Maraton 1/3:

Después de dar nuestras declaraciones a la policía, Taehyun  y yo estábamos exhaustos, mental y emocionalmente agotados. Se mantuvo cerca de mí durante toda la prueba, y mi naturaleza protectora, y la necesidad de mantenerlo cerca, estalló dentro de mí.

Con él a mi costado, examinamos el lugar. Afortunadamente, el daño fue mínimo. El fuego apenas había sido grande, arruinando las mantas en mi cama antes de que Tae llegara a casa y me encontrara desmayado por la falta de sueño.

Nayeon, mi ex novia, había vuelto a mi vida después de irrumpir en mi antiguo apartamento y destruir casi todo lo que poseía.

Le había dicho que lo que habíamos compartido juntos fue divertido, pero que había terminado. Entonces derramó lejía sobre mi sofá, cama, ropa, mi computadora portátil y la televisión fueron destrozados.

Mi casero había decidido que yo era demasiado problema y me envió un aviso de desalojo. Trabajar en turnos de doce horas no permitía mucho tiempo para la búsqueda de casas. Hasta que se presentó la oportunidad de vivir con Tae, y las cosas no volvieron a ser lo que eran.

—¿Quieres salir? ¿Buscar algo para comer?—Le pregunté, pasando mis manos arriba y abajo por sus brazos. Odiaba que hubiera pasado por esto. Odiaba mi historia y mi larga lista de ex amantes mentalmente enfermos y sumamente inestables.

Taehyun asintió. Ninguno de nosotros tenía ganas de cocinar, pero al parecer, ambos estábamos hambrientos.

Nos llevé a una pizzería cercana, donde nos sentamos en un puesto con platos de papel de pepperoni grasoso. Era lo más lejos posible a una primera cita romántica.

—¿Estás bien?—pregunté.

Apenas habíamos hablado en las horas transcurridas desde que él había regresado a su casa. El impacto y las consecuencias potencialmente devastadoras de lo que podría haber sucedido pesaban en ambos. Si no me hubiera despertado y el fuego se hubiera extendido, esa gasolina podría haber asegurado mi muerte. Aunque no quería pensar en eso.

Cuando la policía preguntó si había sucedido algo inusual últimamente, Taehyun mencionó que Nayeon había estado buscándome hace unos días atrás. Sabiendo eso, supe exactamente cuál de mis ex debió haber hecho esto. Le di a la policía una descripción detallada de la peliroja, incluído su auto, dónde vivía, dónde le gustaba pasar el rato, todo. Mi hermano tenía razón: debería haber solicitado una orden de restricción cuando irrumpió en mi apartamento. Nunca imaginé que llegaría a esto.

—Supongo que estabas en lo cierto—dijo Tae, dejando su porción medio comida y limpiándose las manos con una servilleta de papel.

—¿Sobre?

—Ser un Dios en la cama, y que todos se enamoran de ti.—Bajó la mirada mientras decía eso, y yo quería más que nada ver sus ojos en ese momento.

Quería creer que estaba hablando de sí mismo, pero sabía que estaba hablando de Nayeon

—Rompiste la maldición. Creo que debería decir gracias por eso.

Esta vez levantó la vista y sus ojos se encontraron con los míos, pero odié lo que vi en ellos. Se veía tan infeliz. Quería más que nada hacer que esa tristeza desapareciera, pero todo lo que podía ofrecerle era una sonrisa. Tae me devolvió el gesto, pero su propia sonrisa era triste y no llegó a sus ojos.

—No quiero dejar las cosas raras e inacabadas entre nosotros—dije.

—¿Cómo se supone que sean las cosas ahora? No te veo por dos semanas, y luego tu ex psicópata aparece de la nada. Tu hermano todavía sigue molesto conmigo, y...

Cuando hizo una pausa y dejó escapar un suspiro tembloroso, extendí la mano y apreté la suya. Había sido un día traumático y no quería presionarlo.

—Estoy cansado, Beomgyu

Asentí.—Vamos, te llevaré a casa.