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6. Kenneth vs. Mr. Black

Mis amigas me habían estado acosando todo el día, para que les contara sobre mi compañero de trabajo y roomie, al que apenas tolero, pero que además es apuesto y muy guapo.

Kari_10:32 p.m.

Ya dejen de joder. No les diré nada porque en realidad no sé mucho sobre él.

Diana_10:32 p.m.

Sí, sabes, pero no nos quieres decir

Natalia_10:32 p.m.

Mira ve a la cocina tomarle una foto y nos las mandas.

Kari_10:33 p.m.

¡Por supuesto que no!, no pienso hacer eso están locas

Laura_10:33 p.m.

No estamos locas, pero algunas y desesperadas, ja, ja, ja.

Natalia_10:34 p.m.

Deja de tontear mejor, ve a la cocina, prepárate un café hazte la que está leyendo mensajes en su teléfono y cuando pase le tomas una foto.

Kari_10:34 p.m.

Ja, ja, ja

También ya planeaste cuántos hijos voy a tener con él

Natalia_10:34 p.m.

Por supuesto vas a tener tres

Karina_10:34 p.m.

Dije están locas

Me voy, tengo que preparar todo para el día mañana.

Vamos a tener un desayuno con los ejecutivos más importantes de la compañía y nos van a presentar oficialmente ante ellos.

Tengo que ir lo mejor presentable posible, no puedo quedarme dormida otra vez.

Laura_10:35 p.m.

Pues entonces cómprate un nuevo teléfono

Diana_10:35 p.m.

Y pon una alarma que funcione.

Ya te lo hemos dicho, ese teléfono no sirve.

Kari_10:35 p.m.

Sí, sí, con mi primer sueldo lo haré.

Hasta mañana, descansen chicas

Diana_10:36 p.m.

Adiós, hermosas, descansen.

Laura_10:35 p.m.

Hasta mañana chicas. Un besito en el culito

Natalia_10:35 p.m.

¡Buenas noches, brujas!

Me salgo del chat y camino directo a mi guardarropa, preparo un cambio formal y ejecutivo para el día siguiente. Recuerdo que le debo Kenneth es así que sacó un par de billetes para dárselos. Sé que no fueron ni veinte dólares, pero no quiero tener problemas con él. Así que voy en su búsqueda.

Cuando me acerco a su recámara, me doy cuenta de que está con llave, por lo que tocó la puerta. Espero un momento, pero él no me abre. Quizás se esté duchando, pienso, pero me acerco a la lucha común y no hay nadie. Maldita sea, ya se ha ido otra vez.

Paso por debajo de su puerta los billetes para que cuando llegue a casa, después de abrir la puerta de su recámara, los vea.

Luego recuerdo que no le he dicho que es ese dinero, y para evitar confusiones regresó a mi habitación, tomo un post-it de entre mis cosas y le agradezco por el dinero que me prestó. Vuelvo afuera de su recámara y pasó la nota junto con el dinero para que él lo observe nada más llegando.

Termino de preparar todo para el día siguiente y dejo mi móvil cargando. Espero que no me falle y suene la alarma. Me doy una ducha y me acuesto a dormir. No sé SI Kenneth salió o si yace dormido, luego me regaño mentalmente diciendo que me debe dar igual lo que haga.

A la mañana siguiente, mi alarma si sonó. Es un milagro, me levanto para estirarme. Camino fuera para poner el café.

Entonces piso algo.

Es el dinero que había dejado a Kenneth por debajo de su puerta la noche anterior. Lo despego prácticamente de mi pie y veo que ha respondido mi agradecimiento.

No agradezcas, Stalker, mejor compra el café para el camino.

El mío americano sin azúcar.

Maldita sea.

Entro al baño y me aseo rápidamente. Luego salgo y me hago un poco de ondas en el pelo. Me maquillo con toda la premura, tomo mi maletín que ya está listo y camino a la salida.

—¡Te veo abajo! —grito saliendo y antes de cerrar la puerta añado—. ¡Voy por los cafés!

—¡Ok! —grita desde alguna parte de la casa.

Cierro la puerta y bajo por el elevador hasta la planta baja, salgo del edificio y cruzo la calle. Justo enfrente está una cafetería llamada Dolce Vita. Entro, pido mi orden, pago y una chica de rizos afros me entrega las bebidas. Agradezco y salgo corriendo de vuelta al edificio, justo cuando Kenneth aparece y el taxi llega.

—Justo a tiempo, gracias, Stalker —dice con una amplia sonrisa mientras amablemente abre la puerta del coche para que yo entre.

A esta hora muchas personas salen del edificio rumbo a sus trabajos. Subimos al coche y él toma su bebida del recipiente que cargo.

—¿Americano y sin azúcar? —inquiere al beberle un poco.

—Sí... —respondo entre dientes mirando su expresión.

—Asco, parece que le echaron un puño de azúcar —dice probando de nuevo.

Tomo la otra bebida y le doy un sorbo solo para comprobar lo amarga que esta.

—¡Wuak! —expreso exagerada—. Toma, este es tuyo, y ese es mío. Se equivocaron con los nombres.

—¿Pretendes que tome del mismo vaso en el que tú acabas de poner tus labios? —cuestiona mirándome con un poco de asco.

—Ahora resulta que me saliste delicado —extiendo mi mano para tomar la bebida de su mano y mis dedos rozan los suyos haciendo que mi piel hormigueé—. Dame eso.

Tomo mi bebida y me la llevo directamente a la boca, el sabor amargo, por fin se ha ido.

—Es como si nos besáramos —expone serio y me detengo a verlo un momento. Nunca hubiera sacado esa conclusión —. Hipotéticamente, hablando.

—Solo alguien con ganas de besarme diría eso —declaro haciendo que se sonroje—. Es broma...

Kenneth sonríe con incomodidad, pero eso le pasa por andar diciendo cosas que no son. Cuando llegamos al lugar de la reunión, ahí ya nos espera Cindy con su característica energía y amplia sonrisa.

—¡Bienvenidos! Me alegra saber que no han tenido ningún contratiempo para llegar —saluda revisándonos de pies a cabeza—. Un socio ya ha llegado, será mejor que pasemos, así no se sentirán incómodo.

Cindy nos condujo por lo que parece una vieja bodega reformada. El sitio estilo industrial con ladrillos decorativos le daban un aire distinto a lo sofisticado.

—Es por acá —señala una amplia terraza muy hermosa.

Tanto Kenneth como yo, caminamos a ella dónde hay una mesa extensa con flores de centro de esta y un hombre de espaldas con su teléfono en mano.

—Mr. Black, le presento a Karina Rivera y Kenneth Rexroth —anuncia Cindy sin dejar que pueda ver al socio de la compañía que aún sigue sentado.

Este se pone de pie y deja ver por lo menos su metro, noventa de altura. Kenneth es muy alto, sin duda, pero este espécimen de hombre mide unos cinco o más centímetros que él.

¿Cómo lo sé? Es fácil. Mientras las hormonas de Kenneth no se alborotan en lo mínimo, Kenneth no se distrae y puede acercarse a él para saludarlo. Me doy una cachetada mental para presentarme y actuar como una adulta funcional a la que no le ha afectado la belleza masculina.

—Karina Rivera, mucho gusto Señor, Black —saludo extendiendo mi mano.

Este la toma y llevándosela a la boca me planta un beso en el dorso de la mano. ¡Qué galante!

—El gusto es mío, señorita Karina —expresa y noto como Kenneth se mete las manos a los bolsillos y pone los ojos en blanco haciendo un mohín.

Eso lo hace parecer un adolescente de los que se burlan cuando ven que otro hace algo galante. ¡Que te den, Kenneth!

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