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LA PEOR NOCHE DE MI VIDA Ron, 4º año

 -Maldita sea, ¡maldita sea! Mierda... Maldita sea...

Me miré en el espejo, horrorizado por lo que veía. ¿Por qué mi madre me había mandado aquella espantosa túnica de gala? ¡Estaba horroroso! Me di la vuelta para verme por detrás, pero estaba en las mismas. La mirase por donde la mirase, la túnica era anticuada y fea, llena de espantosos encajes y malditos lazos por todos lados...

En ese instante vi por el espejo cómo se abría la puerta del dormitorio. Por suerte, era Harry.

-¿Qué es eso? ¿Qué te has puesto?- grité volviéndome para mirarlo.

-Mi túnica de gala...- contestó sobresaltado por mi reacción.

Mi amigo llevaba una elegante túnica negra, normal y bonita, ¡no como la mía!

-¡Es una pasada! Sin lazos ni estas chorreras- dije mientras señalaba distintas partes de mi túnica.

Sinceramente Harry es un buen amigo: tenía todo el derecho del mundo a descojonarse delante de mí, pero no lo hizo. Por el contrario, intentó animarme.

-Bueno, la tuya es más...- intentaba encontrar una palabra adecuada, pero no existía ninguna capaz de describir lo que llevaba puesto-... clásica- dijo al fin, pero eso no era para nada un consuelo.

-¿¡Clásica!? ¡Una antigualla!- exclamé. Volví a mirarme en el espejo-. Me parezco a mi tía abuela Tessi...- y eso no era para nada bueno. Entonces un pensamiento cruzó por mi mente y levanté el brazo-. ¡Huelo a mi tía abuela Tessi!

Aquello era lo que me faltaba ya para acabar de hundirme, y eso que aún no había salido del dormitorio. No puedo culpar a Harry de la sonrisa que se le escapó, pero a mí sólo me faltaba oler a vieja para terminar de hacer el ridículo.

-Mátame, Harry- dije deprimido.

¡Y lo decía en serio! Mejor morir aquí tranquilamente que morir de vergüenza cuando todo el colegio me viera vestido como estaba.

-¡Oh, vamos! ¡No seas estúpido!- rió Harry mientras intentaba cogerme del brazo.

-No, Harry, en serio, baja tú, yo me quedo aquí.

Tras un forcejeo, Harry me llevó a rastras hasta la Sala Común, en las que sólo quedaban los alumnos pequeños que no podían ir al baile. La mayoría me miraba intentando contener la risa; otros, con pena. Bufé. La noche no pintaba para nada bien, ¿para qué salir? Si Fred y Goerge me habían dicho que esta era una buena noche para ligar, con estas pintas no iba a conseguir NADA.

Caminamos por los desiertos pasillos en dirección al Gran Comedor, donde nos esperaban las gemelas Patil. Por el camino yo intentaba arrancar los encajes de las mangas, pero sólo conseguí deshilacharlos y dejarlos peor. Entonces llegamos a la escalera principal. Allí todo estaba abarrotado de ruido y de gente: corrillos de chicas cotilleando, parejitas y chicos bien vestidos. Ante esta imagen hice un último esfuerzo por quitar los lazos de mi túnica.

-¡Estate quieto!- me regañó Harry mientras bajábamos, y me dio un manotazo en la mano.

Ya nada se podía hacer, así que decidí cambiar de tema. No había visto a Hermione en todo el día, y tampoco estaba en la puerta del Gran Comedor.

-Pobre chica, estará sola en su cuarto llorando a moco tendido- le comenté a Harry.

-¿Quién?- preguntó extrañado.

¿Cómo podía ser tan tonto?

-¡Pues Hermione!, ¿quién va a ser?- puse los ojos en blanco-. ¿Por qué crees que no dijo con quién venía?

-Porque entonces le habríamos tomado el pelo...

La verdad es que era un argumento aceptable: tal vez su pareja era el chico más feo del colegio. Ja, ja, ja... ¡Pero un momento! ¿Cómo iba Hermione a ir con alguien así antes que conmigo? No, mi teoría era más lógica.

-¡Nadie se lo ha pedido!- exclamé esperanzado por décima vez en dos días, y después añadí en voz baja-. Yo habría ido con ella si no fuera tan orgullosa...

Harry me miró sorprendido, pero después compuso una pícara sonrisa. ¿Qué diablos quería decir con aquello? ¿Acaso no pensará que Hermione me...? ¡Será idiota! ¡Eso nunca! No tuve tiempo de replicarle porque en ese momento se nos acercaron las gemelas Paitl. Estaban guapas, la verdad, con sus túnicas idénticas de colores llamativos, pulseras en los brazos y su largo pelo negro brillante.

-¡Hola chicos!- dijeron al unísono.

Entonces Padma, mi pareja, me miró con los ojos muy abiertos y cara de asco.

-Vaya, estás... radiante- compuso una mueca que pretendía ser una sonrisa y miró con odio a su hermana. ¡Ya sabía que estaba haciendo el ridículo, no hacía falta me lo recordases, gracias!

Aunque en el fondo debo reconocer que me daba pena por ella: conmigo seguramente no iba a tener la fiesta de Navidad con la que había soñado. Suspiré mirándome los pies. Esta iba a ser una noche muy larga...

-¡Oh, ya has llegado, Potter!- se oyó gritar a la profesora McGonagall, que se abría paso entre la multitud-. ¿Estáis Patil y tú listos?

-¿Listos para qué?- preguntó Harry, confuso.

-¡Para el baile!- se exasperó la profesora-. Es tradición que los tres campeones, cuatro en este caso, abran el baile. ¿No te lo había comentado...?- preguntó ante la cara de sorpresa y terror de Harry.

-No...- contestó Harry palideciendo.

Sonreí. A Harry no se le daba nada bien bailar.

-Ah, pues ya lo sabes...- dijo la profesora intentando reparar su error-. Oh...- exclamó cuando me vio.

Cogió mi túnica, la examinó y me miró de arriba abajo. Lo que me faltaba, hasta la profesora McGonagall... ¿Pero es que acaso ella no había visto el espantoso sombrero que llevaba sobre su cabeza? ¡Jum!

-En cuanto a usted, señor Weasley, entre en el Gran Comedor con la señorita Patil- ordenó tras unos segundos de incómodo silencio, y después se escabulló diciéndole a otra pareja-: ¡Ah, estáis aquí! Venid por favor.

-Vamos...- le dije a Padma al tiempo que la cogía del brazo.

Me despedí de Harry con un movimiento de cabeza y tiré de Padma hacia el interior del comedor, porque ella no paraba de girarse para mirar a su hermana. Cuando por fin entramos nos quedamos atónitos: aquello para nada se parecía al Gran Comedor que yo estaba acostumbrado a ver. Estaba increíble. Las cuatro mesas habían desaparecido para dar lugar a una pista de baile con un escenario y mesas redondas con comida y bebidas esparcidas por la habitación, a parte de los ya conocidos árboles de Navidad gigantes.

Al final Padma pareció resignarse y se soltó de mi brazo para seguirme en silencio mientras nos colocábamos entre la multitud.

-Intentemos pasarlo bien, ¿vale?- me propuso de repente.

La miré y me pareció que intentaba disculparse por su comportamiento de antes.

-Vale...- contesté encogiéndome de hombros, y ella sonrió.

Cuando se aseguraron de que todo el mundo (menos los campeones y sus parejas) estaba ya dentro del comedor, cerraron las puertas y comenzaron a formar un pasillo entre la gente. Padma y yo nos quedamos en la segunda fila, y durante un rato charlamos animadamente. Tal vez la cosa no estuviera tan mal al fin y al cabo; Padma era simpática y ver a Harry bailando un vals sería un espectáculo sumamente divertido.

Por fin las puertas se abrieron y la gente se comenzó a aplaudir mirando a las cuatro parejas que desfilaban por el pasillo en dirección a la pista de baile. La primera estaba formada por Fleur (que aunque siempre pensé que no podía estar más guapa, lo estaba; ya ves si lo estaba... ¡uf!) con un chico mayor de Hogwarts al que había visto alguna vez por los pasillos; la segunda era Cho Chang y Diggory ("pobre Harry", pensé); y la tercera la formaban Krum y... ¡No, no podía ser!

Noté como si me hubieran pegado un puñetazo en el estómago. Era imposible que fuera ella. No, seguramente era una chica que se le parecía mucho, porque Hermione Granger no podía estar tan sumamente guapa y cogida del brazo de Viktor Krum. ¡Eso era impensable! Estiré el cuello para verla mejor intentando convencerme de que esa preciosa chica no era mi mejor amiga, pero entonces Padma saltó sorprendida:

-¿Es esa Hermione Granger?, ¡con Viktor Krum!

Pero yo aún no estaba del todo convencido.

-No, estoy por jurar que no- contesté negando con la cabeza.

No daba crédito a lo que veía. Esto debía de ser una broma, porque Krum nunca iría con alguien como Hermione; de hecho ni siquiera se conocían... Pero bueno, la verdad es que Hermione había estado muchos momentos sola estos días mientras yo hacía el imbécil por ahí intentando encontrar pareja: tal vez ahí ese pelón búlgaro se me había adelantado. ¿Pero cómo se le había ocurrido aceptar ir con él? ¡Ese tipo de chicos no le gustan a Hermione! Bueno, realmente yo no sabía qué tipo de chicos le gustaba, porque jamás hablábamos de eso (ni de coña, vamos).

La gente comenzó a arremolinarse alrededor de la pista de baile, y cuando volví a la realidad comencé a apartarlos a codazos para poder ponerme en primera fila y ver mejor. Mi ceño se frunció cuando Krum tomó a Hermione por la cintura al tiempo que ella se sonrojaba y empezaban a bailar.

Comencé a sentir unas punzadas, pero esta vez mucho más fuertes. Me entraban ganas de ir ahí, agarrar a Krum por el cuello, apartarlo y en su lugar ponerme yo... ¡Oh, vamos! Por Merlín, Ron, sólo es Hermione, ¿qué más te da? Pero, sin saber por qué, sí que me importaba. Ni siquiera me reí de cómo Harry bailaba torpemente con Parvati porque no podía quitarle los ojos de encima a Krum y Hermione. A ella se la veía feliz, y eso me dolió. ¡A ver, no me entendáis mal! Lo que pasa es que jamás la había visto así de feliz estando conmigo, o ni siquiera con Harry. A parte estaba guapa... Era la chica más guapa del Gran Comedor.

Poco a poco la pista de baile se fue llenando de parejas, entre alumnos y profesores, hasta que prácticamente nos quedamos solos Padma y yo. ¡Mierda, los había perdido de vista! Entonces el vals dejó de sonar y el grupo de Las Brujas de Machbeth subió al escenario. La gente se puso a gritar como loca y comenzó una canción que siempre me había gustado, pero esta noche no. La gente dejó de lado la "inocente y educada frivolidad" que McGonagall había ordenado para ponerse a bailar alocadamente.

-¿Bailamos?- me preguntó Padma tras un rato, mirando la pista con los ojos brillantes.

-No tengo ganas- refunfuñé dándome la vuelta, y me senté en una mesa vacía.

Padma parecía enfadada, pero me siguió y se sentó a mi lado.

-Tomamos algo, entonces- insistió.

-Yo no, gracias.

Padma bufó y se cruzó de brazos sin decir nada más. Al cabo de un rato vi salir rápidamente de entre la multitud a Harry: su cara de amargado contrastaba con la enorme sonrisa de Parvati. Llegaron y se sentaron en nuestra mesa, Harry a mi lado.

Estaba serio y parecía triste. Cuando seguí su mirada vi que estaba observando a Diggory y a Cho bailando y dándose cortos besos de vez en cuando.

Esto era absurdo: parecía que todo el mundo se había olvidado de sus problemas y se lo estaba pasando bien, pero aquí estábamos nosotros cuatro, sentados solos y en silencio.

-Vaya par de pringados estamos hechos, tío- dije en voz baja procurando que sólo me oyera mi amigo.

-Ya te digo...- contestó él sin apartar la vista de Cho, pero entonces me miró confundido-. Pero bueno, ¿y a ti qué te pasa?

-Nada...- contesté.

-¿No será por la túnica?- soltó exasperado.

Aunque esa era otra, negué con la cabeza y nos volvimos a quedar en silencio.

-¿Has visto quién es la pareja de Hermione?- pregunté tras un raro intentando sonar lo más indiferente posible.

-¡Sí, es Krum! No puedo creerlo...- exclamó-. Me alegro por ella- sonrió.

¿Que qué? ¿Que se alegraba por ella? ¿Pero qué estaba diciendo? ¿Es que acaso le parecía bien que nuestra amiga tonteara con Viktor?

Nos volvimos a quedar en silencio y Harry fijó su vista de nuevo en la pista. Yo hice lo mismo, y una ira se apoderó de mí cuando encontré a Hermione y Krum bailando animadamente: él le daba vueltas, la levantaba y después se reían abrazados... Notaba que iba a explotar de rabia. No entendía por qué, pero aquello no me gustaba para nada... Mis ojos se iban convirtiendo en dos rendijas cada vez más finas y una vocecilla comenzó a hablarme en mi cabeza:

"Ron, ¿pero qué te pasa? Es sólo Hermione, la Hermione de siempre...

No, no lo es. Se la ve distinta.

Bueno, pues eso será porque se habrá maquillado. Las chicas se maquillan, ¿sabes?
¡No, no digo eso! Quiero decir... ¿por qué no estaré bailando yo con ella?

Porque fuiste un idiota. Además, déjala, es sólo tu amiga.

Y si sólo es mi amiga, ¿por qué estoy... por qué estoy celoso de Krum?"

Sí, eso era: celos. Estaba experimentando unos inexplicables celos hacia Viktor Krum.

Tras siete laaargas canciones, el ambiente ya estaba bastante acalorado. Muchas parejitas habían salido a los oscuros jardines cogidos de las manos; grupos de amigos bebían cerveza de mantequilla apoyados en la pared, y el resto seguía bailando. Yo llevaba toda la noche vigilando a Krum y Hermione, al igual que Harry a la otra "gran parejita de la noche", y sólo intercambiábamos unas pocas palabras con las gemelas, sentadas a nuestro lado con la falsa promesa de que más tarde bailaríamos con ellas. No obstante, estoy seguro de que ambas estaban buscando con la mirada chicos para irse con ellos y dejarnos plantados, cosa que entendía perfectamente.

Parvati tuvo más suerte que su hermana, pues un chico de Durmstrang se acercó a ella y le hizo una reverencia.

-¿Me consede este baile?- le preguntó tendiéndole la mano.

La chica se sonrojó, repleta de felicidad. Echó una rápida mirada al sonámbulo de Harry y dijo rápidamente:

-¿Sólo un baile? Soy toda tuya.

No tardó nada en perderse entre la gente. A mi lado Padma resopló, pero no le presté atención porque en ese momento Viktor y Hermione salían de la pista de baile riendo ¡y cogidos de la mano! Tuve que darme la vuelta para no perderlos de vista. Entonces se pararon e, inclinándose un poco, Krum tomó la mano de Hermione y la besó. ¡La había besado, la había besado! Y para colmo Hermione estaba totalmente colorada. Parecía... parecía que le gustaba, y eso era más de lo que podía soportar. Aparté rápidamente la mirada, pero aun así escuché su risa.

Cuando Hermione se sentó en la silla vacía que Parvati acababa de dejar fingí no darme cuenta de su presencia. No quería que me viera así; no por ella.

-Guapo, ¿verdad?- preguntó Hermione, que parecía estar flipando.

Sí, guapo, ¡guapísimo! Pelón y con una nariz enorme, ¡vaya belleza! Puaj...

-Viktor ha ido a por unas bebidas, ¿nos acompañáis?- nos invitó alegremente.

Sí, claro, con ellos me iba a ir yo a tomar algo... No tuve más remedio que replicarle, empezando así una discusión (qué raro, ¿no?).

-¡No! No queremos ir contigo y con Viktor- dije, pronunciando el nombre de mi ex ídolo con todo el desprecio del que fui capaz.

Dije "no queremos" por si a Harry se le había ocurrido la descabellada idea de decir que sí. Hermione parecía confusa.

-¿Qué mosca te ha picado, Ron?- preguntó.

Me examinó con la mirada y después a Harry, buscando alguna explicación para mi comportamiento, pero mi amigo se encogió levemente de hombros.

-¡Es de Durmstrang!- exclamé tras pensar con qué excusa atacarla para no levantar sospechas-. Estás confraternizando con el enemigo.

Aquella acusación le sentó muy mal, pues su cara palideció de inmediato adoptando esa expresión de enfado que yo conocía tan bien. Tras abrir la boca un par de veces contestó sorprendida:

-¿¡El enemigo!? ¿Quién era el que quería su autógrafo?- me espetó cada vez más enfadada-. Además, el objetivo del torneo es la cooperación mágica internacional... ¡Hacer amigos!

-Ese quiere algo más que amistad, Hermione...- murmuré, y ella se sonrojó.

Esa era la verdad, me temía. Y creo que a ella le gustaba esa idea. Di por finalizada la discusión suspirando y apartando la mirada, y Hermione se levantó hecha una furia. Justo antes de irse, se giró y me miró como para reprocharme algo, pero parecía que no encontraba nada lo suficientemente fuerte y optó por irse.

Tras unos segundos de silencio en los que Harry me contemplaba extrañado, oí una voz a mi lado.

-¿Me vas a sacar a bailar o no?- me preguntó Padma con un deje de histeria.

-No.

Finalmente, la chica se levantó y se fue sola a la pista de baile.

-A mí no me parece mal que Hermione haya venido con Viktor...- dijo Harry en voz baja, pero se calló ante la mirada que le lancé.

Estuvimos un rato sin hablar nuevamente. Me sentía frustrado, necesitaba relajarme.

-Voy a por una cerveza de mantequilla- le dije a mi amigo, y él asintió.

Me levanté y me dirigí a una larga mesa que había pegada junto a la pared, vestida con un mantel blanco y llena de botellas de whisky de fuego, zumo de calabaza y cerveza de mantequilla. Cogí una botella de esta última bebida y la abrí, echando un vistazo a mi alrededor. Di un largo sorbo y entonces me fijé en que Hermione y Viktor hablaban muy juntitos en una esquina solitaria del comedor. Volví a pegar un buche y dejé la botella sobre la mesa dando un fuerte golpe. Ya no aguantaba más aquello: lo mejor era volver a mi cuarto, lejos de ellos. Pero cuando estaba a punto de salir del Gran Comedor vi cómo Karkarov llamaba a Viktor y se lo llevaba a un lugar apartado para hablar con él, dejando a Hermione esperando sola. Aquello no pintaba nada bien; seguro que estaban tramando algo. Me acerqué a Hermione con pasos decididos.

-¿Quieres hacer el favor de dejarme en paz?- exclamó con enfado cuando me vio acercarme.

-¡Te está utilizando!- le espeté.

¿Es que acaso ella, con su gran inteligencia, no se daba cuenta? ¡Krum y Karkarov estaban tramando algo para ganar el Torneo y pretendían usarla! Me di la vuelta para irme después de aquel ataque, pero Hermione me siguió hasta la salida del Gran Comedor, gritándome. Habíamos empezado a discutir OTRA VEZ.

-¿Cómo te atreves? ¡Que sepas que se cuidar de mi misma!

- Lo dudo... Él es mucho mayor.

-¿Qué? ¿Eso es lo que piensas?- parecía dolida.
-¡Sí!- claro que era lo que pensaba, Hermione no podía andar por ahí ligando con chicos tan mayores a los que apenas conocía.

-¿Sabes cuál es la solución, no?- cada vez parecía más enojada.

Llegamos a las escaleras principales. Estábamos armando tanto escándalo que a nuestro alrededor la gente comenzaba a mirarnos.
-¿Cuál?- pregunté fingiendo indiferencia, pero en realidad no estaría mal saber la manera de solucionar aquello sin acabar en Azkaban (la idea de estrangular a Krum, lamentablemente, no parecía posible).

-¡¡La próxima vez que haya un baile ten el valor de pedírmelo antes de que lo haga otro, y no como último recurso!!- soltó gritando fuertemente con la cara roja y lágrimas en los ojos.

Aquello me dejó helado, no me lo esperaba...

-Bueno... Eso está totalmente fuera de lugar...- balbuceé. No pensaba rebajarme a mostrar que pensaba que tal vez ella tuviese razón- ¿Harry?- exclamé aliviado al ver llegar a mi amigo.

Iba cabizbajo y triste, y caminaba arrastrando los pies. Por suerte, Hermione se volvió para atacarlo a él. Cuando estaba realmente enfadada (aunque jamás la había visto así) se ensañaba con el que pillase.
-¿Dónde habéis estado? ¡Da igual, iros a dormir los dos!- lo regañó, haciendo que Harry se sobresaltase.

Vino rápidamente hacia mí, confuso, y comenzamos a subir las escaleras a toda prisa.

-Dan miedo cuando se hacen mayores...- le susurré a Harry, pero Hermione me oyó.

-¡RON, SIEMPRE TE LO CARGAS TODO!

Ahí sí que empezamos a correr de verdad hacia los dormitorios, por si acaso le daba por perseguirnos y pegarnos como a Malfoy el año pasado, pero antes de girar la esquina volví la cabeza y vi que estaba sentada en los escalones, llorando. No sé si eso me alivió o me hizo sentirme aún peor. Siempre la hacía llorar, y eso que era mi mejor amiga...

Llegamos a la Sala Común en silencio, y la Señora Gorda pareció extrañarse de que volviéramos tan temprano. Entramos en la sala y Harry se sentó tristemente en su sillón favorito junto al fuego.

Yo subí a los dormitorios, necesitaba pensar. Durante esta horrible noche habían sucedido muchas cosas que debía poner en orden, y experimentado sentimientos que debía aclarar.

Me senté en mi cama y me tapé la cara con las manos. Notaba que iba a llorar, y así acabé haciéndolo. Tras un rato, me percaté de algo que había sobre mi mesita de noche. Abrí los ojos y miré por entre los dedos: sobre la mesa una figurita de Krum volaba dando vueltas sobre una escoba. ¿Cómo podía yo tener a ese tipo ahí, a mi lado? ¿Cómo podía haberlo estado adorando durante tantos años? Me levanté y la cogí, y tras lanzarle una mirada de odio y profundo desprecio, le arranqué una pierna, el brazo con el que sostenía la snitch y la cabeza y las tiré al suelo con fuerza. Me sentí un poco mejor.

Entonces me tumbé en la cama, rojo de ira y aún con algunas lágrimas en los ojos.

Era obvio que odiaba a Krum, pero lo extraño es que estaba celoso porque él estaba tonteando con Hermione, con mi Hermione, mi amiga. "Eres un tonto, Ronald Weasley", me dije a mí mismo. Hermione tenía razón: no debería haberla utilizado como último recurso. ¿Pero Hermione habría aceptado ir conmigo? Ella sólo había dicho que la culpa era mía, que si quería ir con ella debería haberlo hecho antes y bien, no había dicho nada de que quisiera venir conmigo. Lo más lógico es que a ella no le gustase nada esa idea. Tal vez, si hubiera tenido el valor para hacerlo antes y ella hubiera aceptado, sería yo el que bailase con ella en este momento, y se lo estaría pasando bien gracias a mí y no a ese pelón estúpido. Sonreí al imaginarme cómo ella se sonrojaba por el beso que yo le daba en la mano, tal vez en la mejilla... ¿Pero por qué pienso esto? ¡Jamás me había pasado algo así, y menos con ella! Pero había algo que tenía que admitir, y era que Hermione se había convertido en una mujer ante mis ojos sin que yo me hubiera dado cuenta.

Tras un rato dándole vueltas sólo encontré una explicación lógica a todo lo que me pasaba: creo que tenía que asumir que me estaba enamorando de mi mejor amiga...

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