Los dos hombres se miran entre si. Ese tipo parece dispuesto a todo y está poniendo a la rubia en peligro. Ninguno sabe que hacer, ni como liberar a la mujer de aquel peligro que la acecha. Se halla en esa situación por querer ayudar a una pobre mujer que huía de su violento marido. Deberían esperar a que llegue la policía y actúe.

¿Y si cuando lleguen las cosas se han salido de control y alguien ha terminado herido?

Por otro lado si decidieran actuar por su cuenta para tratar de salvarla podrían empeorar la situación. Ninguno de los dos está preparado para afrontar y actuar en situaciones críticas de emergencia como aquella.

El individuo tiene a todos los clientes del local aterrados.

—¡Déjala en paz, sinvergüenza! —le grita su mujer. —¡Ella no tiene la culpa de nada!

—¡Pues ya sabes lo que tienes que hacer si quieres evitar que la mate! —responde él.

Después de pensarlo unos instantes la mujer toma una decisión. Sabe lo que eso puede suponer porque conoce a ese hombre y le aterra pensar lo que puede llegar a hacer con ella. Pero es que está amenazando a una mujer inocente que trató de ayudarla y no puede permitir algo así.

Si tiene que sacrificarse lo hará.

—De acuerdo. —suspira ella con resignación. —Iré contigo donde quieras pero primero suéltala. —le pide ella.

—¿Te crees que soy tan tonto? —responde su marido dejando de apuntar a Rosalía por unos segundos.

Segundos que aprovecha alguien que está detrás de ambos desde hace unos minutos a una prudencial distancia para no poner en alerta al maltratador para arrebatar el arma al individuo.

Un policía en su día libre que pasaba por casualidad por allí y se dio cuenta de lo que sucedía. El individuo se revuelve intentando zafarse del policía que llama a sus colegas para que una patrulla venga a detener al maltratador.

Jason y Raúl se acercan a la dueña de la clínica en cuanto el peligro ha pasado ya.

—Perdone señorita. Todo esto es culpa mia. Si no hubiera venido a ayudarme esto no habría pasado. Se puso en peligro por mi culpa. —se lamenta la esposa del agresor con la mujer.

Ella acaricia la cara de la mujer con ternura.

—Usted no tiene la culpa de nada. Ese hombre es el único responsable de todo. Si necesita un testigo para denunciarle cuente conmigo. —se ofrece la joven empresaria.

—Ya le he denunciado muchas veces pero no parece que se esfuercen por encerrarle. Por desgracia aún hay hombres que creen que si un hombre agrede a una mujer es por algo. Y lo peor es que algunos de esos hombres están en la justicia. —se sincera la dama con ella.

El cantante y su agente se vuelven a mirar. No pueden creer que todavía queden elementos así, aunque por desgracia aún los hay. Peor es sin duda que haya mujeres que piensan lo mismo, que si una mujer es agredida por un hombre es porque "algo habrán hecho".

Eso sí les resulta repugnante.

Por desgracia aún persiste cierta educación machista y cerrada que algunas personas transmiten a sus propios hijos contribuyendo a que existan más energúmenos en este mundo.

Ellos dos tendrán millones de defectos pero si hay algo que odian es a los maltratadores. Esos no son hombres. Tienen que dejar libertad a sus mujeres.

¿Qué es eso de prohibirlas salir de casa o decirles como vestir?

¿O aislarlas de su familia y amigos?

¿Prohibir a sus mujeres hablar con otros hombres porque creen que los pueden engañar con ellos o cualquier otra estupidez?
¡Idiotas enfermos!

Con gusto los golpearían para que experimenten en carne propia el sufrimiento que con sus golpes, vejaciones físicas y psicológicas infunden en las mujeres!Ambos tenían deseos de golpear a ese individuo cuando vieron como tomó a la joven madre dispuesto a todo. Le habrían partido la cara y el alma de buena gana, pero el tipo iba armado y no podían poner a la mujer en riesgo. Por fortuna alguien actuó rápido y evitó males mayores.

Ambos observan actuar a Rosalía con esa pobre mujer y sonríen. Aquella es una gran dama además de bella, aunque en ese momento no parece hacerle mucho caso a ninguno de ellos y se aleja con la señora a la que invita a tomar un café.

Raúl intenta aproximarse a ella pero Jason se lo impide.

—Otro día. Ahora no ser un buen momento, ella encontrarse bien. No te preocupes. —le dice el hermoso hombre de piel chocolate mientras ambos miran a la mujer de cabello rizado.

En cuanto ambos salen por la puerta un grupo de seguidores del artista corren al verle. No tardan en rodearle para hacerse una foto con él. Cada vez que le ven pasa lo mismo. Las adolescentes se vuelven locas y le persiguen.

A las mujeres adultas también les sucede aunque con ellas es distinto.
No les ciega, al menos no tanto, el fanatismo y cuando el afroamericano, por casualidad, acompaña al cantante mientras caminan por las calles, que no es muy a menudo, varias de esas miradas que en principio iban dirigidas para el guapo chico de melena rubia y piel bronceada cambian y se posan poco después sobre el hombre de cabeza afeitada, nariz recta y piel achocolatada. Cuando ambos están juntos atraen las miradas femeninas y algunas masculinas también.

Raúl que sabe que gusta a las mujeres y no duda en aprovechar ese efecto que causa en ellas para seducirlas y mantener con ellas una relación íntima. Todo lo íntima e intensa que pueda existir entre un hombre y una mujer. Varias son las mujeres que han pasado por su cama durante los últimos años incluso cuando salía con Mónica.
La chica le tenía tan agobiado y harto que buscaba fuera lo que no tenía dentro. Curiosamente mientras salía con ella tuvo más sexo con otras mujeres que ahora es un hombre libre. Y aunque ahora sigue teniendo todo el sexo que puede hay días en los que se siente vacío.

Lejos de allí, el exmarido de la emprendedora aterriza en el aeropuerto de Barcelona para visitar a los hijos que ambos tienen en común, pero también para reconquistar a su exmujer a la que no ha podido olvidar.

Aunque claro eso ella no lo sabe.