XI. Acecho
Capítulo 11:
Cuaderno antiguo
Lyris se sorprendió mientras miraba el apartamento de Law, era ordenado y ciertamente tenía casi lo justo y necesario para vivir. Una sonrisa involuntaria se posó en sus labios y Law se tensó levemente mirando como la chica sostenía una foto donde ambos estaban abrazados mientras que la fecha de la foto enmarcada estaba grabada en rojo sangre en el cristal.
—¿Le pones fecha a nuestras fotos? —preguntó la chica.
—...Si —tardó en responder el azabache y miró fijamente la reacción de la chica la cual soltó una risita haciéndolo sentir tenso.
—¡Eres tan adorable! —chilló la albina colocando el cuadro donde estaba y el hombre se destensó de inmediato, ella creía que era adorable, era mejor a que creyera que era un loco o algo por el estilo— Esta fue una foto impresa que hiciste en tu celular, ¿No?
—Sí...
—¡No quería admitirlo porque era vergonzoso! Pero también imprimí algunas fotos de nosotros y las enmarqué en un cuadro con las fechas en la parte de atrás junto una pequeña frase para recordar lo que hicimos ese día —rio risueñamente la albina y el azabache sonrió cerrando la puerta de su casa.
Ella también lo quería, le apreciaba por lo menos, quizás aún no sepa lo que siente y no le pueda decir con certeza si lo ama como él a ella, aunque nunca le ha confesado sus sentimientos.
Lyris curioseó la casa encontrando pequeñas cosas de su niñez junto con él en la alejada casa de Volff, se sintió feliz de saber que Law apreciaba las cosas que los unieron desde niño, había viejos libros que solían leer juntos los cuales tenían pequeños desgastes en las puntas por el reiterado uso, dibujos de ellos juntos, mapas y un viejo cuaderno que ella reconoció de un instante y se sonrojó hasta las orejas.
—¡No me digas que guardaste este vergonzoso libro durante todos estos años! —chillo la chica y mirando el libro que tenía en sus manos— ¡Es basura! ¡Deberías botarlo! ¡Yo lo boté a la basura!
—Para mi no es basura Lyris-ya, es interesante saber que componías poemas a esa edad, que, por cierto, son muy buenos —habló el hombre con tranquilidad.
—¡¿Lo leíste?! ¡No! ¡Que vergüenza! —chilló la albina poniéndose las manos en el rostro y tirándose a la cama del chico.
—Es adorable —habló el chico y casi toma el libro si no fuera porque la albina lo alejo de este.
—¡Es mío! Lo boté a la basura por algo, ¡Debería estar en la basura! Lo quemaré —habló la chica al otro lado de la cama.
—En el momento en que lo dejaste en la basura, pasó de ser tuyo a propiedad de nadie —habló el azabache y rápidamente cambió de lugar, ahora estando detrás de la chica la derribó contra la cama y restringió los movimientos de los brazos de la chica poniéndolos encima de su cabeza—. Y en el momento en que yo lo recogí de la basura, pasó de ser de propiedad de nadie, a mi propiedad —habló el hombre con una sonrisa en los labios.
—.... ¿Lo leyeron Shachi, Penguin y Bepo...? —preguntó avergonzada la chica.
—No veo porqué debería de mostrarle mis pertenencias —murmuró el azabache en el oído de la chica, haciendo que un escalofrío recorriese su espina dorsal.
—... gracias —murmuró en un hilo de voz, con las mejillas sonrojadas.
—No hay de qué —habló el azabache y soltó los brazos de la chica, pero no la dejó ir.
Ambos estaban en la cama del hombre, ella avergonzada con el rostro cubierto por las frazadas y él encima de ella, con su cuerpo pegado al de la mujer.
¿Alguien que siga leyendo ésta historia?
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