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CAPÍTULO 6

—¿Estás hablando en serio? —dice él, sorprendido por la generosidad de su exmujer.

Aunque la empresaria es una mujer noble y de carácter, el matrimonio de ambos no acabó en los mejores términos, al menos en un principio, por eso le ha pillado por sorpresa la propuesta de la madre de sus hijos. Él mismo arruinó el matrimonio de ambos por culpa de su infidelidad. Al contrario de otros hombres, nunca negó lo que había hecho. Era su culpa y asumía las consecuencias de sus actos. Fue el mayor responsable de lo sucedido. Sí, esa mujer le sedujo, pero desconocía que él estaba casado. Bien pudo haberse negado, sin embargo sucumbió a sus instintos ante una mujer hermosa. No fue lo bastante hombre para decir que no.

Su mujer ya era hermosa y deseable, aunque eso no fue impedimento para caer en la tentación con otra mujer.
Aunque se arrepintió al momento, ya no había marcha atrás. Trató de ocultar durante un tiempo lo sucedido a Rosalía y a la otra mujer la existencia de su esposa. Ambas se enteraron de todo y la mujer con la que engañó a su esposa, fue la primera en dejarle. Durante un tiempo le llamaba e insistía en verle, y pese a que él trataba de resistirse y negarse siempre terminaba cayendo en lo mismo, una y otra vez.

Cuando descubrió que era un hombre casado, se sintió utilizada. Es cierto, ella había tomado la iniciativa de seducirle porque le encantó en cuanto sus ojos se posaron sobre él, sin embargo nadie la frenó, no fue sincero y honesto con ella. Eso dolió.

Ella podía tener miles de defectos, pero nunca le haría eso a otra mujer. Lo que en un principio creyó que solo sería una noche de sexo desenfrenado, se convirtió en algo más. No podía evitar acostarse con él una y otra vez. Y aunque parezca irracional se fue enamorando de él. Es una mujer muy sexual, sí, aunque ahora ya no quería solo sexo. Ahora ansiaba algo más.

Él a pesar de amar a su esposa, caía una y otra vez con su amante. Y un día se quedó sin ninguna de ellas por cobarde, principalmente por no ser un hombre.

—Me conoces lo suficiente como para saber que no soy mujer de dobleces, ni tampoco hago o digo algo que no sienta o piense. Además a los niños les vendrá bien tenerte más cerca por unos días. —responde ella.

Cuando la comunicación entre ambos cesa, los dos comienzan a recordar la historia de amor que los unió. Rosalía salía con alguien algo mayor que ella al que conoció durante unas vacaciones en Suecia. Acostumbrada como estaba a tratar con hombres de su edad, algunos un tanto inmaduros, le impresionó aquel hombre varios años mayor que ella, de porte elegante y aspecto de triunfador con un buen puesto de trabajo con excelente remuneración. No era eso lo que enamoró a Rosalía.

En realidad, su posición social, sus trajes de diseño y su envidiable aspecto pese a su edad, poco le importaban a la mujer. En verdad amaba su inteligencia y su cultura. Podía pasar horas escuchándolo embobada hablar sobre temas como; Filosofía, Pintura, Arquitectura, entre otros temas. Eso era lo que a ella le seducía. Cosas como el aspecto eran secundarios. Se fijaba en cosas de un hombre en las que la gente no reparaba nunca, o al menos no, en la mayoría de los casos.

En un mundo en el que la imagen, es en muchas ocasiones, más importante que el talento o los valores interiores de las personas. Ella amaba eso que para la gente era secundario, pero que en cambio para la rubia eran primordiales. Y eso fue lo que encontró en Marcus.

En su juventud fue modelo y además unos de los más cotizados modelos masculinos del mundo de la moda. Un mundo en el que al contrario que ocurre en otras profesiones, la presencia de las mujeres es mayor y están mejor pagadas. Tienen esa ventaja sobre sus compañeros masculinos, eso es cierto. Sin embargo, ellos tienen una ventaja sobre las modelos femeninas, una carrera más larga que se prolongaba más allá de los cuarenta años.

A día de hoy, pese a que la sociedad ha avanzado en apariencia, el mundo sigue siendo machista y racista. Un hombre con canas y arrugas se ve interesante. Una mujer por desgracia, no. Solo unas pocas privilegiadas pueden seguir desfilando pasados los cuarenta ya que su apariencia es muy juvenil aún y su cuerpo conserva vestigios de aquello que las encumbró a la fama.

Marcus amaba a Rosalía de igual forma en la que ella le amaba a él. Incluso le pidió matrimonio. Cuando ambos estaban en el altar y él estaba a punto de dar el sí quiero a su novia, sufrió un ataque cardíaco que lo mantuvo en el hospital dos días. Transcurridos esos dos días, él murió dejando a la mujer que amaba con el corazón deshecho. Y durante el tiempo que permaneció en el hospital, el hombre que con los años se convertiría en el padre de sus hijos y esposo, estuvo pendiente de ella y de lo que se le pudiera ofrecer.

Era amigo del fallecido y de la misma edad de Rosalía.

Cuando Marcus se la presentó como a su futura esposa, John se enamoró de ella nada más verla.

Tras la muerte de su amigo, se convirtió en el principal apoyo de la mujer. Con el paso del tiempo, ella empezó a sentir cosas por él y se terminaron casando. En un principio pensó que en verdad se había enamorado de él, si bien pronto se dio cuenta que tal vez había confundido sentimientos. Se refugió en él tras la muerte de Marcus, al que aún recordaba con tristeza. Quizás lo confundió con amor.

Aunque ya no podía hacer nada. Ahora estaban casados, con tres niños pequeños y no quería quitarles a su padre.
Ellos eran su vida y estaba dispuesta a sacrificarse por ellos.

Hasta que él la engañó con otra y todo se acabó. Aquello era una traición a toda la familia y sus hijos no podían convivir con alguien desleal. No deseaba que vivieran con ese ejemplo. Les enseñaba que los actos tienen consecuencias y ese era uno de esos ejemplos. Tenía dos niñas y un niño y los estaba educando en igualdad. A ellas no les regalaba juguetes típicos de chicas, ni a él típicos de chicos. Les enseña a a jugar con ambos. Además a su hijo le enseñaba la importancia de tratar con respeto a una mujer y viceversa.

En el hotel en el que Jason y Raúl se alojan, la presencia del cantante no pasa desapercibida para las mujeres. Tanto para las que trabajan allí, como para las que se alojan. Todas conocen su identidad y su éxito con las mujeres siempre ha sido grande. En ese momento llega el artista después de dejar a su sobrino con su madre. En cuanto aparece por la puerta del hotel, siente las miradas posarse sobre él y sonríe. Es consciente del efecto que provoca en las mujeres y en algunos hombres también. Hasta el momento ninguna se le ha resistido.

En cuanto le ven, sus miradas las delatan. Algunas se sonrojan cuando las sorprende mirándole y él las sonríe. Otras, le mantienen la mirada. Aún cuándo Raúl las mira, en especial si las mira, ellas le contemplan de manera insistente y se muerden los labios mientras lo hacen. Con las mujeres del segundo grupo, ha terminado en la cama protagonizando calientes y desenfrenadas noches de sexo.

Con las del primer grupo no. Son tan bellas y deseables como las del segundo grupo.
Debido a su profesión ha visto y conocido a muchas mujeres.

Algunas sienten una especie de enamoramiento, tal vez un tanto irreal hacia él. Raúl puede ser caprichoso, vanidoso, en ocasiones interesado, algo inmaduro, mujeriego e incluso infiel, entre otras cosas, pero tiene sus límites. No se acostaría con ellas. Si lo hiciera es posible que su enamoramiento platónico por él se convierta en algo real y crean, esperen, una posible relación amorosa con él. Una relación que Raúl no puede ofrecerles. No quiere jugar con los sentimientos de nadie. Por eso se acuesta con aquellas que, aunque se sientan atraídas por él y le admiren, tengan tan claro como Raúl que solo será una noche de sexo, tal vez alguna más. Solo eso.

Sin embargo, algo que tanto unas como otras personas tienen en común es que al verle todas se colocan la ropa y se arreglan el cabello para que él las vea guapas.

En cambio esa mujer, Rosalía, no. Podría decirse incluso que le ignora.
Le da igual si la ve bien o mal. Y lo más importante, no duda en decirle lo que piensa, tal y como lo piensa. No le dice lo que Raúl desea escuchar solo por quedar bien con él. El intérprete
sonríe al pensar en ella.

«¡Rosalía, Rosalía! ¡Qué mujer!

El cantante acude a la recepción y pide la llave de su habitación. Luego sube a la habitación 145, desliza la llave se su habitación, que es como una tarjeta de crédito, por la ranura, abre la puerta, entra y la cierra tras de sí. El artista se desnuda y se mete en la ducha. Cuando sale cinco minutos después, su teléfono vibra y atiende la llamada.

—Vale. Enseguida nos vemos.

El cantante sale por la puerta de su habitación en dirección al lugar donde ha quedado con la persona que le ha llamado. De nuevo es el centro de atención de las mujeres de su entorno, hasta que aparece él. En cuanto Jason llega junto a él, las mujeres, gran número de ellas, redirigen sus miradas hacia el mánager del artista.

—¡Un dios de chocolate! —exclama una de ellas al mirar con la boca abierta al mánager de Raúl, recorriendo su cuerpo, admirando sus músculos y mirando con gran deseo la boca del hermoso hombre de piel oscura.

Ambos se marchan juntos a tomar algo.

Raúl es un chico caprichoso, algo inmaduro y a veces exaspera a su agente con su actitud, pero también son amigos. Conectaron bien desde el principio. Mientras ambos se alejan en dirección a la puerta del hotel, las mujeres les siguen con la mirada.

Lejos de allí, en Venezuela, Mónica logra su objetivo. Comienza a tener seguidores en su cuenta de Instagram. Algunos son gente de su círculo social, otros, seguidores de Raúl.

Las fotos que ha subido a su perfil posando con el cantante han surtido efecto. Aunque son fotos del tiempo en el que estaban juntos, la hermana de Alicia hace creer que son actuales, como si ambos hubieran retomado de nuevo su relación.

Mónica da una imagen de si misma que no se corresponde con la realidad con la única intención de lograr más seguidores y que voten por sus fotos. Aunque en verdad no soporta a muchas de sus seguidoras y se burla de ellas en privado, en público las utiliza mostrándose simpática con ellas. Las chicas, engañadas por Mónica, la alaban, subiendo el ego de la exnovia de Raúl, que ya de por si es bastante elevado, aunque ante ellas muestre una humildad que está muy lejos de poseer.

«¡Qué idiotas! ¡Qué fácil es engañaros!» piensa mientras lee los comentarios y se burla.

En Barcelona, la dueña del centro capilar, que ha salido a hacer unas compras para su clínica, decide entrar en una cafetería cercana a tomar un café y seguir con el resto del día. En cuanto se sienta esperando ser atendida, alguien la mira y la sonríe.

Jason el mánager de Raúl en Multimedia.

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