CAPÍTULO 7
Dedicado a @albr_36
Raúl se acerca a la mesa y se dirige hacia Rosalía, colocándose la ropa con disimulo.
—Hola, ¿qué tal? ¿Me recuerdas? —pregunta el artista con un gran sonrisa en su rostro.
Ella alza la vista y le mira.
—Sí, claro. —responde ella con una sonrisa forzada en su rostro.
—¿Te gustaría tomar algo con mi mánager y conmigo?
—No gracias, prefiero estar sola. —se excusa mirando hacia la ventana.
En realidad sí le apetece estar sola.
Raúl no se da por vencido e insiste. Cuando ella está a punto de contestar de manera no muy agradable al cantante alguien se acerca a él por detrás.
—Raúl dejar esta mujer tranquila. —le dice su mánager poniéndole la mano en un hombro.
En cuanto los ojos del representante de Raúl miran a la exmujer de John, ya no puede apartar la vista de esa elegante y hermosa dama de rizados y dorados cabellos, esbelta y con estilo. Ella mira al mulato y le muestra una sonrisa de agradecimiento provocando celos en Raúl que aunque el artista se empeña en disimular no consigue.
Él se levanta a saludarla e invitarla a sentarse con ellos, ella apenas le mira y mucho menos le responde.
Sin embargo, en cuanto ha aparecido el "tarzán de chocolate" como el músico le llama, le dedica una sonrisa.
Raúl vuelve enojado a su mesa.
Aunque es consciente de su comportamiento infantil a pesar de tener ya más de treinta años, es algo que no puede evitar. En el fondo su mánager tiene razón, desde que empezó a salir con Mónica se volvió un poco como ella. Como su versión masculina.
Un tanto superficial y caprichoso.
A pesar que rompieron hace tiempo porque él no se sentía bien a su lado e intentó volver a ser él de nuevo, aún no lo ha conseguido. Es muy maleable y fácil de manejar por cualquier persona si esta sabe hacerlo con inteligencia.
El cantante se sienta en una silla de la mesa que compartía con su representante antes de ver a la mujer que le gusta, evitando mirarlos.
—Jason ser mi nombre. Tú disculpar Raúl. —se disculpa el mánager del cantante con Rosalía. —Él no soler ser así. —le defiende mientras le tiende la mano para estrechársela mirándola a los ojos con intensidad.
Luego se aleja de allí, mientras ella le sigue con la mirada.
«¡Qué hombre tan gentil y educado!» «Igualito que su representado.» piensa la rubia irónicamente mirando a Raúl y negando con la cabeza. «Típico artista caprichoso que cree que todo el mundo está a su disposición cuando ellos quieran» «Idiota» piensa la mujer mirando a Raúl por segunda vez.
Cuando el camarero, un joven de unos veinte y tantos años, no muy alto y de cabello castaño le trae su café, ella saca su tablet de diez pulgadas se conecta al WiFi de la cafetería que ha averiguado con anterioridad.
Accede a la página web de su clínica capilar y la observa.
No le gusta lo que ve, los tonos de la web son demasiado llamativos se diría que hasta estridentes y hace un mohín de disgusto. Cuando la creó hace un par de años le pareció perfecta llamativa e impactante.
Ahora en cambio no le agrada.
Quizás y a pesar de tener apenas treinta y cinco años, los años ya comienzan a pesarle, algo que más tarde o más temprano le sucede a todo el mundo.
Empezó en su negocio con apenas veinticinco años de edad y esos colores con los que creó la web eran fuertes, vibrantes como lo es la juventud. En cambio ahora prefiere unos tonos más suaves.
Mucho ha cambiado en diez años. Puso en marcha la clínica, se casó, fue madre y se separó.
Rosalía se suelta el cabello y deja caer sus rizos rodeando su cara. Jason que de vez en cuando la mira con mucho disimulo queda fascinado una vez más con su belleza. En otras circunstancias no dudaría en tratar de conquistarla, pero no para una noche de de sexo como acostumbra a hacer en los últimos años. No tiene compromiso con nadie de modo que solo es sexo. Él no engaña a nadie.
Las mujeres con las que comparte su cama buscan lo mismo que él. Una noche, tal vez alguna más, de pasión.
Se satisfacen sus mutuas necesidades físicas.
Si alguna terminó enamorándose de él lo siente mucho pero no cree que alguien pueda enamorarse con compartir tan solo unas noches de sexo. Puede suceder, no cabe duda, aunque sea muy poco usual.
Esa mujer, Rosalía, no le es indiferente. Algo ha removido en su interior. No la desea sexualmente como aquellas con las que compartió cama. Le atrae sin duda porque es hermosa, pero no la ve como compañera de cama. Aquella mujer exquisita elegante pero que viste y se maquilla de manera discreta a la vez tiene algo que le atrapa.
A diferencia de como la mente caliente de Raúl los imaginó a ambos besándose con desmedida pasión en el despacho de Rosalía, la mente del americano va por otro camino.
No se imagina retozando con ella entre gemidos de pasión, respiraciones entrecortadas y sábanas revueltas.
El estadounidense solo la mira de manera furtiva cada vez puede con disimulo y se queda embelesado recorriendo su cuerpo, fijándose en el brillo dorado de su melena y de como permanece absorta mirando la pantalla de su tablet tecleando en ella deslizando el dedo arriba y abajo y a ambos lados. También en como frunce el ceño mientras mira dispositivo electrónico.
«¡Señor!» «¡Esa mujer es tan bonita aunque a la vez tan sexy y sensual de manera tan elegante tan sutil y tan embriagadora!»
Por desgracia para él al parecer Raúl ya se ha fijado en ella. Ya se conocen.
Y aunque a veces el artista puede ser tan infantil e inmaduro, también es una persona a la que considera un amigo además de su representado y no puede, no debe, hacerle eso.
Una mujer no puede interponerse entre ambos por muy especial que sea.
Además Raúl no le es del todo indiferente a esa mujer aunque se empeñe en tratar de ignorarlo. En alguna que otra cosa ocasión la ha sorprendido mirando de soslayo a Raúl aunque este con lo celoso que está ni siquiera se ha dado cuenta de que ello.
De modo que el representante del artista rechaza la idea de volver a acercarse a ella.
Además si ambos llegan a tener algo, él tendrá que mirarla como a la chica de su amigo. Nada más.
Solo eso y alejarse de ella lo máximo posible.
De no hacerlo Raúl se percataría que la mira con ojos de hombre, aunque por lo visto ya se ha dado cuenta.
Tal vez después de todo tampoco lleguen a nada. No es el tipo de mujer que le conviene a su carrera. Para ella lo mejor sin duda es una chica algo menor que Raúl con pinta de modelo.
¿Pero qué está diciendo a quién pretende engañar?
Esa mujer es conveniente para cualquier hombre.
La hermana de Raúl mientras tanto habla con su hijo Luis de la visita que hizo con su tío a la clínica capilar y el chico se lo cuenta con total naturalidad.
—Bien yo me fuí con Esther y el tío se quedó hablando con Rosalía.
—¿Rosalía? —pregunta su madre enarcando una ceja.
—La dueña. —responde el jovencito.
—¿Y es guapa? —desea saber su madre.
Su hijo sonríe.
—Mucho.
Conociendo a su hermano como le conoce y me sabiendo de su afición por las mujeres hermosas, a su hermana no le extrañaría que Raúl haya intentado ligarse a la dueña de la clínica.
En Venezuela, a Mónica no le queda más remedio que levantarse ya que su hermana Alicia ha entrado como un vendaval en su habitación, ha corrido las cortinas y la ha obligado a levantarse.
—Si estás lista para irte de fiesta también debes estarlo para levantarte pronto. —le dice marchándose después.
Molesta Mónica obedece y lo primero que hace es revisar su Instagram. Enseguida lee algo que la hace enfurecer.
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