VIÉNDOTE SONREÍR MIENTRAS DUERMES Ron, 5º año
-Bueno, nos vemos luego, chicos- dijo Harry.
-Adiós- contestamos Hermione y yo al unísono.
Mi hermana se despidió con la mano y salió de la enfermería detrás de Harry. Como cada mañana antes de empezar las clases Harry y Ginny habían venido a ver como estábamos. A la hora de comer volverían con Neville y Luna.
Hermione y yo llevábamos tres días allí recuperándonos de los ataques que sufrimos en nuestra incursión en el Ministerio de Magia. Nuestros amigos ya nos habían puesto al corriente de todo: cómo fuimos rescatados por la Orden, la muerte de Sirius e incluso el gran momento que tuvo Neville cuando nadie más podía ayudar a Harry.
Yo apenas recordaba nada porque, por lo que me contaron, fui atacado por unos extraños cerebros con tentáculos me dejaron grandes moratones; aunque eso no era nada comparado con el ataque sufrido por Hermione. Madame Pomfrey dijo que tuvo suerte de que el hechizo no hubiera sido bien realizado, porque de lo contrario... Se me erizaban los pelos sólo de pensarlo. La enfermera nos aseguró que se recuperaría, pero aun así nos tuvo muy preocupado porque estuvo más de un día inconsciente.
-No debería estar aquí- susurró Hermione mirando la puerta de la enfermería-. Quiero ir a clase.
Bufé. Sólo ella era capaz de decir semejante tontería. A ver, ¿qué persona en su sano juicio quiere ir a clase?
-Pero Hermione, tienes que recuperarte- le recordé.
-¡Estoy bien ya!- exclamó ella incorporándose bruscamente, y al momento se llevó las manos a las espalda, donde se había golpeado al caer.
-No, no lo estás.
Mi amiga volvió a tumbarse en la camilla y cruzó los brazos resignándose. Apenas podía moverse sin que le doliera algo.
-Cuando venga Harry le voy a decir que me diga los deberes que han mandado...
Puse los ojos en blanco. Más rara no se puede ser.
-¡Oh, vamos Hermione, disfruta!- exclamé-. No pasa nada por perderse tres o cuatro días de clase. Al menos yo no tengo ninguna prisa por volver...
Al momento supe que no debería haber dicho aquello.
-Ah, así que piensas quedarte aquí el mayor tiempo posible aunque no te encuentres mal- me reprochó.
-Yo sí me encuentro mal- espeté.
-¿Ah sí? ¡Pues no lo parece cuando estás de cachondeo con Harry!- dijo Hermione muy enfadada.
¡Por los calzones bombachos de Merlín, ni estando en la enfermería podíamos evitar discutir! La señora Pomfrey me había dicho que me quedaban al menos dos días más de enfermería por si acaso, y me tenía en observación. Es verdad que las visitas de Harry me animaban mucho, pero creo que Hermione, durmiendo en la camilla de al lado, habría notado los profundos dolores de cabeza que me daban de vez en cuando como consecuencia de aquellos cerebros.
-No finjo estar malo para saltarme las clases, si es lo que insinúas- contesté también enfadado.
-Lo harías si pudieras, de eso no me cabe la menor duda...
No daba crédito a lo que oía, aunque en el fondo me extrañaba que no hubiéramos explotado antes. Bastante bien estábamos conviviendo los dos en los tres días que llevábamos juntos en la enfermería.
-¿Pero qué demonios te pasa conmigo?- exploté elevando la voz.
-Shh, no grites- me regañó Hermione mirándome con el ceño fruncido.
-¿Que qué te pasa conmigo?- repetí sin bajar el tono de voz.
-¡Que-no-grites!- remarcó cada palabra mientras gritaba también.
En ese momento la puerta del despacho de la señora Pomfrey se abrió de golpe y la anciana mujer salió hecha una furia.
-¿A qué viene ese griterío?- nos regañó-. Weasley, Granger, creo que ya son bastante mayorcitos para montar semejante espectáculo.
Hermione y yo bajamos la mirada avergonzados y permanecimos en silencio hasta que, tras varios segundos, la enfermera volvió a encerrarse en su despacho, no sin antes lanzarnos una severa mirada de advertencia.
-Lo que me pasa es que sé que cuando salgamos de aquí me vas a pedir que te haga todos los deberes para ponerte al día, y no me da la gana- susurró Hermione hablando muy rápido y muy bajito.
-No pensaba hacerlo- murmuré entre dientes, aunque obviamente era mentira.
Mi amiga me conocía demasiado bien.
-¿Ah, no?- preguntó ella escéptica, y soltó una risotada-. ¿Acaso pensabas hacerlo todo tú solo?
-Sí- volví a mentir-. ¿No me crees capaz?
Costaba mucho discutir en ese tono de voz tan bajo, y más aún cuando nuestras peleas se caracterizaban por el espectáculo que solíamos dar en cualquier lugar.
-No- contestó entrecortadamente tras unos segundos.
Aquello me dejó roto. ¿Eso era lo que pensaba de mí? No sabía qué contestar a eso, así que me tumbé de lado en mi cama dándole la espalda.
-Piérdete, Hermione- le solté fríamente sabiendo que acabaría arrepintiéndome de cada palabra que decía, como me pasaba siempre.
-Lo mismo digo, Ronald- espetó.
Sabe que odio que me llame Ronald... Un ruido de muelles y unos quejidos de dolor me indicaron que Hermione también se había puesto en su cama dándome la espalda.
Resoplé y me quedé así, refunfuñando y de brazos cruzados.
"Bueno, creo que ya", pensé al cabo de una hora en la que no nos dirigimos la palabra. Cinco años discutiendo con Hermione sin dejar de ser amigos me habían dado mucha práctica. La cosa era casi siempre igual (salvo alguna vez que tuvimos peleas más fuertes): discusión, dejar de hablarnos un rato, rebajarnos a hacer las paces cuando nadie miraba, amigos y de nuevo discusión. Y aunque parece una amistad un poco rara, en el fondo nos queremos... De hecho ella no se puede imaginar cómo la quiero.
-Bah, Hermione, vamos a hacer las paces- dije mientras me giraba en la cama para mirarla. Ella seguía volviéndome la espalda-. ¿Amigos?- pregunté extendiendo la mano, pero ella no se movió.
Por un momento me asusté. "No creo que esta discusión haya sido para tanto...", me dije a mi mismo, pero entonces me di cuenta que Hermione estaba dormida y sonreí.
Procurando no hacer ruido me levanté de la cama y me senté en la de mi amiga muy lentamente para no despertarla.
Parecía tan pequeña e inocente así dormida... Con mucho cuidado y un poco de miedo extendí mi brazo y le retiré un mechón de pelo que le caía por la cara. Ella hizo un ruidito en sueños y una sonrisa apareció al mismo tiempo en sus labios y en los míos.
Tras mirar a todos lados para comprobar que estábamos solos tomé aire, me armé de valor y dije:
-Perdóname, Hermione- sabía que no me escuchaba, pero era mejor así-. Sí que pensaba pedirte los deberes, ya me conoces, pero... Pero nada- bajé la mirada porque no había excusa-. Como siempre tienes razón, y como siempre soy un estúpido.
Entonces comencé a darle vueltas a la cabeza. No sé cómo Hermione quería a un chico como yo como amigo. Estaba claro que yo no la merecía, y no había ninguna posibilidad de que ella se fijase en mí. Resoplé. Yo jamás estaría con Hermione. A pesar de que aún no entendía cómo ni por qué me había tenido que enamorar de mi mejor amiga, lo que sí tenía claro era que el futuro me deparaba el estar viendo a Hermione ligando con búlgaros o ingleses, chicos guapos e inteligentes mientras yo me tragaba mis celos y mi orgullo amargado en una esquina.
-Al menos espero que no se te olvide que soy tu amigo- se me escapó en voz alta.
Temblando de nervios comencé a acariciar la mejilla de Hermione suavemente. "¿Qué estará soñando?", me pregunté al verla sonreír de nuevo.
De repente la puerta principal de la enfermería se abrió haciendo que me sobresaltase, y Harry entró por ella. Me levanté corriendo y metí la mano con la que acariciaba a Hermione en el bolsillo de mi pijama.
-¿Qué... qué haces aquí?- pregunté con indiferencia.
Pero Harry se había quedado quieto a un par de metros de mí con una cara de felicidad boba y mirándonos a Hermione y a mí consecutivamente.
Carraspeé fuertemente y mi amigo salió de su ensimismamiento.
-Los miércoles tenemos una hora libre a media mañana, ¿no te acuerdas?
-Ah...
-Pero tranquilo que yo... yo me voy ya- dijo con una pícara sonrisa en la cara que no me gustó nada.
-¿Y por qué ibas a irte?- pregunté inocentemente, aunque mi mente gritaba "¡Sí, vete y no vuelvas!".
-Porque... acabo de recordar que Angelina quería comentarme algo de Quidditch- explicó hablando muy rápido.
-Bueno... entonces vale- contesté aliviado.
Y sin más se dio la vuelta y se marchó de allí cerrando la puerta tras él. Pero por si acaso yo me metí de nuevo en mi cama de espaldas a mi amiga y fingí que no había pasado nada hasta quedarme dormido yo también...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro