Jungkook soltó una exclamación ahogada que reveló consentimiento y sorpresa al mismo tiempo. Jimin lo agarró por el cuello y por la nuca, deslizando su lengua por encima de la suya.

El alfa soltó un gemido. Uno que hizo electrizar cada centímetro de su cuerpo.

Se deseaban. Y mucho.

Entraron tambaleándose en la habitación y, una vez dentro, Jungkook pegó un sonoro portazo con su pie. Por unos instantes apartó los labios del contrario para poder mirarlo. Ambos tenían los ojos brillosos exclamando pasión y deseo. Las feromonas de ambos ambientaron cada rincón de la habitación, tan exquisita y deliciosa.

Sus corazones les palpitaba con fuerza. Se besaron. Un beso que los dejó al borde del mareo.

Jimin quería sentirlo, quería explorar su piel y besar todos y cada uno de los tatuajes del alfa. La ropa solo estaba siendo un estorbo.

Al cabo de unos pocos segundos, Jungkook se deshizo de sus prendas y las lanzó a un lado con desesperación. El omega le besó el pecho con suavidad unas cuantas veces, ocasionando que el pelinegro suelte varios suspiros, luego se separó unos centímetros de él para verlo mejor.

Su constitución física era tan buena como lo recordaba. Y fue allí, cuando Jimin lo pudo observar detalladamente sin avergonzarse por ello. Lo tocó, pasó sus manos sobre su torso, bajando a su vientre, pensando si podría seguir descendiendo por todo su cuerpo. ¿Por qué no?

—Por la luna, Jimin… —habló el alfa hundiendo su mano en los cabellos rosados del omega.

Le echó la cabeza hacia atrás y empezó a besarlo de nuevo. Su lengua danzaba con la contraria de un modo tierno y tormentoso a la vez, despertando un cosquilleo intenso por todo el cuerpo.

Jungkook puso sus manos en las cintura de Jimin y lo dirigió con pasos tambaleantes hacia la cama. No terminaron de besarse hasta que lo dejó caer de espaldas sobre el colchón, arrastrándolo de manera que quede sentado a horcajadas sobre él. A este punto, a Jimin no le importaba estar completamente desnudo ante él.