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SONRÍENOS, HERMIONE Ron, 4º año

Me había levantado de la cama con una sonrisa en la cara. A pesar del triste ambiente que se respiraba en el colegio por la muerte de Diggory, para mí era un día perfecto, incluso parecía que el Sol brillase más que otras veces. Era el día, el gran día. El día de la partida de los colegios de Durmstrang y Beauxbatons. Por fin me quitaría a Krum de encima...

Pero yo no era tonto, y sabía que Hermione estaba triste. Llevaba todo el día más callada de lo habitual, e incluso había veces en las que ni se daba cuenta de que estábamos hablando con ella. No soportaba que se pusiera así por ese cachitas de Vicky. Aun así me daba pena por ella. ¿Era un mal amigo por alegrarme de que Krum se fuera? Como no tenía muy clara la respuesta intenté durante todo el día mantener una expresión acorde con la situación, aunque no pude evitar una leve sonrisa de vez en cuando.

Y por fin estábamos en el abarrotado patio Harry, Hermione y yo. Los tres observábamos cómo a nuestro alrededor la gente se despedía. Miré disimuladamente a Hermione y comprobé lo nerviosa que estaba al verla moviendo el pie sin parar, aunque parecía no darse cuenta de ello. Pero entonces aparté la mirada de ella porque una chica impresionante se acercaba a nosotros con una miniatura suya correteando detrás. Era una pena pensar que seguramente no volvería a ver a Fleur Delacour. A pesar de mis sentimientos por Hermione parecía que un tic o una mala costumbre me hacía seguir mirándola embelesado cuando me pasaba por delante.

-Adiós, Hagui- se despidió Fleur mientras le estrechaba la mano a mi amigo-. Ha sido un placeg conocegte. Nos volveguemos a veg, espego.

Sí, sí, eso esperaba yo también... La verdad es que me parecía haber oído algo de que le cayó muy bien mi hermano Bill, tal vez por ahí... Bah, no lo creo. Entonces Fleur se giró con un sexy contoneo que su hermana pequeña intentó imitar, pero de repente la chica dio varios tironcitos de la manga a su hermana y... ¿¡Me señaló!? Sí, me estaba señalando con la cabeza. Mierda, ¿qué había hecho ahora? Fleur asintió. ¡Oh, no! Tal vez le habría contado a su hermana el ridículo espectáculo que monté antes del Baile de Navidad. ¿Dónde hay un sitio para esconderse cuando hace falta? Pero entonces la pequeña... Gabrielle, me parece que se llama (una Fleur en miniatura) se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla alegremente. Vaya, parece que aún se acuerda que la ayudé a... salir del agua, básicamente. Pero entonces pasó algo que no esperaba, algo que por un segundo me hizo dejar de pensar en Hermione y Viktor: Fleur se acercó a mí y me besó en la frente, haciendo que cerrase los ojos... Noté un calor en mis mejillas; creo que me había puesto rojo, je, je.

-Au revoir, Gon- me dijo dedicándome una sonrisa totalmente perfecta.

Y entonces las dos chicas se perdieron entre la multitud. Yo estaba repleto de felicidad, pero entonces recordé a Hermione. Krum no aparecía por ningún lado, así que miré a mi amiga para ver cómo estaba. Ah, vale, el pelón acababa de llegar, ya estaba tardando mucho el maldito...

Viktor nos saludó con un seco gesto de cabeza y se volvió hacia Hermione.

-Herrmíone, ¿podrríamos hablar... a solas?- le preguntó.

Mi amiga asintió y ambos se alejaron de allí, pero yo procuré no perderlos de vista entre la gente. Estiré el cuello y vi que estaban en una esquina. Los tendría muy vigilados...

Parecían estar cuchicheando, y aunque yo era muy alto me intenté poner de puntillas tanto que tropecé y casi me caí.

-Ron, se te va a salir el cuello- me dijo Harry entre risas.

-Cállate- le solté.

No le hice ni caso, sino que continué vigilando, pero entonces...

-¡La está abrazando! ¡La está abrazando!- exclamé.

Y noté unas pequeñas punzadas en la barriga.

-Bueno, ¿y qué?- preguntó Harry sorprendido-. Es lo normal, ¿no? Si parece que son no...

Una fuerte punzada me golpeó, pero esta vez en un lugar por encima del estómago, tal vez una en algún lugar del pecho, a la izquierda... No, no podía ser lo que Harry pensaba. Miré a mi amigo con los ojos llenos de miedo y furia y le pregunté lo simpáticamente posible (aunque creo que sonaba algo amenazador):

-¿Qué parece que son, Harry?

-No... No sé. Amigos, ja, ja, ja...

-Lo sé- hice una mueca que pretendía ser una sonrisa y seguí con mi vigilancia.

Tras unos segundos, Harry se atrevió a hablar de nuevo.

-¿Qué te pasa con Krum? ¿No era tu ídolo?- preguntó.

Sí, lo ERA. Pero mi ídolo se intentaba ligar a mi mejor amiga, la chica que me gustaba, así que... ya nada me hacía adorarlo... Aunque claro que era el mejor jugador de quidditch del mundo... Pero no.

-¿A mí? A mí no me pasa nada- contesté con indiferencia.

A pesar de que Harry era mi mejor amigo no me veía capaz de decirle: "Nada, que tengo celos de Krum porque tontea con Hermione".

-¿A ti te...? ¿A ti Hermione te...?- mi amigo me señaló con una pícara sonrisa en la cara.

Mierda, no habría pensado esto último en voz alta, ¿verdad? A pesar de que Harry no acabó la pregunta, esta era obvia. Pero no pude contestarle ni que sí, ni que no, ni una grosería, porque Viktor y Hermione se acercaban a nosotros. Hermione no tenía expresión alguna en su cara, nada que desvelara de qué habían hablado, pero noté unos surcos de lágrimas en sus mejillas. Aunque no lo creáis, siempre me he fijado en ella con detalle, incluso antes de que me gustase. Es mi mejor amiga, la conozco a la perfección y la quiero aunque nunca se lo demuestre.

-Adiós, Harry Potterr- se despidió Viktor mientras le estrechaba la mano a Harry.

-Nos vemos, Krum- contestó mi amigo.

Bufé. Sí, claro, y yo le estaría esperando con un ramo de rosas, ¿no? Si por algo estaba feliz ese día es porque lo perdería de vista PARA SIEMPRE. De repente Viktor se giró y me tendió una mano. Lo miré sorprendido y tras unos segundos se la estreché, aunque los dos nos mirábamos con una expresión seria.

Krum se giró. Se iba, por fin. Se estaba yendo. El mejor cazador de quidditch de la historia... Un famoso al que siempre había admirado...

-¿Me firmas un autógrafo?- grité sin siquiera darme cuenta, y me puse rojo.

Krum se giró sorprendido mientras yo sacaba un pequeño trozo de pergamino que llevaba arrugado en un bolsillo. Y entonces él me firmó, y yo me sentí estúpido, alegre y malhumorado a la vez.

Tras esto, los alumnos de Durmstrang se metieron en el barco y las alumnas de Beauxbatons en el carruaje gigante.

Harry, Hermione y yo corrimos para coger sitio en un balcón. Llegamos a uno que estaba vacío justo a tiempo para ver cómo el barco se sumergía en el agua y el carruaje se iba volando. Y de repente sentí nostalgia por el año que acababa de pasar. Habían pasado tantas cosas, unas a cámara lenta y otras tan rápidamente... Y lo más importante, me había enamorado... Bueno, enamorado... Me gustaba mi amiga, vamos... Y ahora tendría todo un verano por delante para intentar al menos cambiar mi actitud con ella, sin complicaciones, sin Krum...

-Que distinto será todo ahora, ¿verdad?- dijo Hermione en un susurro.

Hermione y sus siempre tan oportunas frases... Sí que sería distinto, aunque yo no dije nada, sólo me limité a mirarla. Fue Harry el que se acercó a ella al verla llorar. "¿Por qué lloras, Hermione? Nos tienes a tu lado, como siempre... y ahora yo más".

-Sí- contestó mi amigo.

Bravo, Harry, ni yo lo hubiera dicho mejor, y no es ironía. Al menos él había dicho algo; yo no me había atrevido a decir lo que pensaba. Y tras unos segundos Hermione sonrió de verdad, como a Harry y a mí nos gustaba que hiciera. Entonces agarró a Harry de la mano y después a mí, haciendo que mi corazón latiese algo más deprisa, y los tres nos dirigimos al Gran Comedor para celebrar el tradicional y delicioso banquete de despedida...

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