Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18. Suspiro

Kenneth

Estoy nervioso...

Karina había tenido la osadía de querer dormir conmigo.

—¿Y nunca hemos dormido juntos? —pregunta ella parada frente a la cama.

Imagínense esto. Yo, de pie frente a la cama. Ella igual, pero del otro lado. Ambos mirando la cama, y luego dándonos miradas incómodas. Ella no sabe cómo actuar dado que no recuerda haber pasado la noche nunca antes conmigo... Lo que no sabe es que yo tampoco sé lo que eso es, puesto que apenas tenemos unos diez días de conocernos, y jamás hemos pasado la noche juntos.

¿Se puede sentir que conoces a una persona de toda la vida?

A veces siento que es así con ella. Me siento cautivado por lo transparente de sus emociones.

—¿Entonces? —inquiere ella.

—Tú siempre duermes del mismo lado... Aunque la verdad solo hemos dormido un par de veces juntos. Así que... Escoge tu lado, me pondré la pijama.

Abro el clóset y saco una de mis pijamas, salgo del cuarto y me cambio en el baño.

Cuando entro a la recámara Karina estabas buscando entre mi closet.

—¿Qué haces? —pregunto, ella me mira con timidez y responde.

—Saqué una playera tuya para dormir con ella. ¿Te molesta? —pregunta con timidez.

—Para nada, eres libre de tomar lo que desees. No tengo problema con ello —respondo—. Es normal que hagas eso —miento, ella sonríe, toma mi playera y sale al baño a cambiarse.

Me pregunto si era algo que hacía con su ex o si es algo nuevo, ciertamente nunca había pasado esto entre nosotros.

La playera apenas le llega por encima de la rodilla. Su piel bronceada se alcanza a ver con más claridad. Sus muslos son amplios y aunque mi playera es grande en su cuerpo, es imposible no ver su estrecha cintura y sus pechos turgentes.

Trago duro al verla.

Ella casi que corre al lado más alejado de la cama y se acuesta. Mi lado. No digo nada por qué le he dicho que ella siempre duerme de su lado, el cual yo ignoraba fuera el mismo que el mío.

Ella se cubre totalmente. No quiere que le vea. Tampoco estoy buscando verla.

Apago la luz y me recuesto a su lado. Ambos mirando el techo, sin saber qué hacer o que decir.

El silencio es muy incómodo...

Demasiado.

—Cuéntame algo de ti —pide ella.

—¿Algo de mí? —pregunto con duda.

—Sí, recuerda que no te conozco de nada...

—Cierto. Bien, ¿Qué te gustaría saber?

—¿Qué edad tienes? —pregunta divertida.

—Tengo treinta...

Esto parece un interrogatorio.

—¿Y tú? ¿Ya sabes qué edad tienes? —inquiero

—¿23? —pregunta dudando, pero se ríe en el proceso.

La risa que libera nunca antes la había escuchado, se está divirtiendo.

—Veinticinco... Pero si tú quieres tener veintitrés, yo no lo negaré —expreso riendo. Ella se gira de lado y queda mirándome de frente.

—Entonces... ¿Hemos tenido sexo? —pregunta, pero noto un ligero tono de preocupación en su voz.

—No, a pesar de lo que sucedió con Ramón, tú has decidido que no tengamos sexo —improviso, aun así, recuerdo a su amiguito—. No sé si deba decirte esto, no obstante tienes un... amigo provisional.

—¿Cómo qué amigo provisional? —inquiere frunciendo el entrecejo.

Ahora que está más cerca es imposible no notar sus pestañas largas y sus pecas en la nariz.

—Tienes un consolador en tu armario —informo, no por querer evidenciarla y que se sienta apenada delante de mí, si no por otro motivo más importante ella palidece e inmediatamente después se sonroja—. Tranquila, no te estoy juzgando, tampoco te ando vigilando. Lo encontré ahora que buscaba ropa tuya en una caja de zapatos... te digo para que tengas cuidado de que tus padres lo vean.

—¡Santo cielo, Kenneth! ¿Ya no soy virgen? —pregunta sofocada—. Dios... mi madre se va a morir...

Me da risa que ella crea eso cuando minutos antes su madre estaba diciéndonos que quería nietos.

—No te agobies... juzgo que tu madre ha cambiado de parecer desde tu último recuerdo con ella —imagino en voz alta. No estoy seguro de ello.

—¿Por qué lo dices? —pregunta.

—Recuerda que hace minutos nos dijo que durmiéramos juntos para darle nietos.

Karina se sonroja de nuevo.

—Definitivamente, no dejo de humillarme —responde cubriendo su rostro con la colcha.

—No lo haces, estás redescubriendo el mundo —consuelo con la intención de que no se tome tan personal todo lo que está viviendo.

Karina comienza a llorar debajo de la cobija, levanto mi mano para quitarle del rostro la tela y verla a los ojos, pero me arrepiento bajándola de inmediato.

—¿Tan mala es tu vida actual? —inquiero pensativo.

—No es eso... solo que quisiera recordar, quisiera que no me doliera el engaño de Ramón y no sentirme tan estúpida porque me duela. Lo siento... yo, no debería estarte diciendo estas cosas. Eres mi prometido.

La verdad es que no me molesta, era algo que creí que pasaría, que ella reviviría ese dolor. Porque no recuerda que la engañó y volver a verlo haciéndolo, es volver a vivir ese momento doloroso de su vida.

—No eres estúpida —difiero con calma.

—Lo soy, solo es cosa de mirarte —expresa aun ocultando su rostro—. No tengo que andar sufriendo por un pendejo como Ramón, teniendo al hombre perfecto enfrente, pero que no recuerdo... eso es una broma cruel de la vida, ¿no crees? —me pregunta bajando la cobija que le cubría el rostro ya enrojecido lleno del resto de lágrimas.

—No llores, no te agobies, fue algo que dijo el médico —recuerdo preocupado por ella—. No me preocupa Ramón, él no está aquí. Yo sí. Así que si no me recuerdas pues... podemos intentaremos volver a conocernos y si no te funciona eso y no quieres nada conmigo, pues entonces... adiós —revelo con nada de tiento.

Karina no sabe que todo esto que estoy haciendo es porque se quede. Espero que en este mes ella pueda recordar algo si no... Esto será un caos.

Ella se limpia el rostro, pero la siento hecha todo un lío.

—¿Quieres que te abrace? —pregunto golpeándome mentalmente por la propuesta.

—Sí... creo que necesito un abrazo.

Karina se gira, dándome la espalda y por mera inercia se acomoda de cucharita contra mí. Yo entro en un trance mental, en el que le digo a mi cuerpo que se controle. Ella se recarga en mi brazo y paso el otro por enfrente acunándola.

El momento es íntimo, ella suspira y mi corazón se detiene. ¿Qué diablos estoy haciendo?

—Gracias por esto, Kenneth.

Ahora yo suspiro.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro