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5. Aprender a trabajar y convivir

El funeral de Mandy había pasado hace ya casi un año, desde entonces soy una sombra viviente. Su nombre tatuado en mi corazón lo llevo como una señal del gran amor que le guardo. Me quedé dormido y eso no hizo más que fastidiar mi día, mezclado con el hecho de que mi roomie es una chica un poco despistada, con falta de carácter, todo pinta genial para hoy. Nótese el sarcasmo.

Cuando llegamos al trabajo todo empeoró, no es que le tenga tirria a la joven, solo que tiene algo... no sé cómo describirlo. Parece como si no fuera capaz de plantar cara. Será que vi aquel video que eso se ha quedado en mi memoria. A la vez, siento un poco de pena por ella y por mí también, de paso.

Tommy nos guía a la cafetería y nos presenta con su característica manera de ser ante la chef y su equipo de cocina. Después de eso, nos dirige hasta el equipo de mantenimiento y hace lo mismo. En nuestro paso por el edificio es claro que él es la reina del lugar, y no lo digo en mala forma, todo lo contrario. Las personas le conocen y le saludan con alegría. Tiene un buen impacto entre el personal.

Para cuando llegamos al piso de Recursos humanos, estoy cansado de sonreír. Sin embargo, Karina, que parece tener un espíritu gentil y afable, sonríe con todo aquel que saluda. No es que yo sea un gruñón, pero el haberme pasado anoche con la bebida me está cobrando factura.

No soy un hombre que beba a menudo, pero ayer lo ameritaba... era el aniversario de la muerte de la persona que considero más importante en mi vida, Mandy.

—Esta es tu oficina —señala la amplia habitación con una vista genial a la calle—. Cualquier cosa, estoy en aquella —Tommy señala la oficina que yace contra esquina de la mía.

—Gracias, Tommy, es muy grato conocer personas como tú —aseguro con simpatía, haciendo que sonría—. ¿Tú llamarás al equipo técnico?

—Sí, luego de llevarte a ti, belleza —toma a Karina del brazo y le señala la oficina más amplia junto a la mía—. A tu oficina. Ambos encontrarán que he dejado un directorio con las extensiones de los departamentos, así como la de la cafetería, mantenimiento y provisiones. A estos últimos les llaman cuando ocupen un bolígrafo o cualquier cosa de papelería.

—Vale, muchas gracias —digo dejando que ellos se marchen a la oficina de mi "querida Roomie".

Entro a la oficina y veo todo tan lúgubre y limpio que, aunque me guste la limpieza, no me gusta la sensación de que parece un hospital. Me trae malos recuerdos.

Saco de mi maletín que aún permanece colgado a mi hombro, mi laptop, junto a la pluma fuente especial, que siempre uso para firmar documentos importantes. Tomo mi laptop personal y la pongo frente a mí, así como el contrato y el manual de empleado. Cierro la puerta de mi oficina y aunque hay algunas personas que miran hacía acá, también es cierto que muchos miran hacia la oficina de la "jefa".

Espero no subestimarla, pues, aunque no me cae mal, tampoco es una persona de mi total agrado.

Leo el contrato, y saco una copia en una copiadora que yace en la esquina junto a la ventana de mi lugar de trabajo. Hago algunas anotaciones sobre ello y de nuevo el pensamiento me traiciona y me lleva a pensar en Karina, o al menos, en el sueldo que esta gana.

Un golpe en mi puerta me hace desconcentrarme de mis cavilaciones.

—Pase —digo y entra un hombre de unos cincuenta y tantos con un par más joven.

—Buen día, somos del equipo técnico de computación —se presenta—. Mi nombre es Richard —extiende su mano para saludarme y yo la tomo.

—Mucho gusto, Richard —saludo.

—Ellos son Michael y Peter —señala a sus compañeros detrás de él y los saludo a ambos—. Venimos a instalar su nueva PC, así como a entregarle su cuenta de correo y el acceso al sistema.

—De acuerdo, pasen ¿en qué les puedo ayudar? —pregunto cuando veo que entran con unas cajas.

—Por el momento en nada, ya que esté instalada la PC, entonces sí —explica Richard—. Si gusta puede ir a desayunar o a tomar café, tardaremos por lo menos una hora.

¿Qué se supone que haga en ese tiempo? ¿Dormir? Tengo las ganas de preguntar si hay alguna sala de descanso, pero me parece imprudente. Recién llegando y ya quiero descansar. Salgo de la oficina con mi teléfono en mano y es Karina quien aparece a mi lado.

—¿También te han sacado? —inquiere y veo que también hay personal en la de ella.

—Sí, al menos una hora, ¿sabes si hay alguna sala de descanso o algo así? —pregunto con las ganas de dormir durante ese tiempo.

—En serio que no tienes vergüenza... —dice entre dientes—. Mejor vamos a desayunar, ¿no te da hambre a ti o qué?

Me da risa porque me doy cuenta de que a mí me habla en un tono muy personal, mientras que con los demás se dirige muy profesional. No sé si es porque hemos discutido, por qué somos roomies o solo porque le caigo bien. Que no creo.

—Venga, pues, vamos a desayunar —digo invitándola con una señal de mano a que caminemos—. No me acordaba de que no tenías dinero...

—Te lo pagaré —dice mientras observa a su alrededor y los cubículos de las personas—. Más tarde, ya que hayamos leído el contrato y el manual, le diré a Tommy para que nos guíe en una presentación a través del personal.

—¿Y sí mejor organizas una junta y ahí nos presentamos? —me mira con poco agrado haciendo una mueca con la boca... esa boca.

Ella presiona el botón del elevador y luego me mira con autosuficiencia, como si fuera la jefa. Aunque lo es.

—No, iremos a sus lugares de trabajo y sabremos en dónde están ubicados cada uno, que nos muestren lo que hacen y cómo es que lo hacen —explica con tono de autoridad, pero sin ser autoritaria—. Necesitamos irnos familiarizando y así sabremos a lo que nos enfrentamos. Si notas algo extraño, caras de molestia o sabes de quejas, me las haces saber de inmediato.

El elevador llega abriendo sus puertas de par en par y entramos.

—Cómo diga, jefa... —murmuro con sarcasmo.

Ella pone en stop el elevador y paramos.

—¡A ver, ya! ¿Qué jodidos es lo que te pasa? ¿Por qué es que te caigo tan mal si ni me conoces? —inquiere exigiendo respuestas.

Pero sí que tiene agallas para confrontarme. La forma en que lo dice me choquea, desde que la vi pude reconocerla por el video, ¿quién no lo vio?

Una chica llorando desconsolada al ver a su prometido estando con otra a tan solo minutos de decir el "sí acepto" para toda la vida, y segundos después ver como este aparece en cueros ante la cámara. La expresión de decepción de la chica no la olvidaré jamás y su risa... esa risa que le liberaba de todo lo que le acontecía. Una risa que le permita salir corriendo de aquel escándalo y que, aunque la gente lo hizo viral por las maneras equivocadas, yo no podría olvidar a la chica que en medio de todo se río. Decidió reír, para no llorar.

—No lo entenderías —digo y la ignoro—. No me caes mal, solo que no te conozco tan bien como quisiera.

—¿Y para qué querrías conocerme? —pregunta con un tono de confusión en su voz.

Ni yo lo sé a decir verdad.

—Por qué eres mi jefa, y se nota que eres medio mandoncita —digo de frente para que no note que es una persona a la que deseo descifrar.

Su aliento mentoso llega a mí, no me percaté lo cerca que estábamos hasta que su mirada se dirigió a mis labios. La atracción de nuestras bocas nos lleva uno al otro a acercarnos, es involuntario, es mágico.

El sonido del elevador en marcha rompe el encanto, quito la mirada de sus labios y noto que ha reiniciado el viaje a la cafetería. Es ella quien ha puesto un alto, luego de eso me ignora el resto del recorrido. No le dura mucho porque no tiene dinero y debo pagar por ella.

Cuando llegamos pide un panini con un jugo de naranja, me dice que me pagará llegando a casa y me agradece. En cuanto le entregan su pedido se marcha a una mesa y me deja solo. Nota mental: no molestarla.

Yo ordeno un sándwich y un café expreso sin azúcar. Me siento lo más alejado que puedo de ella y le mando mensaje a mi madre que vive en Athens, en Georgia. Ella era una enfermera soltera que decidió criarme sola antes que exponerse a los abusos de mi padre, huyó de Texas y aunque es mexicana de nacimiento habla muy bien el inglés. Es por ella y su educación que aprendí el español.

Kenneth_9:54 p.m.

Ya estoy instalado, puedes venir a visitarme cuando quieras.

Ma Irma_9:54 p.m.

Me alegra hijo, igual tienes aquí tu casa. En la primera oportunidad iré a verte.

¿Qué tal el trabajo?

Kenneth_9:55 p.m.

De ensueño, apenas es mi primer día.

Ma Irma_9:55 p.m.

Tan sarcástico como siempre.

No olvides sonreír. Te amo :)

Kenneth_9:56 p.m.

Yo a ti, mamá.

Termino de comer y no me volteo a ver si Karina sigue aquí, solo me dirijo a mi lugar de trabajo y espero a que terminen de instalar lo que deban. Afortunadamente, hay un sofá en una orilla, así que me siento a buscar en internet cosas sobre Karina. Si ella pudo stalkearme, lo justo es que yo también lo haga.

Mientras busco información de ella, me doy en cuanta que es en vano. No tiene Facebook, Instagram, Twitter, LinkedIn, ni Telegram. Solo tengo el bendito WhatsApp. ¿Será que lo que pasó con su ex la hizo cerrar sus cuentas?

Esas imágenes hacen a cualquiera en su lugar el no querer tener redes sociales. Yo también lo haría, ser expuesta ante las redes y las personas, tal como ella lo fue, es algo que no se lo deseo a nadie. Imagina tu vida privada expuesta así, para ser juzgada, criticada, señalada, e incluso ser objeto de risión. No ha de ser nada fácil.

Puede ser incluso que admita el hecho de que admiro eso de ella, y, aun así, quisiera conocerla más. Desde hacía mucho tiempo que nadie había llamado poderosamente mi atención, mucho menos, una persona que tuviera ese feeling para hacer las cosas, esa determinación que ha demostrado en tan pocas palabras, ni a ese temperamento para dirigir. Es sin duda algo que yo quiero conocer y quiero conocerla a ella, no importa que me saqué de mis casillas.

El equipo técnico trabaja para dejar instalada la nueva computadora con el acceso al sistema. El señor Richard, me entregó una hoja con mi nuevo acceso, a mi cuenta de correo y mis contraseñas. De igual manera, me demuestra con un ejemplo en la PC cómo es que puedo acceder al sistema de recursos humanos y enlazarme con la red de la empresa.

No vuelvo a ver a Karina hasta que Tommy se acerca para decirme que ella me llama a su oficina. Me pregunto si tiene mi teléfono, porque es que no me mandó un mensaje de WhatsApp.

—Adelante, pasa —señala la silla frente al escritorio y me siento en ella—. Estaba comentando con Tommy lo que te dije, para que nos guíe y nos presente al equipo de trabajo. Al principal equipo de trabajo —señala puntualmente, entonces escribe un tipo pizarra detrás de ella el plan que tiene.

—Como tú me sugeriste, haré una junta con el demás personal, después. Creo conveniente conocer de primera mano al equipo próximo y después, por consecuente, iremos conociendo al resto del equipo. ¿Qué te parece?

Que tome en cuenta mi opinión me alegra, porque eso significa que no me va a ignorar por completo. Al final de cuentas somos un equipo de trabajo y tenemos que aprender a trabajar y convivir lo mejor posible, por el bien de nuestros empleados y el bien de nuestros compañeros.

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