Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9. Confrontaciones

Karina

La furia que siento con Kenneth es inmensa. Desde que me conoció no deja de joder con lo mismo. No sé por qué lo hace, pero le encanta dañar. Lo dejé pasar por el bien de mi salud mental, pero el hecho de que siga recordándomelo o sacando a colar el tema me sulfura.

Él no me conoce de nada y a pesar de eso, me ha juzgado como si me conociera de toda la vida. Es cierto, soy parlanchina, en mi estado normal y natural. Pero cuando estoy ansiosa, esto se incrementa y es porque simplemente no quiero darle más vueltas al asunto.

En la famosa reunión, uno de los accionistas me propuso un puesto más alto si me acostaba con él. Ese Kevin O'Connell desde que llegamos no me quitaba la vista de encima. Me hizo sentir incómoda y me permití dejarlo pasar por alto, sin embargo, cuando me propuso sexo... Dios, como me hubiera gustado lanzarle un puñetazo en la cara.

Es cierto, Kevin O'Connell es atractivo. Por lo que supe es hijo de un empresario anciano y es su único heredero, por eso es quien le representa en las reuniones. Si no hubiera sido tan bastardo e hijo de puta, quizás yo hubiese accedido a una cita. Pero su propuesta lo cagó todo y ahora no puedo dejar de verlo como un pervertido.

La idea no me soltaba desde que salimos. Tan solo aprovechó que me aparté de Kenneth y mientras este hablaba con aquel hombre, me acorraló con una falsa charla para hacer su propuesta.

En cuanto vi pasar a Kenneth no pude dejar de perder la oportunidad de decir que se iba mi raite. Como si eso hubiera sido cierto. La verdad es que desde que subí al taxi, mi Roomie no toleró la idea de que yo estuviera junto a él. Y como debíamos matar el rato, preferí ir de compras, ya que este se notaba que no sabía qué hacer.

Camino pensativa en el cielo casi totalmente nublado. Prefiero usar Google Maps para llegar al edificio mientras intento calmarme. Soy una buena mujer, soy inteligente, yo trazo mi destino —me digo a mí misma.

Diviso el edificio a una calle y saco el polvo de mi bolso de mano y me pongo un poco, no quiero que se note mucho que he llorado.

Camino muy digna y como si nada hubiese pasado a dentro del edificio. No me doy cuenta de que Kenneth me esperaba hasta que me intercepta en cuanto paso la entrada.

—Hey, perdón —se disculpa con una mirada lastimera—. Lo siento, en serio. Yo... hablé de más. Fui imprudente. Discúlpame.

Yo no dejo de caminar directo al ascensor, no sé qué diablos quiere, pero lo pienso ignorar.

—Déjame en paz —digo mientras presiono el botón del elevador—. No te bastó con joderme en el vuelo, también te encanta seguir chingando en el trabajo —refiero y el elevador llega.

Kenneth pone su brazo para que yo entre, pero empiezan a subir personas y lo arrastran dentro del elevador. Aprovecho esto y me dirijo a las escaleras de emergencia. Ni quien los soporte.

—¡Hey, espera! —escucho que me llama, pero luego ya no escucho nada.

La puerta de las escaleras se cierra tras de mí y me quito los tacones para subirlas. Solo a mí y a mi dignidad se nos ocurre caminar más. Malditos tacones no están hechos para subir escalones.

Comienzo a subir uno a uno, con una mano cogiendo mi bolso y mis tacones, con la otra, tomándome del pasamanos que no quiero morir descalabrada si me mareo por falta de condición física o alimento.

—Dios, tengo que ir al gimnasio —digo a nadie en particular. Las escaleras yacen bien vacías.

De pronto, cuando llego al segundo piso, la puerta de emergencias se abre y me encuentro con Kenneth.

—Hey...

—Maldita sea, ¿no te puedes esfumar? —pregunto molesta.

Lo ignoro y sigo subiendo los escalones.

—Espera, quiero disculparme como es debido —dice tras de mí.

Comienzo a subir más rápido las escaleras, lo menos que pueda hablarle mejor. Así que lo ignoro.

—Karina, espera. Perdóname —dice y escucho un sonido extraño.

Me giro para ver que es ese sonido y lo encuentro de rodillas.

—Eres un payaso. Anda, camina y no me hables —pido de nuevo.

Comienzo a sentir que me falta el aire, definitivamente no tengo condición alguna. Llegamos al tercer piso y mi cuerpo me dice que salga y coja el elevador al octavo piso. Pero mi orgullo me dice, que yo puedo. Y como mi orgullo, es más, sigo avanzando.

—Vamos, salgamos de este lugar —pide él.

—Nadie te tiene siguiéndome, mientras ves mi trasero —refiero, pues sentí su mirada y lo caché mirándome.

—Yo no veía tu trasero —niega—. Veía al infinito.

—Pues te aseguro que el infinito no se encuentra en mis nalgas —aseguro sin dejarme de sentir molesta.

Por fin llegamos al rellano entre el tercer y cuarto piso. Me recargo un poco para tomar aire. Dios, esto es peor que correr una maratón.

—¿Ya estás feliz? —inquiere— ¿Ya podemos salir de las escaleras y tomar un elevador? —pregunta con molestia.

—A ver maldito pelotudo —recrimino enojada. Él conoce la juerga mexicana, así que le daré duro con ella—. Tú no me vas a decir a mí que hacer y que no hacer. Tampoco te traigo amarrado a una cadena para que me sigas. Al contrario, estoy huyendo de ti. Estoy encabronada contigo, así que lo mejor que podrías hacer es alejarte hasta que se me pase el enojo.

Kenneth me mira serio un momento y luego bufa.

—Lo dudo, eres mexicana, decirme que te dé espacio es decirme que te ruegue por perdón —declara como si me conociera.

—Mira, Kenneth, ya me tienes hasta la madre. Desde que me conociste has intentado "descifrarme", inventas cosas sobre mí que no son y me has juzgado sin conocerme. Yo que tú, intento primero conocer a la persona antes de juzgarla. Así que antes de seguir jodiéndome, déjame en paz.

—¡No puedo! —declara y no entiendo.

—¿No puedes dejar de ser un pendejo? —inquiero riéndome y entonces él ríe también.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro