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4. No se maten


Llegamos a M&S Harvesting, Inc., pasando diez de las ocho.

—Yo que no quería llegar tarde —dice Kenneth mientras camina a mi lado.

—Pues entonces no deberías desvelarte ni desvelarme precisamente un día antes —replico ante su imprudencia. Él me ve como no entendiendo de qué mierda hablo, así que le explico antes de cruzar las puertas de cristal—. Te escuché anoche, llorando.

No sé si es vergüenza o enojo lo que noto en su rostro, pero luego de eso aprieta la mandíbula y se pone frente a mí impidiendo que pase.

—No volverá a pasar —dice con firmeza—. Solo no lo menciones, jamás.

La determinación y dureza en sus palabras me da nervio, no sé quién o porque era que lloraba y tampoco es que me interese. Pero sentirlo tan cerca, oler su aroma, mirar sus ojos me desconcentra.

—¡Bienvenidos! —saluda Cindy, saliendo del edificio blanco con terrazas verdes y lleno de ventanas de cristal—. Los estaba esperando, espero que hayan descansado.

«Si supiera» pienso mentalmente. Kenneth se gira de inmediato a verla y su expresión cambia, es un maestro del disfraz.

—¡Hola, Cindy! Por supuesto, dormí muy bien y ¿tú? Te ves espléndida —adula a la mujer frente a mí, ella no le es indiferente a sus encantos.

Kenneth le ofrece su brazo y esta lo sostiene para retomar la caminata. Yo les sigo detrás, a mí me ignoran y mejor para mí. El desvelo hace meya en mis ganas de socializar por más encantada que esté por ser mi primer día.

Cindy nos lleva hasta lo que parece un recibidor, ahí están una recepcionista y un par de hombres que parecen de seguridad. Ella le pide que le dé los gafetes y nos los entrega.

—Estos son sus pases, por favor pongan sus huellas aquí —la chica de pelo castaño y ojos miel, nos pasa un lector de huellas.

—Primero usted, Karina Rivera —pide y pongo mi dedo índice como lo marca una pequeña pantalla que me muestra—. Ahora el pulgar.

Hago lo que me pide con ambas manos y luego es turno de Kenneth. Después de esto, Cindy nos dirige a los elevadores que están de lado derecho.

—Subirán hasta el último piso que es donde están sus oficinas, ahorita iremos a la mía para que revisen sus contratos y los firmen —informa mientras subimos todos al elevador y ella aplasta el botón del piso cuatro—. Luego de eso, les presentaré a Tommy, él los llevará a conocer sus oficinas y los lugares importantes del edificio. Ya luego irán conociendo el resto.

La forma en que se dirige a nosotros, no deja duda de que sabe de lo que habla y lo que hace. Al llegar a su piso bajamos los tres y aunque Kenneth sigue a su lado en todo momento «como si eso me importara», Cindy va explicando detalles del lugar volteando su rostro de vez en cuando a mí.

Vaya, ya me toma en cuenta.

Llegamos a lo que parece una sala de conferencias y nos hace sentar, los contratos yacen sobre la mesa.

—Pueden sentarse —nos invita señalando los asientos. Nos sentamos uno frente al otro—. ¿Gustan algo de beber? ¿Café, agua, jugo? —sugiere.

—Yo café —menciono con urgencia.

—Igual —señala Kenneth.

Cindy toca un botón en un intercomunicador que también está en la mesa y pide a quien sea que esté del otro lado tres cafés.

—Bueno, como se dieron cuenta, hay mucho personal en la compañía. En mi caso yo me encargo de nóminas —señala dándonos su tarjeta—. La empresa contrata muchas personas de origen internacional, principalmente latinos, es por eso que se les contrató.

Cindy nos pasa nuestras carpetas y cada uno abre la suya, mi puesto que yo pensé que sería gerente de recursos humanos dice que mi puesto es directora de Recursos humanos, cuando veo el sueldo me emociono.

—Esto... —señalo el sueldo en la hoja acercándosele a Cindy—. Según creí era menos.

—El salario base es lo que se envió por correo electrónico, esto ya sería el neto —explica.

Estoy que no me la creo... 51, 200 dólares mensuales. Noto que Kenneth estira un poco el cuello para ver, pero muevo sutilmente las hojas para que no vea.

—Disculpa, ¿hay alguna cláusula importante en todas estás que me esté perdiendo? —señala las cinco páginas de reglamento frente a él.

—Se quedarán con una copia para que las revisen tranquilamente en su departamento —explica—. Lo que sí, es que, al ser una empresa internacional, interracial e intercultural, para evitarnos algunos problemas con el gobierno, una de las cláusulas, y lo comenté ayer, es que están prohibidas las relaciones entre empleados.

—Eso es raro por qué pensaron que habían contratado a un matrimonio —refiere con sarcasmo.

—Una cosa es contratar matrimonios que estén destinados a un área específica para que sean su apoyo, otra muy distinta permitir relaciones amorosas que se confundan con lo laboral —señala concretamente—. En la parte de abajo encontrarán el manual de empleado y sus funciones según su puesto de trabajo. Tú, Karina como directora de Recursos humanos, rindes cuenta directamente con el director general de la compañía. En tu caso, Kenneth, como responsable de Formación y Desarrollo, rindes cuentas a Karina.

La cara de Kenneth es un poema, se nota que le molesta que sea yo su jefa.

—Y por eso, es que no tengo que preocuparme que vivan juntos —señala Cindy mientras es interrumpida por una chica delgada y rubia con un carrito de café—. Vengan, pueden preparárselo a su gusto.

Ella se levanta y yo la sigo, no voy ni a la mitad de la lectura de términos y condiciones, así que una buena dosis de cafeína me vendrá bien. Mientras me preparo mi café, Cindy me relata un poco sobre lo que ella hace. Está en el departamento contable, pero rinde cuentas a Recursos humanos y Contabilidad.

Casi por nada, si las nóminas salen cada semana para el personal del campo y cada mes para el personal de oficina.

—¿Cuánto personal hay en el campo? —pregunta Kenneth levantándose a por café.

—Suelen variar por mes, por tipo de cultivo y por zona, van desde las quinientas personas hasta el mil o dos mil.

—Wow... eso es mucho —señalo ante lo evidente.

—Sí, pero como les digo, varían —explica sentándose—. Fijos en cada zona y cada cosecha hay al menos de cincuenta personas, desde administrativos hasta de campo, que son los que fumigan, técnicos, capataces, ingenieros industriales, ingenieros agrícolas, asesores, veladores... y ya irán viendo los puestos que hay.

—Vale, estoy encantada de aprender y conocer más —digo emocionada, la cara de Kenneth es de fastidio desde el lugar en donde está preparando su café.

Un joven de aparente feminidad entra con algarabía y toda la actitud.

—¡Good moorning! —saluda en un perfecto inglés—. ¡Llegó la vibra! —dice ahora en un perfecto español—. Mucho gusto, soy Tomás, pero díganme Tommy.

Extiende su mano para que lo salude y cuando lo hago la lleva a su boca para darle un beso.

—Bienvenida, Karina Rivera —expresa con exageración y luego mira a Kenneth con ganas de comerlo—. Tú has de ser Kenneth Rexroth, ¿es así?

Me río internamente por la cara que este hace, no se esperaba que también al saludarlo le daría un beso en el dorso de la mano. No sabe cómo lo he disfrutado.

—Mucho gusto —dice Kenneth lo más cordialmente que puede, se nota que no le ha gustado el coqueteo inofensivo del joven.

—Tommy, aún no terminamos —señala Cindy, quien se nota, no le ha gustado que le interrumpan—. Si quieres yo te llamo cuando acabe.

Este la ignora y se sienta junto a mí.

—Mejor me espero a que terminen y ya los llevo al recorrido, de todas maneras, mi jefa está aquí a mi lado, así que no creo me regañe —explica sorprendiéndome—. Tú eres mi jefa, yo soy tu asistente, mucho gusto.

La expresión de mi cara lo dice todo.

—Eso es bueno, me da mucho gusto conocerte, creo que haremos un buen equipo —señalo con la esperanza de que así sea.

—¿Ves?, ella es genial. Tal como lo predije —señala a Cindy quien hace una cara de ironía.

—Como les explicaba, la cantidad de empleados varía dependiendo el año. Lo principal que deben saber es que todo depende del tipo de siembra o cosecha que se haga, tenemos un calendario anual para eso que ya les estará llegando a sus correos. Pueden revisar sus contratos y manuales en sus respectivas oficinas, las cuales está de más decir que están en el mismo piso —ella se levanta y toma un trago de café—. El equipo técnico llegará con ustedes cuando Tommy les avise, les darán sus nuevas cuentas de correo, contraseñas y acceso al servidor de la empresa. Cualquier duda me la hacen saber. En mi tarjeta están todos los datos.

Su explicación, aunque extensa, es concisa, yo tengo varias preguntas más, pero la experiencia que tengo espero me sea suficiente parra ello.

—Una cosa más, mañana tendremos una excursión a campo, vengan con ropa cómoda —señala con su tono de jefa—. Es todo por el momento, Tommy les guiará de ahora en adelante.

—Muchas gracias, Cindy —agradezco sinceramente—. Cualquier cosa estoy a tus órdenes de igual manera.

—Gracias, Cindy. También estoy a la orden —remarca Kenneth.

—A ustedes, me tengo que ir, que tengo otra reunión —explica y comienza a caminar—. Tommy, todos tuyos.

Cindy comienza a caminar y antes de salir se gira a vernos muy firmemente.

—Solo no se maten entre ustedes, sería mucho papeleo —dice sarcásticamente y sale cerrando la puerta tras de sí.

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