir el olor de su jardín o el perfume de agua de lavanda que tenía en la mesita del tocador. Retazos de una vieja memoria que me es imposible olvidar del todo. Eudoria suele decirme que la añoranza suele traer ese tipo de cosas consigo, especialmente en una persona con un corazón tan blando como el mío, pero trato de no prestarle mucha atención a eso porque dentro de unos días la joven Enola cumplirá dieciséis años, y Dios mediante, dentro de poco podré regresar a por tí y Violet.
Ahora debo despedirme, mi hora límite de forzar la vista bajo la luz de la vela ha acabado. No obstante, no quiero finalizar esta carta sin antes suplicarte por una respuesta. Os echo de menos todos los días. Por favor, no te olvides de tu pobre prima.
Sinceramente.
Rosaline.
La joven guardó la pluma dentro del tintero, sintiendo los dedos de la mano derecha completamente entumecidos. Consecuencia de querer escribir tan rápido para acabar antes del tiempo propuesto.
Para ese entonces, la llama de la vela que iluminaba sobre la mesita había comenzado a extinguirse lentamente, así como la luz de los últimos rayos solares que se ocultaban tras la colina. La frialdad de la noche temprana colándose con antelación para enfriarle los huesos, apenas cubiertos por la tela del camisón de dormir que llevaba puesto.
Con suerte, a la mañana siguiente podría enviar la carta al correo más cercano. Hablaría con el mensajero y esta llegaría a Escocia para fin de mes.
Honestamente, sabía que su familia continuaría mostrándose renuente a corresponderle, pues lo habían estado haciendo de un tiempo para acá, desde que su tío le informó de una excelente propuesta de matrimonio con un joven de familia acomodada que recién se había mudado al pueblo donde creció, y por tanto, requería de su rápido regreso, una sugerencia a la que ella se había negado rotundamente. Resultando en una gran discrepancia que la llevó a no tener más noticias de ellos.
Por un lado, estaba segura de que su tío les había prohibido a sus primas volverle a escribir, así como trataba de hacerla cambiar de opinión a través de su ignorancia, convencido de que en cualquier momento se doblegaría a su voluntad y volvería a casa pidiendo perdón, dispuesta a cumplir con lo que los hombres de su familia querían para ella.
Pero August estaba muy equivocado si creía que ella sería capaz de renunciar a su libertad para pasar el resto de su vida siendo el adorno decorativo de alguien.
Rosaline Barnum, hija única de Pauline Barnum e institutriz de gran reconocimiento graduada de la Escuela Religiosa de Señoritas Atwood, estaba convencida de que primero se entregaría a sí misma a trabajar como bailarina de cabaret antes de volver a poner un pie en el pueblo que la vio nacer, y que, además, le traía tantos recuerdos angustiosos.
Al menos, irse a Inglaterra no había sido una mala idea después de todo. Puesto que cuando su familia cayó en la bancarrota, a ella y a su primo mayor no les quedó de otra que ir a probar suerte a otros lugares. Gustav era muy bueno con la administración y los números, por lo que no tardó demasiado y en encontrar un puesto como administrador en una fábrica de fósforos de Londres, y ella, experta en letras y ciencias de la naturaleza, encontró trabajo allí en Ferndell Hall, ayudando a la señora Holmes a educar a su hija en todo lo que le fuera posible para el futuro incierto que le esperaba.
Un trabajo que Rosaline había aprendido a amar con el tiempo
━¿A quien le escribes? ━preguntó una voz a la carrera, y casi al instante, Rose pudo sentir como un remolino de pelo enmarañado y castaño se mezclaba con el suyo cuando Enola apoyó el mentón sobre su cabeza.
Poniendo los ojos en blanco, la institutriz terminó de doblar el papel y lo guardó dentro de un libro.
━¿No deberías estar en la cama?
━¿No deberías estarlo tú?
━Yo hice la pregunta primero.
━Pero es una pregunta estúpida y por eso no pienso responderla ━argumentó la joven Holmes, elevando el semblante con altanería en lo que intentaba parecer más alta una vez que Rosaline se puso en pie━ Además, tenía hambre y fui a la cocina a por algo de comer. Cuando regresé ví que tenías la vela encendida y decidí pasar a molestarte.
━Lo cual no me sorprende en lo absoluto ━suspiró la mayor, y era cierto.
Algo a lo que se había acostumbrado en todo el tiempo que llevaba viviendo dentro de aquella casa era a la curiosidad insaciable de la joven Enola. Una característica que antes la hacía adorable, y ahora, la volvía un tanto molesta. Su costumbre de meter las narices en donde no la llamaban ya las había metido en varios problemas, pero de ser diferente, Rosaline estaba segura que no la querría tanto como lo hacía.
Tras frotar sus manos, la castaña la acercó por los hombros para proceder a aplastarle los mechones de pelo que se le salían del moño, una tarea imposible si contaba con que su pelo era más rebelde que ella misma.
━Le estaba escribiendo una carta a mi familia ━respondió, lo que provocó que por los labios de Enola asomora una mueca.
━¿La de Escocia? ━preguntó.
━Esa misma.
━¿No son los mismos que dejaron de hablarte porque simplemente decidiste no casarte con ese conde de apellido extraño cuyas tierras se usan para criar vacas y cerdos?
━Enola...
━¿Qué? ¡Es gracioso! ━exclamó━ E irritable a la vez. Espero nunca encontrarme en la misma situación.
Tras liberar un suspiro cansino, la castaña la obligó a girarse rápidamente sobre sus propios talones y la llevó empujándola hasta su propia habitación. En todo el trayecto la adolescente no había parado de reír por lo bajo, burlándose de ella hasta que la dejó de vuelta en su cama.
━Espero que algún día te enamores perdidamente de un chico con un apellido inpronunciable. Porque ahí, jovencita, será mi turno de echarme a reír ━le dijo.
━Eso ya lo veremos, Barnum.
Rosaline se aseguró de apagar la vela antes de marcharse, dejando a la joven Enola recostada sobre las almohadas con los ojos levemente cerrados. Estaba segura de que no demoraría mucho en dormirse, pues ese día había sido muy extenuante después de sus clases de defensa física, y hasta para una chica tan hiperactiva como ella, el sueño era algo inevitable cuando el cuerpo estaba más que exhausto.
Cuando se dispuso a regresar a su cuarto, las palabras de Enola volvieron a su cabeza y se le antojó ir a por un aperitivo de media noche antes de irse a dormir, pero cuando siguió de largo por el pasillo, le pareció ver una luz leve que sobresalía por la rendija de la puerta de una de las habitaciones.
Si mal no recordaba, esta había pertenecido a uno de los hijos de Eudoria, lo que acrecentó más su curiosidad por ver con sus propios qué sucedía en el interior. Pero de haber sabido que encontraría a la propia señora Holmes registrando, o mejor dicho, sumergida en el viejo cajón de ropa de su hijo, la castaña no se habría atrevido a asomarse.
Eudoria solía decir que la privacidad era la mayor virtud que el ser humano podría tener, y ciertamente, la que otros menos respetaban. Por eso, sintió miedo de que ella pudiera percibir el sonido de su respiración en la oscuridad del pasillo.
No sabía qué estaba haciendo, ni para qué querría buscar los viejos pantalones de su hijo con tanto afán sabiendo que Sherlock ya debía ser un hombre hecho y derecho... pero el error de Rosaline no estuvo en haberla descubierto, sino en haber decidido ignorarla a pesar de lo extraño que le había parecido. Porque a la mañana siguiente del 16 de julio, Eudoria Holmes desapareció sin dejar rastro alguno, dejándolas a ella y a su hija completamente solas.
Vale, no sé qué ha sido este repentino arranque. A veces ni yo misma me entiendo. Solo sé que tenía esta historia en borradores y debido a que ya lleva casi diez caps en serio necesitaba sacarla.
Para el que me pregunte, sí, amo Enola Homes. Y sí, Alycia es la oc porque ya se me ha hecho costumbre ponerla siempre de interés amoroso con los personajes de Henry Cavill. Pero solo para aclarar:
1- La historia seguirá el hilo de la película hasta cierto punto. Más específicamente hasta que Enola se escapa, porque pienso agregarle también mis propias escenas.
2- Tengo otras historias pendientes, más otra que pienso sacar en Navidad y una vida fuera de la plataforma, así que las actualizaciones no serán tan seguidas como quisiera.
3- Agradecería mucho su apoyo y opiniones porque realmente me estoy esforzando para que el desarrollo de la oc sea bueno, y no solamente ponerla como un farol. Espero de todo corazón que la amen tanto como yo.
4- Rosaline está basada especialmente en Jane Eyre. Una de mis novelas favoritas.
5- Estén atentos cuando los personajes hagan alguna mención a las flores, porque cada una tiene un significado distinto y tendrán su importancia a medida que avance la trama.
Sin nada más que decir. Adiós, conduzcan con cuidado y nos leemos en la próxima actualización.
Debbie🌷
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